Tuesday, November 5, 2019

El pronto futuro/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

El deseo, la esperanza, de ver al déspota salir corriendo. A donde fuere, después se verá para retornarlo. Donde vaya, hasta a la Argentina de la mafia Kirchner, será un segundón, de esos molestosos, a los que es mejor no tener. Nada raro que cualquiera de sus “amistades” lo entregue a la justicia norteamericana, esa que no perdona, de jueces calmos y drásticos, que tiran al Chapo a la soledad infinita. Allí donde el que fuera rey no queda en nada, es un asco en sí mismo, en la blancura de las celdas, todo blanco que daña la vista, sin libros, sin televisión, con 5 minutos de paseo en solitario en un cuarto con techo de cristal irrompible donde se ve un cielo que se va olvidando de a poco.

Allí se destruye la mente. Se hace un vacío, nunca hay noche, siempre hay luz. Y todo blanco, blanco, blanco angelical. Color blanco del demonio. Si el poder fue absoluto también lo es el silencio. Hay gente, países, agencias policiales que esperan solo el momento de la debilidad o la caída para agenciarse al chivo y someterlo a la muerte en vida. No hay discursos altisonantes, no hay visitas, ni madres ni primos, ni guardia siquiera. Un plato que aparece y desaparece. Comida blanca, agua blanca, luz blanca, mullidas paredes albas que ni para romperse la cabeza sirven. Quien mucho arriesga en la soberbia, arriesga más en la desgracia. Cuando nadie está a tu lado, cuando la vida se ha hecho tango en lenguas nativas. Ahí donde se pierde el orgullo y solo se quiere morir. Pero en este caso es cuando la muerte quiere, no cuando tú quieras. Te arrebatan hasta el derecho a tu propia vida. Ni día ni noche, ni reloj ni tiempo, ni manillas ortodoxas ni otras que giran en sentido contrario. Lo peor es cuando los amigos te echan a la jauría, para salvarse ellos. 14 años de gloria no valen los 30 que siguen de solitud sin voces. No valen nada. Fuiste muy estúpido.

Nadie sabe lo que va a pasar en unos días en el país. Algunos lo saben. Otros dudan. Otros desconfían. Los más, los secuaces de turno, los asalariados del poder se cuestionan ¿y si nos equivocamos? ¿No será mejor hacerse a un lado, que se las arregle solo? Son consecuencias de creerse emperatriz. Nadie compra seguridad y menos cariño. Ni existe la mentira del campesino y del agro, fantasías prontas a desaparecer. Como un lunar se agitan cuarenta mil cocaleros. Creen tener el poder. Carecen de él. Están aislados, reunidos, juntos, pasto ideal para castigos y venganzas. ¿Dónde han de escapar? ¿A la Chiquitanía? A las mafias del narcotráfico poco le importa Evo Morales. Lo que hace él lo hará cualquiera. El negocio va viento en popa y no es por el personaje de palacio sino porque es el mejor negocio del mundo. Y en los negocios hay eventualidades, cosas impredecibles. Lo saben y tampoco levantarán un dedo para defender al dictador.

Lo que muestra la situación, el hecho histórico del momento, es que el tirano está solo. Tiene que obligar, pagar, amenazar para que lo defiendan. Contratar sicarios. ¿A cuánta gente pueden matar? Hasta que los agarren y los descuartice el pueblo. Queda el ejército y la policía. Pues, ya dicho, tendrán que analizar si prefieren arriesgar su propia supervivencia o la del orate. Creo que la decisión es sencilla: mejor nos salvamos nosotros. Si este tipo fue lo que fue, que lo pague ahora; no es asunto nuestro.

Los dados se han echado. Fue generala, hasta dormida en un juego de cacho histórico. Y Evaristo perdió. Y el otro perdió. A correr, cabrones.
03/11/19


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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 05/11/2019

Imagen: Christian Rohlfs

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