Friday, November 4, 2011

Mano dura/MIRANDO DE ARRIBA


Vladimir Putin, aunque lo desee, no es más que una parodia de los antiguos líderes soviéticos que semejaban ser inmutables, férreos, sin dejar de ser ellos parodia también, creados a imagen y semejanza de Stalin, advenedizo encaramado sobre una sarta de intelectuales cobardes y una ideología piramidal plagada de falencias.

Stalin como Comisario para las Nacionalidades percibió el barril de pólvora que implicaban las diversas etnias del imperio ruso, sobre todo en la región del Cáucaso. Ya en el poder, con astucia para corromper y seducir más frialdad para el exterminio logró consolidar -preservar- cierta cohesión que permitió a la Unión Soviética competir con sus enemigos de occidente en campos diversos como la producción industrial, el deporte y la carrera armamentista; castillo de arena levantado sobre el temor y un igualitarismo maltrecho que hacía que la mayoría, exceptuando la élite política, viviera en ínfimas condiciones, con una mesura con aromas de miseria.

Putin intenta controlar lo que le falta a Rusia para desgajarse. Hoy que ya las mayores nacionalidades se separaron de la madre, al menos nominalmente, las pequeñas intentan ganar independencia, que es más que autonomía, como en el caso de Chechenia. Si se lee literatura e historia rusas se verá que el chechén era siempre el enemigo al que sólo la coacción imperial -y la comunista- sometieron a moldes ajenos a los suyos. Su separación de Rusia es sólo salida lógica a experiencias distintas. Los factores económicos o geopolíticos que tratan de impedirlo no hacen más que exacerbar lo que la historia ya ha predispuesto: no sólo el alejamiento de los pueblos musulmanes de su padrastro europeo, sino la conquista y posterior aniquilación de la Rusia occidental por el avance islámico, e islamista, azuzado por los industriosos imbéciles como George W., Putin y los comisarios del oeste chino con políticas obtusas, racistas que aceleran su fin. No hay mejor aliado del fundamentalismo mahometano que estas caricaturas de líderes que únicamente hallan gloria en su masivo poder de destrucción pero que no pueden esconder su incapacidad dentro del humo de sus desastres.

Putin no halla mejor remedio para solucionar los secuestros masivos de ciudadanos rusos por rebeldes chechenos que arrasar con lo que tenga enfrente. Cree Putin ésta una adecuada manera de combatir el terror. ¿No le sería más fácil combatirlo en casa creando un gobierno de verdadero espíritu democrático que no pretenda laureles muertos y menos redención por su fracaso?
5/9/04

Publicado en Opinión (Cochabamba), septiembre, 2004

Imagen: Portada del libro Torres de piedra, del periodista polaco Wojciech Jagielski sobre el conflicto del Cáucaso

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