Monday, September 30, 2013

París

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Hacedor de lluvia. Denver llueve. Traffic canta en veintidós años de pasado.


El Sena tiene luciérnagas en el fondo del lodo. De allí, París es ciudad luz, porque el resto son sombras; en la pobreza se encadenan las puertas del Luxemburgo, y el dorado brillo de las lanzas de las verjas se opaca como los libros de los libreros cuando se cierran las ventanas.


Huyo del lecho de una española y caliente y artista. Huyo por amor al sueño, por las sábanas propias que en mi caso son las gradas del subterráneo de la Porte de Vanves. Escapar del sexo para encontrar el frío, el silencio, la posesión del silencio.


Una gota de sol se aferra en el horizonte, en Norteamérica. A Denver, para ser París, le falta herrumbre.


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Publicado en Revista SIGNO (La Paz), Enero-Abril 1994

Fotografía: El Métro en la Porte de Vanves


Tuesday, September 24, 2013

Desnudando mentiras/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

El gobierno y sus cabecillas, divas, cabezones o como se los califique, tiene extrema habilidad para ocultar sus carnes. A usanza de beatas viejas, decoran el cuerpo para esconder deseos y veleidades nefandas de la vista pública, sin éxito. Los vestidos plurinacionales se componen de mística, ideología, “jacobinismo”, y chácharas carentes de asidero, cuando en realidad de lo que se trata es de un negocio, e ilícito para ser precisos. La delincuencia oficial goza de carta blanca. Los tipos creen en eterna inmunidad, y que la muerte o la desgracia no rondan a los travestidos de la raza y la política. Qué equivocados están.

El adagio antiguo, quizá racista en su origen, de que en Bolivia “el indio odia al árbol” no falta a la verdad. El originario de occidente es el gran depredador. Se guía por quién sabe qué instinto, que de casualidad mejore su existencia actual pero sin ninguna visión de futuro. Será que la hoja maldita, instrumento de imperios todavía hoy con las mafias del narco, ha embrutecido hasta tal grado a la población que el razonamiento no cuenta entre sus virtudes, que pocas son. Coca sumada a alcohol y estupro van delineando un perfil que puede ser engañoso y que sin embargo resalta a simple vista.

Leo la propuesta “campesina” para destruir un poco más el Parque Nacional Tunari, en Cochabamba. El objetivo es obvio: talar los árboles en su totalidad y construir sobre sus cenizas horrendas casonas de arquitectura chicha, con dinero del narcotráfico, el contrabando, etcétera, etcétera, que llenan de gusto a la gentuza que cataloga el éxito y el progreso en esos parámetros. Puteando contra el imperio, e imitándolo -malamente-. Cierto que hay pobres, y muchos, que se beneficiarían con un terrenito para levantar precarias viviendas de calamina. Pero no hay peor racismo y discriminación económica que entre originarios, pirámide social verticalísima, donde, a la mejor manera “blanca”, el insulto mayor es “indio”. Mienten los cabrones. Mienten y vuelven a mentir.

Lo cierto es que avasallar el parque haría aun más ricos a los dirigentes plurinacionales con un loteamiento cuya suma monetaria se levantaría como montaña. Es su único interés, lucrar con ventaja, extorsionar. No otra cosa refleja el proceso de cambio. Aparte de falsas vestiduras. Hablando de ello: veo un video del “presidente Evo” entrenando con profesor particular el peloteo del fútbol, con dinero fiscal. Observo que usa calcetines sin caña, esos de tenista, acerca de los cuales siempre digo con criterio retrógrado y conservador que son para maricas. Me extraña que el adalid de la indianidad (el ordenador me corrige y pone “indignidad”), el apóstol de lo nuestro, no juguetee con pelotas calzando medias de yute. ¿O querrá parecerse a Federer, a Murray? ¿No querrá ser blanco? ¿Borrar con dólares el mestizaje? Preguntas bolivianas; preguntas con incógnita.

El azar en Bolivia no existe. Todo es previsible si del gobierno se trata. Ha sido reemplazado por el asombro, y la lotería consiste en cuándo va a aparecer otra muestra de la monumental corrupción masista y no si es que va a aparecer. Los descubrimientos todavía giran en órbitas exteriores; a veces en altos niveles, pero las cúpulas semejan estar vacunadas contra el desenmascaramiento, por ahora. Todas estas jugarretas, inventos, de permisos y prohibiciones de vuelos y tantas otras tienen un núcleo verídico. Algo se cocina en torno a los líderes, en contra de ellos, en las bien iluminadas salas de los servicios secretos. Lo de Snowden va de muestra. Estados Unidos guarda archivos detallados de cada uno y en su momento enloquecerán a los curacas como enloquecieron a Pablo Escobar y los extraditables. De la cárcel en USA, Arce Gómez y Noriega salieron despojos. Simón Trinidad, de las FARC, aquí en Colorado, no ve a nadie ni se le permite nada: eternidad de un cuarto pelado. ¡Qué terrible, qué terrible, señores!
23/09/13

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 24/09/2013

Friday, September 20, 2013

Camino de Morochata

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Escabrosa quebrada, doblada y retorcida.

Los hombres detrás de las mulas, subiendo sendas de bosta y roca. De las cuevas se arrojan piedras rompecabezas sobre los invasores de España que suben.

El tajo en la loma señala la entrada a la republiqueta. Pero no se ven sus dientes de cristal que mata.

España sube sin parar. Y tanto lo hace que sus almas se elevan hacia el cielo, huidas de los cuerpos aplastados.

El viento olvida pronto el dolor. Primero lo sacude; luego descansa, se desentiende del ruido de muerte. No hay dos hombres que luchan. En un aliento futuro se sabe que es uno solo, mezclado, fuerte. Por ello el viento ni oye a estos padres que se desgajan de las pendientes, en sangre rojos.

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Publicado en Primera Antología de Prosa, Unión Nacional de Poetas y Escritores, 1994


Wednesday, September 18, 2013

Noriega vuelve/MIRANDO DE ARRIBA

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

El 9 de septiembre termina la reclusión de Manuel Antonio Noriega, general, en los Estados Unidos. Pasaron 17 años desde que el otrora intocable militar se excedió en los límites que le permitía su socio George Bush, padre, lo que causó su caída.

Como buen militar, si dejamos de lado al gran Felipe Angeles (México), Noriega se caracterizó por su ignorancia, su falta de lectura, y no supo ver los ejemplos de la historia (léase Rafael Leónidas Trujillo); menos aprenderlos.

Se creyó, y otra vez volvemos a las notables taras del gremio, imprescindible, hasta ser arrollado como una mustia pelusa de álamo. Igual al "hombre fuerte" de Bolivia, Luis Arce Gómez, el de gorra ladeada de cobrador de cine, terminó sus días entre rejas, haciéndole ver de manera notable que sus servicios de caddie ya no eran requeridos.

Este poco ejemplarizador grupo de sirvientes del imperio, bien uniformados y dudosamente bañados en el panorama nacional, acabó con sus labores con el mismo Bush senior, cuando las circunstancias cambiaron. No significa que no puedan retornar. Allí están, anidando en sus cubiles, aguardando la hora del eclipse. En el caso de Panamá, al menos ahora, el ejército se ha disuelto y el general Noriega sería general de un ejército de uno, según anota un columnista norteamericano.

Francia reclama la extradicción del reo, con cargos de lavado de dinero. El pequeño nativo armado supo hacerse de propiedades por valor de 53 millones de dólares allí. Sus abogados reclaman que como "prisionero de guerra' merece ser repatriado a su lugar de origen.

Muchos mamaron de Antonio Noriega, porque estos generales se comportan como tremendas vacas lecheras y distribuyen favores, no suyos, a diestra y siniestra. Esos, algunos, están todavía en el gobierno, así como el partido que lo sustentaba.

Hay cargos criminales contra él en su país, pero sabemos cómo es la justicia en casos similares en el continente, y sería mejor que terminara sus días en una prisión francesa.

Dadas las circunstancias en la región, con la presencia de Hugo Chávez en Venezuela, un retorno de Noriega a Panamá sería harto peligroso. Nada raro que el "Bolívar de barro" -como lo nombra mi padre- lo adopte como otra bandera en su peculiar lucha contra los Estados Unidos.

Lo que corresponde hoy, ante un criminal común, es regalar su planchado uniforme de tropa al chino de la tintorería, al garzón del bar, y encerrarlo en la sombra hasta que él mismo se olvide.
29/07/07

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Publicado en Opinión (Cochabamba), 07/2007


Tuesday, September 17, 2013

La proletarización de los Estados Unidos/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Se veía venir, hacía años. Significaba –significa- retornar a los Estados Unidos de preguerras mundiales, con buena parte de la población luchando por sobrevivir, migrando, con deficiente educación y no seguridad social ni médica, asando ardillas, mapaches y zarigüeyas para rellenar pasteles de carne. Imagen lejana a la que conocemos, post segunda guerra mundial, con cadillacs rosados y pasajeros en la luna.

¿Cuándo pereció esto que quizá era espejismo? Para los que lo vivimos terminó con la era Clinton, que por diversas razones fue tiempo de bonanza; había trabajo para quien lo quisiera y dinero en abundancia. El hito divisorio se ubica en la asunción de W. (George Bush junior) como presidente, a pesar de que la política conservadora que proponía era incluso anterior a Reagan. Y la herida que empujó hacia el abismo: el ataque a las Torres Gemelas. A simple vista, claro. Los economistas podrán explicar la esencia del proceso al detalle, pero el fervor de las multitudes por algo que parecía sino eterno al menos largo presta importancia a la superficie que puede contemplar y analizar. Vino el desangre monetario con las invasiones de Iraq y Afganistán. Se apostaba por un proyecto ultracapitalista donde se beneficiarían grandemente los ricos, como sucedió, y se pondría de marco una teocracia que restauraría la confianza, y la aseveración, en y de la supremacía de la raza blanca, la impenetrable fortaleza del país. Angurria y soberbia podrían precisarlo.

Proyectos basados en el expolio internacional y en intereses privados de Bush y su entorno, los Estados Unidos se vieron traicionados en la imagen que querían crear de ellos mismos, una de progreso infatigable y contínuo, de democracia participativa y acogimiento a la ley. De pronto, con beneplácito general, este individuo, George W., cuestionaba el fundamento del sueño, y del concepto, “americano”. Había que levantarlo de nuevo, a su manera, y lucrar al mismo tiempo.

¿Rehacerse? Tal vez demasiado tarde. Se miran con desvelo y esperanza las estadísticas del desempleo. Ello no habla de personas ni de calidad de vida. Salario no necesariamente quiere decir vida decente. Un contrato, que borra un número del listado inmundo, no siempre se traduce en suficiente capacidad adquisitiva; no, por lo general. Mientras tanto las elites cercan de muros cada vez más altos sus exclusivos barrios. El ghetto se va moviendo de un lado a otro, empujado por las apetencias y poderes de los que pueden. El ghetto se agiganta y no se mezcla; nada mejor que entre pobres peleen, que se acusen entre sí de males y deficiencias que vienen de fracasadas políticas. El enemigo dentro y el enemigo fuera, las divisiones de clase alejan sus orillas hasta un límite que ya no podrá juntarlas. Los blancos pobres, de los que hablaba Joe Bageant, y los negros y latinos, se proletarizan pero parecen no comprenderlo. El lavado de cerebro y la euforia americana todavía impiden ver que la situación se tornó dramática.

Los otrora poderosos sindicatos se convirtieron en mítines donde se elige a los que van a ser despedidos. Ya no se lucha por mejoras; se lo hace por supervivencia. Y en ese altar, Abraham ofrece mansamente a su hijo al filo del cuchillo. Lenta guillotina que los ejecutará, para reinaugurar un pasado donde las decisiones eran exclusivas del patrón en cuanto a pagos, beneficios, horarios…, donde el necesitado deberá agacharse y aceptar, agacharse y comulgar.

Detroit, que fue la joya de la industria automotriz, es hoy ciudad fantasma. Hay mucho dinero todavía en USA, y cien años futuros de poder y gloria selectivos. Pero los cimientos se carcomen. La agonizante Arcadia igualitaria remoza la situación de “este soy yo y este tú”, de “aquí estoy yo y allá tú”. Una contradicción que en su momento tendrá que explotar, cuando, entre otros, los conformistas y conservadores blancos de las crónicas de Bageant, se den cuenta de que no estamos ya en el país de todos, y menos para todos.
16/09/13

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 17/09/2013
Publicado en El Sol de Pando (Pando), 17/09/2013

Imagen: Jenness Cortez/A New Birth of Freedom, 2011

Monday, September 16, 2013

Jim Morrison/CUADERNOS DE NORTEAMÉRICA

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Anoche me llamó Fernando, "en esta noche de febrero en Alexandria".

Escuchaba Caravana española, de los Doors. Hablamos del pasado, de las horas en Virginia. Dijo que en este momento en que Estados Unidos declina, Jim, sus canciones y poemas, tomaban un valor extraordinario. Morrison lo sabía. Es el más lúcido visionario norteamericano del siglo, y el más trágico.

Fernando lo traduce; acompaña de vino sus palabras. Era así cuando trabajamos juntos. La música, a diario, y las olas de soledad en las mal alumbradas calles de Arlington.

Blues del albergue de carretera es la canción perfecta para un inmenso país. Para comprenderlo hay que subirse a un auto y partir. Viaje infinito. En la grandeza del silencio hay moteles dispersos, por todo lado. No hay nación más sola ni más grande, ni más acompañada con sus pequeños lugares de vida en la inmensidad.

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Publicado en Opinión (Cochabamba), 19/02/1992

Imagen: Stefanie Schneider/The Village Motel Blue, 2005 

Tuesday, September 10, 2013

Nacionalismos/MIRANDO DE ABAJO

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Tres de la mañana. Acostado en el que fuera dormitorio de mis hijas contemplo las cosas de sus armarios, bibliotecas, paredes, escritorios. Al frente, en la entrada de un pequeño pasillo, justo al medio, una bandera boliviana, entre un afiche del Festival Shakespeare de Colorado 1994 y un batik balinés en papel, al carbón.

En la franja amarilla destaca un escudo que cambió con el tiempo. Recuerdo escribir un ensayo sociológico sobre ideología en la filatélica boliviana y anotar las variantes de este en su conjunto y detalles.

¿Fantasma de Bolivia en un raro tórrido septiembre en la pradera norteamericana? No, presencia en el hogar, libros, tejidos, y etcéteras que ligan esa tierra al presente y la memoria. Pero desdeño el concepto de patria, vocablo equívoco y falaz. Eso me permite pecar y decir las cosas como las veo, amén de sentirme libre en una relación dinámica e indisoluble. Claro que me ha traído problemas, que un carajo me interesan. El de herir (entre comillas) los absurdos sentimientos de personajes que aseguran poseer códigos de ética y que en realidad tienen una cobardía que se les escurre por entre las piernas con aroma y temperatura de orina de vieja. Hay que lidiar con ello, con el provincianismo petrificado, con el mestizaje y sus vaivenes emocionales, con la solícita venia del servil. Ante el asombro que guardan por el poder y los omnipotentes. Endémica mudez que condena toda forma de expresión que carezca de “decoro” y que sea contestataria. No hagas, no digas, no opines. Esencia altoperuana.

Una silente zampoña cuelga en lugar de crucifijo. No hemos sido de misas ni frailes en casa; se lo debo agradecer a mis padres. Las manos sirven para algo mejor que persignarse. A diferencia de los “marxistos” bolivianos (que marxistas no son, o tal vez sí, si seguimos la visión apocalíptica que Bakunin tenía de estos tipos) mis labios no se hicieron para besar anillos cardenalicios ni faldones. Para besar mujeres y llamar cabrón al cabrón e ingenuo al santo. Claro que molesta, en ambigua sociedad de descastados y mentirosos, pletórica de apariencias e inventadora de mitos.

Un trozo de tela es un trapo. Si se le estampan colores, se le agrega algún símbolo, pasa a ser trapo colorido. Soy iconoclasta, pero veo a mis hijas norteamericanas, de sangre materna noruego-irlandesa, valiente y tozuda, demostrar tanto cariño por las banderas bolivianas que ellas mismas escogieron y compraron en calles que adoran y me guardo el comentario. Además que si entre un grupo de gente veo esos tres colores, inconscientemente me reconozco en ellos. Nos hace distintivos, como a cada quien le hará lo suyo. Sin embargo, ese sentimiento, o acción refleja, no impide la ferocidad con que se descubre lo que esconde debajo de sus pliegues. A no confundir, la defensa a ultranza de lo “nuestro”, que muchas veces es circunstancial, no puede conducir a la ceguera. “Caña, hay que dar caña”, me dice un amigo, porque de ella viene la crítica y luego la reflexión. No reaccionar como perras en celo, sentirse atacados porque algo supuestamente mella la dignidad nacional. Y menos orgullosos de que un individuo de extremadas viveza criolla y suspicacia indígena -hecho presidente- se pasee por el orbe mitificándose a sí mismo, y siendo mitificado por su población.

Mapa, bandera, himno, de una u otra manera están arraigados. Nos lo machacaron en la escuela, no puedo negar que con algún resultado, por más oculto que parezca. Entonces, por eso mismo, para defender un espacio sutil e ideológico que nos separa de otros, hay que hablar, decir las cosas, explotar contra los desmanes y desbaratar de ser posible el imperio hideputa de cualquier facineroso de turno.

A las tres de la mañana -ya las cuatro- miro la bandera boliviana que cuelga en la pieza de Emily y Alicia; cerca hay un cuadro de Seurat en el Palais de Tokyo y la fotografía de un gato negro; debajo una bolsa guaraní de fibra vegetal y una ch’uspa de Leque.

09/09/13

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 10/10/2013

Monday, September 9, 2013

Los camarones rosados/EJERCICIOS DE MEMORIA

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Paul Gauguin consigna en su Diario íntimo un pasaje que fuera de su veracidad o no encierra la admiración y afecto del pintor hacia su amigo Vincent Van Gogh. Aparte de cualquier discordia, Gauguin mantuvo hacia Van Gogh una actitud intransigente de defensa de su genio. No dudó en exaltar las virtudes del pintor holandés en diversos pasajes de su diario. Entre ellos destacó la bondad de Vincent con sus semejantes. Muchas de las cartas que Van Gogh enviara a su hermano Theo son prueba de tales afirmaciones, constancia de la bondad y bonhomía de las que habla Gauguin. Esas cartas constituyen una alta expresión de humanidad.

Gauguin escribe Los camarones rosados. Invierno de 1886. París. Rue Lépic. Nieve. Frío. Van Gogh, famélico, deja su habitación con un paquete bajo el brazo. Entra en la tienda de un tratante de arte. Este reconoce la calidad de la tela que Van Gogh le presenta (Los camarones rosados). Sin embargo le da por ella una moneda de cinco francos (la obra vale por lo mínimo 400). Ello representa para el pintor una comida caliente, la vida que se había escondido bajo los copos. Sale de la tienda y va soñando con una apetitosa sopa de cebollas y una hogaza de pan. Toma en dirección a Saint-Lazare. En una esquina, una desmedrada mujer le alarga el brazo. Van Gogh no dubita en la tarde mortecina y entrega el fruto conseguido. París se ha cargado de pesadumbre pero Vincent sonríe...

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Publicado en Textos para nada (Opinión/Cochabamba), 1987


Friday, September 6, 2013

¿Orinoco u Orinoca?/MIRANDO DE ARRIBA

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Propongo, para adelantar los asuntos, que se haga la propuesta al gobierno de Hugo Chávez de cambiar el nombre del río Orinoco por el de Orinoca, para conmemorar el lugar de nacimiento del mayor líder que dio América Latina desde Simón Bolívar: Evo Morales Ayma, el Gran Hermano andino, selecto seguidor de la línea de Rafael Leónidas Trujillo, los Duvalier, el mismo Stalin. Vanidoso como René Barrientos, más versátil que el Mono Paz, y más pagado de sí mismo que Islam Karimov, Evo Morales ya nombró "monumento histórico" la casa donde nació, y pronto sacralizará las sudadas ropas autóctonas que vistió en su alumbramiento.

Ya tiene, según reza la noticia, un pueblo con su nombre, alejado y perdido en la remota Pando. Pronto vendrán los carteles, los murales, su sonrisa, su rostro de robusta campesina aymara, en todo lugar visible. Su palabra será ley, y sus desmanes, decretos. Observará a sus pequeños hermanos desde un altar como el mismo Stalin, con la única diferencia que el dictador solitario del Kremlin no sufría de los extraños arrebatos de Morales. A Stalin no le gustaba la efusividad de los bailes ni mostrarse en persona. Era parco, opuesto a la verborrea crónica del fatuo presidente boliviano.

Un texto como este puede pecar de defectos. Hace eco, sin embargo, del cansancio de quienes ven convertidas sus esperanzas en insano carnaval. ¡Qué socialismo del siglo XXI ni demás farsas! Nos acercamos al imperio del desorden, aunque en desorden siempre hemos vivido; la mentada "justicia comunitaria" reemplazará las pobres y jamás implementadas leyes que tenemos. Nos habremos de llamar Ruanda, Sudán, Haití, para que el individuo este satisfaga su abyecta necesidad de ser notable. Por eso, que el gran Orinoco se convierta en el gran Orinoca; solo hay que hablar con el otro, el aun más peligroso bufón de Caracas. Y, también, a no olvidarlo, pedirle al Gran Bonete, el papa en Roma, canonizar de entrada, y en conjunto, a toda la pléyade de Morales Ayma: mamá, papá, tíos y tías, y que no se olviden de la abuelita, ni del compadre, ni la comadre, ni la vendedora de sucumbé. Y que ya nadie toque el trombón -o lo que tocara- en las bandas, porque Evo fue, en un momento de ofuscación histórica, cuando aún no lo marcó el espíritu de Pachakuti, latapuku. Y si él fue, nadie podrá ser.

Por ello las ropas que viste, vistió o vestirá, merecen estar en vitrina como patrimonio cultural. Hay que hacer sesión especial de congreso para ver si antes de santificarlos, se deben lavar sus calzones.
13/07/07

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Publicado en Opinión (Cochabamba), 07/2007

Tuesday, September 3, 2013

La controversia de los médicos cubanos en Brasil/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Este tema ha tenido mucha mayor repercusión que la bofetada a Dilma -y su corte de falsos comunistas- por parte del funcionario que ayudó a salir de Bolivia al senador Roger Pinto. Será que aquel pueblo ya se ha cansado de las bravuconadas del príncipe valiente, o simplemente no le interesan, sabiendo que lo que haga o diga la vedette de Orinoca, poco cuenta.

Llegaron médicos cubanos al Brasil. El objetivo: llevar atención médica a quienes no la tienen: desheredados, olvidados, lejanos. De inmediato se suscitó airada discusión en las redes sociales, con brasileros -entiéndaselos como nuevos ricos/futura potencia en el panorama mundial- espantados de que los recién llegados parecían más bien “empleadas domésticas” que doctores. Tiene que ver con la vestimenta, con la obvia modestia cubana en comparación, pero también con la raza. Un médico afro-brasilero, respondía a las invectivas racistas de algunos usuarios, con ejemplos como que Barack Obama sin duda parecía más un mozo de restaurante que lo que es, etc, etc.

Pero, fuera de las opiniones superficiales de unos y otros, hay un debate interesante y analítico sobre lo que esto significa. Por un lado se les da la bienvenida, para suplir, o llenar, deficiencias y vacíos de un inmenso y rico país con todavía amplias diferencias sociales, mientras que por otro se destaca la manipulación mediática, política, a favor del gobierno “petista” para lograr una reelección o el retorno del inefable Lula. Solo esto no lo decidiría, claro, pero es tanta la marginalidad y la pobreza en el Brasil, que no son desdeñables los votos de este sector popular. 

Se dice que muchas de las muertes entre los pobres se deben a falta de atención disponible, a simple prevención como exámenes con estetoscopio o utilización de antibióticos. Sin embargo, alegan que hay suficientes doctores en Brasil que estarían dispuestos, en condiciones medianamente buenas, a penetrar el interior y prestar servicios. Ahí llegamos a un tema que puede llegar a ser espeluznante: el de los salarios de los cubanos y quién lucra con su trabajo.

Existe un código de derechos y obligaciones. Y una cláusula específica acerca del trabajo esclavo o semiesclavo. Discuten los columnistas acerca de si se está pagando a estos servidores públicos, con diploma extranjero (otro cuestionamiento), un precio justo. En apariencia reciben mucho menos de lo que un profesional local lo haría. Además que el monto cobrado no iría a las manos de los médicos-trabajadores sino al estado cubano que se quedaría con el trozo mayor. En este caso se trata de explotación laboral, y el hecho, como relata un columnista de la Folha de Sao Paulo, de que lleguen sonrientes y alegres, no implica que la alegría provenga de su envidiable posición económica ¿tal vez de la posibilidad de escapar a la miseria con la que conviven en Cuba? Cualquier situación en Brasil superará con mucho la de su tierra de origen, donde, hoy como en la oscura era batistiana, las mujeres deben prostituirse para alimentar a los suyos.

Cierta estupidez que no puede conformarse con que gente de color haya logrado alcanzar títulos y más, solo empobrece la charla, que debe ser más profunda. Si de simple solidaridad se tratara, no habría problema ni riesgo, pero Brasil no es Sudán, aunque parezca en algunas regiones, y Cuba tampoco representa al ángel de la guarda. 

No se puede quitar el contexto ideológico, primario entre ambos gobiernos; así la controversia es inevitable. Se crean falsas expectativas y existe un falso dilema (como sugiere otro columnista). El problema es de fondo y no de superficie. Si Brasil puede ser autónomo en cuanto al servicio médico para todos, de primera, segunda, o tercera clase, tendrá que demostrarlo. La pena radica en que las urnas están ya cercanas y cualquier movimiento, en falso o a favor, puede ser decisivo. Los médicos cubanos, con toda su buena voluntad u obligaciones impuestas, hacen de peones en un tablero mayor.
02/09/13

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 03/09/2013

Imagen: Mapa de distribución de médicos en Brasil