RICARDO BAJO H.
Estupor, enojo,
angustia y sexo. Crueldad, gatos muertos, turbas y héroes. Villanos, libros,
familias disfuncionales y hormigas, rojas, negras y cabezudas como generales.
Basura, misoginia rodeada de mujeres, dioses y avispas, negras. Piedad, ira,
tortura psico-sexual y perversión. Nostalgias amargas.
Es “Diario
secreto” de Claudio Ferrufino –Coqueugniot, ganadora del último premio nacional
de novela, 2011. Crueldad y crímenes, sin castigo; pasión enfermiza por
la muerte cruel. La obra de Ferrufino es el diario-retrato de un psicópata,
fragmentado, desde diferentes voces, con un estilo de prosa poética rabiosa,
desde los Andes a la Europa del Este-Balcanes-Escandinavia y viceversa. Con un
lenguaje económico, sintaxis de fuegos artificiales, como sólo el dolor y el
sufrimiento lo permiten.
“Diario secreto”
te deja mal cuerpo pues el personaje destila homofobia, misoginia, fascismo (la
obsesión contra los cojos me recuerda al nazismo y su perfección física-aria) y
adoración por la muerte; por encima de convencionalismos, por encima de lo
políticamente correcto, por encima del propio narrador. Es el espejo deformante
y deshumanizador de nuestra cara más fea, más desagradable, ésa que no queremos
ver.
Repleta de
insectos, sapos, renacuajos, hormigas, avispas, ratas, el sexo es siempre
escabroso y animal. Pornografía y coños calientes, a lo Miller, pero “más
peor”. Visiones del infierno, pesadillas y ternura a cuenta gotas en una novela
que te atrapa y no te suelta, quizás por esa atracción atávica-bíblica por el
mal y su banalidad. Hace ya muchos años, la alemana Hannah Arendt acuñó dicha
expresión en su libro “Eichmann en Jerusalén” para teorizar sobre el mal como
algo nacido no de la persona sino de las circunstancias. ¿Es banal el personaje
de Ferrufino? ¿Es un monstruo? ¿Es el autor un pozo de maldad? ¿o únicamente,
como decía Ortega y Gasset son sus pinches circunstancias de desarraigo y
exilio?
“Diario secreto”
tiene constantes guiños al universo Ferrufino, a sus largos años como
trabajador estajanovista en mil y un empleos mal pagados en Estados Unidos,
donde radica desde hace decenas de años. La galaxia Ferrufino –desde su novela
premiada en Cuba “El exilio voluntario”- está plagada de libros raros,
películas desconocidas, músicas particulares y ocultas, fotografías viejas y
olores desagradables: “la muerte es una doña que se pasea por almacenes de
pescado congelado”. Y judíos. Y fútbol. Y animales muertos, torturados hasta la
saciedad, como metáfora de nuestra sociedad carnívora, hipócrita y perversa.
El narrador del
diario, “él”, sólo tiene un refugio, su infancia y su juventud pobre "en
el país de no oportunidad, madre de vicio y ocio", con monedas robadas a
quien sea en los bolsillos con agujeros. Pesimismo existencial, anarquía de
derechas, reaccionaria, visión “arguediana“ sobre la Bolivia enferma y errada
–“este puñetero país de indios y miseria”. O “la guerra es madre de toda
enseñanza: triste haber nacido en un país tercermundista siempre derrotado”.
“Diario secreto”
es morbo por los asesinos en serie, por sus vidas, más atractivas y
emocionantes que las nuestras: la vieja historia de Abel y Caín. O Henry,
mirándose al espejo sucio en la película ochentera de John McNaughton. Un
viaje- pesadilla a la violencia y sus circunstancias, como en “Norte” de Paz
Soldán pero “más pior”, más loco, más peligroso, más trágico como el sentido
particular de la vida que esconde Ferrufino y su verdadero faro salvador, la
literatura: torre de marfil, encierro contra los mediocres y los
"viejos" para poder parir este diario secreto de una autodestrucción.
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Ricardo Bajo H.
(suplemento La Ramona, periódico Opinión de Cochabamba, domingo 6-5-12 y
periódico digital Erbol, www.erbol.com.bo).
Imagen: Portada
de Diario secreto, Premio Nacional de Novela 2011
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