Tuesday, November 26, 2019

Una rata entre leones: Evo Morales en México/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

La alucinante historia boliviana, ahora trasladada tan lejos. El surrealismo, el realismo mágico, los caudillos de la sombra, el mal y el señor presidente: una historia de nunca acabar.

Me presto el título del comentario de un amigo. Quienes vivimos cerca de México, nos relacionamos, trabajamos, convivimos con mexicanos, sabemos las delicias y la inconmovible tragedia de aquel país. Sabemos de la tozudez del narco, de su crueldad, su infaltable, e infatigable, presencia. ¿Por qué elegiría a México un semidiós andino? Las razones deben ser muy fuertes. Mejor le hubiera ido en Cuba. Tendría adolescentes de más para llenar su inmenso lecho. Pero fue México, con un solícito alcahuete que funge de presidente, 14 guardaespaldas, visitas sin ningún provecho a museos y rebuznos a más no poder. Mucha parte del mundo está fascinada con el hombre primitivo; muchos lo creen el buen indígena, aunque el falaz nativo nada tiene que ver ni con Rousseau ni con Voltaire.

Una austriaca me sugiere que ojalá lo contrate la Unión Europea para enseñar lo que es ser un socialista de éxito. ¿En qué era vivimos? Justo ahora que la información es accesible, crece la ignorancia. En primer lugar, es tan rico que no necesita trabajo. Tan vanidoso y tan cabrón que está acostumbrado a que otros trabajen por él, le amarren los zapatos. Esta diva que no canta ni baila sabe menearse bien.

Juega al indicieto sufrido, pobre, abusado. Pero su tono es despótico, señala a periodistas con sus dedicos de hembra, no acepta preguntas, creyó lo que le hicieron creer, entre narcoamautas, narcoministros y narcofolkloristas. El hombre perfecto, el último Neandertal. Sería bueno exportarlo, a Austria, por ejemplo, y que haga partícipe a esa población de su divinidad, su inteligencia. ¿Pero dónde ubicamos el Chapare allí? ¿Barremos con Viena para plantar coca? ¿Accederán los austriacos a entregar sus niñas vírgenes al lobo feroz? ¿A la feroz rata que escapa, que se esconde, que se asusta, que se mea, que se caga en los pantalones? Fácil hablar. Fácil decidir por los eternos colonizados. Europa no ha perdido su paternalismo, ni tampoco España, donde los españolitos y nacionalistas vascos creen que pueden enseñar en un país y una historia que desconocen.

¿Rata entre leones? El tipo escapó, huyó sin que nadie lo persiguiera. Debió quedarse en el trópico, estar a la cabeza de las marchas asesinas. ¿O alguien más grande que él lo obligó a ir? Pareciera. Especulemos que el narco hastiado del incumplimiento de las cuotas este último mes le dijo que tenía que solucionarlo, que ellos ayudaban con logística y armas, pero que no se podía interrumpir el flujo de droga hacia Venezuela, Cuba, México y de allí a todo confín. Que tenía que presentarse a reportar e informar de las soluciones. A los sinaloenses les da lo mismo cortarle la cabeza o cortársela a un becerro. La rata asustada se metió en las fauces del león. López Obrador es únicamente el intermediario que dio al viaje un viso de refugio, lo que no es cierto. Que cuánto el mexicano depende de los cárteles, no lo sabemos. Pero es un buen pretexto.

En medio nosotros, entre los fuegos de un negocio privado. ¿Privado? Pero si nos jode como país, nos neutraliza, nos persigue, hace que nos infunda terror. Problema nuestro, sin duda. Que apela a nuestras soluciones fuera del gran paso que ha sido expulsar al roedor.

Las ratas se vuelven gallos, al parecer, desde lejos. Dos rostros para una misma cabezota, el que se cree divinidad andina y el lacayo que vende droga y cosecha dividendos. Al medio nosotros, repito, con la premura de hacer este alejamiento definitivo, con la incertidumbre de qué traen el miedo y ambición del pedante, ignorante, inmundo desertor.
17/11/2019

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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 19/11/2019

Imagen: Pontifical of Guillaume Durand, 14th c. (Bibliothèque Sainte-Geneviève)


¿Paz?/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

El monstruo no ha muerto y no hay que olvidarlo. Escucho al masismo llenarse la boca de “hermanos” y “hermanas”. Si algo ha mostrado lo ocurrido es que no somos hermanos ni hermanas. Hay animales y hay seres humanos. De un lado unos, y del otro una mixtura, que tampoco se debe ser ciegos. Johnny Pardo amenaza que todo puede regresar si no se cumple lo que ellos quieren, la liberación de vándalos y asesinos que según él vinieron solo a reclamar sus derechos, por ejemplo. No debía esta lacra exigir nada; no debía estar en posición de hacerlo, pero es un momento crítico, frágil, y quizá es una buena jugada el conceder, por ahora, ciertos privilegios.

No seamos ingenuos, acá no hay democracia: hay guerra. El pueblo se levantó, el mayoritario, también con sangre india en las venas, que eso somos: pueblo con sangre labradora, con la diferencia de que aquel lado no juega la carta racial que el autócrata utiliza una y otra vez desde su exilio oligarca. Sucede que en catorce años se acostumbraron a hacer lo que les dio la gana, a disponer de Bolivia como propiedad suya. Si algo se mostró con los millones marchando es que no lo es, es propiedad colectiva.

Poco se puede hacer en un gobierno de transición. Debe sobrevivir, a toda costa. Veremos después, siendo que, al parecer, nuevos actores llenarán el campo político. Riesgos hay de que la balanza se incline al extremo del otro lado. Eso se consigue gracias al desmadre, la opulencia, el latrocinio y la vanidad de los que salieron corriendo. Recuerdo bien cuando el gobierno de Isabel Perón era un desastre total, ya muerto el cornudo general, que la gente recibió a los militares, con Videla a la cabeza, con aplausos. Implicaba cierta garantía de paz. Sabemos qué sucedió después. Aunque los 30000 desaparecidos en Argentina parecen no haber servido de lección a la Argentina de hoy que no se libera del asco peronista por nada, que sigue vanagloriando a delincuentes comunes, reeligiéndolos, y, respecto a nosotros, idolatrando al falso profeta, el que ni siquiera al primer tiro salió corriendo. Sus secuaces lo siguieron, los “guerreros” Linera, que no lo habían sido, el vietcong nativo que se escondió en la embajada de México, y etcéteras, abandonando a la mayor parte de sus seguidores y usando a la plebe, pagada y alcoholizada, para defenderlos cuando ellos debían hacerlo.

Sin embargo se están llenando papeles con demandas penales contra algunos. Hay que aguardar para saber hasta dónde llegan. De no implementarlas bien, quizá tengamos al cobarde de regreso en unos años, cambiando todo de nuevo para ocupar la silla máxima con sus nalgas meretrices y asustadizas. Sería tremendo error.

¿Andar con pies de plomo o con pies ligeros? Elegir entre ser el sobrio anciano Néstor o el sanguíneo, y sanguinario, Aquiles. O una convención coyuntural entre ambas posibilidades. No olvidar, por encima de todo, que el enemigo continúa allí, no incólume pero tampoco herido de muerte. Cuando en la votación futura se demuestre que ya carecen de poder, habrá llegado el tiempo de actuar y el mismo del justificado castigo. Hay que recuperar al menos algo de la inconcebible fortuna que robaron, expropiarles todo lo que tengan en el país y tratar de hacer que su búsqueda y captura sea internacional. Las limpias cárceles federales de Estados Unidos los asilarán de por vida y no será con cócteles de lujo en Guanajuato, sino con comidas congeladas y recalentadas que proveerá una máquina en un mundo ya sin voces ni personas.

Ha vuelto algo de seguridad, pero se mantiene la incertidumbre. Aconsejo no creer nada de lo que dice el masismo. Si transar se necesita, hoy, bueno, sabiendo que el caníbal está presente y que siempre tiene hambre.
25/11/19


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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 26/11/19

Imagen: Fritz Ascher/Crucifixión

Tuesday, November 5, 2019

El compromiso del escritor


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

No lo digo en términos panfletarios, ni en el sentido de los literatos rusos que se unieron a la cola de Stalin y mataron una de las más grandes literaturas. Es que el escritor siempre tiene que cuestionar el poder. Mencionarán a Malraux y su labor política, pero en ningún momento Malraux se lanzó a endiosar a nadie. Algo que en Bolivia, y es una lástima, es muy común tal vez por nuestra condición desgraciada. Visible sobre todo en periodistas con ínfulas de escritores que ya no saben cómo estirarse más la lengua para que camine por ella el tirano.

Me centro en Bolivia que es lo mío. Asqueado, hastiado de 14 años de silencio por parte de “colegas” escudados detrás de vanidades de ficción. Me gusta por eso que Guillermo Ruiz Plaza, último Premio Nacional de Novela, opinase al respecto, con sobriedad y firmeza. En todo tiempo y lugar ha habido intelectuales con ánimo de eunucos, y eunucos con aires intelectuales como el señor García Linera, esperpento andino. Nada se puede hacer al respecto, pero, está en la imagen del escritor ser alguien que se interese por lo que sucede en su tierra o donde fuere, y que dé su opinión. No fue así en el decenio y más del imperio aymaroide, capitalista, fascista de Evaristo Morales, hombre que en el poder se hizo millonario y que muestra las peores taras del despotismo latinoamericano, poniendo el falo como punta de lanza de una supuesta filosofía de vida que siempre fue mentirosa. Engendro, el tal Evaristo, de Sodoma y Gomorra, bien caiga el fuego sobre él muy pronto.

Digresiones apasionadas que también tiene que tener un escritor. No necesariamente debe comportarse imparcial, equitativo, racional. Ante tamaño basural como la Bolivia del MAS, hay que reaccionar con fuerza. La palabra mata; quien lee, digiere e interpreta. Alejandro Herzen, cuyas Memorias son uno de los grandes libros de la literatura, fue el alma de la revolución rusa que se preparaba. Se decía entonces que a Rusia la gobernaban dos Alejandros: el zar, y Herzen. Ese es un escritor que sabe lo que implica tener los dones del verbo y utilizarlos en favor de su pueblo. Lo hacía desde lejos, desde el exilio en Londres, acompañado del poeta Ogarev y del incendiario Bakunin. Un tríptico inmortal que publicaba Kolokol (La Campana), la voz de Rusia, continuación y germen de las ideas progresistas. ¿Dónde está el Herzen boliviano?

Veo, ya sin sorpresa, que tímidamente asoman los escritores a opinar sobre cosas serias de la política infame que nos corroe. Está bien. Hubiera sido mejor que su voz fuera permanente, como la de un par de poetas, en La Paz y Cochabamba, que largamente han vilipendiado al régimen cubriéndolo de oprobio de manera directa o con sarcasmo.

Y los hubo, escritores, que apostaron por un lado o por el otro. Pierre Drieu La Rochelle, en la derecha; Ilya Ehrenburg, en la izquierda. Errores cometidos, victorias, derrotas. Quedan limpios ante la historia, con el peso de su magnífica obra de ficción y la lealtad con su ideario. El panorama nuestro es pobre, mísero, el escritor junta las migajas igual a todos. Sí, generalizo, cierto, pero en perspectiva esa es la visión de nuestros escritores ante la situación actual. De nada valdrán sus odas a la libertad muerto el orate gobernante. Hay que hablar justo cuando la cosa está que arde, y antes que arda por igual, anunciando la debacle que se sabía venir desde el lejano 2006 cuando el mandarín, Evaristo I, rey del culo, se subió al estrado con su chompita a rayas. Anunciado estaba, clarísimo, pero nuestros escritores no se dieron cuenta, o no quisieron.
2019

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Publicado en PUÑO Y LETRA (Correo del Sur/Sucre), 04/11/2019

Imagen: Portada de Un escritor en la revolución, Segundo libro de Memorias de Ilya Ehrenburg

El pronto futuro/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

El deseo, la esperanza, de ver al déspota salir corriendo. A donde fuere, después se verá para retornarlo. Donde vaya, hasta a la Argentina de la mafia Kirchner, será un segundón, de esos molestosos, a los que es mejor no tener. Nada raro que cualquiera de sus “amistades” lo entregue a la justicia norteamericana, esa que no perdona, de jueces calmos y drásticos, que tiran al Chapo a la soledad infinita. Allí donde el que fuera rey no queda en nada, es un asco en sí mismo, en la blancura de las celdas, todo blanco que daña la vista, sin libros, sin televisión, con 5 minutos de paseo en solitario en un cuarto con techo de cristal irrompible donde se ve un cielo que se va olvidando de a poco.

Allí se destruye la mente. Se hace un vacío, nunca hay noche, siempre hay luz. Y todo blanco, blanco, blanco angelical. Color blanco del demonio. Si el poder fue absoluto también lo es el silencio. Hay gente, países, agencias policiales que esperan solo el momento de la debilidad o la caída para agenciarse al chivo y someterlo a la muerte en vida. No hay discursos altisonantes, no hay visitas, ni madres ni primos, ni guardia siquiera. Un plato que aparece y desaparece. Comida blanca, agua blanca, luz blanca, mullidas paredes albas que ni para romperse la cabeza sirven. Quien mucho arriesga en la soberbia, arriesga más en la desgracia. Cuando nadie está a tu lado, cuando la vida se ha hecho tango en lenguas nativas. Ahí donde se pierde el orgullo y solo se quiere morir. Pero en este caso es cuando la muerte quiere, no cuando tú quieras. Te arrebatan hasta el derecho a tu propia vida. Ni día ni noche, ni reloj ni tiempo, ni manillas ortodoxas ni otras que giran en sentido contrario. Lo peor es cuando los amigos te echan a la jauría, para salvarse ellos. 14 años de gloria no valen los 30 que siguen de solitud sin voces. No valen nada. Fuiste muy estúpido.

Nadie sabe lo que va a pasar en unos días en el país. Algunos lo saben. Otros dudan. Otros desconfían. Los más, los secuaces de turno, los asalariados del poder se cuestionan ¿y si nos equivocamos? ¿No será mejor hacerse a un lado, que se las arregle solo? Son consecuencias de creerse emperatriz. Nadie compra seguridad y menos cariño. Ni existe la mentira del campesino y del agro, fantasías prontas a desaparecer. Como un lunar se agitan cuarenta mil cocaleros. Creen tener el poder. Carecen de él. Están aislados, reunidos, juntos, pasto ideal para castigos y venganzas. ¿Dónde han de escapar? ¿A la Chiquitanía? A las mafias del narcotráfico poco le importa Evo Morales. Lo que hace él lo hará cualquiera. El negocio va viento en popa y no es por el personaje de palacio sino porque es el mejor negocio del mundo. Y en los negocios hay eventualidades, cosas impredecibles. Lo saben y tampoco levantarán un dedo para defender al dictador.

Lo que muestra la situación, el hecho histórico del momento, es que el tirano está solo. Tiene que obligar, pagar, amenazar para que lo defiendan. Contratar sicarios. ¿A cuánta gente pueden matar? Hasta que los agarren y los descuartice el pueblo. Queda el ejército y la policía. Pues, ya dicho, tendrán que analizar si prefieren arriesgar su propia supervivencia o la del orate. Creo que la decisión es sencilla: mejor nos salvamos nosotros. Si este tipo fue lo que fue, que lo pague ahora; no es asunto nuestro.

Los dados se han echado. Fue generala, hasta dormida en un juego de cacho histórico. Y Evaristo perdió. Y el otro perdió. A correr, cabrones.
03/11/19


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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 05/11/2019

Imagen: Christian Rohlfs

Sunday, November 3, 2019

El Che Huevara, el castigo, la realidad, el destino y la esperanza

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Evaristo (alias Evo) escapa. No tiene problemas con dejar lo poco que guarda en el país. Afuera lo esperan billones. Al otro, al sirviente encorbatado, también. Pero hay tristeza: se acabó el reinado de Momo, se entierra el carnaval; terminaron los dólares y las niñas vírgenes y tanto que no sabemos.
Nunca más el reino eterno; de pronto no había sido verdad que era el elegido, el intocable, mesiánico. Sus acólitos se mimetizarán entre el público, y si para desgracia suya el tumulto entra en palacio, ellos serán los que se ensañen por encima de otros sobre el cuerpo mutilado del difunto presidente. Ellos, los que lo veneraron, demostrarán ser los furibundos. Total, acostumbrados están a linchar. El perro rabioso muerde al amo. Y lo van a morder.

Un individuo llamado el Che Huevara, versión boliviana de Ernesto Guevara, amenaza con convertir el país en Vietnam, y/o previene a los gringos no meterse en otra tragedia como aquella. Che Huevara no es el Viet Cong. Che Huevara es ladrón de camiones y chulo. Existe una gran diferencia. Verborrea de la hidrofobia. Ni le presten atención.

Sintomático el silencio del ejército (tal vez me equivoco). Puede ser que algunos ilustrados del montón entiendan que se juegan su existencia como institución. Va en serio. El dictador está solo. No es Víctor Hugo, escritor, que para su entierro reúne un millón de personas; ni Durruti. Creo que Huevara estará más interesado en escapar que en cuidar al fantoche. Solo, en palacio, con su pelota de fútbol y la mano en el miembro lo encontrará la historia, antes del sacrificio.

Nadie lo llorará, ni la Zapata, ni el zapato. Ni lo enterrarán en el museo de Orinoca. Ni siquiera lo van a embalsamar.

Si por suerte escapa, hay recursos legales, jurídicos para hacerlo retornar con grillos. A su musa, el Ñusto, también. Cuando suceda tendremos que hablar fuerte y pedir cambios en la Constitución bajo enseñanza suya. 30 años de cárcel no es convicción suficiente; es feroz pero no letal. Cambiar la ley para que delitos de Estado, mayores como sabemos, y que incluyen traición a la patria, tengan castigo ejemplificador, ese que manda al infierno sin escalas. Siguiendo una lista de jerarquías, sin distinción de género, para que no suceda otra vez.

El reloj de Choquehuanca marcha al revés. Se revierte la historia. La barracuda muere por su propia boca; el perro se mordió la cola. Adiós.
2019