Monday, November 1, 2010
La corrupción del poder/NADA QUE DECIR
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
El señor Evo Morales declara que quien no es "masista" es fascista. Ambiguas palabras para el líder de un género político muy sui géneris que se desarrolla en Bolivia: el masifascismo, término que abarca partes de una y diversas maneras de pensar/actuar.
Es interesante que igual al partido nazi, el MAS no tenga un programa. Molotov preguntaba a Rudolf Hess, en su visita a Berlín de noviembre del 40, por qué ellos -los alemanes en el poder- no tenían un programa, reglas partidarias, una constitución. Podía decirlo desde su perspectiva bolchevique de rígidas normas. Podía no comprenderlo. Al igual que el nazismo, la marea del Movimiento al Socialismo se sostiene por impulsos populistas, extremismo de las divisiones raciales, apología de un supuesto glorioso pasado. No en vano el origen del nacionalsocialismo es el Partido Obrero Alemán. Y la furia desatada por la turba imbecilizada en ambas sociedades clama víctimas en cualquier estamento social que considere ajeno o peligroso.
"El poder corrompe" dice un lugar común. Bajo su sombra se acogen ideologías que suelen ser disímiles en teoría y siamesas en la práctica. Hitler y Stalin, y ello no es propaganda capitalista, cultivan la misma especie de poder. Los dos reclaman beneficios para el pueblo; ambos se acogen a la idea de un irrenunciable mandato colectivo. Y asesinan con impunidad, a veces conjuntamente, como en el caso de los comunistas alemanes torturados por el bolchevismo y entregados a la sangría hitleriana.
Como recuerdo fraterno de dos caras de una misma moneda queda el infame pacto de no agresión firmado entre el Reich y la Unión Soviética. Permanece para la historia el estrambótico recibimiento a la delegación rusa en la estación Anhalter de la capital germana, donde entre banderas soviéticas y svásticas, la banda local tocaba la Internacional.
Poco duró aquel verano de tiranos. El Führer ya había firmado los papeles que daban prioridad a la campaña del Este. Stalin, cuyos nuevos mariscales todavía debatían la importancia de la caballería en la guerra, sufriría el revés de una violenta y rápida campaña que llevó a los alemanes hasta las puertas de Moscú y Leningrado, hacia el Cáucaso en el sur, camino de los pozos petroleros de Bakú. Revés porque no hacía mucho, un par de años, que el dictador se había deshecho de los mejores militares de su entorno, aquellos que creían en la guerra moderna, en la mecanización y en la estrategia de prevención ante algo que ya se suponía venir. Cruel error que amontonó 20 millones de muertos en su país.
Los límites del poder son insospechados, pero aquellos de la ambición y vanidad tienen amplitud de infinito. Está fuera de discusión, y suena a burla, tratar de desdeñar unos y defender otros. La omnipotencia de Trujillo camina a la par de la de Pol Pot; no hay onanismo ideológico que sustente uno u otro. La demencia del "Presidente Gonzalo", como se hacía llamar el alucinado de "Sendero Luminoso", es la misma de "Papá Doc". Y me estremece pensar, mirando a Idi Amin bailando danzas tribales, que su demagogia se asemeja en mucho a la de Evo Morales con su traje de pepino en carnaval.
Por cierto que el enjambre de imbéciles que viaja alrededor del panal repite como gramófono el disco de su amo: quien no está con nosotros está contra. Lo que no es revolución es reacción. Pueden ser Bush, Morales, Saddam, Chávez, Baby Doc y Arce Gómez... Cuidado.
28/03/09
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Publicado en Puntos de vista (Los Tiempos/Cochabamba), marzo 2009
Imagen: Afiche en contra de Hugo Chávez, Venezuela
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