Monday, November 8, 2010
Chaqueteadores/NADA QUE DECIR
Es interesante ver cómo, en Bolivia, se hace culto del chaqueteo, término que indica el cambiar de chaqueta, o camiseta en nuestro localismo.
Toda persona tiene derecho a una opinión, y a cambiarla también. No debiera haber ortodoxia al respecto. Pero el chaqueteo es fenómeno aparte que si tiene que ver con la reflexión es con una interesada, no por un aprendizaje que puede o no enseñar a vislumbrar lo "correcto".
¿Somos un país de traidores? Sería una forzada y tal vez malintencionada afirmación. En nuestra historia hay aspectos oscuros tales como las "traiciones" de Esteban Arze, del Moto Méndez e incluso del propio Murillo. Es paradójica la reacción del Alto Perú ante los ejércitos auxiliares argentinos. Los curas, en connivencia con la corona española, atizaron el malestar de la indiada haciéndole creer que Castelli y sus fieles eran representación del diablo: Monteagudo había vociferado blasfemias desde el púlpito de la iglesia de Laja. Sin embargo, ya derrotado el ejército auxiliar en Huaqui y luego en Amiraya, la población nativa de Omasuyos, Pacajes y Larecaja se alzó en armas en contra de España dando lugar a una cruel rebelión que causó espanto entre las filas españolas. Para combatirlos, el virrey Abascal designó fuerzas indígenas desde el Cuzco que, al entrar en la actual Bolivia, cometieron inenarrables excesos.
Eso es historia, terrible pero subyugante, los orígenes de lo que pudo haber constituido un sólo país (Bolivia-Argentina) y los albores al mismo tiempo de su división.
Hay chaqueteos menos épicos como el de la pluma, el servilismo del escribidor hacia los poderes constituidos; los vaivenes usuales de los intelectuales que arrecian en el momento en que augura construirse un estado totalitario.
Leo a diario lo que se escribe en el país, cómo el supuesto caso de "terror" ha levantado olas de insulso patrioterismo. Ante la sugerencia de existir un eje secesionista, se ha puesto la "unidad de la patria" como elemento prioritario, con Evo Morales como cabeza defensora de esta unidad. Se olvida que las políticas incapaces y detractoras del gobierno en curso fueron las que inicialmente apuntaban a diseccionar el estado.
Es difícil entender la lógica de este pueblo. De pronto se endiosa la figura de Che, sólo falta que los milicos salgan a desfilar con su imagen (si se les paga lo harán), cuando en su momento se traicionó a este hombre y se vilipendió su figura. Guardo una hermosa foto de un cocalero de Eterazama con una foto del Che y el rezo: "Che vive". Será que Guevara tenía razón, o que los límites de la historia son tan dinámicos que se abrió un espacio para su triunfo póstumo, y muerto -digo-, porque de estar vivo dudo que el guerrillero hubiese congeniado con la mayoría de los especímenes del palacio nacional.
No es cuestión de dar nombres, ya que siendo tan generalizada esta costumbre de cambiar de bando, de pollera si es necesario, llenaríamos la superficie ya breve de este texto. ¿Cuánto se puede confiar en el boliviano? podría ser pregunta dispuesta, ¿y cuánto cuando se trata de política? Tal vez debiéramos abrir una encuesta donde la ganadora, a no dudar, sería la respuesta "patria", la de la confianza absoluta, porque vivimos de mitos y si no los creamos y creemos nosotros quién lo hará.
Pregunta difícil para alguien que escribe, porque Bolivia es un país, tan, pero tan delicado que el preguntón puede terminar crucificado y amarillo como el Cristo de Gauguin.
1/5/09
Publicado en Puntos de vista (Los Tiempos/Cochabamba), mayo 2009
Imagen: Detalle de la iglesia de Laja
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