Tuesday, November 16, 2010
Hacia dónde vamos/MIRANDO DE ARRIBA
Dos fuentes: el New York Times y el Financial Times reportan preocupantes situaciones de la Bolivia actual. El diario neoyorquino habla de las imposibilidades del gobierno Morales-García Linera de cumplir con sus promesas; su émulo londinense se refiere al temor ciudadano de un posible baño de sangre.
Ambos reportes se ligan para dar la impresión de que ante sus falencias el régimen quiere optar por la salida más sencilla, que es la más dramática, la de convertir a Bolivia en Ruanda. Las tontas declaraciones del vicepresidente, que en apariencia sugieren una convicción revolucionaria, no son más que espejismos. El gobierno no ha sabido evaluar sus posibilidades dado el abrumador apoyo popular inicial y sus miembros se desesperan como niñas célibes al ver que lo que tenían entre manos se quema.
No hay, además, en su ímpetu rebelde, ninguna ortodoxia a seguir. Es gobierno que se mueve según el viento. De arduos antimperialistas que presumían ser, agachan hoy el lomo esperando que su abyección produzca dinero del odiado amo, los Estados Unidos. No otra cosa hace Linera cuando viaja a demandar prerrogativas que un gobierno que se precia de enemigo del imperio debiera desechar. Para colmo, y debo decir que no sé su certitud, se hace acompañar con miss Bolivia a nombre de la charla amena.
Nos encontramos entre extremos, hoy y siempre. De pobres y ricos. Se amenaza a los ricos con arrebatarles todo. Y se quiere utilizar a una institución que es la gran culpable del desastre nacional: el ejército, como elemento de presión. El proyecto de nuevas instalaciones militares en el oriente no lleva otro fin.
Piensan tal vez los ilusos que esta pobre y desventajada Bolivia cuenta con las condiciones para convertirse en marea de "ponchos rojos", para flamear la whippala al ritmo del renacido Collasuyo. Con sus fantasías, Morales y acompañante anuncian un retroceso de décadas para las naciones indígenas, porque tal será la reacción al desmadre que azuzan que se entregará otra vez al país a los aprovechadores de siempre, a los que lucran con la miseria en beneficio de los monstruos transnacionales.
Una oportunidad única de lograr avances, por modestos que fueran (aprendan de Lula), con la mesura requerida, se tira por la borda por la ambición de dos muchachos, maduros y solteros -que no saben cómo canalizar la energía que debieran gastar en mantener a sus familias igual al ciudadano común-, de convertirse en iconos revolucionarios del siglo XXI. Megalomanía que intenta acarrear consigo el golpe de muerte definitivo para una república que ya habita en el limbo.
1/10/06
Publicado en Opinión (Cochabamba), octubre 2006
Imagen: Obra digital de Guillermo Tull
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