Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Mucho terreno ha perdido Estados Unidos -en el último lustro- en América Latina. El "Gran Aprovechador", China, quiere y en cierta medida ha suplantado al vecino del norte como socio comercial. Los chinos no traen consigo, obviamente, la paranoica retórica norteamericana que anhela imponer, como lo hizo siempre, sus puntos de vista e intereses, a despecho de la tragedia que acarreaban consigo. El criminal Henry Kissinger, que hoy se esconde en la seguridad de su casa y su patria -porque salir ya no puede- trajo tanto dolor a los pueblos del sur como Hitler a Europa.
En ese marco de dominio imperial, la Organización de Estados Americanos (OEA) funcionó como útil marioneta para condonar masacres e invasiones. De nada sirvió, retomando un pasado aún más lejano, el coraje de Augusto César Sandino -el al Zarkawi, salvadas las grandes diferencias, de su tiempo-, que ofrecía a un medroso Sacasa venderle a diez centavos "cabeza de americano".
De vuelta a la OEA, seis de junio del 2005, se halla ésta reunida en Washington D.C. El orador de bienvenida: George W. Bush, con un discurso elogioso por el camino democrático de todos los países del área excepto uno: Cuba. Día vendrá, profetizó el gran maestre protestante, que la libertad llegue "a sus playas", un futuro en el que impunemente y otra vez, los Estados Unidos prostituirán una nación ya muy sufrida con tantas décadas de vergonzoso bloqueo. No se animó Bush a calificar a Hugo Chávez,
presidente electo de Venezuela, de tirano antidemocrático, porque es su disputa con Chávez, de quien quiere deshacerse, el punto focal de discordia entre su país y las naciones latinoamericanas que se niegan a pasar una -ley o recomendación- de crear un órgano encargado de "inspeccionar" el proceso democrático de cada uno de sus miembros (en favor, claro, de la
política agresiva y discordante de la actual administración estadounidense y en contra de Venezuela).
Condolezza Rice, la poderosa y extremista secretaria de estado, vio en su fallido viaje por la zona, que ya no son los años en que primaba la ley del garrote y del soborno. Muchos países han elegido y esperan elegir gobiernos opuestos a su rival natural del norte. Cuba sobrevive como puede y gran parte de los errores de Castro que reclama Estados Unidos son producto de su ceguera política. Como punta de lanza de la campaña democratizadora del siniestro clan Bush-Cheney-Rumsfeld-Rice está la base militar de Guantánamo, calificada por Amnistía Internacional como el Gulag actual.
06/06/05
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Publicado en Opinión (Cochabamba), junio, 2005
Imagen: Manipulación mediática
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