Wednesday, October 21, 2015

El árbol y los demonios/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Parece título de fábula pero no hay moraleja positiva en lo que se ha de contar, al menos de un lado.

Viene a raíz de la observación de alguien que me visita en el llano/montaña del estado de Colorado. Cuánto árbol, resalta, tantos y tan diversos. Si comparamos el número de especies con la jungla amazónica aceptaríamos que esta variedad es ruin, pequeña, ínfima. Y sin embargo, en las áreas urbanas hay uno cada dos metros y las casas todas cuentan con al menos un ejemplar, plácido, intocado e intocable, en contraposición a su casi ausencia en Cochabamba, otrora jardín de… la república.

Al descender el avión en Cochabamba se ven tonalidades  de marrón. El desierto es rico en sus matices; los pueblos que lo habitan en otras regiones tienen para cada tono un nombre, igual a los inuits del ártico con sesenta y tantas definiciones de hielo y nieve. Pero los cochabambinos no, fuera de “polvo”, “lama”, “tierral” o “polvo de mierda”, definición esta última que refleja la oscura realidad de vendavales de arena y excrementos secos, mucho para el remedo de la barriada-ciudad de Nezahualcoyotl en el DF mexicano. Se respira polvo de caca, se lo bebe, se lo come.

Me guardo lo que decía Joaquín, mi padre, que conocía a su pueblo como nadie, en la relación hombre-árbol, o indio-árbol en Bolivia, donde no solo no se protege o respeta al árbol sino se lo odia. Ejemplos he visto: un lote en Iquircollo con eucaliptos talados por pedido (amenaza) de vecinos de otros lotes vacíos. ¿Por qué? Porque el árbol ensucia, levanta cimientos, da sombra, quita agua, es refugio para loros y etcéteras. Razones que se consideran valederas para tirarlos abajo a hachazos. Mizque: jacarandaes en medio del campo, al borde del río Infiernillo, supuestamente libres de culpa en cuanto a sembradíos, hojas caídas (igual mugre). Talados dizque para abrir camino. Calle Abedules, en Alto Queru-Queru. Una preciosa fila de tupidos paraísos sobre una acera. Dentro de la casa un gran pacay, otro paraíso, un naranjo, limoneros, níspero, ciruelos, paltos, enjambre vegetal que hacía de aquel patio vergel. Se vendió la casa y el dueño, nuevo rico, comerciante, cortó los árboles exteriores y echó concreto encima. Mucha sombra, demasiada, mejor el sol aterrador y las calles color de chicha. Ese barrio de falda de cerro, ecosistema que debiera haberse protegido y no urbanizado, tiene calles con nombres sustanciosos como el nombrado, más alerces, molles y otros. No hay árboles allí; alambre de púa y mal gusto. Decía… al interior los cortaron en arboricidio premeditado e imbécil. Los comerciantes en su lugar hicieron una piscina. Si se remojan o asean en el borde de azulejos no lo sabremos ni importa. Mejor si los cortaran a ellos.

Inmensos eucaliptos, centenarios, en el camino que conduce a la vieja hacienda de Pairumani. No queda ninguno. Su muerte le ha dado al panorama un cariz de despojo, donde en domingo la población se regodea, y tambalea, con choricitos, chicharrones, pampakus con trago. Y caga donde se le antoje con la misma fruición con que come. Pueblo condenado a muerte o a ser esclavo, que es lo mismo.

Mi abuelo, en la década de los treinta, plantó 600 álamos reales en el camino que iba de Punata a Arani. Tengo por ahí un recorte de periódico, muy posterior, donde un periodista elogia la acción. Vi, de niño, los remanentes de aquella soberbia caminata. Hace unos años no había ni rastros, ni troncos, ni pedazos. Sol que arde, y el desierto que pellizca más y más acercando el fin.

El uso del agua en los EUA ha sido y es criminal, cierto. Tema para otro texto. Pero nadie, nadie, menos presidentes o curacas, puede cortar un árbol sin permiso, ni en propiedad privada porque el árbol es patrimonio colectivo. Hacerlo es delito penado. Mi visitante admira y repite: cuánto árbol. Pronto retornará a Cochabamba. Caminará por la calle Antezana que era preciosa con paraísos. Ahora veredas de concreto, comideras y bebederas. Cosas de pueblo ciego, de pueblo tonto.
19/10/15

_____
Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 21/10/2015

3 comments:

  1. Es para llorar ver esa "moderna" avenida de entrada a Pairumani. Unos parientes viven justo ahi, no harán ni quince años cuando los visitaba a menudo y podía oler todavia aromas a maizales, manzanas, eucaliptos y molles. Hasta el olor a bosta de vaca sabía mejor que la apestosa atmosfera nocturna de snacks de pollos fritos y demas comida chatarra que hoy pululan en ambas veredas, ya no quedan esas casas con patios y plantas y en su lugar han levantado edificios de varios pisos, a ladrillo desnudo, de mal gusto que hace recordar a El Alto. Sin ir muy lejos, he visto incontables imágenes de Mendoza, ciudad que por su topografia y clima es muy similar a Cochabamba y comprobar que mantienen sus árboles a los lados de sus avenidas -incluso conservando sus antiguas acequias-, amén de sus amplios parques y paseos es para sentir mucha envidia y bronca a la vez por ese urbanismo desbocado que actualmente sacude al pais, especialmente a nuestro valle. Es asunto cultural muy enraizado, de acabar con lo verde con cualquier pretexto, en nombre del progreso estúpido. Saludos.

    ReplyDelete
  2. "Me guardo lo que decía Joaquín, mi padre, que conocía a su pueblo como nadie.. " Q lujo, mi estimado amigo, imaginar de nuevo la voz del Patriarca -tu padre- en esta evocación q incluso "guardada", basta para confirmar d nuevo q plantó él con maestría, sus mejores árboles.
    "Mula-indio", imprecaba emputado mi abuelito, como todavía lo hace mi padre, al observar las infinitas expresiones d esa innata imbecilidad del campesino boliviano respecto a su entorno, a la para ellos perniciosa Naturaleza. Expresiones criminales q ahora atestiguo yo en MolleMolle, a las faldas del Tunari. Cada vez más amplias calles, más casas "residenciales" y menos Molles quedan para sostenerle el nombre. Tierras hoy frenéticamente dedicadas al monocultivo imbécil d cebollas o flores, a cielo abierto o en redituables invernaderos d tosas d "exportación", tierras condenadas a ser otros desiertos o condominios dentro d poco porque sí, matan molles y pinos y chilijchis solo porque "dan sombra y perjudican el crecimiento d sus flores.." Nada queda d los vergeles q recorría yo a pié siendo niño, desde el Cruce Taquiña hasta Cruzani. Nostalgia insalvable de un murmurio d caudalosos ríos mientras se respiraba aromas a fraganciosa yerba, a húmeda maleza, a pastizales y a la hoy allí, prácticamente extinta Retama.. Hoy, ya esa ruta es imposible. Ni sombras ni ricas fragancias.. Ahora, d tantas granjas q allí hay, o se respira a mierda d cerdo o a mierda de pollo. La angurria, esa es la única q hoy resuena a caudales d un asqueroso verdor d billete.
    Creo q ya lo conté antes, pero vale otra vez como ejemplo: "de los árboles todavía reclaman a ver..!! (ríe la chusma)", "pasto riegan a ver..!!", "para q queremos calles anchas?? -Para q pasen dos camiones cómodamente pues!!", "Burros, nos está diciendo a ver..!! -Muchos d nosotros, podemos ser más preparados que vos!! (vuelve a reir la chusma)", me decían los angurrientos imbéciles q habitan y destruyen sin pausa todo el ecosistema q otrora rodeaba con verdor y fragantes matices la casona d Salamanca.., tras repartirles putazos y amenazas por avasallar mis propiedades para ensanchar calles y matarme arbolitos. Basura bípeda que no merece la vida. Escoria q desata las más oscuras ansias y hace sentir más q nunca, el sentido d sabio -como artístico equilibrio, que puede hallarse al matar merecidamente. Pero esta escoria se multiplica a ritmo d cucarachas, arrasando con todo a su paso. Y luego, cuando hay cada vez peores sequías, se preguntan q dioses los castigan y claman pa q sus autoridades les inventen agua.. Mula-indios, eso fueron, eso son.
    Hace unas semanas, escuchaba a la canosa salvadora, el marica, perorar en Tarata sobre la cantidad d árboles por habitante ante unos idiotizados colegiales. Tomaba, una a una, a sonrientes pirujas disfrazadas d cholas para sus didácticas explicaciones: La una era Alemania, 200/1. La otra Italia, 150/1. Otra francia, 250/1. Otra EEUU, 500/1. Otra Brasil, 1000/1. Y luego, Bolivia, con 5500/1!! "Habíamos sido los q más arbolitos tenemos por habitante del mundo, compañera!!", decía el complacido imbécil a su público d babeantes idiotas. Así mienten, así nos pintan paraísos. Y la chusma colegial?? Aullaba y aplaudía.
    Pueblo d intelecto mula, como el mula catedrático marica. Como la propaganda reciente q ahora iguala las vilezas d un asno cocalero, a las obras d un gigante Andrés De Santa Cruz. Pero este, penosamente, es nomás un pais d mulas
    Abrazos, Claudio.

    ReplyDelete
    Replies
    1. No había leído, estimado Achille, tu comentario. A qué ahondar en lo que dices, eres explícito, concreto, real. Pueden culparte de todo, calumniarte, pero mientras no veamos al detalle las taras que nos arrumban en el olvido, y que tristemente nos enternecen en una idiótica nostalgia, jamás avanzaremos. Gracias como siempre, amigo. va un abrazo muy fuerte.

      Delete