Tuesday, February 25, 2014

Beni, el hijo predilecto/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Le preguntaron a Garcilinera el por qué no se declaraba al Beni zona de desastre. Respondió con un galimatías, de los numerosos a los que nos tiene acostumbrados este señor, “la mente más lúcida del país”; translúcida, diría yo. Hizo un movimiento de manos, de tonto titiritero, y creyó que había iluminado la sala con la precisión de su discurso. Este corral plurinacional se ha tristemente magnificado.

Un reyesano vive a dos cuadras de casa y me informa, aparte de lo que se puede leer en la prensa y sitios afines, de lo que se entera, de primera mano, en las redes, por medio de familiares y amigos que sufren y ven lo que está pasando en el Beni. Quien no lo hace es el déspota, ahora preocupado porque tambalea el monigote de Maduro en Venezuela, porque la centroderecha avanza en Ecuador, porque en Brasil los “petistas” se irán al traste, porque se atrapó al Chapo en México, porque el “príncipe” Yanukovych, expresidente de Ucrania, es ahora prófugo de la justicia. ¿Quién le dijo que existía la eternidad? Parece que hasta los achachilas mienten, ni qué hablar de los “achachilos”, representantes de dioses en la tierra y funcionarios de inmensa oscuridad. También le preocupa el carnaval, siguiendo el célebre síndrome Daza -por Hilarión Daza-, no muy aclarado en la historia y quizá con chivo expiatorio. Muera la transparencia y viva el carnaval.

Beni les duele, al déspota y sus consortes, porque en San Borja, a tiempo de la Octava Marcha, no los dejaron pasar. Les duele porque las mujeres indígenas arrearon como ekeko lampiño al canciller por las calles, porque se resistieron a su mando divino, al destino que nos castiga con su presencia, a la oclocracia imperante, a los degolladores, el estupro, el latrocinio, las barcazas sin hélice -inútiles- y el resto de la parafernalia infernal del proceso.

¿Cómo habrían de declarar estado de emergencia para el rincón de los enemigos? La lógica centralista, racista y obscena, clama por el ahogo general, por la destrucción total que dejará hambrientos y pedigüeños dispersos, lo que ama y sostiene, porque el tirano y su corte no desean un país pensante, científico, fuerte, sino una chusma delirante por migas de pan. Que mueran los rebeldes entonces y que el gobierno defienda su crimen con retórica seudointeligente que no piensa al hablar, piensa mal, o simplemente no tiene capacidad de pensar.

Algo se debe aprender de esto. Se supone que quienes han sido elegidos por voto deben velar por el bienestar de la población entera. Si no lo hacen, incumplen su mandato, y al incumplirlo lo convierten en espurio. Las conclusiones ante la realidad son obvias. Nadie tiene carta blanca y no tiene por qué tenerla. Sueña tal vez Morales con un universo libre de benianos, barridos por las aguas. Quizá se cree Noé, quizá está ebrio como Noé. Ya sin opositores, dispondría de una tierra feraz para sembrar la luz de su mandato: coca. Coquivia entonces se convertiría en el monstruo de baba verde, como una ciencia ficción, explorando el más allá, el espacio sideral, la muerte, de manos de la alucinación colectiva, regando plantas de hoja sagrada en los confines del universo. No sabe que allí no habrá compradores, siendo que el brillo de la coca no está en su sacralidad, sino en el dinero que produce transformada.

Cuando uno mira el Beni, los ríos majestuosos convertidos en rápidos asesinos, el hambre, el dolor, la pérdida de sustento e inversiones, no comprende el silencio de alguien que balaba en jolgorio para traer el Dakar, satélites chinos, 77 individuos más China y etcétera. Haciendo una digresión, desde el momento en que la famosa carrera francesa pasó por Bolivia se ha convertido en el Narco Dakar, porque ha traído pingües ganancias a alguien, algunos. No se puede llenar un camión oficial de tonelada y media de droga sin tener excelentes conexiones… la mejor. Lo que se ve, porque lo que se escondió quién sabe a cuánto asciende.

Beni parece ser el último reducto de valor en un país comprado. Si sobrevive a las aguas, que lo hará, bien puede sobrevivir a los tiranos.
24/02/14

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 25/02/2014

Imagen: Mapa -BENI-Emergencia-Inundaciones 2014- REDHUM

Sunday, February 23, 2014

Zamba para no morir


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

El frío trae reminiscencias de Herta Müller, de la Rumania de Herta Müller. Y si no el frío, el barro, el lodo quebradizo como espejos primitivos del desierto. Espero, me levanto, camino entre plataformas de madera que elevan con forklifts hasta alturas de diez metros. Detrás de esta madera clavada, trabajada hasta el cansancio, rota, golpeada, asoma humo de fogata que hacen los trabajadores, dentro de un turril, para calentarse.

Hacia el oeste pululan figuras diminutas de cascos amarillos. Hay un golpeteo incesante, de martillo sobre latón. Construyen plataformas de carretera, mientras un águila calva, ajena a tanta veleidad, deja que se levanten las plumas de su cabeza en el viento. Sin relojes, nadie podría decir que estamos vivos, que hombres y cosas se mueven. El cielo gris, los copos breves e intermitentes de nieve dominan el paisaje, el movimiento. Sin minutos, horas, el tren de carbón que pasa vociferando uh, uh, quedaría de estampa guardada en un cuaderno. Actividad incomprensible, febril, con qué rumbo, me pregunto.

He amado los barrios industriales desde siempre. En el Kilómetro Cero, de Cochabamba, bajo pretexto de orina, cruzaba el vano de las chicherías y me enfrentaba con el sol cayendo sobre durmientes de ferrocarril, encima de piedras talladas estilo Inglaterra que se usaron para edificar viviendas obreras. Amo la naturaleza, los árboles, los ríos cristalinos, pero más amo la tierra apisonada con aceite sucio, hierros dispersos, radiadores y llantas de bicicletas, burdos ladrillos derrumbados a golpe de combo, sillas desvencijadas, negras por las décadas de manos grasosas tocando sus cojines.

Hoy, Estados Unidos, en Aurora, Colorado, a diez minutos de manejar de casa, comienza el imperio de los talleres mecánicos, la casi desidia de abandonar las cosas por todo lado: un resto de carrocería cubierto de llantas viejas, grúas de pico de grulla recortadas en el vacío, goteando el invierno poco a poco. Brillo azul de soldadura, estrellas rojo amarillentas que el esmeril arroja y que se evaporan antes del suelo. Ropa almidonada, ya imposible de lavar, casi como estatua adosada al cuerpo.

Un jeep se detiene en el lodoso camino, entre esqueletos de automóviles, cables, basureros de metal oxidado que nadie parece necesitar. Una mujer mexicana, con botas texanas y acento hondureño ofrece comida a siete dólares. Con pan o con tortilla, pregunta, y destapa ollas humeantes donde se revuelven albóndigas en salsa coágulo de sangre. Con arroz, por favor, y frijol negro machacado. La mesa alguna vez tuvo color madera; hoy es ébano opaco. Blancas sillas con lepra marrón aderezada. La servilleta semeja una nube en cielo nocturno. Cebolla y cilantro… en la radio el acordeón imita las ametralladoras del narco.

¿Vivirías aquí?, me digo. E imagino un cuartito con dos o tres muebles sin lujo. Despertar, hervir el agua y rebañar la miga por los restos de huevo no cocidos en extremo. Abres la puerta y escuchas los sonidos del trabajo, de motores que se esfuerzan por arrastrar pesadas cargas. Otro tren atraviesa el horizonte que dista cincuenta metros de tu puerta. Disponer de un banquillo recogido en el basural cercano, de metal oscuro y con úlceras de tiempo. Apoyar el grupo de libros que traes contigo en una repisa amoldada para la situación, y entre tornos desvencijados y perforadas garrafas de butano dedicarte a leer, contento, sabiendo que en este bosque de desechos nadie podrá buscarte, nadie querrá buscarte. Cuevas prehistóricas de la edad industrial, soslayadas de principio a fin por un universo que corre alocado en pos del consumo.

Anónimo, tú que siempre despreciaste la fanfarria de las reuniones intelectuales, en medio de la simpleza de ratones campestres de larga cola gris corriendo a ocultarse entre cardos secos por el invierno, y que retoñarán con ímpetu en la primavera, incluso a cuesta de las dificultades, del aserrín de aluminio que empuja el viento y que brilla con ilusión de diamante al caer el sol.

Enciendes las hornallas que se ponen carmesíes mientras que tú, desafiando la cronología y la muerte, cantas quedo canciones de tu madre, como si este lecho fuera aquel, y escuchas tornarse la llave que anuncia la vuelta de tu padre. Pequeñas cosas, individuos singulares, ninguna multitud. Entre los escombros de piedra, madera y metal, no se asoman ni los fantasmas. A veces cruza por tu ventana el brillo maléfico del ojo de una rata, pero nada detiene el lento caminar de los escarabajos negros, sin pausa ni descanso, que pasan debajo de tu silla que carga con el camino de Swann.

Silencio. Hay tanto ruido que se produce sosiego. Tanto trabajo y hombro y sudor, y hervor de bolitas de carne en chile. Sigo la primera línea, la frase, la oración. Por magia se ha detenido todo, solo un insecto de coraza negro brillante avanza apenas. Mis pupilas lo siguen como rojos dragones de Kuala Lumpur.
10/02/14

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Publicado en Revista OH (Los Tiempos/Cochabamba), 23/02/2014
Publicado en Palabra Abierta, Los Angeles, California. 02/2014
Publicado en Puño y Letra (Correo del Sur/Chuquisaca), 25/02/2014

Foto: Zona industrial de Aurora con los edificios de Denver al fondo

Friday, February 21, 2014

Jimi Hendrix/CUADERNOS DE NORTEAMÉRICA

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Piso rojo de la casa de mis padres.

La guitarra. Cortinas blancas que ocultan lo oscuro del día. Norteamérica de carreteras, crecida en el amarillo trigo, ese sol de tierra.

Viaje y distancia. Rutas como cuerdas que se tocan y resuenan.

Jim Morrison se abraza a tus piernas. Sus dedos prefiguran los míos aferrados al sonido. Te he visto, espectro, reclinado en un sillón, entre putas de casa vieja.

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Publicado en Opinión (Cochabamba), 26/09/1991

Imagen: Russell Young/Jimmy Hendrix

Tuesday, February 18, 2014

La ínsula Parasitaria/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Sancho Panzas, dice mi padre, refiriéndose a los jerarcas de hoy. Eso me dio la idea de retomar al escudero de Cervantes y diseccionar un poco su efímero gobierno en Barataria, o su émula boliviana, Parasitaria.

Parásito, ta, adjetivo, define el diccionario, es aquel organismo vegetal o animal que vive a costa de otro (organismo) de distinta especie, alimentándose de las sustancias que este elabora y perjudicándole, aunque sin llegar a producirle la muerte; se clasifican en endoparásitos y ectoparásitos, según habiten en el interior o el exterior de sus huéspedes. Etcétera…

¿Endo o ecto?, cabe la pregunta para referirse al masismo escatologista y de degüello (de perros y llamas). Los dos y todos. Parásitos acomodados en una bonanza circunstancial, presentándola como producto suyo y disfrutándola a manos llenas. Sobre el epitelio, en el estómago…

Tal vez injusto con Sancho, que no deja de ser juicioso en su ficcional gobierno, pero preciso en la parodia del Quijote acerca de la ignorancia y falta de capacidad de los gobernantes para manejar los destinos de su tierra. Valdría pensar en quiénes, ocultos, son los que han entronizado a nuestros Sanchos, como los duques a él en el libro. ¿Una confabulación-conspiración de cierta izquierda europea? ¿Delirios de algún jesuita catalán con intenciones aviesas e indefinido carácter? El hecho de que Parasitaria ya se ha instaurado, y lo peor, instalado, en posición en apariencia inamovible. Pero cuánto puede durar una invención en un género tan voluble como la novela, cuánto sus personajes. Pocos son los privilegiados que alcanzan universalidad y compran espacio de supuesto eterno.

Barataria se desvaneció como uno de tantos encantamientos cervantinos. En la decadencia, Dulcinea retornó a su condición de Aldonza, dando pautas de que las Aldonzas que rigen muchas naciones hoy verán diluirse -al menos en términos idílicos porque en la realidad concreta ya se forraron de dólares- veleidades y ambiciones.

Volvemos a lo de injusto del juicio paterno, solo aceptando en general lo que el término Sancho Panza refleja y no refiriéndonos al personaje en cuestión que funciona como notable antítesis de su maestro Don Quijote y alcanza su propia talla. Apuntamos a que los que se sientan, si no están viajando con dinero fiscal, en los sillones del Palacio Quemado, han creído en un predestino que se les insinuó real, que parece real, contante y sonante, pero que no pierde su halo de ilusión, a pesar de habitar un país que es una gran Barataria en sí mismo, lleno de mitos y mitómanos, y lugar ideal para ejercitar sobre él elucubraciones y surrealismos ajenos a cualquier otro lugar del orbe con algo de intelecto y sentido común. Será que los pueblos comerciantes, como el nuestro, son incapaces de fundar. Pero ahí aparecen coreanos, judíos y azeris para desmentirnos.

¿Qué produce el masismo aparte de una parafernalia ni siquiera original sino prestada? Nada. Observamos como bolivianos el brochazo de pintura exterior, sin interesarnos y menos inmiscuirnos en detalles que resultan en una obra maestra. Para qué rayos equis si lo que se ve agrada. La lógica del desastre, de la no trascendencia. Quizá sirve para sobrevivir, para no morirse luego de quinientos años de injuria, para seguir caminando como caminan los perros, los gatos, las ratas y los escarabajos, no más.

Parasitaria es una ínsula que a diferencia de la casi idílica y breve Barataria, carga consigo el desastre. Nuestros Sanchos no se subirán de nuevo a la mula y emprenderán el mismo periplo al lado de su mentor y compañero. Estos mutaron, se hicieron duques por ósmosis con el vacío, y al no tener nada que les destrozara los sueños se los creyeron y pelearán como canes hambrientos para defender su mentira.
17/02/14

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 18/02/2014

Imagen: Postal de Sancho Panza en su gobierno

Saturday, February 15, 2014

Los miserables/CUADERNOS DE NORTEAMÉRICA

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Leo a Roberto Arlt. El universo de los pobres es el mismo en todo lado: traición, robo, insultos, padres suicidados, alcohol.


En el mercado de abasto de Washington era así. Willy, chofer negro, había asesinado a su madre siendo casi un niño, ofuscado en droga. Tyronne pasó trece años en prisión por robo con "asalto". En las noches de la calle Morse se contaban historias; ron y licor malteado entre los dientes. Olor a mariscos; húmedas paredes y autos policías que cruzan lentos sin parar. Cada hombre hundido en su miseria. Olvidado ya el tiempo en que se preguntaba ¿qué hago aquí? Cuando las esperanzas brillan mal.


Wayne y yo caminamos hacia la esquina de los mendigos. Allí hay droga fácil y prostitutas de a diez dólares. Un amigo cuyo nombre me es borroso se sentaba en un desventrado sillón, en medio de la calle: el trono de la oscuridad. 


Wayne compra piedrecillas blancas, opacas: cocaína adulterada. Al lado de una reja de amontonada basura, fuma. Medianoche de verano, sin sueños ni futuro.


No está la luna, se oculta en las callejas. Los pobres no tienen sombra, son pálida oscuridad.


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Publicado en Opinión (Cochabamba), 17/04/1992

Fotografía: Ghetto de Washington DC/Helen Burroughs

Tuesday, February 11, 2014

Otra vez Falluja/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Diez años después retomo el tema de Falluja, ciudad mártir. El 2004 la comparaba, recordando el filme de Pontecorvo, con Argel. Consideré entonces que el sitio de la ciudad por las tropas norteamericanas era un punto de inflexión en la guerra. Lo fue, a su modo: victoria pírrica de Washington.

Recuerdo cuerpos desmembrados de contratistas estadounidenses colgando de los puentes. Y miles de muertos civiles. Era el siglo XXI y parecía 1942.

Hoy, 2014, los yihadistas sunis del grupo Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS, siglas de la organización en inglés) se han apoderado de Falluja. Combaten en Siria y han sido desafiliados por al-Qaeda por desavenencias internas, pero siguen muy activos en la guerra civil allí y desplegando una agresiva escalada militar en suelo iraquí.

En enero de este año ingresaron en Falluja, y se están expandiendo por pueblos alrededor. El ejército de Bagdad, de mayoría shiíta, no tiene la confianza de la población. Que ellos se encargaran de barrer al Estado Islámico sería motivo de desaprobación y revuelta. Por eso, y me recuerda lo que sucede hoy en Michoacán, México, con los grupos de autodefensa, gobierno y líderes tribales han acordado que la reconquista de la ciudad sea llevada a cabo por las tribus locales, armadas y entrenadas por el ejército y con asesoría e inteligencia norteamericanas. Resulta extraño, porque en Falluja, en tiempos de la ocupación, si bien la resistencia era sobre todo de facciones insurrectas, el combate tomó el cariz de una guerra de liberación, con participación activa de los habitantes en contra de los invasores.

El enemigo de ayer se transformó en amigo. Asunto circunstancial, o la elección del mal menor. Sabemos que Estados Unidos está en el Asia central no por motivos ideológicos. Su presencia se debe a los recursos naturales. Durante la administración Bush aquello se decoró con una, no falsa pero sí confusa, cruzada religiosa: choque de teocracias de oriente y occidente. Pero el meollo es económico.

Assad continúa en Siria porque occidente se lo permite. A pesar del genocidio y un gobierno criminal que debiera ser juzgado y ahorcado, es aún utilitario, el muro de contención de fuerzas que cambiarían decisivamente el panorama de la región y el mundo. El conservadurismo israelí se regocija con esta profusión de muertos. Sus rivales se matan entre sí, y no existe perspectiva mejor. No baja la guardia, sin embargo, por lo que pudiese ocurrir.

Tanto ISIS como las tribus son sunitas. La mejor opción es que la purga sea “fraterna”, sin intervención, o no muy explícita, de los otros. El plan es que se vaya recuperando la ciudad barrio por barrio, en lucha que ha de ser cruenta y cruel. Arista del conflicto generalizado en el mundo islámico entre dos grupos contrapuestos y un tercero, apéndice considerado infecto, del terror de al-Qaeda y de sociedades similares, incómodas para todos.

El ejército acordonará la ciudad, para que nadie entre o escape. El resto, a lo que se han comprometido los jerarcas tribales, será labor de desinfección. La CIA y el Pentágono colaboran en logística y venden armas por valor multimillonario a Irak. Enfrente se parapeta un rival con dos mil combatientes fuertemente armados, para quienes la muerte por la fe es redención.

Complejo horizonte. Dentro de la guerra siria hay conflictos secundarios entre grupos opositores, entre islamistas los más feroces. Las primaveras árabes comenzaron a opacarse con la subida de los fundamentalistas. Hoy el poder se reagrupa, como en Egipto, en un núcleo sólido que a fuerza tendrá que convertirse en dictatorial. La inestabilidad iraquí clama por una solución semejante. Y Túnez, incluso con los acuerdos firmados recientemente que dan alguna esperanza, no está libre del mismo destino.

Falluja, como hace diez años, es un termómetro a punto de reventar.
09/02/14

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Publicado en El Día (santa Cruz de la Sierra), 11/02/2014

Fotografía: Combatientes del Estado Islámico de Irak y el Levante en el poblado iraquí de Sulayman Beg, distrito de Duz Khormato.

Sunday, February 9, 2014

Jenny en Nueva York/CUADERNOS DE NORTEAMÉRICA

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Apenas intuyo las calles, la casa que no veo... y la niña de cabellos rojos.

Paseamos por aceras de árboles iguales. Jenny me dice que el hogar de su infancia está cerca. Y no vamos. Entramos en el Central Park y después al museo. Y entre momias egipcias y féretros de roca, se nos olvida la casa.

Miro cielo y calles de memoria. Completo el viaje pensando. En la puerta, alguna habrá, mi esposa Jenny, de niña, hace dibujos con tiza sobre las paredes.

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Publicado en Opinión (Cochabamba), 27/09/1991
Publicado en Presencia Literaria (Presencia/La Paz), 27/10/1991

Fotografía: Central Park, New York


Friday, February 7, 2014

Los extranjeros del parque/CUADERNOS DE NORTEAMÉRICA

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Nada mejor para comprender el carácter multicultural de Norteamérica que conocer a sus héroes.

Enfrente de la Casa Blanca hay una plaza. En cada uno de sus cuatro bordes se levanta un monumento en memoria de los grandes de la independencia norteamericana. Pero estos cuatro hombres de hierro, tiesos, son todos extranjeros: Tadeusz Kosciuszko, polaco; el conde de Rochambeau, jefe de la fuerza expedicionaria francesa; Wilhelm von Steuben, prusiano, organizador del ejército patriota; el conde de Grasse, militar naval francés que fue decisivo en el sitio de Yorktown.

Una nación que en el centro mismo de su capital conmemora así a los extranjeros, tiene que ser la síntesis del mundo, producto y refugio a la vez de las inmigraciones.

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Publicado en Opinión (Cochabamba), 10/01/1992

Fotografía: Monumento a Kosciuszko en Lafayette Park, Washington, D.C.


Tuesday, February 4, 2014

Sexus, Plexus, Lexus/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Henry Miller escribió Sexus, Plexus, Nexus, fabulosa trilogía (La crucifixión rosa) en tono autobiográfico. Sacudió, como lo hicieran sus Trópicos, la literatura contemporánea. Temprano reconocía Anaïs Nin, en sus diarios, la extraña e inusual vitalidad de los escritos del norteamericano, que de la palabra se extendía a los genitales y viceversa.

Evo Morales no produjo novelas, pero en el altar plurinacional se ubica al lado de Aristóteles, a quien la grey de degolladores de perros desconoce. Su saga, considerada más imperecedera que la del griego, a la que sicofantes letrados alaban en orgasmo, proviene de burdo modelaje de gringos y jesuitas, ávidos unos y otros de inaugurar un nuevo paradigma que a la larga no había sido otra cosa que cambiarle camiseta al ladrón; simple juego de fútbol con características complejas.

La crucifixión rosa no es historia de amor. Podría considerarse un deicidio por el olvido de lo divino en un mundo promiscuo y físico. Los cuerpos se desuellan entre sí, las historias se tejen en carne viva, en lechos revueltos de pesado vaho de sudor y pegajosidad de esperma. Las sociedades “decentes” chillaron, porque lo que Henry Miller hacía era revolucionario.

En el lado opuesto, la obra inconclusa por jamás siquiera haberse esbozado, del presidente de Bolivia, su paje de oficio y compañero de fórmula, y la tanda de acólitos que vuelan alrededor, no cabe, ni en la más arriesgada hipótesis, dentro de lo que podría llamarse cambio, rebelión… Resulta y se convierte en la mejor muestra de las argucias del sistema para preservarse. El status quo cede algunos espacios, mínimos, para preparar puestas en escena que sugerirían que la historia se está tejiendo con otro ovillo, aunque los palillos sean iguales y la etiqueta también. Pronto, en breve plazo, se desnudó la verdadera oferta del MAS: todo de lo mismo, y mucho de lo peor.

En ellos, ni el sexo asoma con las características eróticas e irreverentes de los libros mencionados. Lo plurinacional pasa por el medieval derecho de pernada del patrón, asambleístas violadores, ministras sin calzón y el eterno agradecimiento de las mujeres a quienes el nuevo Chivo (Rafael Leónidas Trujillo, el original) embaraza con su sola presencia. Para qué otra cosa sirven las “damas”, susurrarán, mientras por palacio suben y bajan las culipeladas en parodia de un filme de Pasolini. Se habló, en su momento, de brigadas paridoras, de “hermanos” aymaras que fueran -por la fuerza- a convencer, sexo en mano, a “hermanas” guaraníes para que cediesen su tierra al capital y al narco sin queja, y, supuestamente, con placer. “Hermano, hermana” son vocablos sospechosos en boca, perdón, en el hocico del lobo. No me fiaría de ellos. Para hermanos así, prefiero actuar como Caín.

Bolivia se anega; las aguas se han desbordado. Lo hacen cada año y siempre encuentran al país discapacitado, sin posibilidad material de reacción. La tecnología hace su agosto con imágenes aterradoras. Pero más agosto, y septiembre y octubre, con la omnipresencia de su majestad el Inca, preocupado de su traje impecable, de las carreras que pasarán por el vestíbulo de su mansión de aquí a 50 años, cuando ya ni presidente sea sino una roca cuasi santa que acariciarán como a vientre de Buda. Sueña con ello mientras los otros se ahogan, y los indios enemigos del Tipnis se ahogan también. Que pronto suceda…

Como a todo mísero le gusta lo que otrora fuera inalcanzable. De allí que la trilogía ideal que escribiría, a dos manos con su febril amanuense, reflejo de su pensamiento y condición, y muy muy lejana de la del viejo Miller, comenzaría con intrascendentes Sexus y Plexus, preámbulos prosaicos de gente sin vehemencia ni genio, y se coronaría (confirmando su adicción al dinero y al sistema) con Lexus… de Toyota… blindados además, de a montón y sin auditor.
03/02/14

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 04/01/2014

Foto: El Lexus LS 460L blindado de Evo Morales/El Deber


Saturday, February 1, 2014

El nombre de Mielnitski/EJERCICIOS DE MEMORIA

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

El siglo XVII fue pródigo en hechos extraordinarios en la Europa oriental. El reino de Polonia se hallaba en una de sus etapas de mayor expansión: desde Kiev y el Mar Negro, al sur, hasta Lituania y el Báltico en el norte. Luego de haber abandonado Moscú, sus fronteras orientales se ubicaron cerca de Smolensk.

En 1648, los cosacos de los límites meridionales se levantaron en armas contra el reino y declararon la nación libre de los cosacos zaporogos, que habitaban una isla llamada Sitch, en el río Dnepr. Con ayuda del khan de Crimea y beys menores se lanzaron a invadir la República de Polonia.

Al frente de los insurrectos estaba un atamán: Mielnitski. En una escena esteparia de A sangre y fuego, de Henrik Sienkiewicz, aparece por primera vez en mi vida este personaje histórico. En la obra se presenta como "Diosdado Zenobio Mielnitski". Más adelante, en los cuentos de la Caballería roja de Isaak E. Babel, encontré un Bogdán Melnitzki. Mi duda era saber si ambos eran el mismo hombre. Isaac Bashevis Singer habla en Satán en Goray de un atamán Chmelnicki. Las épocas mencionadas en los tres autores concordaban, pero todavía cabía el interrogante de los nombres Bogdán y Diosdado Zenobio. Me fui al Larousse francés del siglo XIX -una joya-: Mielnitski no estaba consignado allí, pero sí había la historia del nombre Bogdán, que provenía de un antiguo voivoda (funcionario) de Moldavia. El diccionario aclaraba que Bogdán equivalía al francés Dieudonné, que en castellano no es otro que Diosdado.

El problema se había resuelto y aprecié el saber utilizar todos los cabos para encontrar el ovillo original.

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Publicado en TEXTOS PARA NADA (Opinión/Cochabamba), 18/12/1987

Imagen: Bohdan Teodor Zenobi Chmielnicki