Tuesday, May 1, 2012

Castillo de naipes/MIRANDO DE ARRIBA


Mientras George Bush trashuma el mundo con pasos sangrientos, su castillo de naipes amenaza con caerse, afuera y adentro. La frontera norte de Irak, el Kurdistán, retoma las primeras planas como sitio especial de conflicto. Una antigua disputa étnica, también económica, pende de un hilo. Las tropas de Turquía se mantienen expectantes ante el ruego de Norteamérica de evitar la explosión. Musharaf, el líder pakistaní, odiado en el mundo musulmán y correctamente apodado Busharaf, declara estado de emergencia. Extrañas bombas asesinas buscan a Benazir Bhutto, su rival político, y el imperio Musharaf parece de igual manera presto a derrumbarse.

En inadecuado y desesperado acto, el militar pakistano cierra las puertas del diálogo democrático. Bajo presión norteamericana ha prometido elecciones sin levantar las condiciones de estado de sitio: lo mismo que nada. En realidad para Norteamérica que piensa sólo a ratos o no piensa nunca, nada le caería mejor que deshacerse de este ya inútil bufón y entregarse al régimen de Bhutto, como única forma de salvaguardar sus intereses, que esta vez sí corren el riesgo de caer en manos de extremistas islámicos, con bomba atómica incluida. La sangría de dinero hacia la región es imparable. Estados Unidos depende del préstamo extranjero para sostener sus guerras de control. Dinero que algún día tendrá que ser pagado en un país que interiormente ya comienza a sentir las convulsiones de la agonía.  Pueden los candidatos de ambos bandos para la elección del 2008 clamar que existen soluciones, que América y los americanos son lo mejor del mundo, que nadie puede igualárseles. Nada más fuera de la realidad en una sociedad donde prima la ineficiencia, la desidia, el latrocinio, donde la dependencia del trabajo ilegal es innegable e inevitable así den berrinches unos y otros por expulsar a los indeseados. Si se detiene el pulmón que significa el trabajo -y el aporte económico- ilegal, Estados Unidos quedará como niño sin biberón. Ninguno de los sabios representantes del gobierno bajará a las calles a ensuciarse con el trabajo de los de afuera y llegará la debacle.

Se puede poner a Irán en la mira, amenazar a Cuba, discutir acerca de cómo se ha de forjar el futuro al estilo "americano". Parecen no darse cuenta que su estilo va cayendo obsoleto, que si no hacen profunda autocrítica y transforman sus malévolos idearios, ahí se acaban.
 
George saldrá pronto de la Casa Blanca. Su legado ha condenado al país posiblemente de manera definitiva. El futuro está en saber vivir con las grandes limitaciones que se le arriman. El tiempo de castillos y princesas, de ogros y demonios se terminó.
12/11/07

Publicado en Opinión (Cochabamba), noviembre, 2007

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