Monday, April 30, 2012

Los tutelares/MIRANDO DE ARRIBA


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Siempre me pareció inadecuado, ostentoso, ridículo, que los militares se autonombraran "institución tutelar de la patria". ¿Por qué pensar ahora, en esta noche de domingo, presta a la calma, al otoño fresco, ni siquiera frío, en una casta pervertida que aún ensombrece Latinoamérica? Porque leo la noticia de la venta de un mechón de cabello, huellas dactilares y fotos del Che asesinado, así como otras fotografías de sus compañeros muertos, no aptas para ser vistas en periódico. El vendedor es un gusano de Miami, ex-agente de la CIA, perseguidor del Che y nostálgico de la Cuba antigua, la de la prostitución y el vicio, la de la droga y el sargento Batista por cuyos recuerdos nadie daría un céntimo.  Dice la larva que le arrancó al Che este mechón al momento de  enterrarlo, como acto simbólico de la reivindicación de su especie infame. Este era un extranjero, de un servicio secreto foráneo, mandando qué hacer a sus sirvientes del ejército boliviano, iguales al gran sirviente Barrientos.

El prestidigitador Evo Morales quiere ahora amalgamar los dos cabos del hilo, y ser guevarista -en idilio que no en concepto- y militarista al mismo tiempo. No se cansa de extender cheques, de nuevo extranjeros, venezolanos esta vez, a los heladeros de turno, creyendo así comprar fidelidad de un grupo que jamás se caracterizó por ella.  La historia de estos tutelares ha sido una historia de vergüenza. Los escasos triunfos, con la excepción quizá de Ingavi, fueron gracias a comandantes extranjeros. Otto Felipe Braun, prusiano, venció en Montenegro y recibió el título de mariscal. Sin embargo, si mal no recuerdo, esa batalla fue en términos numéricos, y refiriéndome a las memorias de Francisco Burdett O'Connor -irlandés-, pobre. Viendo de nuevo al glorioso ejército nacional en el aeropuerto de Santa Cruz, me viene a la memoria la sangre de los inocentes que se derramó en las calles durante las dictaduras, que en mi vida personal cubrieron casi veinte años, donde cualquier imbécil con grado se sentía -y era- amo del país. 

Cualquier gasto para la "defensa nacional" es un insulto. De qué sirve, o servirá, si no para que éstos ejerciten su abuso en contra de las masas civiles, o acaso algún iluso piensa que les llegó el tiempo de ganar ¿contra quién? Los cien mil dólares recibidos por parte del botín del Che son una muestra de una infección que ha sobrevivido demasiado en Bolivia. Y ver, en un documental argentino, la sonrisita de Gary Prado, con evidentes ánimos de parecer inteligente, es simplemente despreciable. El individuo éste, que debe su existencia a la sombra del Che, es sólo expresión de su grey, un anatema.
28/10/07

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Publicado en Opinión (Cochabamba), octubre, 2007
Imagen: Che, muerto

Sunday, April 29, 2012

La Nación culebra de Pablo Cingolani




Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Cristóbal Colón, cuando vio Tierra Firme, creyó haber encontrado el Jardín del Edén. Lo paradójico es que de principio se dedicó a destruir sistemáticamente lo que suponía ser el fundamento de las religiones. El espíritu mercantil, la fiebre del oro, resultaron con mucho mayores que cualquier abstracción divina, aunque ellas mismas gozaban de visos de ficción.

Ino Moxo, el brujo amazónico que habla en la novela mitohistórica de César Calvo (Las tres mitades de Ino Moxo), recuerda y dice de un tiempo donde el blanco no estaba, donde las naciones que no eran “bárbaros” sino hombres poblaban los bosques e interactuaban con ellos como lo que son: seres vivos. Pero Europa los “pensó” diferentes, desvalidos, confusos, equivocados, pecaminosos, y quiso arreglarles la existencia como mejor sabían: matándolos, hurtándoles, imponiendo figuras de dioses muertos que no respiraban como los árboles o las piedras, que no hablaban desde su podredumbre de yeso o madera como conversan la montaña y el bufeo. Entonces todo debía haberse acabado, pero algunos sobrevivieron escondidos en la penumbra del monte profundo, hasta hoy, donde otra vez el mismo ímpetu angurriento y “piadoso” ataca y desea arrebatarles lo poco que queda, enseñarles a vivir en las delicias del progreso.

Pablo Cingolani, poeta argentino en Bolivia, ya que nos obligaron a enmarcarnos dentro límites, ha pasado la vida intentando comprender aquel mundo evanescente, forzado a desaparecer. Como tal, combate en lucha de titanes en contra del poder establecido, cuyas aficiones-ambiciones siempre se dirigen a explotar inmisericordes los recursos naturales sin preguntar ni importar a quién pertenecen. La ceguera humana, que reproduce la del Almirante que incendia el Paraíso en lugar de adecuarse a él, no cejará hasta que no queden vestigios de quienes fuimos, espíritu que aún pervive -y en el cual debiésemos reflejarnos para aprender a continuar sin destruirnos- en los pueblos en estado de aislamiento, o en los remanentes de los grupos selváticos extenuados por la falsa liberación que les concede ya no solo el blanco, también el oscuro, aymara, negro, amarillo, cualquiera que tenga como objetivo el enriquecimiento a toda costa, con o sin retórica engañosa que al fin resultan lo mismo.

El poeta presenta batalla, dice en sus palabras previas que “también hay que darla en el plano simbólico, sentimental, místico, mágico, poético”. Para ello reúne textos que ha ido escribiendo en diez años y en miles de kilómetros caminados, descubriendo, y descubriéndose, en la Amazonía, rebelde y contumaz, aunque su obstinación no venga de un error, como sugiere este último adjetivo, y más bien de una dolorosa verdad que de epifanía parece convertirse en epitafio.

En Nación culebra, una mística de la Amazonía, Cingolani se nutre del largo poema que es el libro del peruano Calvo, mas no lo imita. Tampoco sigue la historia ficcionalizada de Quarup, de Antonio Callado, en donde el personaje busca en la existencia de los Xingú, respuestas para la suya propia. Pero es también literatura. En medio de la denuncia, de la tristeza, la angustia y cosas más que nos afligen al momento de sentir que se abandona la última tabla de salvamento, de todos como quiere el chamán Ino Moxo, crea, hace poemas, nos cuenta de la literatura de la selva que él va recolectando de sus ramas y poniéndola en papel, quizá una “fórmula para resistir”, como anotaría su prologuista Alfonso Valcarce.

Cuando los quichés de Guatemala, en el siglo XIX, pusieron en escena, después de escribirla, la tragedia de Rabinal Achí, los misioneros observaron espantados que se representaba algo muy antiguo, salido de los arcanos de la historia y mitología mayas, algo que no tenía nada que ver con ellos a pesar de centenas de años transcurridos entre la conquista y esta representación. La ventaja de los quichés era su número, que les permitió soslayar el tiempo y pasar de generación a generación las narraciones de sus ancestros. Suele ocurrir con los quechua-aymaras. Respecto a la Amazonía, esos mitos están en peligro de extinción, como las propias etnias que los recuerdan. La ballena Haisaoji, de los Ese Ejja, amarrada en el poderoso río Bahuaja, el Tambopata de la fiebre de oro y de dominio, iba finalmente a ahogarse, hasta que el poeta llega y le tiende un hilo de socorro. El precioso texto de Pablo Cingolani, Moby Dick en el Tambopata, descubre un bestiario inverosímil, aclarando, junto a San Isidoro de Sevilla, que el “monstruo” no lo es en contra de la naturaleza, sino de la naturaleza conocida. Afirmación de la que se podrían desglosar mil alegatos en defensa de los pueblos humillados y sus expresiones culturales.

Ya el poeta Homero Carvalho, que se reclama en parte movima, hablando de lo que se arriesga, aparte de la vida humana, en la destrucción del TIPNIS, rescataba el universo mítico de la selva, los seres fantasmagóricos, fantásticos, que para sus habitantes pueden ser fundacionales, que perecerían allí. Un genocidio y ecocidio de alcances insospechados. Podría ser el Madidi, el Manú, el río Madera esclavizado en represas para alimentar con soya a los chinos. De ahí la necesidad de defenderlo.

Libro fundamental el de Pablo Cingolani, expresión obligatoria de lo que no queremos ver, obviamos en incomprensible lógica. Poema en prosa y verso, tejido en maraña vegetal, calor humano y lo misterioso desconocido. Antes, siguiendo al chamán Ino Moxo, los indios de la Amazonía podían desaparecer a voluntad, para esconderse del asesinato, para castigar, pero las dimensiones del enemigo han alcanzado tal grado que ni eso basta, ya ni el “desapareció su cuerpo echando humo” (Stefano Varese sobre Juan Santos Atahualpa en La sal de los cerros) sirve. Estamos en la disyuntiva de seguir o de morir, comprender o perecer. Simple. Terrible.

Lorin Eiseley, en The Inmense Journey, afirma que “si hay magia en el planeta, está contenida en el agua”, esa agua que a diario ensuciamos con carreteras, minas y petróleo. Atavismos que debiesen obligarnos a renunciar a nuestra condición nacional y adscribirnos a la República Toromona, o a la Nación Culebra, cuyo manifiesto es este hermoso libro.
(Abril, víspera de la IX Marcha)

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Publicado en Fondo Negro (La Prensa/La Paz), 06/05/2012
Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), 06/05/2012

Imagen: Portada del libro

Saturday, April 28, 2012

Europeas de Francisco Umbral/MINIATURAS


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

La muerte nos privó de la soberbia prosa de este hombre. Como recordatorio, en mis ascéticas tardes cochabambinas, me asomo a sus relatos sobre mujeres europeas, con ánimo benevolente de nostalgia y malévolo al pensar lo que fue y no será otra vez: los cuerpos –menos sus caracteres- que habitan el penumbral silencio del recuerdo.

Transita Umbral una geografía especial para un español, aquella de su paso por la piel de hembras culturalmente diferentes, donde la diferenciación racial no hace más que exacerbar un deseo por lo desconocido, a la vez que garantizar, en esa suerte de desequilibrio en que hispanoamericanos –y peninsulares- vivimos en relación al hembraje de otras huestes, una hombría con ánimo universal.

Francia, Holanda, Inglaterra, Noruega, Alemania son hitos de un trecho histórico en la vida sexual del personaje. Cada mujer en sí un mundo, pero cada una de ellas tan previsible en el deambular de su raza, en la lógica carente de imaginación de una mujer de los Países Bajos, o en la delicadeza de sílfide de una inglesa que –encima de todo- está enferma. La francesa de tetas grandes y liviandad melancólica; la noruega de cuerpo estruendoso, prisión de la piel que quiere escapar de las ropas. Todas ellas con un telón de mar, de albricias de gente rica en los sitios de veraneo, de adustas paredes medievales, de lechos diversos, y dispersos, donde los cuerpos a veces juegan los devaneos del placer y a veces los de la técnica.

Al introducirme en la letra de Francisco Umbral no evito, no quiero evitar, la memoria –prohibida en el  matrimonio (no en el caso de los noruegos)- de ojos azules y estiradas piernas blancas, de verdes poleras suizas, estrechas en las aguas cochabambinas, de francesas revueltas en sus cabellos y dadivosas como vírgenes en el amor, de inglesas suaves con carne de sandía tenue. No quiero olvidar porque el recuerdo fluye sin ambigüedad, ese especial paseo por las caricias, los sudores, olores y
ardores de Europa. Gracias, Francisco Umbral, por el recuerdo.
11/09/07

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Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), 09/2007

Imagen: Pablo Picasso/Eros y mujeres, 1970

Friday, April 27, 2012

Nueve veces marchar/MONÓCULO


Y serán muchas más. El ansia de enriquecimiento pesa más que la conciencia, si la hay, y mucho más que la razón. Casi me atrevo a decir que las grandes causas están condenadas, y que el hilo que las protege de no perecer se hace tan frágil que no sabemos si dure. Cuando oigo a supuestos intelectuales, y de izquierda asumida, defender la construcción de la carretera por el TIPNIS, me descorazono. Ninguna lógica los sustenta, ninguna, ni siquiera la de saber que serían directos beneficiarios en contante con la destrucción del bosque, o que recibiesen al fin del desastre catos de coca para paliar su hambre.

Febles argumentos. En primer lugar, ignorante desdén de lo que significa para la humanidad preservar lo poco que queda. Salen con discursos que tal vez en algún momento fueron válidos, de no jugarle al imperio, etc. Ni idea tienen de la estadística, ni proyectan semejante desmán en sus consecuencias futuras. Tozudez nacida de la ignorancia, de consignas aprendidas en lecturas de computador, recovecos de la psiquis mestiza abrumada de complejos, que se satisface a sí misma con la presencia del señor Morales a la cabeza de Bolivia como el arma que destruye sus fantasmas interiores.

Uno de los textos del nuevo libro de Pablo Cingolani, Nación Culebra, una mística de la Amazonía, lleva el escalofriante título de La solución final, que nos remonta a Eichmann y la praxis lúnática que percibía el paraíso solo después de la destrucción de una raza. Se pregunta el autor, enumerando algunas etnias amazónicas, que dónde habría que ponerlas. Se responde que grupos tan pequeños entrarían en cualquier lado: los Pacahuara, por ejemplo, “en una cabina telefónica”; los Yuquis, “detrás de un biombo persa o en un crucero de tres pisos”; los Chimanes, siendo más, “podrían ser llevados hasta Quetena, en las punas de Sud Lípez, donde hay poca gente”. Y así, exterminarlos de a malas, como en la furia nazi, o a “buenas”, simplemente arrebatándoles su hábitat.

¿Quién les da el derecho de decidir sobre tierras ancestrales? ¿Los altos intereses de la patria? La patria, señores, pasa por la protección de sus ciudadanos y su entorno. Jamás se ha leído que ella presupone la venta o regalo indiscriminado de lo que es colectivo a individuos, grupos de poder, países extranjeros. Si a Chile y Brasil les interesa una conexión interoceánica, allá ellos, que la consigan sin la destrucción del patrimonio boliviano. Que vuelen por los aires, que estamos en el siglo XXI, y ya para el 2019 los gringos estarán explotando yacimientos minerales en asteroides que serán estirados hacia la órbita de la luna. Mientras tanto nosotros, no nosotros, ellos, los de arriba, seguirán haciendo oro con la explotación de recursos que cuando se agoten nos dejarán sin nada. Dejémonos de folklorismos, preservemos lo que hay que preservar e invirtamos en educación, en tecnología. Que el cultivo vario y variopinto que siempre destacó la agricultura -y la gastronomía- locales se desarrolle con nuevas técnicas; ahora se está perdiendo. Los hombres de maíz y de papa se van convirtiendo en hombres de coca, alejándose de toda tradición, haciéndole el juego, y en grande, al capitalismo salvaje que representa el narcotráfico.

Ahora bien, si de piedad se trata, como desean mostrar, de “mejorar” el nivel de vida de los indígenas allí, de echar DDT para que no tengan insectos, que comiencen con Palacio, con las sucias ciudades que nos caracterizan: basura expuesta al aire libre, descontrol vehicular y el veneno del exhausto. Alimañas sobran para combatir. No hay que poner pretextos fútiles para conseguir algo que es abiertamente un negocio, y también una concesión a las nuevas elites.

La solución final no pasa por el hipotético traslado de nuestra herencia cultural, cualquiera de ellas. Está en la honradez, el trabajo, la responsabilidad. En aceptarnos y conocernos. Si el presidente no desea estudiar, allá él, el resto sí.
26/04/12


Publicado en Puntos de vista (Los Tiempos/Cochabamba), 27/04/2012
Publicado en La Prensa (La Paz), 28/04/2012


Foto: Marchistas por el Tipnis (VIII Marcha)

Tuesday, April 24, 2012

Ya viejo socialismo/MIRANDO DE ABAJO

Poco duró el socialismo del siglo XXI. Dos lustros, o menos, o algo más. Ahora no solo se les evapora el líder, sino que sus enemigos darán un mazazo en las cabezas sobrevivientes de la hidra: primero Venezuela, donde está por destaparse, con la defección de un alto magistrado, el trasfondo ilícito de su poder. Chávez, que jura que el ejército mantendrá con las armas su imperio personal, debe saber que con las denuncias de narcotráfico y otras sobre altos jefes militares, se le descalabrará el esqueleto.

Individuos como este, que bravuconeó vencer a la muerte para acabar en llanto de niña, han causado tremendo daño al desarrollo de la democracia en América Latina. El pueblo no necesita limosnas, se mal acostumbra a ellas; no se combate la pobreza con dádivas sino con trabajo y producción, con salarios justos y cada vez mayores a mayores ganancias. Pero eso es solo posible en un verdadero estado de derecho, que es lo que los infames “socialistas del siglo XXI” han ultrajado, igual o peor a las dictaduras a las que estábamos sometidos. Por ello tendrán que pagar.

El asunto del magistrado Aponte, que parece se ha acogido al programa de protección de testigos, puede significar la debacle para la cúpula chavista. Y en el caso boliviano, remoza el escándalo Sanabria que sigue latente. En apariencia se terminó con su sentencia, pero no es así como actúan los servicios secretos de los Estados Unidos. Sin duda hay una investigación profunda de los alcances y personajes involucrados en él. Toma tiempo, el tiempo que dura establecer con documentos válidos culpabilidades. Entonces actuarán. Hay gente arriba que no debiera dormir tranquila porque se está calentando la sartén. Exabruptos, caprichos, altanería no bastan para frenar un rodillo ya en marcha.

Hay malestar en los profetas de la igualdad latinoamericana, que son todo menos eso, porque han ido medrando vertiginosamente. Cómo se justifica que la nueva Evita, viuda del nuevo Peroncito, tenga semejante cantidad de millones. ¿O no hay ética en la revolución? “Románticos de izquierda”, los llama despectivamente mi padre, con la avidez de banqueros y la angurria de ladrones, que son lo mismo. Hoy, luego del fracaso de su estúpida intentona con las Malvinas (la misma letrina que Galtieri & Cia), apuesta por una jugada que los economistas desmenuzan bien; y no es que la expropiación no deba ser un derecho si existen justificativos, pero las ambiciones políticas del hijo de Cristinita, niño bien que juega a subversivo, con la turba de sinvergüenzas de La Cámpora alrededor suyo -encabezados por Kicillof-, tiene mucho que ver con esto. Es una pulseta contra el país, y el intento es clarísimo, solidificar las bases del futuro ascenso del Delfín, Máximo Kirchner, al poder, apenas termine el período de su madre, para ya consolidar la dinastía.

Hay un enemigo peor que la derecha en nuestros países, y es la ultraderecha, de veleidades cuasi monárquicas y omnipotente, disfrazada con velos de cambio y retórica progresista. Que la vida nos guarde de iluminados, mesías, los que vienen con halo redentor y mandato directo de divinidades de abajo o de arriba, blancas o morenas. Si son revolucionarios que lo demuestren con el ejemplo; ya basta de mentir con esto de la revolución social que ni en la Rusia soviética los trabajadores tenían mejores derechos y beneficios que en los países capitalistas de occidente. Lo ha dicho Chomsky. En el bloque soviético los conformaban con lo “justo”, que era lo mínimo, mientras los jerarcas se bañaban en agua de rosas. Bienvenido el apocalipsis del embuste. Al fin.
18/04/12

Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 24/04/2012

Foto: Lenin embalsamado

Monday, April 23, 2012

Entrevista de Michel Zelada sobre Gabriel García Márquez


1.- Gabriel García Márquez cumple 80 años este marzo. ¿Cuál cree que es la influencia de la obra de este escritor colombiano a la literatura en general?

García Márquez, y particularmente sus “Cien años de soledad”, forman parte de un selecto grupo de obras literarias que excedieron sus parámetros artísticos. No olvidemos que se publica el 67: es la época de la guerrilla latinoamericana, de los derechos civiles en Norteamérica, de la guerra de Vietnam, los preludios de París 68, de Tlatelolco. “Cien años…” será recordada dentro de esos esquemas socio-históricos, como una propuesta nueva, revolucionaria, una visión de la vida ajena a la monstruosidad capitalista que se vivía, y a la monstruosidad socialista también. La novela ocupa un espacio al lado del movimiento hippie, de la primavera de Praga y de situaciones semejantes que auguraban perspectivas de cambio universal. Eran propuestas de esperanza.

2.- ¿Nota usted alguna influencia de la obra de García Márquez sobre la literatura boliviana?

A pesar de que el realismo mágico existe siempre en la literatura de América –su presencia ya es palpable en los cronistas de Indias- García Márquez le da una estatura concreta e influencia no sólo a la literatura colombiana, sino a la boliviana y a la del resto de América. “La vorágine” de José E. Rivera prefigura a García Márquez y éste prefigura a una miríada de autores subsiguientes.

3.- Y sobre su trabajo literario, influyó en algún momento García Márquez en alguna novela o cuento suyo en particular?

En el ámbito común a todos nosotros, latinoamericanos, sí. Quizá en el ambiente, aunque el realismo mágico de cada país es particular y difiere en sus matices. Es, creo, mayor o más pintoresco en las regiones cálidas y más atenuado en las frías.

4.- Cual es la opinión particular que tiene sobre la obra y la personalidad de García Márquez?

Son maravillosas en mi opinión sus “Cien años de soledad” y “El otoño del patriarca”. Esta última es un ejercicio narrativo mayor, un trabajo de orfebre literario pocas veces visto. De algún modo me recuerda al “Tirano Banderas” de Valle-Inclán pero más rico. Sobre su personalidad no tengo una decisión fija. Hay mucha controversia y prefiero no ahondar en ella. Me quedo con el mágico autor.

5.- “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella remota tarde en que su padre lo llevó a conocer el hielo”, salvo alguna palabra de más u otra faltante, a muchos lectores se nos han quedado pegadas en la memoria esa frase inicial y muchos detalles de la obra en cuestión. La celebración de los 80 años del escritor colombiano coincide también con los 40 años de la publicación de su novela “Cien años de soledad”. ¿Ha leído
usted la obra? ¿Qué impresión le ha causado la primera lectura de esta novela?

Leí “Cien años de soledad” después de cumplir los veinte años, y no me arrepiento. Creo que hacerlo antes hubiese sido improductivo. A los veinte ya existía una supuesta formación literaria que me permitió apreciar mejor el libro. Comparto con Jorge Luis Borges en que la primera parte es notable, mientras que en la segunda el embrollo se hace a veces confusión sin perder su riqueza estilística. García Márquez está marcado por el sino de Cervantes, comenzando con que tanto el inicio de “Don Quijote” como el de “Cien años de soledad” son hitos memorables. Tal vez se deba a que ambas primeras partes, en Cervantes y en García Márquez, son de tal maestría que difícilmente se podría continuar en nivel semejante o parangonar al menos su calidad. Es cuestión de gusto. A Ligia, mi esposa, le gusta el total de la obra. Asumo que su herencia semi-tropical, el entorno de su infancia, la acercan más al colombiano que mi acercamiento andino.

Yo me uno al autor en sus Memorias, por ejemplo, en su juventud en el páramo bogotano, que me recuerda el páramo mío. Hay partes del recuento de su vida estudiantil que alcanzan la oscuridad de Rulfo, la esencia de una indianidad sombría que comparto.

Ahora que me acerco a los cincuenta hay una decena de libros que necesito releer. Con la explosión literaria que no cesa es difícil hallar espacio para relecturas, pero leí 3 veces “Los Miserables”, 5 “La Ilíada” y 2 “Don Quijote”. Es ya tiempo para aquella centenaria magia de la Guajira colombiana.

Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), marzo, 2007

Imagen: Caricatura de Gabriel García Márquez por Zenitram

Thursday, April 19, 2012

Invierno/MINIATURAS


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

No es esta nieve de espanto, de aliento sobrecogedor, de silencio y de muerte aquella de De Quincey. El escritor inglés miraba desde su sillón de opiómano la placidez de la nieve tenue. Otra es la voraz tempestad que hoy avasalla Colorado.

Comienza al amanecer, a las tres como un reloj de sentencia. Y empieza en rugido de viento levantando las tejas y hundiendo los árboles. Todos duermen a esa hora, menos los basureros y los repartidores de periódicos. No hay ladrones porque en esta nieve se hundirían bajo el peso de sus joyas falsas. Se atisban soldados desde las ventanas, corren agitados y ordenan en voz alta. Ayudan, socorren, pero desde arriba, desde donde los miro, parecen reminiscencias de un golpe de estado en la Bolivia de mi juventud.

Luego, salidos al frío, las ramas tienen rictus de aquelarre; el polvo blanco se arrastra como témpano de espectros a infinita velocidad. Envuelve lo estático y hasta una aterrada ardilla que perdió su nido y se enceguece en el reflejo.

Dicen los poetas que lindo es el invierno, que a orillas de un cognac o de un vino tibio se crean las fábulas preciosas del arte. Que mientras ruge la tempestad afuera se seduce a las mujeres urgidas de calor. En apariencia la estruendosa nieve de esta noche sería canto de vates ebrios y protegidos; de hermosas hembras alocadas sobre las alfombras.

Otro es el invierno de los trabajadores. Las manos y los pies se mojan, se congelan, arden y se rompen. Los dedos semejan cristales decorados de oscuras arrugas. En las noches del invierno un gentío de hormigas humanas, sólo sombras sin rostro, prepara el día. A la primera luz desaparecen. Sólo quedan huellas marcadas sobre la nieve, algún guante perforado, un par de colillas de cigarro.

La noche invernal es vocerío de ausencia. Desde la ventana -el tiempo corre hacia atrás- mi Ligia agita las manos en despedida. Y la cortina se cierra y dos mundos se separan: el adentro y el afuera, el antes y el después; la nieve y el calor.
20/12/06

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Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), diciembre, 2006

Imagen: A.R. Penck/Stadt im Winter, 2007

Wednesday, April 18, 2012

Acerca de "Escala Real"


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

En el póker, la escalera real de diamantes es lo más alto. Pero se pueden hacer muchas escalas reales y, contrariamente a lo creído, es la menor, la que comienza con el as, la que vence a las otras. Mientras más chica esta figura, mayor su valor.

Entonces el poeta Juan Araos ha jugado bien. No ha optado por las cartas superiores, que se traducirían en verbo excesivo y retórica. Lleva, elegantemente y con guantes, los números más pequeños, los de la palabra mínima y límpida, que le hacen ganar el juego de azar. Quizá sea su única mano, tal vez no triunfe en otra, pero la maestría ejercida por un instante perdura.

1996 es un número artificial, porque de alguna manera tenemos que notificar a la vida las pautas de nuestro vivir. Artificial, digo, porque "Escala Real" es un poemario que ha venido levantándose por más de diez años. Vimos algunos originales, bajo la vigilante mirada de un retrato de Kafka prendido en la pared hace ya mucho. Una bella francesa, Elisabeth, se llevó más de un par de ellos consigo, que recupero ahora, luego de tanto tiempo, para ya nunca olvidarla. Otros se desperdigaron en la agitada Cochabamba de entonces, y aparecen hoy gracias a la memoria del autor, que los ha ido recitando a sí mismo desde siempre. Manía de ciegos. Estos seres de mirar blanco apasionan a Juan Araos: Borges, Milton y Homero, retrocediendo hacia el pasado. Y de tanto leerlos, de amarlos, se ha contagiado el supremo arte del recuerdo.

Hay poemas que desconozco. Vienen, seguro, de la fértil distancia que hubo entre nosotros. El o yo, a quienes nos apasiona Grecia, hemos viajado, como en el tiempo de los antiguos aqueos, a cultivar el Quersoneso. Era la única forma de continuar la guerra, asediar a Troya y rescatar a Helena, a quien, desesperadamente, llevaríamos al lecho luego de tan grande abstinencia. Y no otra cosa es escribir poemas sino una afición guerrera, por lo menos en Juan Araos, tan lleno de ellas, de muerte y de mujer.

Aproximarme a un libro suyo como crítico es imposible. Hablo de él y con él como un amigo, un hermano que mira las mismas cosas. Decir que me gusta su verbo es repetirme. Lo sabe tan bien como que ninguno de los dos puede olvidar la noche del Mirador, en singular porque muchas noches conforman una única e indivisible. Amanecíamos allí con poesía, con música de Jim Morrison o de John Lennon, y nos comentábamos, entre Raúl, Julio y muchos más, los silencios del amor. A ello se reducía nuestra vida, a la configuración y consolación de los fracasos, pero en medio de un ambiente tan rico y meticuloso que hasta el dolor era pretexto literario. En ese espacio, la casa de Juan, arriba, tan cerca de los eucaliptos, se iba creando su Escala Real. De todas las cartas de la mesa algunas salieron a luz y la gran mayoría se perdió.

Cada palabra es un universo. La totalidad sugiere espacios. "Luna" puede significar para mí "cama" o "pecho". Algo diferente para otro. Entonces si una palabra es un entero de por sí por qué la necesidad, al hacer poesía, de entrelazar enteros más enteros, hasta hacerlos innúmeros e insumables. Minimizar estas relaciones, con amor y con criterio, no puede dar otro resultado que la excelencia, sin tomar en cuenta consideraciones más terrenas como la facilidad de lectura, la posibilidad de memorizar los textos, la utilidad de citarlos correctamente, y el pragmatismo de cargar con todo un libro de poemas cortos en el bolsillo para pasárselos a ella, de a uno o en conjunto, cuando fuere necesario.

Así, el hermoso arte poético de este autor nos alcanza y nos llena. Con él nos detenemos y alargamos la mano hacia las ojeras de la amada para saber si llueve. Eso porque siempre hay agua en la poesía de Juan Araos, en forma de mar, de oasis, de lluvia, de mujer...

¿Es "Escala Real" un libro de poemas de amor? Parecería. Sin embargo, creo en la obra más como un juego de equilibrio entre luz y sombra que como un espacio dedicado a cantar o llorar un amor sin rostro, una amada que siendo aparentemente única es todas. No se le puede pedir al poeta que delimite las regiones de una o de otra porque todas ellas conviven en la promiscuidad sutil y fantasiosa de su arte. Pero, para ceder y conceder ante los formalismos, habrá que aceptar que los poemas de Juan sí son de amor, y que cada uno de ellos pertenece a una imagen y a un tiempo.

"Escala Real" comienza con un "Génesis" y una cita de Shakespeare. William Shakespeare pregunta: "¿Qué te dijo mi amor?"; y el poeta le contesta: "Oye/le dije/dame a luz/en tu vientre..."

En "Itinerarios y Epitafios" el escritor se dispersa y desaparece en la magia de sus propias palabras. El sortilegio del verbo, creado para seducir a los demás, se ha apoderado de él mismo. Entonces "No despertaré más/no abriré los ojos hasta después/de verte de nuevo".

"Bodas" es la consumación de su amor, el abrirse la mañana con un "buenos días" y ver como en ella crecen los tallos que tocan a Dios.

Son cuatro partes y las cartas del póker tienen que ser cinco. Será que el autor, habiendo demostrado ya qué bien juega, se ha guardado la última debajo de la manga, para, en el preciso momento, depositarla en la mesa y ganar.

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Publicado en Los Tiempos/Cultura, 19/12/1996

Imagen: Amedeo Modigliani/Retrato de mujer con corbata negra

Tuesday, April 17, 2012

Recuerdos de la Cumbre/MIRANDO DE ABAJO


Estas reuniones cada vez semejan un tiradero de plata, y quizá lo son. Se duda porque no sabemos lo que se teje en la sombra, fuera de la tonta parafernalia de incluir niños felices, con arrobadores colibríes de papel en las manos y dando saltitos hasta donde se encuentran los jefes para soltar su inocente opinión. Sé que intentan insuflar esperanza en el futuro, cuando éste ya se perdió. No seamos optimistas.

Como siempre, y para orgullo boliviano -no importa cómo, pero que se hable de Bolivia-, el pluripresidente se salió con su capricho, el de meter por fuerza al gobierno anfitrión para jugar un partido de fútbol. Y es que el oficioso infante realmente disfruta de patear -mal- un balón y regodearse con la expectativa que causa su presencia: reporteros en busca de la noticia trascendente o de la siempre jugosa anécdota que trae consigo el mandatario. Nunca, aparte de un célebre y ruin rodillazo, había visto al Amo en este colectivo de veintidós corriendo detrás de una bola. Presté atención, cuando con sorna la televisión colombiana anunció el resultado del “clásico” Bolivia-Colombia: empate. Evo Morales pateó un penal con la habilidad con que yo toco la trompeta, es decir ninguna. Ese puntazo no tuvo ni fuerza ni intención; fue como tirarle a la piñata, a ciegas y al azar. Basta de fútbol, porque yo sí que no caigo en las jugarretas del susodicho.

Igual que Obama, perdí interés en la palabrería huera de los mandamases y me eché un sueñito. Parece que ello molestó a algunos, pero, opino, que es la actitud más racional ante el absurdo. Un día antes me pasó lo mismo, mirando de casualidad la tevé venezolana que mostraba otro de los millones de festejos que hace Hugo Chávez de su grandeza imperecedera. Insultaba al candidato opositor y sentenció un KO en las elecciones de octubre. Puede ser, pero que no crea que sus sollozos han sacado del cuadrilátero a la muerte. Olvida que la Pelona no es cristiana y que su guadaña corta sin distinción. En ese pugilato ya hay un perdedor, y el knock out que ella le ha de propinar está decidido. Me pregunto si alistará tanques para esperarla, metralla y crucifijos. Esto me huele a algún poeta componiendo el más triste bolero, el del guerrero que ante la muerte se arredró, reculó, y se descompuso en orines.

Qué galería de notables en el estrado. Que ciertos entre ellos merecen respeto no voy a negarlo. Fuera de las cosas malintencionadas que se dijeron acerca de Mujica, presidente de Uruguay, el hombre es mesurado y, al menos en apariencia, va construyendo un sólido país. Los hay bufones, y también inútiles representantes de islitas caribeñas que quizá tengan voto pero no tienen voz. Al menos, hablando de verbo, y en este caso del dramatismo novelero, nos libramos de que Correa estuviese presente, gritando, arrancándose la camisa, en arrebatos femeninos (perdón a las mujeres) y vocecilla de cantor de coro; que Dios nos libre.

Las Malvinas son argentinas, sí señor, pero felizmente no pertenecen a Cristinita Primera, emperatriz. Mejor que las mantengan por ahora los kelpers, o hasta Inglaterra, que permitir a esta señora extender sus ávidas garras sobre un territorio que sería objeto de distribución personal de bienes. No olvidemos que está decidida a fundar dinastía, cosa común entre revolucionarios cuyo único sueño es emular a los reyes, y va preparando primero a su hijo, el camporita rico y “rebelde”, y luego a su cría cineasta para gobernar. Que las Malvinas vuelvan a ser argentinas, seguro, pero primero que se vayan las ilustres señorías.

Una cumbre para recordar. Al patichueco presidente, al dormido y desilusionado norteamericano, el permanente rictus amargo de la Kirchner, la usual verborrea. Colombia, discursea Santos, lucha contra las drogas comenzando con el cultivo. Se olvidó de decir que otros países lo fomentan.
16/04/12

Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 17/04/2012

Imagen: Logo de la Cumbre de las Américas

Friday, April 13, 2012

Siempre fue así/MONÓCULO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Releo mis artículos de hace seis años, y no difieren mucho de los actuales. Deduzco de ello que ya entonces el gobierno era lo que es ahora. Sus proyectos y ambiciones los mismos; el espíritu también.

Gran parodia hábilmente inclinada al totalitarismo, con matices que la hacían parecer progresista y etcéteras. Pero no se necesitaba gran análisis para darse cuenta de la falacia del entarimado “revolucionario y popular”. Otra vez Bolivia en el camino de siempre, el del saqueo, allende las formas y colores de los caciques de turno.

Concedo que hubo gente que lo creyó. Pero, en el caso de la minoría “pensante”, lo dudo, a no ser que su pensamiento estuviese inhabilitado para comprender las sutilezas del poder. Acuso entonces a que quien participó lo hizo adrede, no bajo el encantamiento de un sueño igualitario que tenemos muchos, sino el del paternalismo atávico, la soberbia, la falta de autocrítica y… la ambición.

Arcón de tesoros el pobre país, donde todavía se puede soliviantar a la masa, hacerle creer, insuflarle esperanzas que no se han de cumplir, engañarla diciéndole que está donde no; eso, mientras los “inteligentes” se aprovechan, sea el MAS hoy, el MNR ayer o cualquier otro. Todos quieren ser salvadores, cuando en realidad su intención es ser amos. Hay una población indígena que se presta para ello, no voluntariamente sino porque sus circunstancias nunca fueron buenas ni hoy son las mejores. No descubro nada: simple repetición histórica de la realidad humana, una tradición boliviana.

Día a día, lo que significa que el castillo de naipes se desmorona, los otrora epígonos del masismo se deslindan públicamente de sus pecados para ellos veniales. De pocos he oído que lo hiciesen desde la derecha; la mayoría lo hace desde el otro lado, tildando con motes de traidores a quienes hasta hace poco eran sus congéneres. Leo uno en particular, muy sociológico, muy medido y científico, en contra del gobierno. Felizmente en mi afición archivista guardo todo lo que me concierne y dispongo aún de perfecta memoria. Este educado adláter, que no ha más de dos años atrás calificaba a Evo Morales de “gran estadista” en un escrito, lo vilipendia hoy.

Cualquiera puede cambiar de opinión, pero dudo que aquellos que participaron de gobiernos corruptos reciban la visita del Espíritu Santo para lograrlo. Un saludable consejo pediría desconfiar. Mucho se habla del pueblo, es golosina en boca de pirañas cuyo único fin es ser gobierno, con las menos santas intenciones.

¿Qué hacer? Largo proceso se avecina, el de tratar de llenar con gente de recambio la tremenda acefalía de líderes. Quien haya sido poder debiera descartarse, pero ahí caemos en el riesgo de no tener material idóneo para seguir. Parece callejón sin salida, y así será si continuamos con lo mismo. Pero no se puede, no más, seguir jugando a la angurria, si queremos sobrevivir. Comprendo al fin la aversión de Bakunin hacia el gobierno de los hombres “inteligentes y virtuosos”; muchos de ellos alistan las garras arpías esperando el momento de la debacle del estado actual. Por eso se deben reivindicar eventos como la IX marcha. Tal vez de situaciones como esa podremos sacar soluciones, ojalá respuestas.

Que la angustia y el cansancio de contemplar el panorama no nos cieguen. Los arribistas aguardan colgados de los árboles. Siempre se alimentan de carroña. Escriben lindo, son perspicaces. Pero no fueron valientes para oponerse a un aparatoso engaño. Y el gobierno lo debiera saber: los peores enemigos no son los que van de frente, mas los que vienen por detrás y desde adentro.

Que el responso del mesías sea el de todos los profetas, los suyos, los escindidos, los de antes, de la derecha y la izquierda. Vamos a por algo nuevo, por el futuro.
12/04/12

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Publicado en Puntos de vista (Los Tiempos/Cochabamba), 13/04/2012
Publicado en El Potosí (Potosí), 25/04/2012

Imagen extraída del Grupo La Comuna de Abdiel Arcadio, en Facebook

Thursday, April 12, 2012

Entrevista de Rodrigo Urquiola Flores sobre Diario secreto


Diario secreto, de Claudio Ferrufino-Coqueugniot



1. Después de tus dos anteriores experiencias novelísticas con El señor don Rómulo y El exilio voluntario, ambas novelas con repercusión en el ámbito internacional, ¿cómo ves Diario secreto?, ¿qué significa Diario secreto en el plano de tu carrera literaria?

Puedo verla desde dos ángulos: desde aquel que implica una nueva aproximación a la novela. Mis dos anteriores habían sido obras temporalmente largas. Diario secreto, por el contrario, me propuso un trabajo organizado, con metas y límites bien definidos, casi sin alteración de la estructura previamente propuesta. Por otro, aunque mantiene rasgos estilísticos innegables que acercan a las tres, y una suerte de personajes-individuos de fuerte y neta presencia, esta última deriva hacia una digamos penetración psicológica del personaje, sin juzgarlo ni criticarlo; tal vez una suerte de inmiscuirse en su vida y verla como él la ve, fuera de un contexto histórico-social como podría encontrarse en las otras dos. Y, dado el tema, llegar a pensar de cuánto de esta “ambivalencia” entre Bien y Mal habita en nosotros.



2. Cuando uno acaba de leer Diario secreto queda, si no perturbado, por lo menos confundido. Diario secreto es, sobre todo, una novela de imágenes más que de acciones dirigidas por un hilo conductor, una novela que desborda palabras que podrían conducir a ninguna parte. ¿Por qué poner a un psicópata como responsable de la narración de una novela?

Este ir a ninguna parte que propones es quizá una percepción de lo que es para mí un asesino serial. Individuos que se manejan con sensaciones y con imágenes, cuyo discurso o no existe o no está claramente construido. Las páginas del Diario hacen el intento de plasmar aquello en papel, no con ánimo científico de estudiar la estructura o desestructura de mente semejante, sino de retratar, mientras navegas entre sensaciones, ruidos, olores, flashes, que también son perturbadores para el que escribe. Fácil sería narrar la vida de alguien así, dentro de una fórmula de novela convencional, e incluso no. La idea no es esa, más bien la de ver con los ojos del tipo, escuchar con sus oídos y sentir con sus manos.

3. La violencia es el motor, el ojo a través del cual se observa lo que sucede alrededor. Parece que el protagonista no conociera otro lenguaje que este para expresar su visión de la vida. Pero, al mismo tiempo, es un demente culto, amante del arte y conocedor de mundo. Hay dos maneras de encarar el lenguaje que llevan un mismo objetivo, un lenguaje dual que devela a un personaje puede ser al mismo tiempo muchos otros personajes. ¿En qué pensabas mientras escribías la novela?

En la novela un personaje es en rara ocasión uno solo. A no ser que hablemos de una novela de tipo histórico, de una autobiográfica, por poner ejemplos; por lo general los personajes se crean de una amalgama de sujetos, ideas, pensamientos, actos. Cuando Victor Hugo inventa a Javert, el detective sombra del prófugo Jean Valjean, está esbozando la vida del comisario Vidoq, pero, a la vez, de todo el gremio detectivesco en un tiempo de cambio en el mundo europeo. Difícilmente podríamos decir que Javert es Vidoq, pero sí que tiene algo, mucho, de Vidoq, y quién sabe del novelista, del vecino, del tendero, del chofer de un carromato que pasa cada día a dejarle leche al señor Hugo. La contradicción entre un hombre que ejerce la violencia como modus vivendi y ama el arte no es extraña. Ese desdoblarse en muchos individuos es característica del ser humano, en mayor o menor grado, escondido o explícito.


4. Hay un ritmo monótono en la voz del narrador, por eso, al principio, resulta, si no extraño, por lo menos avezado, la intromisión de la voz de la madre, por ejemplo. Sin embargo, aunque sabemos que es la madre quien nos está hablando, en el fondo sabemos que continúa la voz del narrador principal. Esto podría dar lugar a múltiples y variadas interpretaciones. Me inclino por la suplantación de la identidad pensante: el narrador y sus pensamientos son lo único que existe dentro de los límites de este mundo ficcional.¿Cuál era tu intención al hacer esto?

Ese es el desafío de la lectura, y su libertad también, la de exceder al autor y penetrar un mundo de posibilidades que tal vez aquel ni supuso. Leí en algún lado a un novelista famoso quedar atónito ante las cosas que se decían de su novela premiada, y confesar con humildad que nada de lo que escuchaba había en algún momento pasado por su mente. Somos un archivo viviente y guardamos, cada uno, la memoria de la humanidad. Por eso en Kipling, en uno de sus soberbios relatos, vemos que un inglés del siglo XIX se transforma en instantes, como respuesta a x “provocaciones” reaccionar de una manera que lo retrae a los ancestros cavernarios. En él vive todavía el Neandertal ávido de carne cruda y de reacciones primarias, desmedidas.
Que todo existe en el narrador y su pensamiento es posibilidad que nunca se puede desechar. A veces existe intencionalidad, si nos manejamos en un campo de razón, a ratos no, si echamos mano de aquellos instintos de defensa y ataque que son por lo general violentos.


5. El personaje principal de Diario secreto, ese narrador lleno de rencor y rabia, es, obviamente un antihéroe, un marginado por sí mismo (o tal vez no) de una sociedad que jamás lo aceptará y a la que nunca pertenecerá. En su voz discordante, “horrísona”, sin embargo, como balbuceos de un herido, se distingue la confrontación de diversos ideales humanos. Política, religión, raza. ¿Qué es el racismo para ti?, ¿qué formas del racismo –si es que se puede usar este término– has visto en tu vida?

Comenzaré por el final. Siempre he vivido en un país racista, Bolivia, a pesar de que aquello se ha querido esconder –malamente- y negarse en la cháchara de las abuelitas y señoras de que siempre “las he tratado bien”, hablando de la servidumbre. He visto otras formas de racismo, el cultural, que sentí en Francia, donde a universitarios franceses les parecía imposible, inconcebible, que un joven boliviano como era yo pudiese discutirles sobre literatura francesa. Es común. Hasta el más ignorante reaccionará así cuando siente que el extraño sabe más sobre sí que él mismo. Más agudo entre personas que pertenecen a países que han sido dominadores, colonialistas. Ahí algo que detesto, y que percibí entre los voluntarios oenegenistas europeos en Bolivia, con retórica descarada de revolución y cambio e insoportable paternalismo atávico.
En Diario secreto resurge aquello del abuso y racismo en contra de los grupos indígenas de un país que podría ser Bolivia. El escaso o nulo valor que un “indio” puede tener. El antihéroe sin nombre de la novela, a ratos, tiene actitudes que podríamos calificar de quijotescas. Entonces un desarraigado, un inconforme, puede mostrar su indignación de la manera en que lo hace él. Allí ya no hablaríamos de enfermedad, como en el caso Sade. ¿Es pregunta que tal vez se propone?

6. Pienso en la niñez cruel del protagonista, en sus experimentos con el dolor físico, con la sangre y el sexo. Sin embargo, la voz que nos permite saber de esto es la del demente adulto. En determinado momento –tal vez por culpa de las imágenes que se desbordan como en una inundación– parece que el adulto que narra es un adulto que no terminó de crecer, que en el fondo continúa siendo un niño, un niño cruel. ¿Qué lugar ocupan el bien y el mal en Diario secreto?

El Bien y el Mal son vistos de distintas maneras en distintas sociedades. No podemos dar una definición que sea válida para todos. Los patriarcas hebreos fueron en eso inteligentes y conjugaron una tabla de diez cosas que podrían ser universales. Fuera de esas dos, diez, veinte, la cosa se difumina y caemos en las características propias de cada sociedad. En la occidental, a la que pertenecemos a pesar de las manifestaciones tardías de ideas ancestrales ya muy viciadas por la historia, los actos de mi personaje no concuerdan con la norma, y eso lo descalifica como normal y bueno. De pronto salimos con la premisa de que los niños son buenos por naturaleza y tenemos a éste que liquida bichos vivientes, asunto común a decir verdad entre pequeños, y que, viéndolo bien, ya adulto, parece como bien dices no haber crecido y continúa habitando un mundo infantil y cruel. Entonces ¿si sigue siendo niño permanece bueno, o cuáles son las parámetros con que medimos las cosas?


7. Olinda es un personaje importante. El narrador carente de nombre se identifica permanentemente con ella, es como una puerta abierta entre el mundo suyo y –¿cómo decirlo?– el nuestro, el de las personas comunes y corrientes. Imagina que estás en un café. ¿De qué hablaría Claudio Ferrufino con Olinda?

Le preguntaría seguramente qué es lo que la hace querer a este hombre, de quien bien sabemos aparenta ser paranoico, esquizofrénico, orate, vicioso, malentretenido, delincuencial, abusivo, racista… y tal vez soñador.

Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Aurora, 23 de marzo, 2012

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Publicado en Tendencias (La Razón/La Paz), 08/04/2012

Imagen: Johan Moreelse/An old alchemist at the table in his laboratory fanning the fire in the furnace with bellows

Wednesday, April 11, 2012

Resultados de una política desastrosa/MIRANDO DE ARRIBA


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Corea del Norte detona bomba atómica, anuncian las alarmadas noticias en los Estados Unidos.

El estrafalario líder coreano desdeñó las amenazas de la administración Bush y afirma haber tenido una prueba exitosa. Más importante sería la demanda china en contra de una Corea nuclear; ahí existe peligro real, no sólo por la vecindad de territorio sino porque China, una nación emergente en todo campo, no tiene impedimento de lanzar una invasión o de castigar de alguna manera al pequeño dictador de anteojos. Lo opuesto a Norteamérica que con su trágica campaña iraquí ha perdido todo crédito y es económicamente incapaz de abrir un nuevo frente de guerra. Esa misma razón permite a Irán burlarse abiertamente de la retórica brutal y militarista del superpoder. Bien sabe Teherán que si los Estados Unidos ejercitan una aventura bélica contra su territorio, el castillo de naipes, con su cúmulo de ficciones armadas y monetarias, caerá al menor soplido.

Si China castiga a Corea del Norte no será por presión norteamericana. Tampoco porque el pequeño país signifique un riesgo contra el gigante. China desea una hegemonía total y aunque Corea pueda servir de punta de lanza suya contra Japón, no necesita que exceda sus limitaciones. Pero el coreano es un pueblo testarudo y sagaz, siempre lo ha sido, de ahí su permanencia en una región de grandes poderes, e impulsa su desafío para quizá con él lograr ventajas que desesperadamente anhela.

Bush es como un triste y millonario payaso que lo único que tiene es el poder de amenazar y, hasta cierto punto, de abusar. Parece que los cálculos de su conversación privada con Dios no están dando los resultados previstos. Quizá no es él el elegido ni todavía ha hecho acto de presencia el Anticristo. Su rara religiosidad, tiznada de ambición, no concuerda con la realidad. Y la eminencia gris, Cheney, permanece silenciosa ante los albures del desastre... eso cuando no se esconde.

El congreso norteamericano aprueba un monto de veinte millones de dólares para la celebración de la victoria en Irak ¿Qué victoria? Ni siquiera una contra el infortunio. Irak resulta como un caballo de Troya para el régimen; es posible que también para el país. Lo peculiar es que no lo dejaron los enemigos para seducir la egolatría de los supuestos vencedores, sino que fueron ellos mismos los constructores y dentro de sus otrora infranqueables puertas.

En una década, si sobrevive a la debacle nacional, Georgie contemplará un país en ruinas -no Bagdad mas Washington-. Ni los demócratas, enfermos como su contraparte republicana de insensato "patriotismo", lograrán levantar un fénix de tales cenizas.
09/10/06

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Publicado en Opinión (Cochabamba), octubre, 2006

Imagen: Estatua de Kim Il-Sung, antiguo dirigente de Corea del Norte, en Pyongyang. (Foto: AFP)

Tuesday, April 10, 2012

El cristero/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

La dificultad de lidiar con la muerte tiene sus facetas, sin duda, y por mucho que se hable no sabemos cómo ha de ser la reacción propia ante el suceso. Pero cuando alguien ocupa una posición de prestigio, y se ha dorado y decorado con imágenes que hacen de él casi un mito, creo que existe una ética del buen morir, que no tiene nada que ver con la perorata idiótica del buen vivir que se inventaron los plurinacionales.

Hugo Chávez siempre fue un bufón, no un gran bufón porque para ello se necesita talento, sino payaso de circo pobre. Ya desde el inicio, que incluyó un viaje en aeroplano con García Márquez y cuya charla transcrita ocupó varias páginas, el coronel golpista quiso ponerse un halo que primero fue de intelectual, luego de santo, y al fin y cada día de gran macho, cosa, esta última, muy asociada al gremio militar y falaz en general, al menos con los valientes que se ufanan en putas y corren o se emboscan en batalla.

¿Era viernes o sábado? No interesa. De pronto aparece la apoteosis de la Revolución, Hugo Chávez Frías, vestido como suele con indumentaria deportiva. Es que él es popular, hombre del pueblo que viste sencillo, amante del deporte y la acción. Al menos no futbolinero, creo yo, como el otro del Ande cocal. Aparece con un rosario colgado del cuello y me froto los ojos para ver si no me equivoco de juglar, pero no, es él, el marxista-leninista que desde hace un año se ha convertido en vendedor ambulante de detentes y estampitas con vírgenes y mártires hambrientos. Hasta dónde, me pregunto, puede llegar la abyección, hasta dónde el miedo de alguien que se preciaba de huevos de acero.

¿Qué pasó con el verbo del Che, las elucubraciones de la patria socialista? Sabíamos que era mentira, que la cháchara de liberar a los pobres trabaja bien para convertirse en oligarcas. ¿Que 3 millones de venezolanos salieron de la pobreza? Pamplinas, son tres millones a los que se entrega limosnas. Así se va creando una inmunda masa que solo espera que le arrojen las migajas. No señor, lo que la gente necesita es trabajo, fuentes de trabajo, estructuras de trabajo, fundamentos, bases, industrias, no que un milico de tres por cuatro les indique qué hacer, comer y decir, mientras compra a sus hijas diamantes de cien mil dólares. Estamos patas arriba.

Sigo con el espectáculo. Surreal, pero allí estaba el presidente bolivariano, con lágrimas como cascadas, pidiendo al aire, porque no se veía al Redentor, que le permitiese vivir más, que no lo llevase todavía, porque tenía mucho por hacer. Por un momento pensé que se trataba de una telenovela, que entre las versatilidades del caudillo habíase incluido la del arte dramático. Me equivoqué. No sentí pena sino asco. Poco me importa si muere o si sufre, que esa costumbre tenemos todos, pero, por Dios, un poco de respeto a sí mismo, a esa masa infame que pendula entre la beneficencia y el desamparo, a la que le hizo creer primero en la inmortalidad y luego en la bonanza, reducida ésta –para ellos-, por supuesto, a sus dones de pobre gente, que la gloria, la riqueza y el poder van para los iluminados, los padres del pueblo que velan por sus hijitos retardados.

Me dijeron que Chávez hizo lo posible por entrevistarse con el Papa en Cuba. Que envió emisarios pidiendo audiencia. ¿Para qué?, para babear las manos del pontífice a ver si conseguía prórroga.

Sus asesores y correligionarios se han mostrado como son: pandilla de interesados. No intentan protegerlo del escarnio. Si bien el dramón y el llanto pueden surtir efecto en algún sector de la ciudadanía, este show debilita lo que más fuerte quiso mostrar: imagen.

Las voces susurran que pobre, es solo un hombre. No. Alguien que se diseñó a sí mismo como un titán, en momentos como el de hoy, actuando así, dejó ya de ser hombre para convertirse en cobarde. Tírenle la toalla, triste boxeador fracasado, que las manillas del reloj golpetean, una a una, como las cuentas del rosario.
09/04/12

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 10/04/2012
Publicado en Semanario Uno (Santa Cruz de la Sierra), 2012

Imagen: Hugo Chávez en una caricatura de El País


Monday, April 9, 2012

Respuestas sobre el Premio Nobel de Literatura


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

- ¿Quién debería recibir el Nobel este año y por qué (su candidato favorito)?

Tenemos, supongo, que regirnos a los nombres que se manejan en torno a la Academia sueca. Y, entre ellos, me adhiero de manera incondicional a la obra de Ryszard Kapuscinski, cuyos textos no pierden rigor literario y sin embargo tienen la dinámica de un periodismo de alto nivel. Concuerdo con Eduardo Galeano al respecto, acerca del periodismo como práctica también literaria. Hay maestros del género, Noam Chomsky entre otros.
Pero si me dieran a elegir optaría por el gran albanés Ismaïl Kadaré, quien ya fuera, en tiempos del premio a Saramago, candidato al Nobel. No es desprejuiciada mi elección ya que fuera de la calidad de su prosa, la temática de la oscura Europa centro-oriental ocupa lugar de privilegio entre mis gustos.
Vargas Llosa y Carlos Fuentes quizá merecieron el premio antes. Cierto que por lo general se valora la obra entera, pero Fuentes ha caído en una mediocridad pasmosa, mientras que el peruano se ha profesionalizado en exceso. Milan Kundera y Orham Pamuk valdrían la pena al igual que Philip Roth, Doris Lessing o Joyce Carol Oates. Lo mismo va para Salman Rushdie. No leí a Amos Oz ni a Adonis y no puedo opinar. La elección de cualquiera de ellos tendría resonancias que soprepasan el ámbito literario y su peso político desmerece, en mi opinión la creación del artista.

- ¿Qué valor le da al galardón, será que refleja en verdad a los mejores escritores?

Volviendo a mi última oración: decir que el premio se ha politizado en los últimos tiempos no refleja una realidad. Tuvo carácter político desde siempre. Sin hablar del mérito de los autores, Iván Bunin lo recibó por las circunstancias histórico políticas del momento. Lo mismo su compatriota Sholojov... Pasternak. Y no hay mejor ejemplo que el de Winston Churchill, a quien, a pesar de una prosa concisa y poderosa, me cuesta admitir como escritor.
Considero inmensa la dificultad de elegir entre una marea de literatos de peso. De algún modo hay que reducir la muestra y los criterios de elección son válidos: diversidad, sobre todo.
Los grandes ausentes: Tolstoi, Proust, Babel, Gorki, Borges no necesitaron la venia de los académicos para hacerse infinitos.

- ¿Qué escritores que hayan recibido el premio antes, son sus favoritos y por qué?

Larga es la lista. Tal vez comenzar con Gide (1947) que se introdujo en mi universo literario con "Las cuevas del Vaticano", soberbia novela. Gide de "El inmoralista" y de "Los monederos falsos".
Henryk Sienkiewicz (1905) en la novela histórica, con una tríada de la Polonia del mil seicientos cuya calidad literaria dudo que pueda alcanzar niveles más altos. La fama de "Quo Vadis?" opacó ante el público mundial el lado más rico de este escritor.
Los rusos: Bunin, Sholojov, Pasternak, terminando con la voluminosa y exquisita obra de Solzhenitsin, uno de los mayores escritores del siglo XX, heredero de una gran tradición realista.
Faulkner y Thomas Mann. Heinrich Böll y Günther Grass. Las inolvidables novelas de Isaac Bashevis Singer, premiando en él a autores judío europeos ya idos como Bruno Schulz, el mismo Scholem Aleichem.
Octavio Paz en su obra crítica. Los poetas Saint-John Perse, Seferis y Elytis... Milosz.
No anotar a todos resulta injusto y prefiero terminar: Anatole France, Ivo Andric (El puente sobre el Drina), Hermann Hesse (Max Demian, El lobo estepario), Wladislaw Reymont (Los campesinos), Sigrid Undset (Kristin Lavransdatter)...
04/10/06

Saturday, April 7, 2012

Munich/MINIATURAS


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

No hay duda de que Spielberg es un maestro del suspenso. Pero, a medida que deja atrás el recuerdo de "Tiburón", se adentra en vericuetos controversiales de la historia: el relato del navío "Amistad" como punto de partida, seguido de "Schindler" y ahora "Munich".

"Munich", la historia de la masacre de los atletas israelitas durante los juegos olímpicos del 72, desarrolla en su ficción, basada en hechos concretos, una opinión política. Causa ésta seguramente del soslayo que sufrió el filme por la gran crítica. Spielberg camina en la cuerda floja en un país que se encarga, hoy, de violar todas las reglas de la confrontación armada, que reinventa el discurso de las dictaduras acerca de que el fin justifica los medios. Cómo, se pregunta el agente del Mosad (Avner), protagonista de la cinta tornado asesino, no es posible hacer que, en caso de que jerarcas palestinos hubiesen cometido crímenes, se los juzgue en tribunal legal como se hizo con Eichmann.

La"muerte selectiva" que practica Israel es igual de criminal que el asesinato de inocentes deportistas. Y si bien 1972 quedó lejos, la lección sólo sirvió para sofisticar los métodos de ejecución y, lo que es peor aún, permitir un espacio de duda que alcanza a poner en la mira a cada uno de nosotros.

El cineasta está correcto al afirmar que al final del camino no hay nada, menos paz. La intransigencia ha avasallado la especie y vamos en retroceso con pasos agigantados. Los terroristas de Munich parecen aprendices en relación a los actuales. Lo que hubo de ideal, incluso de nacionalismo, se ha convertido en fatalidad fanática. George Bush es la mejor expresión de esta frántica carrera destructiva. Con ambición desmedida, de oro y santidad, ha hecho estallar un polvorín. Cuando Pedro Domingo Murillo afirmaba que la tea que encendía no se apagaría, hablaba del futuro, de paz y felicidad. La hoguera bushiana describe con antelación el Apocalipsis, fuego donde él también arderá.

"Munich" es una alegoría del porvenir. Y su mensaje es claro: muerte.
28/09/06

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Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), septiembre, 2006

Imagen: Afiche del filme


Friday, April 6, 2012

Nostalgia del kaluyo/MIRANDO DE ARRIBA


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Recuerdo, sería 1974, tirados un grupo de amigos en la estación de Charamoco, camino de Buen Retiro, Capinota. El sol de mediodía había verticalizado las sombras. Las hojas de los eucaliptos eran más oscuras que de costumbre, casi azules.

Un campesino, abarcas y pantalón ajustado a las pantorrillas, aparece en un extremo del camino vecinal. En la chuspa colgada del lado izquierdo se presume coca, lejía tal vez, un liado de cigarros, de aquellos envueltos en papel periódico: tabaco local mezclado con nervaduras de lacayote. Y un charango.

Pareciérale que no existíamos, muchachos casi niños con ínfulas de aventura: nada llamativo. El sol arreciaba en la verticalidad de las cosas; ya ni los techos daban refugio de sombra. El hombre, ajeno a esta sentencia, atravesó los cien metros en que podíamos verlo, tocando el instrumento y cantando con voz suave una tristísima tonada en quechua, un kaluyo.

Mientras jugamos una mano de loba con mi padre y mis hijas, me dice Joaquín que el kaluyo es música de arrieros. No existe profesión más sola. Los muleros que son algo así como el telégrafo y el ferrocarril -o eran- entre las comunidades, sin acompañantes, con sus animales, y algo que les recuerde el calor del hogar, de la mujer, las mujeres, que en sus paradas ambientan por el cuerpo cierta sensación de estío.

Noto en mi padre tristeza al oír las notas. A pesar de una instrumentalización alegre: charangos, guitarra, acordeón, trompeta.. (hablando de música grabada) hay un dejo de pena en el kaluyo. Su lírica siempre habla de amor y olvido, de muerte y permanencia. Exégesis de lo efímero que no excluye sensualidad. Si Odiseo (Ulises) hubiese sido un marino terrestre de los valles de Bolivia, de acuerdo a su historia, habría sido cantor de kaluyos. Ni qué decir su esposa. No hay mística más ferviente que la del recuerdo, ni amada más bella que la que queda casi inalcanzable. La "palomita" del kaluyo... a quien se dedican todas las letras y cuya memoria aguanta los pasos sin fin del caminante.

Como en Charamoco, en Vallegrande; en San Lorenzo de Tarija y Cuevo; Saipina, Parotani, Caiza, Lloq'alla, hitos de una geografía similar y un parecido idilio. Hay de todo en el kaluyo, hasta esperanza que la desgracia se esfume con el secuestro de la querida. Pero, así ufanos de haberla conseguido, en el triunfo del deseo, el kaluyo da lugar a la posibilidad de que lo obtenido se pierda. Ya ha sucedido. Lo interesante está en su dinámica, que a pesar de ser llorosa despierta sentimientos pero no hastío.
18/09/06

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Publicado en Opinión (Cochabamba), septiembre, 2006

Imagen: Teófilo Vargas, compositor de kaluyos

Tuesday, April 3, 2012

Pensar Bolivia/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

A veces dejar de leer, escuchar, ver cosas del país allá lejos, podría ser satisfactorio. Permitir volar la imaginación por cosas ajenas a la tragedia boliviana. Pero es difícil, casi imposible, porque llegan cartas, imágenes, telefonazos que reaniman ese cuerpo que se intentaba archivar. Bazofia periodística que en un medio gubernamental clama porque los "otros" -nosotros- salgamos de Bolivia para retornar a nuestros lugares de origen (¿?). Y aquí un gran signo de admiración para desmitificar, de una vez y para siempre, el falso mesianismo revolucionario de los que gobiernan. Fascismo. Hablar de destierro, incluso “ayudados” desde el poder para hacerlo, y dejar el hogar en manos de quién: de aymaras que jamás ocuparon todo y que tampoco aportaron a la historia humana con nada sustancial en ningún campo y que sin embargo se atribuyen ilimitados derechos. De pronto los sojuzgados por el imperio quechua desearán apropiarse de los méritos de éstos, ya que en la enfermiza ambición de sus líderes han sido llamados para salvar al mundo. Y me pregunto, ya que afirman ser más antiguos que los chinos, los sumerios los hebreos, cómo es posible que en cinco mil años no inventaran ni siquiera una escritura. Calificarán de racista esta tentativa de aclarar las cosas para al menos suponer algo de verdad, sin serlo. No es racista atacar el embuste y la insensatez de creer que hay un pueblo "elegido"; sabemos a dónde llevan esas fabulaciones.

El individuo que exige en un inmundo amontonamiento de letras que nos vayamos tiene nombre alemán y dos apellidos españoles, y escribe, en computadora supongo, o así fuere con lápiz o bolígrafo, sobre papel, y vestido con zapatos y pantalón y calzoncillo, tomándose quizá un café con azúcar, o comiendo un pastel, cosas que, ninguna, son creación de los aymaras. Se pone triste porque Gualberto Cusi se retractó y hace alegatos de que se respete la “tradición” de ellos y otras patrañas. Le pido que se retire a las cavernas de su delirio, y no a su tierra porque nadie sabe con certitud a quién perteneció la tierra y cuántos pueblos pasaron por ella. Nadie puede reclamar como suyo algo que es colectivo. Que se encierre con el magistrado a comer coca, beber coca, leer en coca a pesar de que ni siquiera la coca les pertenece. Si alguien debiese reclamarla tendría que ser el pueblo quechua.

Aberraciones semejantes son las que resultan en desastre. Crear un discurso en base a caracterizaciones raciales, a formas de vida específicas de un grupo étnico, a una estética “apropiada” para sus costumbres, etcétera, representan los iniciales pasos de algún genocidio. No hablamos aquí de superar los errores del pasado, la esclavización y servidumbre a la que se sometió al indio por siglos, que no cambió un ápice con la república, y que no cambia tampoco con discursos que parecieran levantar desde el polvo a un pueblo apabullado desde siempre, desde sus curacas primigenios hasta los invasores incaicos y blancos.

Se tolera por miedo o por complicidad, una complicidad que ni siquiera es orgánica, ideológica, sino económica. Muchísimos de los seguidores del insulto que vivimos se despegarán de inmediato de las nalgas del Supremo, apenas lo vean tambalear. Esos que él considera puntales serán los primeros en agitar la venganza. Ni que no conociéramos a nuestro pueblo: altoperuano, mestizo, indio, blancoide, holgazán, siempre ajeno a su realidad e identidad, voluble, traidor y muchos otros calificativos que el autor del texto utiliza para denostar a los bolivianos que no son aymaras.

El tipo en cuestión, si tiene dignidad, aparte de respeto por sus ancestros, debiera desvestirse y caminar desnudo como sugiere lo hacían el Inca Garcilaso. Cambiar nombre, sumirse en el oscurantismo, tirar el ordenador y el anillo matrimonial, ya no votar, ser enemigo de gobierno, presidencia, democracia, del insufrible papeleo occidental. No lo hará porque es traidor a lo que pregona, porque a pesar de declararse por la lectura en coca aprovecha la tecnología occidental para narrarla.

A veces quisiera, y seguramente muchos también incluso adentro, olvidar que existe un despropósito llamado Bolivia, que fue siempre así, y que alcanzó su cénit con su mejor representante.
02/03/12

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 03/03/2012

Imagen: Escudo de Bolivia

Monday, April 2, 2012

El Reich aymara/MIRANDO DE ARRIBA


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Lo que no alcanzan a entender algunos -muchos- es que a nombre de una supuesta revolución social se está incubando en el país un tipo de dictadura muy peligroso, aquel que reclamando a las masas y a una elección democrática como aval, aspira a convertirse en el único interlocutor. Lo que es peor, incluye un discurso racista en un país que luego de casi doscientos años de práctica tal, necesita reformular la manera de lidiar consigo dentro de un complejo espectro multicultural. No otra cosa es tratar de inducir un trapo multicolor para reemplazar a otro tricolor como emblema nacional, soportando la opción con alguna que otra afirmación válida y gran sarta de patrañas. Quiere el gobierno dorar la píldora con artificios y engañar, otra vez y peor que antes, a un pueblo, indígena en su mayoría, necesitado de cambios reales y no de caciques parlanchines.


Lo extraño es que el nuevo curaca se ha rodeado de asesores que representan a la raza (clase) que dice combatir. Una generación de profesionales e intelectuales que alguna vez tuvieron pizca de idealismo ha visto llegada su hora de robar y jubilarse pudientes con un discurso que los presenta como apóstoles, y a su jefe como la reencarnación de alguna escondida divinidad andina que ha despertado al sonido de pututos ancestrales (aunque viendo bien, ancestrales no son si pensamos que las vacas, con cuernos incorporados, vinieron de España).


Leo a Paulovich y concuerdo en lo raro que resulta que en esta caza de brujas actual –de expresidentes- se haya disculpado al mayor criminal, el que se aloja en Chonchocoro. Será, como parece ser, que Evo Morales cuenta con el ejército para su tenebroso plan de dominio absoluto, y que entre sus condiciones para obtener ese apoyo ha jurado no tocar a los uniformados. Feble confianza –diría- en una institución no muy caracterizada por la lealtad.


Hay un juego democrático, nos guste o no, de entendimiento y concierto, y si este individuo ha decidido inaugurar un nuevo Collao unilateral, se topará con los obstáculos de la historia que si a veces se amodorran destruyen cuando despiertan. No hubo un imperio aymara de mil años ni lo habrá. La magnífica herencia indígena de Bolivia no puede ni debe ser confundida con la prédica ambiciosa de un reyezuelo de tipo africano; eso traerá sólo desastre. Y los intelectuales que hoy soportan dócilmente las instrucciones del amo serán los primeros en correr, como siempre lo han hecho.


De sueños de omnipotencia se llenan las lápidas. Lástima que éstas también rebalsan de dolor y sangre de menesterosos.

27/08/06

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Publicado en Opinión (Cochabamba), agosto, 2006

Imagen: Whipala