Monday, November 30, 2009

De nuevo Honduras/MIRANDO DE ARRIBA


Finalizadas las controvertidas elecciones hondureñas, parece
ya haber un seguro ganador. Cuán transparentes fueron y
cuanto de gente arrastraron será tarea de los observadores
decir. Lo cierto es que en la correlación de fuerzas
existen nuevos actores y -como afirma España- tendrán que
también entrar en la conversación sobre los pasos a seguir
en esta nueva Honduras.
Si no me equivoco y se trastorna el mundo, creo que el
asunto termina con el drama "Zelaya", individuo de
escasísimas luces y oscuro pasado cuya ambición lo único que
logró es retornar a la derecha a posiciones de poder. A la
derecha tradicional, porque su desempeño, dito
revolucionario, igual que el de Morales en Bolivia, tiene
más relación con la derecha que con la izquierda.
Aparte del interés que otros pudieran tener en esta pequeña
tierra centroamericana, se jugaban en esta elección
intereses mayores, para quienes sin duda el bienestar de
Honduras se ubica en segundo plano, y cuyo juego era uno de
poder hegemónico: me refiero a Brasil, que allí, y con el
reconocimiento público del derecho iraní a energía nuclear,
se enfrentó a su rival -Estados Unidos- por primera vez
abiertamente. Brasil acepta, sobre todo en el gobierno de
Lula, que la situación ha cambiado, y que su país es hoy
interlocutor mundial de peso. Esta derrota no inclinará el
vuelo ascendente del gigante ya despierto.
Otro es el caso de Venezuela cuyas apuestas son
circunstanciales. A diferencia de Brasil, Chávez no tiene
futuro como representante de un vasto sector latinoamericano
y menos internacional. No supo aprovechar su potencial
energético y dilapidó en regalos -y ahora en parches- la
posibilidad de serlo. Una doctrina no se basa en la
apetencia personal. Si hubo casos, que sí y que perduran
algunos, lo hacen en situaciones especiales que no parecen
las suyas. Chávez perdió -y se desacreditó- en Honduras.
Tendrá que tragar lo irreversible.
La historia no se subsana con discursos. La oposición
boliviana, ante la inminente victoria del MAS, debe crearse,
no reacondicionarse porque no existe, si quiere desempeñar
un papel futuro. Y tener una visión global, amplia y en
perspectiva para enfrentar el dogma de fanáticos como García
Linera cuyos ladridos pueden ser amedrentadores pero son
eso: ladridos.
Valga la digresión... Honduras ha sido el campo (en gran
panorama) del pulseo entre dos titanes: USA y Brasil. Lo
será tal vez por algo de tiempo aún. Luego las partes
hallarán el modo de continuar el ejercicio, EUA en busca de
otro débil eslabón, y Brasil afirmándose de a poco, con o
sin aliados eventuales y no decisivos (léase Caracas).
30/11/09

Publicado en Opinión (Cochabamba), 1/12/09

Imagen: Saira Wasim/Plea for Peace, 2008

Sunday, November 29, 2009

Cinco cubanos presos/NADA QUE DECIR


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Hay, en los Estados Unidos, al menos dos leyes: una para los ricos, con todas las tangenciales posibles para que los culpables evadan el castigo, y la otra para los demás, dentro de la cual el pobre (especie en rápido crecimiento en la superpotencia) es de hecho más que sospechoso. El ladrón de una hogaza de pan puede esperar peor castigo que los ejecutivos que hurtan millones -o billones- de dólares. Y el robo legal, como aquel impuesto por George W. Bush -en favor de sus amistades- de casi ilimitada tasa de interés en las tarjetas de crédito y variados otros ejemplos, en lugar de execrarse se ensalzan. Para ser claros: un reducido grupo de ladrones -gerentes, banqueros, financistas- se enriqueció de tal manera, empobreciendo vastos sectores de la población, que el desbalance echó a los EUA por el suelo, tan abajo que Barack Obama tiene hoy que visitar China con la cabeza gacha porque los chinos son los grandes acreedores ¿dueños? de un país en descomposición.

Se niega que haya presos y asesinatos políticos en Norteamérica. Esa es, y siempre fue, una mentira. En 1915 se ejecutó en Utah al activista, músico y poeta de origen sueco, Joe Hill. El pretexto de un crimen escondía su verdadero pecado: ser miembro de la IWW (Industrial Workers of the World) y cuestionar el status quo. Una década después Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti sufrieron la misma pantomima de justicia y fueron electrocutados, sin olvidar a Ricardo Flores Magón, icono de la revolución mexicana, muerto en 1922 a manos de sus guardianes en la prisión de Fort Leavenworth, Kansas.

Los casos son muchos, anteriores y posteriores a los mencionados. Por años se escondió el lugar de Haymarket donde se ahorcó a los mártires de Chicago. Mi padre lo buscó hará una década, sin rastro, hasta que un jesuita vecino del lugar se lo expuso. Hoy existe una escultura conmemorativa con placas de diversas organizaciones obreras internacionales. Pero el Primero de Mayo, fecha de su muerte y
conmemoración en el mundo entero, ha sido enterrado en el historial hipócrita de los Estados Unidos.

Hace once años, en 1998, en Miami, Florida, se detuvo a cinco cubanos (de un inicial grupo de diez) y se los acusó injustamente de espionaje, echándoseles encima toda la sátira jurídico-electoral de este país. Su crimen: haber infiltrado asociaciones terroristas de la gusanera/mafia que complotaban para ejercitar su fobia criminal en contra de la población de la isla. El material, compuesto de filmaciones, grabaciones, etc., que habían reunido y que evitaron el terror, fue compartido por Cuba con el gobierno
norteamericano, que reaccionó como no podía esperarse diferente arrestando a los sujetos equivocados, protegiendo a delincuentes mimetizados entre un poderoso electorado, el cubano-americano, vital en la elección del 2000 y siempre importante para la reacción.

Ahora en diciembre 8, y ante la mirada reprobadora del orbe, la justicia norteamericana emitirá una resentencia a dos de ellos. ¿Qué esperar, si algo? Tal vez que prevalezca lo obvio: la inocencia de los acusados, sometidos al vejamen del encierro, del confinamiento solitario, de la privación de ver familiares, de penas en asombro ridículas.

Estados Unidos tiene un discurso dual. Dice combatir el terrorismo y protege a terroristas como Orlando Bosch y Luis Posada Carriles. Dice que no tortura y sí. Lo triste es que el destino de estos cinco hombres duerme entre sus manos.
28/11/09

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Publicado en PUNTOS DE VISTA (Los Tiempos/Cochabamba), 29/11/09

Imagen: Giovanni Battista Piranesi/Bajorrelieve con leones-Carceri Blatt V, 1760

Wednesday, November 25, 2009

Camino de Bellavista


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Era, así la vi, una hondonada entre El Paso y Bella Vista.

Claro, hacía noche y había viento, y sobre los aluviones de chicha que la tarde trajo, una mujer de mala vida, de buena vida y mal pago diría yo, me invitaba en la puerta a entrar.

A mis quince.

Un cuartucho de El Paso nos había acurrucado en la noche ¿Cómo era posible entonces que mientras durmiera caminase, hacia las estribaciones del Liriuni, y una mala mujer de vida buena me entusiasmaba: pasa, pasa?

Entré. En aquel patio empedrado crecía una higuera. Caminé hasta el extremo y, desde un terraplén cuajado de maíz, contemplé una ardua ciudad donde los bueyes dejaban lo urbano y comenzaban a arar sin infinito. Los bueyes crecían a medida que araban y pensé que tal vez descubrí el mundo perdido de Paul Bunyan. Pero aquello tenía aire agrestemente criollo; las callejas colgaban faroles de forjado hierro negro.

Ven, me dijo, y me metió a un cuarto por cuya puerta creí contemplar Vinto. Hasta un tren se oía y chirriaban los eucaliptos con furor metálico en el viento que baja de Anocaraire. Creí ver Vinto y contemplaba sus piernas que eran grandes; aquella mujer se había convertido en una famosa socióloga que alguna vez amara el presidente Paz Zamora. De pronto me vi de nuevo en el terraplén y la ciudad había desaparecido. La mujer reptaba hacia mí con ánimo ofensivo. Ya no era ni mujer, ni socióloga, ni siquiera la amante de Jaime Paz Zamora. Era un engendro de sombra. Salté por entre el maizal. Allí observé un par de amantes. Les pregunté su nombre. ¿Y dónde estoy? Esto es Cliza y es veintinueve de enero.

Escuché ruidos, como martilleo incesante. Eran los cuyes que corrían por la noche sobre el piso de tierra. Mis amigos seguían dormidos. Y yo ya no tenía quince sino treintaicinco y en la tenue plaza de El Paso ni el silencio caminaba.
¿2006?

_____ Imagen: Bajada al valle de Cochabamba desde Liriuni

Hacia la sociedad sin clases/MIRANDO DE ARRIBA


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Un tema monstruoso en sus ramificaciones -por lo extenso- y, a medida que pasa el tiempo, aun más controversial por la aparición de nuevas formas de poder. Las teorías, Marx incluido, parecen lindar con la
obsolencia, a pesar de que los actores siguen reclamando para sí a uno y/o a otro. 

¿Cómo encajonar la "revolución" boliviana de Evo Morales dentro de las teorías de izquierda? El filósofo de Tréveris no estaría contento con la prédica racial del indígena boliviano. Y de seguro no podría conciliarla con sus ideas. De vivir hoy, estaría arremetiendo (contra ellos) como Quijote ante unos molinos de viento que son gigantes ficticios mayores a los que enfrentaba el hidalgo, porque toda la estructura "evista" se basa en la apropiación de los derechos y aspiraciones de una clase relegada en provecho suyo y de su entorno.

No hablamos de ningún socialismo, ni del siglo XXI ni del XXII, sino de una egolatría sin límites que ha sabido captar el descontento multitudinario -y los profundos complejos de la psique boliviana- en maniobras que son sin duda hábiles pero que no intentan siquiera transformar la sociedad en una sin clases y sin privilegios; al contrario, ahonda en el espíritu natural campesino de propiedad privada, lo dora con la pantalla del progreso y lo anima con dinero del tráfico ilícito y de los "regalos" venezolanos sin crear andamios que sustenten un proceso serio de cambio. Se anuda en la retórica y camina de manera rápida y atolondrada hacia atrás, haciéndole el juego a la derecha que espera la huída de los falsos profetas para fustigar, como siempre lo hizo, este triste país de indios y mestizos, o de treinta y seis etnias, como prefieran.

En las "series" sartrianas, al igual que en el grupo, hay intereses comunes (apuntando hacia una sociedad sin clases), pero ¿cuáles son los intereses comunes entre la turba del MAS y el resto de la población si ni siquiera entre ellos existe? Al igual que el gobierno de cualquier reyezuelo asiático estamos con Evo Morales ante el desliz histórico de un caudillo del siglo XIX, con distintas características, en el siglo XXI, con discurso enrevesado e incomprensible, con tintes derechistas más que de izquierda, y con un presupuesto que no viene de la producción y sí de la limosna y el narcotráfico.

No basta para una revolución incluir como "souvenirs" a figurones indios en la administración. Y no hay atisbo -no atisbo- en este gobierno que muestre que el deseo sea igualitario y masivo. En Bolivia hoy sólo se destruye y se roba. Y no es la destrucción del maestro Bakunin parafraseada por Herzen; es la de los "vivos" y los corruptos... la que no lleva a nada.
23/11/09

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Publicado en Opinión (Cochabamba), 24/11/09

Imagen: Lyonel Feininger/Revuelta, 1910

Monday, November 23, 2009

Miedo al fundamentalismo/NADA QUE DECIR


Recibí correo de una amiga acerca de cómo en las escuelas
británicas se prohibía la enseñanza del Holocausto para no
herir la susceptibilidad de su población musulmana. Me
pareció raro -no imposible-, pero preferí indagar para
hallar la verdad del asunto.
Resulta que en el año 2007 comenzó a circular un e-mail
afirmando lo dicho arriba, y en forma de cadena. Cada
receptor tendría que reenviarlo a 10 personas (el de ahora
pide 20) para así alcanzar una meta de alrededor de 40
millones de almas.
Sin embargo ya en marzo del 2008 el gobierno de la Gran
Bretaña desmintió el fraudulento mensaje, afirmando que en
las escuelas los niños aprendían acerca del terrible suceso,
decidiendo además solventar el viaje de estudiantes de la
isla a Oswiecim, Auschwitz, y visitar el campo de
exterminio.
Esto podría pasar como anecdótico, si no pensáramos en la
tragedia actual donde las poblaciones se ven enfrascadas en
guerras absurdas por los jerarcas de las nuevas teocracias,
llámense Talibán, gobierno de Estados Unidos, etc.
Por un tiempo se afirmaba que las guerras del futuro serían
por el agua. Y claro que lo serán, pero aparecen con la
época Bin Laden y su contraparte George Bush que añaden al
oscuro futuro el de las guerras de religión, ya anunciadas
cuando los ayatollas se hicieron con el poder en Irán.
Las creencias religiosas permean el campo político. El
Medio Oriente del Frente Popular para la Liberación de
Palestina, e incluso el de la OLP de Arafat, dio paso a
organizaciones como Hamas, de fuerte tendencia
fundamentalista, reemplazando criterios revolucionarios por
ortodoxia frailesca. La lucha entre el pensamiento de
avanzada y la reacción militar-religiosa, como Franco contra
la República española, que debía haber perecido con el siglo
no sólo se ha reanimado, sino que amenaza convertirse en el
desasosiego y la perdición de la nueva era. Mientras
ciencia y tecnología se desarrollan a pasos gigantescos, no
lo hacen las ideas. El populacho global es arreado de nuevo
en arrebato medieval de doctrinas, ángeles, y huríes que
esperan con brazos -y piernas- abiertos a los mártires.
Hay mucha complejidad, ya rayana en la demencia, si pensamos
que Mahmud Ahmadineyad, representante de un estado islámico,
se alía hoy con la "nueva izquierda" de América Latina. ¿Se
ha olvidado acaso el trato que la revolución islámica dio a
comunistas, socialistas, liberales? ¿Cómo es posible que de
pronto se alíen fuera de sus fronteras con supuestamente los
iguales ideológicos de aquellos que se torturó y ejecutó en
Irán? Si se recrea la historia fue la izquierda el motor y
martillo que condicionó la caída del monarca y su corrupto
entorno. Pronto los ayatollas se adueñaron del proceso e
iniciaron una feroz represión en la que junto a los
representantes del antiguo régimen también fueron víctimas
los grupos de izquierda. Ahora el sietemesino Ahmadineyad
se enfrasca en sendos abrazos con Chávez, Morales y demás
alfiles y habla de las similitudes políticas de Irán con el
"socialismo del siglo XXI" (¿?).
El e-mail sobre la educación en Gran Bretaña debe venir de
fuentes diversas y es evidentemente falso. Tal vez educa
sin embargo en que hay que enfrentar el temor que estos
semidioses siembran, se llamen George Bush, Mahmud
Ahmadineyad, Hugo Chávez, Benjamín Netanhayu y carguen con
jehovás, alás, achachilas, coranes, biblias, torás, hojas de
coca y otras vainas.
21/11/09

Publicado en Puntos de vista (Los Tiempos/Cochabamba), 24/11/09

Imagen: Mahoma, en una caricatura danesa, 2005

Friday, November 20, 2009

Imaginando fronteras


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Me presto de Alvaro Cunqueiro, modificándolo, un título para este texto. Él imagina geografías; yo también, aunque hablo de mapas y límites de países concretos pero tan desconocidos que lo real se torna en ellos fantasía y duda.

Hay sobre la mesa siete mapas de Bolivia. El más antiguo data de 1840, publicado por Monin/Benard, en París. Otro, 1845, Londres, Orr & Co. Un tercero es de W.R. McPhun, 1863, y también londinense. Hachette, de París, imprimió el cuarto, 1885, mientras que Cram, de los Estados Unidos, el de 1905. Entre los viejos, el más moderno del que dispongo es de los editores Stielers, de Gotha, Alemania, 1913. El último, contraparte esencial, es un atlas moderno.

Mientras leemos historia nos saturamos de nombres y quizá, con suerte, de análisis que expliquen de algún modo, en su contexto, las conductas erráticas de los individuos que enhebran los tiempos de las naciones. Pero, ahora que dispongo de una pequeña colección de impresos antiguos del país, me doy cuenta que hay otras cosas, que no había pensado en la magnitud de los cambios que se suceden en las demarcaciones fronterizas, una dinámica que a momentos parece irracional, que puede ser con mucho ficticia, ideada o inventada a raíz de simples referencias y cuyo detalle suele cambiar la extensión de territorios en miles de kilómetros cuadrados. Sabemos de guerras, de su impronta en la definición de límites. Europa es explicativa al respecto; está el ejemplo de Polonia, o la Ucrania que de 1648 a hoy ha recorrido sus bordes lejos y cerca de Kiev innumerables veces. Me atraen estos mapas de Bolivia -país nuevo, continente joven- cuyas líneas demarcatorias son, en buena parte de los casos, oníricas por ser un territorio inhóspito y escasamente explorado. Los hitos divisorios, si hubo alguno, lindan con la fantasía; dudo mucho que halláramos uno -o que pusieran uno entonces- en las cercanías donde el río Cuyaba (Cuiabá) y el Taquari (Tacuarí) se juntan en un extremo que toca la frontera boliviana con el Paraguay de 1840, según Monin/Benard.

Hablando de este mapa de 1840, Bolivia aparece dueña del sur del Perú, con Arequipa y al norte casi con San Juan, no muy lejos de Nazca. En leve diagonal continúa hacia el este rozando la dramática Tinta, agarrando incluso parte de la región cuzqueña para adentrarse en los llanos orientales cuyo límite sería la laguna Rogaguado (Rogagua) cediendo al Perú norteño lo que vendrían a ser el departamento de Pando, la región del Madidi y parte del Beni, limitándose el país algo arriba de la unión del Mamoré con el Iténez.

Reviso libros de historia nacional y no encuentro que Arequipa perteneciese a Bolivia alguna vez. Un año dudoso. ¿Retrata el mapa francés la Confederación Perú-boliviana que perecería en Yungay? Andrés de Santa Cruz había dividido en dos al Perú y la capital del Perú sureño, Sicuani, se ubicaría dentro de lo que Monin/Benard consideran Bolivia. Ya en el mapa de Orr, cinco años después, el país se retira hasta la mitad del lago Titicaca; todavía perviven dos Perú. Sin embargo los límites al norte se han extendido hasta el Abuná y siguiendo el curso del río Purús. Ambos mapas, del 40 y del 45, llevan la frontera del sur hasta algo pasada Tarija mientras que en la región de la costa del Pacífico señala Monin los bordes del Salado (1840) y Orr un espacio desde las márgenes del río Loa hasta más allá del Salado, a un lugar, posiblemente puerto, de nombre Parado. En Monin/Benard el litoral limita con La Plata (Argentina) apenas terminado el desierto de Atacama; Orr mueve esa frontera hacia el este añadiendo el macizo andino, hoy Chile y Argentina. El Chaco, en ambos, muestra un corte horizontal, aproximadamente a la altura del futuro Fortín Estigarribia, propiedades de Bolivia y Paraguay (Monin). En 1845 la región debajo de la línea pertenece a La Plata, tal vez por los cambios ocurridos en Paraguay luego de la muerte del doctor Francia (1840), y de los conflictos de su sucesor, Carlos Antonio López, con el gobierno de Juan Manuel de Rosas.

Los límites más difusos sin duda fueron con el Brasil, ávido vecino a quien el dictador paraguayo Francia veía con ojos visionarios como el mayor peligro. Difícil detallar cada trazo de estos mapas pintados a mano, joyas que conseguí en Canadá, Alemania, Estados Unidos, Reino Unido, Francia y ¡las Bahamas! en incansable búsqueda de dejar a mis hijas memorias ancestrales. Retornemos a Brasil que, excepto en el mapa de 1863 (McPhun), es dueño del inmenso Acre, que despertaría con su tesoro de caucho febriles sueños y empresas surreales como las de Nicolás Suárez y Fitzcarraldo (recuérdese Werner Herzog), tozudo irlandés iluminado que mencionan de paso Mesa y Gisbert en su Historia de Bolivia. McPhun concede allí gran superficie a Bolivia, vacía, carente de nombres, señalando con ello su abandono.

Líneas de colores juegan sobre el papel el destino de las naciones. Tan ajenas al drama humano que las obliga a modificar sus direcciones. Una Bolivia que se mueve a izquierda o derecha, arriba y abajo, sin punto fijo. Uno, el vértice que forman los rápidos del Madera, al norte de Guayaramerín, semeja ser constante, mientras que la frontera que desciende por el Mamoré y el Guaporé se modifica. A veces el cambio aparenta no ser mayor como en Monin, Orr y Hachette que ponen los límites nacionales a unos 100 kilómetros al oeste de las lagunas Uberaba, Gaiba y Mandioré -presente frontera- y que, sin embargo, sumando los números resulta significativo. El mapa de Cram de 1905 incluye estas aguas como parte de Bolivia aunque reduce los límites del norte a las riberas del Madre de Dios, bastante por debajo de lo que hoy es Pando, de seguro por el conflicto del Acre.

En el mapa de Hachette, 1885, están marcadas las separaciones del armisticio entre Chile y Perú-Bolivia, divididas por regiones. Antofagasta y Mejillones ya rezan "Chile", así como Atacama en el interior: asunto decidido. Donde se ubican Cobija y Tocopilla dice "au Chili pendant l'armistice", igual que Tarapacá y Pisagua. La zona de Tacna lleva una rara anotación: "au Chili jusqu'au 28 Mars 1894", en espera de reparación y devoluciones supongo. Perú es dueño hoy de Tacna, y Chile se quedó con Arica. En el mismo mapa, Bolivia conserva la parte oriental del departamento del Litoral, alargándose bastante más al sur del Trópico de Capricornio, sobrepasando las latitudes de Jujuy y Salta en una tierra desierta que como única referencia tiene al volcán Llullaillaco. En el norte hay una pronunciada entrada hacia el oeste en zona peruana ocupando el ahora Parque Manu y un importante pedazo del trópico del Madre de Dios o Amaru-mayu, pertenecientes ya a "Le Beni" y no como en mapas anteriores a Santa Cruz de la Sierra. En Hachette, Bolivia deja de ser en principio un país montañoso y se extiende en llanos y monte que auguran un inminente progreso. Se incluyen las llanuras de Apolobamba, de Mojos, de Guarayos, de Chiquitos, espacios geográficos donde se anotan las etnias aborígenes que los pueblan; allí los Guarayos, a diferencia de hoy, habitan - junto a los Totonamas y Chunchos- la cuenca del río Beni, pero se extienden en un despliegue de territorio impresionante hasta los bordes de Chiquitos. Cerca del lago Rogaguado, Hachette ubica el nombre genérico de "Salvajes" (en español). Hay multitud de tribus que posiblemente han desaparecido: Crutrias, Patitis, Penoquiquias, Morotocas, Guaycurus, conviviendo con otras sobrevivientes como los Siriones (sirionós), Yuracares -por encima del Chimoré hasta Santa Cruz- y Chiriguanos. Cram, en 1905, siguiendo el ejemplo de los geógrafos franceses, continúa con detalles etnográficos señalando en las aún posesiones bolivianas sobre el Manu (Perú) grupos aborígenes como los Machiri y Ucarayna, al lado de los Guarayos en tierras faltas de asentamientos urbanos. Al este muestra la población de San Javier dentro del territorio nacional, mientras que en Orr de 1845 formaba parte del Brasil.

El famoso Pantanal lleva en Cram el nombre de pantanos de Xaruyes; es extenso el territorio de los Otuquis en la confluencia de varios ríos del interior de Santa Cruz de la Sierra. Los bañados del Izozog son en Cram y Hachette "laguna Izozog", "laguna grande" en Orr, inexistentes en Monin/Benard y simplemente extensión del Parapetí en el mapa de Gotha, 1913 (Stielers), que también detalla grupos aborígenes con nombres poco escuchados: Guanas, Tumanahas, Nachtenes, Samucos, Huancanahuas, Trumonas, Tacanas, e infinidad más. El cine brasilero ha realizado una hermosa muestra fílmica, "Brava gente brasileira" (2000), de Lúcia Murat, con el tema de una expedición geográfica, la de Diogo de Castro e Albuquerque en el Mato Grosso del Sur (Viagem Filosófica à Capitania do Mato Grosso), en el Fuerte Coimbra con exactitud, sobre el río Paraguay e incluidos en las fronteras bolivianas de principios del siglo XX junto a Corumbá y a la población de Albuquerque, nombrada de seguro por aquel científico del mil setecientos.

Decidido el conflicto con Chile, ya "arreglados" entre gobiernos los problemas de demarcación, queda el asunto del Chaco, posterior a cualquiera de estos mapas. Repito que hasta 1913, de acuerdo a los documentos gráficos, existía una suerte de división del territorio entre Bolivia y Paraguay, incluso con Argentina con anterioridad. No es hasta fines de la década de 1920 que se comienza, en la filatelia boliviana y en los mapas contemporáneos, a mostrar el Gran Chaco en su totalidad, hasta las márgenes del Paraguay, como Bolivia.

Hablamos, se dijo en principio, de separaciones arbitrarias en el sentido de ausencia de datos suficientes para precisar las fronteras; error que costó a unos y benefició a otros. Nada se puede hacer sino entender esta dinámica que más que geográfica es política y que debiera ayudar a eliminar la intransigencia.

Como recuerdo personal guardo la belleza del pueblo de Bermejo, en el extremo sur: Bermejo en Bolivia, Agua Blanca (Argentina) al otro lado del río. Esta arista que penetra como aguja en tierras de Salta no se incluye como Bolivia en ninguno de los mapas entre 1840 y 1913; sí en 1975 cuando la visité...
28/06/05

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Publicado en PUÑO Y LETRA (Correo del Sur/Sucre), junio 2005

Imagen: Perú y Bolivia/Mapa de John Lothian, 1846

El revolucionista


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Me presto el título (The Revolutionist) del escritor Keith Gessen para recordar a Alexander Herzen. En Broadway se muestra una pieza de Tom Stoppard, dramaturgo inglés, dedicada a la azaroza vida sentimental y política del gran pensador ruso en el exilio de Londres. Mucho no me interesa el teatro pero la rememoración de Herzen me devuelve a la dichosa época en que leía sin pausa ni responsabilidad.

Es allí, en el oscuro recinto de los Amigos del Libro, España esquina Heroínas ¿Perú?, Cochabamba, que luego de haber reunido ciertas monedas pedí que sacaran del estante superior, donde ubican a los libros que nadie compra, la biografía de Miguel Bakunin (príncipe convertido en ácrata) por el historiador E.H. Carr. Buena parte de la sobresaltada vida del revolucionario se desarrolla en el también exilio londinense, donde la brillantez de Herzen se une a la clarividencia bakuniana y al poeta Nicolás Ogarev, para dar a luz publicaciones subversivas que se introducirán subrepticiamente en el imperio y crearán, más Herzen que Bakunin en el momento, los gérmenes de la revolución rusa.

Luego, en Buenos Aires, en su inconmensurable variedad literaria, Carr se añadió a mi biblioteca personal con "Los exiliados románticos: Bakunin, Herzen, Ogarev", donde la odisea se circunscribe a aquellos días conjuntos en Whitechapel, a donde un día arriba el socialrevolucionario Chernichevski, en visita al idolatrado Herzen, para recabar las pautas del movimiento social en Rusia, y se topa con un gigante intelectual enfrascado en actividades domésticas y gritos de niños por todos lados. Contrasta Herzen con Marx y su adusta vida familiar. "Estos rusos", diríamos, con sus veleidades y sus disputas triviales. Los mismos que convulsionaron el mundo moderno. Habitaban el frío páramo inglés y lo activaron con sus reyertas conyugales y su casi irrefrenable actividad.

Es lástima, pero eso añade al lado humano, que los tres rusos que producían "La Campana" conviviesen en un ámbito trágico de adulterio y, en cierto modo, deslealtad: la mujer de Ogarev alumbra una hija para Herzen, la esposa de éste se enreda con el poeta Georg Herwegh cuando Herzen y Herwegh inician el proyecto de una comuna dual entre las dos familias. Escándalo que sacude a la izquierda europea y, como anota Gessen, se discute en Niza, Zurich y Ginebra.

A pesar de ello la actividad política no cesa y son los escritos de Herzen los que iluminan el camino de las nuevas organizaciones populistas rusas. El maestro ha indicado que se debe "ir al pueblo" y los intelectuales rusos así lo hacen. Más tarde excederán en la práctica sus enseñanzas. El autor del artículo justamente describe que en la Rusia de 1860 había dos nombres opuestos que la personificaban: el del zar Alejandro II y el de Alejandro Herzen. "Tierra y Libertad (Zemlia i Volia)", la "Subdivisión negra (Chorny peredel)" y luego la notoria "Voluntad del pueblo (Narodnaia Volia)" conmueven los tradicionales cimientos de la autocracia. Por fin ve Herzen, adicto desde su infancia a la memoria de los decembristas que se opusieron a Nicolás I, la posibilidad concreta de una rebelión en la Rusia que jamás olvidó y amaba. Los narodniki, miembros de la "Voluntad del pueblo", optan por el camino del terror e incluso Lenin, enemigo de las expresiones excesivas de la revolución, mantendrá por ellos cierta veneración y, en el lado teórico, respeto por los escritos de Herzen que sin duda fue el cerebro más brillante de la "generación del cuarenta" (que incluye a Bakunin, Turgueniev, Belinsky, Ogarev, Stankievich).

Las memorias de Herzen, aparte de sus escritos revolucionarios, reflejan toda la etapa inicial de lo que resultaría la génesis de la revolución mundial. Isaiah Berlin, que rescató a Herzen de sus usuales décadas de olvido -lo hizo antes Lenin-, destaca aquellas memorias como un hecho literario fundamental, merecedoras de ubicarse entre las grandes obras literarias rusas, junto a Turgueniev, Tolstoi y Dostoievski. Con la salvedad, me atrevo a decir, del carácter dual de sus líneas, artísticas por un lado y subversivas por el otro. Dicen que Marx aprendió a leer ruso en ellas, como -de acuerdo a la autobiografía- Miguel Bakunin aprendió alemán en sus lecturas de Fichte y de Kant.

Bakunin fue fundamental para Herzen. No lo opuesto ya que el creador del anarquismo moderno era un ogro autosuficiente y apresurado. Bakunin subyugó a Herzen y bastantes enojos le causó. Cuando en el prefacio a su libro "Desde la otra orilla" (ensayos de 1848) Herzen dice que "Nosotros no construimos, nosotros destruimos", se anuncia detrás la imponente personalidad de Bakunin, con su enigmática y ya mítica aseveración del poder creativo de la destrucción.

Acompaña mis recuerdos de aquel particular grupo de amigos y seguidores una compilación (musical) de la Internacional, en varias lenguas. Pete Seeger canta en francés acompañado de guitarras; con aire marcial la entonan los alemanes, mientras un dúo español le da aires de nostalgia.

He estado leyendo a Víctor Serge, su recuento de la Revolución Rusa y todo lo que un revolucionario debe saber sobre la represión. Mientras habla de la Ojrana, la policía política zarista, entremezcla algunos nombres de terroristas famosos y otros menores; recuerda el papel a veces confuso de la policía secreta. No menciona a Herzen, pero éstos -unos apóstoles, otros criminales- son los frutos del gran exiliado. Escribía Herzen a Ogarev que así como ellos eran hijos de los decembristas, los que combatían con bombas y revólveres en la lejana patria eran sus propios hijos pródigos.
7/11/06

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Publicado en BRUJULA (El Deber/Santa Cruz de la Sierra), noviembre 2006

Imagen: Alejandro Herzen

Puta memoria


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Más cerca de "Pixote" que de Dostoievski, de "Rodrigo D" que de Arlt, "Borracho estaba, pero me acuerdo" (Memorias del Víctor Hugo), del escritor Víctor Hugo Viscarra, documenta el submundo de La Paz en un feroz como alucinante manojo de historias.

En muda oposición a los intelectuales que hacen de sus bajadas al subsuelo un asunto "chic", de aquellos que mitifican y aparentemente idolatran la vida de los miserables, o de aquellos que mal la imitan para luego correr a esconderse detrás de la comodidad de sus casas, títulos y/o faldas de sus madres o mujeres, Viscarra relata su experiencia personal de primera mano.  

No podrán los exégetas de Sáenz hablar de la seductora vida de los mendigos ante un autor que desnuda su trágica vida con aguda memoria, uno a quien su madre rocía e incendia con alcohol de quemar por unas monedas y que deja, obligado por las circunstancias, no por prurito intelectual de ser "diferente", la por lo menos supuesta seguridad del hogar; que asume el alcohol como forma y prueba de supervivencia.

Recuerdo a Víctor Hugo en la Cochabamba del 96, irónico y despierto, sobreviviente, observando su entorno y queriendo sacar ventaja, acelerando el vaso que venía gratis porque quizá mañana no habría vaso. ¿Abyección? Quizá, si consideramos todo abyecto. Yo había escrito entonces un artículo contra la apología que hacía una escritora paceña de la vida de Jaime Sáenz y de los aparapitas, su aún para mí incomprensible razonamiento. Me molestó la presunción de hablar de cosas desconocidas, de asuntos tocados de soslayo y con la retaguardia protegida. Algún poeta me acusó de estulticia por ello y de pronto lo veo ahí, en un café de la calle Ecuador, sabiendo quien era yo, haciendo un show para demostrarme su falso espíritu atormentado e irreverente. Lo vi arrodillarse en la cueca -sus poéticos ojillos posados oblicuamente sobre mí, asegurándose que lo mirara-, levantar flores a su amada, cantar en grito y beber. Víctor Hugo Viscarra, al lado, parecía sonreír, igual al calvo Lenin en el congreso de los soviets mientras María Spiridonova amenazaba con la pistola: "pobre cojudo", susurró.

Viscarra no inventa. Se diferencia, sin embargo, de cualquier testimonio similar por un concreto estilo literario. Me decía un periodista hace poco que se considera -hoy- a Víctor Hugo el "Bukovski boliviano". Si bien hay puntos, o experiencias convergentes con Bukovski, me inclinaría más a pensar en Henry Miller, con todo lo opuesto que Miller puede ser de Viscarra, pero con una parecida burla, cinismo, habilidad para gozar y divertirse en el dolor; sagacidad para permanecer. A su modo, cuando Miller abandona el trabajo para dedicarse a escribir, y descansa el peso de la casa en los hombros de su mujer o sus mujeres, se convierte en un desalojado como Víctor Hugo. El autor norteamericano come de sus amigos y el boliviano del Ejército de Salvación. Se asemejan en la crudeza con que describen la cópula; en un mundo de mierda, echarse un polvo, bajo techo o a la intemperie, sabe más rico que un café. Postre de los indigentes. Ambos se acuerdan de todo.

La increíble memoria de Miller ha dejado varios volúmenes que giran alrededor de digamos una trivial existencia nuyorquina. Víctor Hugo Viscarra recuerda el drama de vivir pobre, la necesidad de cubrir el hambre con alcohol. En un universal conocimiento, mi amigo Yefim Shleyfer, judío ruso, al saber que estoy enfermo, me sugiere vodka mezclada con pimienta negra: varios tragos al hilo y enfermedad y pena desaparecen, afirma. Retoma en su consejo, sin saberlo, el camino de un escritor boliviano al que nunca conocerá y lo asocia a alguien más cercano a él y muy próximo a Víctor Hugo, el vagabundo Maxim Gorki.

"Memorias del Víctor Hugo" flota sobre la memoria del abuso. Rincón donde los guardianes de la ley violan a las empleadas domésticas. Si no ellos, las violan los demás: señoritos, mendigos. Mas no queda, a pesar de esto, la mujer disminuida a un papel pasivo en la obra. Hay mujeres, vendedoras de café, prostitutas, dueñas de boliches, que dominan el entorno que transitan, que a su manera manejan la situación.

Pasea el autor por una extensa galería de personajes, sin comprometerse más que consigo mismo. Cumple la función de retratista; menciona amigos pero no hay diálogo íntimo con ellos ni con nadie. La dureza de subsistir le ha enseñado a vivir solo, a velar por sus necesidades, conceder aliento o asilo a otros infelices como él siempre con ánimo de sacar tajada. En una ciudad de alcoholismo, enfermedades venéreas, coprofagia, traición, no puede esperarse mucho. La guerra se juega a diario y quien quiere y le da el cuero para lograrlo, vive; el resto perece y que perezca si es inservible. Lógica no extraña, suerte de darwinismo asociado a la lucha entre miembros de una especie. El apto, prima; el débil, sucumbe. Por supuesto si no acaban con ambos bandos el garrote policial, el interrogatorio militar o el señor frío.

Oscilación pendular entre vida y muerte. El que sufre, quien busca lugar para relajar el cuerpo, para evaporar la lluvia, metáfora de lágrima, no sabe en qué lado del vaivén habita. Por más que intenten dar halo poético a la desgracia, no hay romanticismo en ser muerto vivo. El trago, k'olearse, inhalar gasolina, el thinner, colaboran a hacer más vaga la línea que separa la sombra de la oscuridad, porque luz no existe para aquel cuya única razón está en comer, calentarse, dormir y cagar. Polvear, sugerente manera de referirse al sexo, no cae mal si algún alma desgraciada accede al acompañamiento o si otra, incluso más miserable, cae víctima de un “desfile” en algún entrepuente de Chijini.

Impresionante el relato del "Cementerio de los elefantes". Doña Hortensia, la patrona del bar, renta cuartos para los que necesiten suicidarse tomando. Bajo candado, las puertas se abren sólo para dar paso a baldecitos de trago hasta que todo movimiento cese al interior. Matarse bebiendo es casi una crucificción, puede durar mucho. Luego se saca al sujeto y un número de parroquianos dispuestos van a arrojar el cadáver por los basurales. Emula Viscarra la increíble imagen de "Santa Sangre", de Alejandro Jodorowski, donde un fallecido elefante de circo es tirado a una barranca en cuyo fondo aguardan los indigentes, dichosos de ver caer de arriba tanta carne. La vida no vale nada, ni en León, Guanajuato, ni en La Paz.

Libro admirable. El milagro de que Víctor Hugo Viscarra viviera para contarlo. El hombre existe con la certeza de que siempre hay un lugar tibio para acostarse; tantea en la noche, se acurruca y se convierte en sueño. Libro-cine si hubiera director para filmarlo.

En el epílogo, el escritor menciona a Baudelaire, Víctor Hugo y a San Francisco de Asís. Del poeta lo persigue la lúcida maldición; del gigante, Jean Valjean; y del santo, los hermanos perros para compartir los huesos.

Cuando partía, ocho años atrás, Víctor Hugo me recordaba un desafío pendiente. Alguna vez quedamos en "solear", con chicha, los dos, lata contra lata, bigote contra cabellera. Eso, digo, si quedan todavía de aquellas mesas.

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Agosto 2003

Publicado en EL JUGUETE RABIOSO (La Paz), 2003

Imagen: Portada de Alcoholatum y otros drinks, de Víctor Hugo Viscarra


Thursday, November 19, 2009

Dos poetas mujeres y la muerte


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Octubre otoñece en la semi-rural Aurora, en el estado de Colorado. A un paso, la pradera se extiende por Kansas hasta el río que descubrió Hernando de Soto; a dos pasos, la no muy grande y sin embargo mágica Denver, con sus construcciones futuristas y casonas albergantes de fantasmas, con sombras de tintes diversos, las de George Armstrong Custer, Buffalo Bill, Doc Holliday pero también la de Oscar Wilde. Ciudad de futuro que se niega a perder su título de ciudad de pasado; fortín permanente de una frontera tan extensa como la vida, o más extensa que la muerte si hay distinción geográfica entre una y otra.

Sentado enfrente del monitor anuncio mi presencia a lejanos rincones mientras adjunto información o conocimiento vedados antes por la discriminatoria realidad de ser concretos y de necesitar movernos por cielo o tierra, montados sobre objetos concretos también, lentos y estrechos, sin negarle la belleza al encanto del viaje. A lo que voy es a que este cuadrángulo de luz que me conecta al universo me permite acercarme a cosas que quiero, sin mayor esfuerzo físico, pero demandando, a tiempo de exponer lo feble de nuestro saber, una apuesta por lo arduo de aprender cada día.


En ese computador, casi una esposa, leo, cuando despunta el domingo, la muerte de la poeta Blanca Wiethüchter en Cochabamba, en Cala Cala para ser precisos, que en lengua aymara dice "piedra sobre piedra", casi igual a un texto suyo y con la implicancia, si observamos las nativas tumbas del altiplano boliviano, de muerte. Piedra sobre piedra se levantan los refugios últimos de la perecedera carne. Piedra sobre piedra las pircas que, otra vez en la planicie, arrebatan espacio al paisaje y encierran inmensos hatos de nada porque están vacías. Mas Wiethüchter en un alegato contradictorio a su hogar y a su escrito, lejos del conjuro de la voz Cala Cala, expone su deseo de cremarse y de arrojarse en polvo al gélido líquido del Titicaca. Arder en fuego y plantarse en agua: contradicción que intenta asir a la vez la herencia germánica con la presencia india en un mítico lugar de nacimiento de estas etnias tan reverenciadas pero tan mal entendidas.


Blanca Wiethüchter muere; hará falta su inventiva y su accionar en un medio tan pobre como el nuestro. Cualquier actitud de progreso intelectual, incluso aquellas que pecan -así mínimamente, de sectarismo- deben bienvenirse. Lástima para ella que no puede morir como gato, nueve veces, según destila Silvia Plath en su magnífico poema Lady Lazarus.


Los cristianos repetirán la letanía de la vida eterna, sin darse cuenta que luego de esas muertes, una para Blanca, tres para Silvia Plath, e incontables catalepsias: amorosas, alcohólicas o suicidas del que escribe, nada hay. Pero la muerte es mujer y no puede Claudio Ferrufino-Coqueugniot inmiscuirse en un medio privativo. Para él aguarda el muerto y el único conocido y válido es el de Borges que lo ha confundido en las falaces circunvueltas del verbo.


La muerte como paso a otra vida: dudoso. La muerte como cambio: tal vez. La muerte como instrumento poético...

Silvia Plath:

Morir

Es un arte, como cualquier otra cosa.
Yo lo hago excepcionalmente bien

Sin embargo, Silvia Plath, cuando te suicidas a los diez años, tú que te eliminas cada década según cuentas, no lo haces tan excepcionalmente bien si te vemos luego caminando. O a los veinte que te exterminas y sales, Lady Lázaro, otra vez de pie hasta la tercera; la tercera es la vencida repiten los fatalistas de tercer tipo, cuando con tu cabeza en el horno desmientes la falsía de tu ansia de morir.


¿Muere alguien, me pregunto, que antes de gasificarse (hablabas mucho de los judíos, Silvia Plath, y de Dachau y de Belsen, y de las características -quizá tuyas inventadas- del nazismo de tu padre) prepara sobriamente el desayuno de los hijos y escribe un texto para renacer o sólo, en el extremo del arte, juega con la muerte como un artefacto riguroso, pero objeto al fin, supeditado a la palabra y artífice del legado del artista?. La muerte, la de Silvia Plath, como una aproximación razonable al problema de la eternidad; el arte como teología, la muerte como fantasma, como punto, o punto y coma, parte de un contexto.


A Blanca Wiethüchter la vi una vez, hace un año, y diez años atrás escribí contra la necedad de hablar románticamente de los miserables. Lo aceptaría de Gorki, lo acepto de Victor Hugo Viscarra, pero ni de ella ni de su icono Jaime Sáenz, con su experiencia de silla y verbo. El problema de Blanca era el amor, no podía aceptar que la muerte le hubiese arrebatado la ilusión de su poeta, gran poeta, mugroso, de su poeta cobarde, de su poeta con veleidades neonazis. Igual que Silvia Plath, que agarra la muerte, sí como ferviente objeto literario, pero también porque su hombre, poeta y cobarde como se usa, no puede superarse a sí mismo, ni como esposo, ni padre, ni macho con lujuria de echar la simiente donde caiga. 


La palabra inglesa "mourning", quizá "penando", traduce bien el sentimiento de Wiethüchter hacia Jaime Sáenz. Puede que desee hallarlo en las piedras congeladas del fondo del lago, o que se angustie su hálito entre su sangre y su deseo: el Titicaca es un acertado vínculo entre Germania y Aimarania, tiene las características físicas del páramo norte, Schlesvig-Holstein, Pomerania, la costa báltica que incluye Danzig, Prusia Oriental y Riga, y, en el fondo mítico del agua duerme, así creen, el bastón de mando, conquistador de la nación quechua, advenediza en estos parajes, pero sobre todo el alma colla que, pienso, es la que busca la poeta muerta como fragmento de la costilla de su amado, Adán andino escribiente. Blanca supervivió a Jaime Sáenz; fue, a decir suyo, "casi un matrimonio" y perseverar ella mantuvo la llama del que no estaba, con un énfasis extremo para mi gusto sarcástico, pero con alelante lujuria para un resto necesitado de dogmas. Se ha endiosado a Sáenz, en manos de Wiethüchter, hasta un punto que ni siquiera Borges alcanzó. Como si la escritora, su arte, viviesen sólo para conservar la llama ajena.


En el caso de Silvia Plath, se ha sugerido, no sin cierta certeza, que se suicidó por celos. Conservar al otro por intermedio de la muerte, eternizarlo con algo de delirio cristiano religioso en ello. Una Silvia Plath cínica no hubiese tomado su vida, sabiendo que detrás del instante no hay bruma sino vacío. Pero esta conjunción de imponerse a las circunstancias, de creer que a través de un acto final se puede mantener el presente, tiene parte de infantil y mucho de creativo. La posibilidad morbosa de dominar los hilos de los demás, así sea por efímero instante, conlleva también el hechizo de conjurar el verbo, quien puede destruir tiene el don de crear. Claro que hay suicidas talentosos y suicidas nada más...


Aunque en apariencia no exista ligazón entre vivir una poeta y morir otra, las circunstancias en que se desarrollan estas dos vidas, una en el casi anonimato, la trivialidad de ser madre, esposa engañada, mientras funda poesía viva, desgarradora; la otra en una fama circunscrita, con la trivialidad de ser albacea artística del otro, no en el anonimato pero sí enmascarada detrás de un nombre que ella quiso ser mayor que sí misma, las hermana de alguna manera. Quizá fuerzo, en la quietud de mi cuarto, relaciones que no existen. Pero qué es escribir sino jugar. Es posible que a eso se refiriera Gautier cuando hablaba del arte por el arte, porque incluso en la falta de mensaje de un texto, si se ha sabido enlazar con sutileza los hilos, hay belleza.


Nadie busca respuestas en una pintura, por qué buscarlas en este nuevo formato pictórico llamado escritura. Hay quienes gustan de labor de críticos, y exacerbados por la burla del entreverador de palabras, fustigan con denuedo su falta de seriedad. Como si importara...

Aurora, 21/10/04

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Publicado en revista ATARALARATA (Cochabamba), 2004

Imagen: Wilfredo Lam/Sin título, 1946

Fernando y Carolina/LA VUELTA AL MUNDO EN 80 FILMES


Fernando y Carolina, Lina Wertmüller/Italia, 1999

Con actores noveles, Lina Wertmüller filma la negra comedia
del encuentro entre Fernando de Borbón (el Rey Piojo) y
María Carolina de Habsburgo, matrimoniados en un enlace de
conveniencia, a expensas de los dos que no deseaban tal
relación.
El padre de Fernando abdica en su favor como rey de Nápoles
para convertirse en monarca español. El joven, brutal e
inculto, trashuma por la existencia como un vagabundo más.
Prefiere vender pescado en los mercados que regir.
La directora italiana, en una producción de Edwige Fenech,
muy recordada actriz de comedias eróticas y voluptuoso
cuerpo, retrata el instante en que María Teresa de Austria,
emperatriz fértil y política, dispersa sus hijas entre los
reyes europeos para formar alianzas convenientes: María
Antonieta, futura decapitada reina, va a Francia; María
Carolina a la opulenta corte de Nápoles. Las instrucciones
de Viena son precisas: adueñarse del poder, algo que en el
futuro logrará Carolina -aspecto no incluido en la película-
Europa se agita en las ideas de la Ilustración, y pronto
en los memorables desmanes del julio francés. La revolución
parece no afectar a Fernando que vive el idilio de sí mismo.
María Antonieta es juzgada y ejecutada; su hermana, reina
de Nápoles, tomará con el tiempo sangrienta venganza en
contra de los efímeros republicanos de su reino.
Wertmüller ataca el desencanto previo de un matrimonio no
esperado, detalle que se transforma radicalmente en el
momento en que los jóvenes -Fernado y Carolina- encuentran
un pivote común en el sexo. El filme se concentra en esa
locura casi infantil por la carnalidad. Un viejo Fernando
recuerda en su lecho de muerte con nostalgia la juventud. Y
en sus labios vamos conociendo de a poco la historia de
aquel período esplendente de la corte napolitana, oasis
apenas alterado por un par de sombrías imágenes de muerte,
remembranza pasada al desliz de los acontecimientos del
exilio en Sicilia, la República, Napoleón, los ingleses, el
absolutismo.
Cuando Sofía Coppola filma "Marie Antoinette" sin duda su
referencia primera -y primaria- es "Fernando y Carolina" de
Lina Wertmüller. Ambas asoman a la realeza de las princesas
Habsburgo con una común intención, aunque la ironía de
Wertmüller casi no existe en la cinta de Coppola y el dejo
crítico de una en relación a la otra las separa con
claridad, aun a pesar de las similitudes compartidas.
La ambientación del filme es excelente, pero no mejor que la
de "Marie Antoinette".
La pregunta que nace no se basa en la importancia de las
familias reales en la conformación de la historia, sino en
el absurdo de su propia existencia. La narración de su vida
es una parodia innombrable, asunto de asombro, de
descreímiento. El Rey Piojo llegaba a extremos, siguiendo
una tradición de estulticia entre los Borbones, o los
Valois, o los Hohenzollern, de hacer sus deposiciones en
público y de pasar los bacines entre los concurrentes para
que diesen su opinión del resultado. Y sin embargo todavía
hoy naciones de Europa mantienen a esta casta parasitaria, y
el populacho ávido de novelón e intriga anhela el retorno de
las cortes a su espantable vida novelera.
5/12/07

Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), diciembre 2007

Imagen: Poster italiano del filme

Wednesday, November 18, 2009

Casa de Areia/LA VUELTA AL MUNDO EN 80 FILMES


Casa de Areia, Andrucha Waddington/Brasil, 2005

No en vano Ruy Guerra, cineasta brasilero de origen portugués y nacido en Mozambique, filmó dos cintas basadas en argumentos de Gabriel García Márquez: "La fábula de la bella palomera" (1983) y la espléndida "Eréndira" (1982), joya visual rodada en México.

¿Por qué retomar a Ruy Guerra para hablar de una película de Andrucha Waddington? La herencia garcimarquesiana está presente también allí. No necesariamente porque fuese el autor colombiano, sino por una concreta similaridad geográfica y existencial entre regiones de ambos países, detalle que Ruy Guerra supo reconocer y aprovechar para su propio arte. Por algo el mozambicano tiene un pequeño rol en esta película.

Situada en las dunas del Maranhão, "Casa de Arena" nos acerca otra vez al mundo de García Márquez. Maranhão podría ser la Guajira: el yermo, la soledad, brutalidad de la existencia. El relato de la vida de tres generaciones de mujeres en medio de la desolación, su abandono del mundo, la estigmatización forzada en un Brasil en ciernes (comienza en 1910), se apuntalan con un entorno físico aterrador... y bello, donde no se puede echar raíces siendo que la tierra se mueve de forma constante, que la arena parece viva (el manejo de cámara no lo permite olvidar). A pesar de ello, la primera madre, actuada por Fernanda Montenegro, se aferra a una parcela de tierra que su hija hereda de un marido difunto. Se sugiere, sin desarrollarse los preámbulos, que madre e hija vienen de la ciudad, y que terminaron en esta recua de muleros en el desierto porque no tenían opción. Se sugiere que Vasco, el comerciante-esposo que construye una casa allí, pagó por las deudas de la hija y se quedó con ella.

El universo exterior no perece, su permanencia es final y terca. Está en las fotos, en alguna ropa, en esencia. Y si bien la madre opina que hay que quedarse en el lugar, que es lo único suyo, la hija, Aurea -Fernanda Torres- sueña con huir. En una de sus excursiones por el vacío, encuentra un catalejo que resulta venir de una expedición científica de paso por el desierto. Logra enamorar a un oficial y convencerlo de que las lleve de vuelta al primer poblado: a ella, a su madre y a su hija María. Cuando retorna a la casa contempla aterrada que las dunas la han enterrado. Su madre desaparece allí, la hija ha sido salvada por un negro, hijo de libertos, que son los únicos habitantes de la zona. Sucede un interludio de desesperanza y otro de lujuria. Aurea se entrega al negro al saber que ya ni rastros quedan de la expedición. Es, a su modo, feliz a su lado. La hija se hace joven y casquivana. Pasa los días borracha y poseída por los jóvenes negros del lugar. Ya hay aviones que surcan el cielo. Brasil se esfuerza en su destino de gigante; emerge, pero el desierto maranhense se mantiene en el olvido. 

Finalmente la muchacha (María) conoce al mismo, ya envejecido, oficial que recordaba su madre. Es un militar de cierta graduación ahora. Al verla se acuerda de Aurea, "su novia", y la muchacha, ajena al pasado, lo seduce con artes que domina bien. El hombre la retorna a su casa y reconoce a Aurea, que aún vive con Massu, el negro. Ella lo convence que se lleve a la hija, a dónde fuere, que la hiciere suya si así conviniera.

Lo hace. El destino parece sellarse.

Un día la muchacha, ya mujer adulta, regresa y encuentra a la madre en el lugar de siempre, con las pequeñas pertenencias de su pasado, las fotografías, en ese mundo paralelo del Maranhão.

Historia plena de emotividad. Sin arrebatos de romanticismo barato. La emoción es similar al recuerdo, a la nostalgia, y todos, director, actores y público, caen seducidos allí. Fernanda Montenegro y Fernada Torres (hija de la primera) intercalan los papeles de cada una de las mujeres en la familia.

Ya en "Eu Tu Eles" (2000) Andrucha Waddington, cineasta nacido en 1970, presentaba una historia donde el carácter principal lo asume la mujer. El nordeste otra vez, la penuria de vivir que sólo se aguanta por la fortaleza femenina.

Premio Sundance del 2006 y gran Prêmio Cinema Brasil el mismo año.
3/12/07

Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), diciembre 2007

Imagen: Poster norteamericano del filme

Antietam/CUADERNOS DE NORTEAMERICA


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Las vacas pastan sobre la guerra civil. El verde ha

suplantado a los cañones y no hay más sangre sino agua.

De una baranda escucho el eco de la muerte, metido tan dentro de la tierra, profundo como mi padre que ronca. Pero es la mañana y algo me dice que no se muere en la luz.


Y sin embargo el ganado se agita, olfateando el aire.


Los soldados de Antietam salen de su funeral de un siglo y más y pelean con los pastos, y se clavan en las espigas, bayonetas del campo. De pronto es el silencio; está el pastizal rico, y una roca que recuerda la Secesión se agota de tanto ser cubierta por las plantas. Por qué vine aquí, queriendo oír a los muertos en lugar de descansar.


Mi pupila recorre los promontorios, en busca de huesos que no sobreviven. Evita tu ancianidad, me dice mi acompañante, y bésame. Y cuando la beso, pienso más que nunca en los azulados labios fallecidos de los soldados.


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Publicado en Opinión (Cochabamba), 23/08/91

Publicado en Presencia Literaria (Presencia/La Paz), 06/09/91

Imagen: Ilustración de Thomas Nast para el Harper's Weekly después de la batalla de Antietam, 1862

Tuesday, November 17, 2009

Cartas de mi hija/MIRANDO DE ARRIBA



Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Siempre fui afortunado en recibir expresiones de amor por parte de mis hijas, desde las elaboradas tarjetas-collage de cumpleaños de Alicia hasta las cariñosamente doctorales cartas de Emily.

El tiempo ni a mí me perdonó, y Emily, hoy dieciocho, partió a vivir en el campus de la Universidad de Boulder, dejando el vacío de su cama, su escritorio, sus miniaturas, libros, posters de U2 y filmes. A veces, cuando estoy solo en la mañana, me siento a contemplar en detalle el cosmos de sus pertenencias. Algunos objetos se refieren a nuestro tiempo juntos, mientras que otros anuncian su independencia. Y me viene ese algo que los poetas llaman nostalgia. Entonces la llamo y hablo tontamente -como padre- a una bella e inteligente mujer joven, de valor indomitable y fresca dulzura.

Emily, hija mayor, apenas partió comenzó a enviarme postales con misivas, o notas acerca de su vida, recuerdos, extrañamiento, a conversar desde lejos como tal vez nunca pudimos en presencia. Lo hacemos de igual a igual, de mujer a hombre, de escritora a escritor. Me cuenta sobre sus clases de antropología, con un maestro tatuado de pies a cabeza a usanza de los maoríes. Debo ser antediluviano en tal área, porque yo leía a Franz Boas, Lévy-Strauss, Gordon Childe, Bronislaw Malinowski, pero podemos intercambiar ideas y creo ser el que más se beneficia con ello: un intersticio de modernidad en mi anticuario.

Llevo ya veintinueve postales de su mano. En letra suave repite su "Dear Daddy", sus "te amo", "te extraño", "te prometo". Habla de la soledad a que se condenan los que piensan, sin que ello la mortifique. La imagino mirando los árboles del jardín inglés de su linda residencia universitaria. A veces me da envidia ya no ser joven, no poder echarme a leer un buen libro debajo de los árboles. Pero tuvimos el tiempo, y lo disfrutamos y malgastamos a la vez. Ahora comienzo a comprender cosas que me fueron ajenas. Será eso la madurez, la adultez, el destino.

En la diversidad de las imágenes que escoge para sus postales, caminando por la incomparable Pearl Street de su ciudad, voy conociéndola. Hay fotos de viejos mineros del oro, arte contemporáneo, Aretha Franklin y Marian Anderson, cuadros de William Johnson, calaveras de las catacumbas de París. Aguardo, cada semana, el correo que me trae una o dos voces de la hija, de la distancia de su presencia y la cercanía de su amor. Jamás perdí a una hija; al contrario. Lo que sí gané es una amiga. Una que me escribe y me muestra los ventanales del universo.
16/11/09

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Publicado en Opinión (Cochabamba), 17/11/09

Imagen: "Turkish Emily"/Fotografía de Aly Ferrufino-Coqueugniot, ¿2008? 

Saturday, November 14, 2009

Los Cruzados/BAZAAR


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Los caballeros francos, los sueños occidentales, el "heroísmo" de Godofredo de Bouillon, el terror ancestral, de generaciones, por los jenízaros que toman inmemorialmente Constantinopla. Uno y más pretextos para creer que las Cruzadas fueron realizadas bajo inspiración divina. Un par de parientes enterrados bajo pesadas losas de iglesia medieval. Nuestra visión...

Otra cosa es leer a Amin Maalouf, escritor libanés. Su concepto de los francos, y del blanco por extensión, será diferente y, casi seguro, más sujeto a la realidad. La Primera Cruzada, la de Pedro el Ermitaño, es el tema de su libro "La invasión". Cierto es que Maalouf no cuenta que tanto los árabes como los turcos seljúcidas, que soportaron la invasión, eran crueles y dominadores. En una época mala, cada uno de los señores jugaba a ser peor. Pero, en teoría, la Cruzada era una obra de bien: la reconquista del Santo Sepulcro, llevar la luz de Dios a los infieles. Tal luz nunca existió, sí la de los calderos y fogatas donde los soldados de Cristo asaban a niños musulmanes para comérselos en la ciudad mártir de Maarat. Dice Maalouf que a partir de Maarat, las crónicas turcas siempre se referirán a los francos como a antropófagos, y de nada servirán las cartas de aclaración de los caballeros al Papa, la historia no los perdonará.

En Amiens, en el norte de Francia, detrás de la inmensa catedral hay una estatua y una placa que recuerdan a los que partieron de allí hacia la Primera Cruzada: bandas de harapientos, asesinos, curas y fanáticos. Y lo que dicen ser un hito importante de la civilización occidental, no es más que el sombrío festejo del vicio. Y ni religión ni historia lo justifican.

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Publicado en Opinión (Cochabamba), 21/05/1996

Imagen: Caballeros de la Primera Cruzada

Las voces de los ángeles/MINIATURAS

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

"Canciones de éxtasis" de Gautier de Coincy (c.1177-1236) acerca el mundo medieval. Este tipo de música, diverso de acuerdo a la región geográfica, compacto según el origen mayormente religioso de sus temas, ha sido de mis favoritos. Un gusto que me liga entre infinidad de asuntos al hermoso Distrito de Columbia pero que no me relaciona en absoluto con la resaca sagrada como podría preverse.

Gautier de Coincy fue un monje que tuvo como notable característica convertirse en albacea voluntario de cierta tradición poética y musical de su tiempo. Sus "Miracles de Nostre Dame", colección narrativa de 30000 líneas, alternadas por poemas-canciones y, según él, rescatadas de manuscritos latinos, enriquece el conocimiento moderno de la literatura oral de entonces, la polifonía, la tenue línea divisoria entre la música secular y la sacra, aspectos ambos de que Gautier dispone en su propia autoría.

Sus canciones de éxtasis como se presentan al público actual tienen la tersura de un matinal paseo por la campiña francesa, plena de aires populares, y, en otros (aires), sin necesaria reconvención mas sí recogimiento, se hacen penumbrales, a ratos sombrías, nunca torvas. Se supone que son las voces de los ángeles, fenómeno que más de uno entonces juraba escuchar.

Heinrich Seuse, el Bendito, místico algo posterior a Gautier remarcaba sus encuentros con tales seres maravillosos. Cielo e infierno no eran sino vaporosos augurios sobre la tierra y nadie podía asegurar que de un día a otro no se entrase en santidad o ardiese en hogueras que se levantaban contra imaginarios herejes.

Gautier fue abad de Soissons, en la Picardía. Leyendo sobre él uno imagina placidez tal que no sería extraño oír voces de querubines en las volutas de rocío de la mañana. Pero la historia cuenta hechos diferentes. En el sur de Francia, por los últimos cien años, se prepara una cruzada interna, en contra de la secta de los cátaros o albigenses. Los relatos de horror de esta -como todas- guerra absurda llena nuestra imagen de la región de voces de espanto y no de ángeles cantores.
12/4/06

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Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), abril 2006

Imagen: La muerte del usurero y del mendigo/De un libro de Gautier de Coincy, c. 1260

El sueño de Chavívar/NADA QUE DECIR

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

No me mueve (a escribir este texto) despecho por haber sido vetado a la Feria Internacional del Libro en Caracas, a pesar de que desde Cuba se había sugerido mi presencia, como más tarde demostraré. Es el tono de mis artículos refiriéndome a Hugo Chávez lo que disgustó a los auspiciadores, censurando mi viaje a Venezuela.

La suma de las partes muchas veces da como resultado híbridos esperpentos. Mal que mal, Hugo Chávez pasará a la historia, pero no como el heredero del gran Bolívar sino como un malhadado fantoche que adoptara el nombre artístico de Chavívar (Chávez + Bolívar) para participar de un juego para el cual no tuvo ni el valor ni la inteligencia necesarios. Una boca, sí, y grande, de cantor de boleros, pero sin el donaire de Leo Marini, el "sex appeal" de Daniel Santos, o los voluminosos bigotes de Bienvenido Granda.

Debe ser mayúsculo drama aquel de querer ser lo que no se es. Y Chavívar no cumplió con sus amenazas de macho cabrío cuando cayó Honduras -a quien traicionó- y menos cuando se le ocurrió lanzar una guerra "mediática" (será por las calzas) en contra de Colombia y los Estados Unidos. Resulta ahora que no quería la guerra, y que dije que no dije porque se tienen que secar los meados pantalones, y que sólo reflexionaba, y que me malinterpretaron, y que cambiaron el tono de mis canciones, y que -finalmente- perdón se me escapó y no quería porque soy un chico grande, un chico bobo, un chico tonto y aló presidente ¿nos vamos o no nos vamos a las manos?, que no, que Gandhi, y la paz, y mándenme flores...

Las bravuconadas de Chavívar no pasaron desapercibidas. El boy scout vice de Bolivia, Álvaro García Linera, las tomó a pecho (que muy grande no lo tiene) y se lanzó a convocar a las fuerzas desarmadas, invictoriosas del país para defenderse ante la invasión. Su némesis, el inefable Evo Morales, desempolvó el cornetín y ejecutó aires marciales que solía tocar en carnaval, para preparar el espíritu en esta cruzada nacionalista, plurinacional, etno y egocentrista que más se parece al relato de Marcel Schwob sobre los niños cruzados que a historia real.

De pronto Chavívar se desdice y la historia agarra a los plurinacionales con las ligas hechas y los labios sellados. ¿No era entonces la guerra del fin del mundo? ¿Por qué Chavívar nos hace esto? En verdad es vergonzoso, y ridículo. Ya en Cochabamba propuso el arlequín venezolano unas fuerzas armadas conjuntas. En su retórica principesca e infantil me pareció ver que las innúmeras huestes de la isla Barbuda, aliada suya, serían la punta de lanza en la invasión de Florida. Y que las tropas de Dominica, más los bergantines del almirantazgo boliviano, enfilarían hacia Nueva York en una blitzkrieg andino-caribeña que cambiaría la faz del planeta. Como si Leonard Cohen hubiese inmortalizado para ellos esas líneas que decían: "First we take Manhattan, then we take Berlin" (no importa el contexto).

Nos quedamos sin guerra y sí con adagios y alta filosofía. ¿Desgarraremos las vestiduras como las troyanas de Eurípides o razonaremos acerca del peligro de unos individuos que creen que la verdad está en el peso de las armas? ¿Haremos política en serio o seguiremos apostando al desacierto? Y mientras los imbéciles juegan coscoja con la supervivencia de los pueblos, los gringos ya se nos meten de nuevo por otros veinte años.

Den a los líderes medallas y pistolas de plástico y que no salgan ya del jardín de infantes...
13/11/09

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Publicado en Puntos de vista (Los Tiempos/Cochabamba), 15/11/09

Imagen: Caricatura de MENCHO (La Prensa/La Paz, noviembre 2009) 

Saturday, November 7, 2009

El castigo tarda.../NADA QUE DECIR


La condena de varios miembros de la CIA por una corte
italiana sienta un precedente. Bien se sabe que ninguno de
los imputados cumplirá prisión porque fueron condenados en
ausencia; sin embargo sirve para advertir a la arrogancia
norteamericana que con el desmedro paulatino de los Estados
Unidos a nivel internacional, ellos también estarán sujetos
a castigo.
Innúmeros son los casos de abuso por parte de las fuerzas
"americanas" en el mundo entero. Irak y Afganistán son los
últimos ejemplos de brutalidad similar a aquella que
combaten. Lo triste es que por lo general sus soldados
gozan de impunidad, y las penas por violaciones en Okinawa,
asesinatos políticos en América Latina, masacres en Corea
del Sur, genocidio en Vietnam, escuelas de tortura,
entrenamiento de gorilas, golpes de estado y demás delicias
que acostumbran, son leves o jamás llegan. Hay senadores
condecorados cuya historia guerrera es negra y que a pesar
de propaganda contraria no pierden prestigio. Ni qué hablar
del genocida Kissinger, o de Cheney, que no verán celdas que
les corresponden y morirán en santidad. No hay Nuremberg
para los Estados Unidos...
Hoy Colombia accede a mayor presencia norteamericana en su
territorio. Triste noticia para nosotros, porque pareciera
que el tiempo aquel de la desgracia retorna aunque pausado y
cauteloso. Es obvio que el narcotráfico hace de excelente
pretexto y que implica un serio problema a resolver. Por
otro lado está la turba militarista que sigue al cantor de
boleros, el coronel-sargento Chávez, que también atrae el
deseo destructivo del imperio en contra suya y de los
payasos que juegan con el futuro de sus países en Bolivia,
Ecuador, Paraguay, Nicaragua.
Colombia garantiza impunidad a las tropas del norte, otra
vez. No así a los contratistas no militares que en Irak han
sido y son causa de muchas muertes. ¿Por qué impunidad? El
ejército norteamericano, sobre todo fuera de sus fronteras
se caracteriza por un desastroso desempeño. Sus fuerzas
viven drogadas, alcoholizadas, prostituyendo las poblaciones
donde se despliegan. Conocida es su soberbia embebida en
vicio, en pornografía, en sexo con menores, pederastia.
Afuera se dan el lujo de cometer los excesos que les -
nominalmente- prohiben en su país.
Lastimosamente este error de recibirlos de nuevo, azuzado e
impulsado por la fobia antiyanqui de algunos, costará al
conjunto. La presencia militar que tanto mal nos trajo, que
nos quitó hombres valiosos y que destruyó intentos de mejora
vuelve, sin que la presidencia de Obama sea impedimento para
que su ejército actúe como siempre actuó. Colombia comete
el pecado de abrazar al asesino, igual que el gobierno de
Evo Morales hace con los suyos, escondiendo el pasado
criminal de quienes sabemos.
Los sujetos juzgados in absentia en Italia, tal vez a pesar
de Berlusconi, estuvieron implicados en el secuestro de un
clérigo musulmán allí. Privado de su libertad, sin habeas
corpus ni nada, se lo trasladó a un tercer país donde se lo
sometió a tortura, según la nueva moda implantada por el
niño Georgie Bush. No es que tenga simpatía alguna por
adoradores de ninguna clase, pero si permitimos al estado el
control absoluto habremos perdido, así quien mande apellide
Bush, o haya nacido en Orinoca, o utilice ridículas boinas
rojas, o sea blanco, negro, amarillo, aymara, chacobo,
mapuche, ario, franco, germano, afeminado, machista,
mujer... y sigue.
6/11/09

Publicado en Puntos de Vista (Los Tiempos/Cochabamba), 8/11/09

Imagen: Poster cubano, 1967

Monday, November 2, 2009

Reflexiones dictatori(a)les/MIRANDO DE ARRIBA


Rosa Luxemburgo fue visionaria acerca de la dictadura del partido. Sus temores se concretaron en la Unión Soviética - con la nota aclaratoria nuestra de que fueron los segundones, los arribistas, los corruptos, quienes mejor cupieron en esquema tal-. El desgraciado Zinoviev, durante el onceavo congreso partidario, arengó acerca del derecho que tenían los en mando de "romper la espalda" de la oposición, y etcéteras, razones que le cayeron encima - terminales- en 1936.
En Bolivia el MAS no es un partido, y menos el bolchevique. Su crédito es de alcances tercermundistas simplemente, locales, hasta domésticos, pero las aspiraciones de poder iguales, tanto o mayores que las de sus congéneres soviéticos.
Su tesis de sustentación no se adhiere a un esquema teórico serio. Toma retazos de fuentes diversas y encandila a las masas -fácil en Bolivia- con una retórica racista y de pillaje. Mientras tanto va conformando una burguesía de nuevos ricos: por narcotráfico, latifundio, regalos, limosnas, donaciones, contratos que afianzan redes cuya voluntad y dureza sólo el tiempo comprobará. La indiada (término que no debiese ser peyorativo en las actuales circunstancias) se deja arrear embobada creyendo la ilusión de que ella es quien gobierna. Le han cedido el derecho a la "expropiación" y al linchamiento y para la turba eso semeja ser bastante, cuando en realidad se va minando su justa participación en el sistema.
Hay tres vertientes dispares en teoría e iguales en esencia que apuntalan a Evo Morales: los delincuentes, de origen derechista; los intelectuales de izquierda, de ávidas manos como los otros, y los nativos de élite, caso Choquehuanca, que es "souvenir" ideal para meterles el cuento a los gringos de la UE, mientras viaja -como si gringo fuera- aireando su oliváceo trasero en el jet-set de sus supuestos o reales enemigos de "raza" (no de clase).
Me pregunto a veces si estos individuos -sujetos, elementos, tipos o como quiera llamárselos- se creen en serio el dramático carnaval de su desgobierno, con viceministro que desmiente a ministro, etc. en un novelón sin pies ni cabeza, donde se acaricia a los norteamericanos al tiempo de denostarlos públicamente y a cada paso. El curaca, Evo, insulta al norte pero reclama que repongan las limosnas, siendo el clásico ejemplo de lo que los colonialistas desean mostrar como servilismo del colonizado. Por un lado, el ídolo alega orgullo; por el otro se arrodilla y mendiga. Al "pueblo" le recuerda el crimen de España en América, pero al rey Juan Carlos le asegura que todo se olvidó y no hay rencor. Todo porque le dieron a lamer platos dorados...
2/11/09

Publicado en Opinión (Cochabamba), 10/11/09

Imagen: Caricatura de Evo Morales