En apariencia la batalla por Falluja ha terminado, con un contendiente imposible victorioso, demasiado fuerte para vencerlo en campo abierto. Y sin embargo la guerra sigue, más ardua que nunca, aunque un indeterminado número de insurgentes, mil, mil doscientos, dos mil, engrosan las filas de la muerte o las del paraíso si escuchamos la sinuosa voz de los imanes islámicos que prometen vírgenes y vergeles a cambio del sacrificio en la lucha contra el infiel.
Pero fuera de peroratas divinas e inadecuados comunicados de prensa: los fundamentalistas musulmanes por un lado y los fundamentalistas cristianos por otro, el aspecto racional del asunto en este conflicto continúa en punto cero, con un ejército norteamericano que puede barrer, a costa de ingentes gastos, cualquier pueblejo babilónico que refugie grupos de "terroristas", y con una rebelión ya imposible de dominar que se desajusta paso a paso sin ninguna definición clara del objetivo final. Inestabilidad que conlleva en sí el peligro mayor donde perdemos todos: el de la instauración de gobiernos autoritarios de tipo religioso que coarten la libertad de pensamiento y opinión. Los fanáticos de Norteamérica construyen las bases más sólidas sobre las que se ha de levantar su enemigo, fanático también. Los pueblos libres, si los hay, y los libre-pensadores no tienen otra opción que perder en una brega de proporciones medievales, donde estupidez enfrenta a estupidez.
Quizá un único buen ejemplo represente Kurdistán que no desea envolverse en una guerra donde por cualquier lado le toca perder. Hasta ahora mantiene una expectación pasiva, no entrega las armas como demanda el imperio, y seguramente solidifica su defensa en caso de posible y casi seguro ataque de cualquiera de los lados. Pareciera Kurdistán inclinarse hacia occidente, sabiendo que occidente no se enfrascará en discusiones con aliados como Turquía para permitir la autonomía kurda. Una cosa se descuenta, que a pesar de existir posibilidades en la insurgencia iraquí de movimientos progresistas, éstos serán avasallados por los grupos religiosos que no han de permitir la resurgencia de una nación secular, menos ahora que el enemigo, Estados Unidos, ha perecido como tal y se ha convertido en, según prosa un interesante mapa que se distribuye en internet, Jesusland donde ley y constitución se hincan ante las superlativas enseñanzas de cierto creador.
15/11/04
Publicado en Opinión (Cochabamba), noviembre, 2004
Imagen: Foto de la segunda batalla de Falluja
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