Claudio Ferrufino-Coqueugniot
En Mojocoya, Morales reconoció ser perecedero. Al menos, valga para su descargo, no se largó a llorar como el de Venezuela, Bolívar sollozante, nueva máter dolorosa para el pueblo tan plagado de pamplinas.
En Mojocoya, Morales reconoció ser perecedero. Al menos, valga para su descargo, no se largó a llorar como el de Venezuela, Bolívar sollozante, nueva máter dolorosa para el pueblo tan plagado de pamplinas.
Pero que el deseo
de eternizarse, quedarse para siempre, es obvio ni decirlo se necesita. Y a eso
va la cumbre de la OEA en Tiquipaya, a tratar de recuperar un aura que parece
un eclipse ahora y no el luminoso círculo que cargan consigo los santos.
Se discute qué se
dará a beber a los representantes de América. Coca Cola es la bebida aceptada
de manera universal en conferencias, y los comunistas chinos son
particularmente afectos a ella, y al dinero, más que a cualquier doctrina o al
librillo que les enchufó por todo lado el hace mucho desenmascarado camarada
Mao. Coca Cola será, aunque mande a los diplomáticos camino del baño, urgidos
por sus cualidades de plomería que el Bienamado descubrió.
Tiquipaya I
resultó un fraude de proporciones. Reunión en que Evo Morales juró que iba a
dictaminar el futuro del milenio para el mundo. Le creyeron grupúsculos pagados
de semi-místicos con acento porteño, que no saben distinguir entre colores, y
las bartolinas que devoraban pollos en platos de plastoformo, acción que de ser
cierto lo que el Bienamado dictaminó debía haber conducido al puterío
indistinto, a la calvicie y a tantas patrañas que se esputan en este pobre
pueblo al borde de la intemperie y del abismo. Cabe recordar que los
revolucionarios de entonces, comían y cagaban, características mayores de
nuestra cultura nacional, sin arbitrio, arrojando los desperdicios al borde del
río muerto que cruza la villa. Y viva el medioambiente.
Veremos lo que
dictaminan los grupos de estudio de esta nueva Tiquipaya. Los interculturales
de Chapare están dudando entre mandar de representante al Chapo o a algún luso
parlante del Comando Vermelho. Lo merecen siendo ellos lo más preclaro de
nuestra identidad.
Estamos ante una
gran disyuntiva ahora, luego de Mojocoya, si el Bienamado no podrá gobernar por
los 500 años que ya decidió se quedan, quién lo hará. No veo rastros de que se
esté formando una novel intelligentsia boliviana, menos una plurinacional. Qué
galería de notables van dejando para la historia, ¿Fidel Surco? Pregunta ni
siquiera con interrogantes. No caben ante el yermo, el desierto más inútil de
nuestra malograda y viciosa historia.
En Tiquipaya,
otra vez, se ha de perder el tiempo. No existe ni siquiera la habilidad de
Catalina la Grande de construir maravillosos pueblos en decorado, para el paso
de los visitantes, como describe Herzen. Pero, y no hay que hacerse ilusiones,
los delegados de los otros países, muchos de ellos afectos al desquicio que
inauguró el llorón de Caracas, no cejarán, al menos mientras dure su presencia,
en elogiar los avances de Bolivia y en dictaminar la divinidad de su cabeza.
Política, o, como se afirma, no decir nada es la estrategia mejor para vivir hasta
viejo.
Revisando
nombres, situaciones, cargos, opiniones, logros de los miembros de paraíso
pluriterrestre no encuentro un nombre, uno solo, que valga por todos los
desmanes. Y si así, con este materialejo del que disponen, piensan quedarse
cinco siglos, nos salve Dios o nos lleve el puto Diablo, porque estaremos indefensos
ante la peor barbarie.
27/12/12
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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 29/05/2012
Imagen: Tor Archer/Desert Effigy, 2011
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