La "justicia
comunitaria" que predican Evo Morales y sus secuaces se ha convertido en
emblema nacional. Las huestes
embriagadas, sangrientas e ignorantes, pasan
a ser las ejecutoras de una ley a la que se ha epitomizado desde
el gobierno.
¿Y qué es esta
famosa "justicia comunitaria" sino carta blanca para linchar, abusar
del poder en masa sobre víctimas desarmadas y muchas veces inocentes. "Justicia" similar fue la que
se empleó en contra de la población negra
de los Estados Unidos, con una lista de millares de asesinatos por
delitos que iban desde los simples hasta los graves e incluso los
inventados. La misma
"justicia" que se empleó en la Europa oriental hacia
los judíos en los pogroms; hacia
los armenios en Turquía, los tutsi
en Ruanda.
¿Cuál es la
revolución que predica este mesías andino? No encuentro rastros de
"su" socialismo en los anales históricos. En un país socialista,
llámese Unión Soviética o incluso Cuba, el linchamiento sería
penalizado con
juicio sumario y paredón, sin ambages ni retruécanos.
La soberbia del
cacique, Evo, y la de su mayoral, García Linera, parecen no tener fin. El problema es que la historia muchas
veces se vuelca y, como dice aquella
famosa canción de la Guerra Civil Española, cuidado que la tortilla se
vuelque y que estas dos luminarias locales pasen de victimarios
a occisos. Recuerden a Villarroel. La turba es un elemento impredecible y sólo toma un
instante dirigir su ola asesina de un extremo a otro.
Lo peor es que se
trata de dar un sentido mítico a esto de tomarse la justicia en
propia mano. Darle un tono de
asunto opuesto al del blanco opresor. No hay tal; linchar es un crimen mayor y debiera ser castigado con rigor. Si Evo Morales desea
ejercitar un imperio de violencia en nombre de una premeditada ilusión, que lo haga en casa.
¿A qué se está
llegando? A la paranoia, al
terror. La gente en las ciudades teme
salir al campo, como era tradición boliviana este intercambio continuo entre lo
urbano y lo rural, producto no sólo del coloniaje y el patronazgo sino
también de la simbiosis racial. En
lugar de predicar unidad, el
gobierno de Morales opta por escindir. Quizá cree en el adagio de dividir para
reinar, que no se aplica en situaciones como las que Bolivia vive, y
que si continúan así, tendrán dramáticas e irreversibles
consecuencias.
El imperio del
pueblo no puede ser el imperio del terror. Y el líder sindical Evo
Morales no tiene cualidades de estadista, ni las tendrá. Ni Linera
tampoco. Para cada época e
individuo siempre habrá un 9 Termidor.
2/3/08
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