Tuesday, December 29, 2015

Rescatando libros/MIRANDO DE ABAJO

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Archivo por unos días rostro y actividades de los egregios asnos de la izquierda latinoamericana, sus parodias de la Revolución Francesa luego de apurada y poco inteligente lectura. Supongo que la de García Linera porque no imagino a Choquehuanca escudriñando los detalles que hicieron que Fabre D’Églantine crease el nuevo calendario revolucionario. De aquellos nombres que tenían significancia práctica, solo ha quedado con fama el de Termidor, la caída de Robespierre, y su extensión hacia la historia como el coto imprescindible e inevitable de cualquier tiranía.

Choquehuanca, sin duda influenciado por la triste percepción linerista del julio francés, creyó que volcando las manillas del reloj pasaba a la eternidad junto a los grandes decapitados. Charlatán de feria. Lo único que logró el “proceso de cambio” fue secar el Poopó.

Olvidémoslos.

Reviso, releo, y también me angustio al darme cuenta que aquellos libros que tuve, muchos de ellos, ya no están. Ese es divorcio en serio, no la pantomima amorosa de las cortes de familia donde unos que se revolcaban sin pudor terminan declarando en contra del otro lo inimaginable. Rodearse de mujeres o de libros, difícil coyuntura. Ambos juntos tal vez no es posible, a no ser que la vejez haya calmado los afanes de poder de los cónyuges y cada uno habite su propio espacio con té compartido. Suena a viejo, a desdén por pechos y piernas temblorosos, por pantanos y efluvios de delta de río… Orinoco, Danubio. Lodo y hierba; turbión y remolino.

Ya que nombramos a Fabre y a Robespierre, busco sin fortuna entre mis cajas La Revolución Francesa, de Kropotkin. Su análisis ha sido mellado por el tiempo sin perder valor. Recuerdo que lo que me atrajo hacia sus páginas fue la nota del traductor: Benito Mussolini. La obra, en español, no venía directamente del ruso sino de la traducción italiana del entonces socialista Duce, el mismo que con el tiempo haría apalear hasta la muerte a anarquista que encontraran los camisas negras. Mítica la imagen del filme de la Wertmüller donde un viejo ácrata muestra una bala con dos iniciales marcadas: B. M., el destinatario. Era la épica de la revolución. Basta el epígrafe de Malatesta que inicia el filme en donde hablaba de “santos”.

Decorador de interiores es profesión remunerada. Como en todo, hay talentos y mediocres. Entre estos últimos hallamos a los que preparan los sets de la televisión latina, colorinches y cargados, cumbre del mal gusto. Era usual que los profesionales incluyesen bibliotecas y libros de lomo duro entre sus preferidos. Ya no. Las casas carecen de estantes cargados de volúmenes impresos. Será la época; yo no lo entiendo ni quiero y pongo libros donde encuentre espacio, al lado de una marioneta indonesia o de rajas de habanero en escabeche.

Recriminan mi desorganización pero amo este caos literario y literal que permite alargar la mano y caer por azar en lo inesperado. Debajo de devedés varios hallo el diario de viaje del bergantín Hope. Siglo XVIII, jueves el dieciséis de 1790, cuando el navío enfila hacia las islas Falkland, en el Pacífico sur, en un periplo que atravesando el Cabo de Hornos los llevará hasta la China y de retorno a Boston habiendo rodeado el globo. O Gide en dos versiones: Las cuevas del Vaticano y Viaje al Congo.

Pierdo el tiempo, me repito, odiando la permanente de Evo Morales (no se le mueve un pelo), escuchando al ignorante Maduro, al insensato Cabello: Al menos me libré de la Kirchner, que pegaría el grito por lo de “Falkland”. Contra ellos me protejo, en la multitud de estas páginas. Lo hice contra Bush y los milicos, lo hago contra “el Evo”. Un libro es un vade retro que aleja estas alimañas si no las mata.
28/12/15

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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 29/12/2015

Sunday, December 27, 2015

MADRID-COCHABAMBA/FRONTERA D

Madrid-Cochabamba

Pablo Cerezal
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En 2012, el escritor español Pablo Cerezal inicia un exilio voluntario en Cochabamba, Bolivia. Allí descubre la literatura de Claudio Ferrufino-Coqueugniot, autor boliviano exiliado, también voluntariamente, en los Estados Unidos de América. Las redes sociales favorecen la amistad entre ambos y, juntos, inician una aventura literaria (Librerantes) sin parangón hasta la fecha.

En “Madrid-Cochabamba”, el prestigioso cineasta José Ramón Da Cruz adapta libremente la obra literaria homónima fruto de dicha amistad, indagando no sólo en la dura experiencia de sus autores, sino también en  la relación entre hombre y ciudad desde la “existencia bruta” de elementos tan cotidianos como la música, el sexo, el desarraigo, el alcohol o la muerte. Ciudades tan distantes y distintas fecundan un desasosiego que, oculto tras los desastres de la vida urbana, se convierte en símbolo de identidad universal. La urbe como monstruo primordial… o como lejano resplandor.

Texto por Pablo Cerezal

Wednesday, December 23, 2015

“MADRID-COCHABAMBA (CARTOGRAFÍA DEL DESASTRE)”, de Pablo Cerezal y Claudio Ferrufino-Coqueugniot

 Por Emilio Losada

De los alcoholes y de las viandas, del garito, del restorán y del cinematógrafo iniciático, de Miller a Umbral, de Dylan a Antonio Vega, de la Biblioteca de Alejandría a los libros de viejo del Paseo de Recoletos, estación de término soñada para su lúcida obra por el de Madrid, de las mujeres con las que se comparten cimas y asperezas y de las que amenizan soledades siempre que, como otrora aconteciese al glorioso antisanto boliviano, no se interponga en el trance un irresistible elepé de Neil Young & Crazy Horse, de las infancias que pasan casi sin olerlas y apenas dejan como testimonio los reumáticos huesos de una bicicleta, de la penca muerte, de los pencos muertos al relente o en los nichos, pero sobre todo de la penca vida, toneladas de vida hay en esta joya de libro, primero se vive y luego se escribe, es ley de leyes, nunca es al revés, ya nos lo dejó claro antes de los diecinueve el renacuajo de Charleville, cuánta vida y cuánta alta Literatura hay aquí, con Ele mayúscula, sí, Ele también de Libertad, Ele Libertaria, pura y bruta prosa esta, hermosa y desquiciada, de la que sólo se deja ver muy de vez en cuando a estas alturas del tinglado, Pablo y Claudio, Claudio y Pablo, Madrid-Cochabamba, Cochabamba-Madrid, obra de arte de primer nivel, vaya par de dos, Pablo, el poeta disfrazado de prosista, ya dio el aviso cuando tras enamorarse de y en Marruecos parió aquella maravilla de novela, Los cuadernos del Hafa, ahora en su parte de este libro, precisamente desde Cochabamba, es una larga historia, evoca melancólico sus correrías por aquel irrecuperable Madrid previo a la nefasta irrupción de Álvarez del Manzano y sus putrefactos acólitos, malditos sean por siempre, aunque no se hunde del todo, culebrea por los recovecos y da con el respiradero, en su búsqueda de una señal para la esperanza felizmente la halla en la sonrisa extranjera, se sale en «Razas del extrarradio», menuda oda mil leches, chico, chúpense ésa, víboras perladas de Madrid Norte, y qué decir de Claudio, el mago de la prosa histérica, prosa volcánica, que dice Pablo, es lo mismo, de muy joven incurre Norteamérica, pelea y compadrea a ritmo de rocanrol, marea la perdiz con urgencia beatnik, seduce y cata vicios, devora libros y escribe, afila sus bigotes de irreductible galo y lanza al mundo, entre otros tantos, El exilio voluntario, vaya artefacto, como cada uno de los que aquí nos suelta en formato corto, donde igual abofetea inmisericorde a los políticos que comen flores mientras reparten miserias como rememora perversos alivios a consta de la Deneuve previos a los días de chicha y rosas, Pablo y Claudio, Claudio y Pablo, Lou Reed los cría y ellos se juntan, otra larga historia, pero qué forma de escribir, qué barbaridad, lo hacen con un cuchillo entre los dientes, dejan tan alto el listón que ya es que ni con pértiga, y nada hay que recriminarles, son malos de los buenos, en pleno desastre se toparon con la penúltima botella, es un símil a medias, y para evitarnos posibles disgustos no dejaron que la viésemos ni medio vacía ni medio llena, la hicieron trizas, aunque, eso sí, antes se la bebieron toda.

Desde Madrid Pablo Cerezal me responde a unas preguntas acerca de este estupendo “desastre”.

  • Los textos que Claudio y tú publicáis en vuestros respectivos blogs con motivo de la muerte de Lou Reed propician el encuentro en la distancia. Se conoce que desde entonces establecéis una fluida relación epistolar, curiosamente tú, madrileño, desde Cochabamba; él, cochabambino, desde Denver, donde reside desde hace años. Al fin os conocéis en persona cuando Claudio viaja a su ciudad natal para asistir al funeral de su padre, momento que ambos reflejáis de forma épica y muy divertida en los epílogos de M-C. ¿En qué momento surge la idea del libro? ¿Quién la propone?
Sí, podemos asegurar que Lou Reed fue el detonante de una relación latente. El fallecimiento del poeta neoyorquino generó en ambos el mismo impulso, idéntica urgencia, y esa misma noche escribíamos al respecto en nuestros respectivos blogs. A partir de ahí comenzó esa relación epistolar que comentas y en la que no sólo hablábamos de música y literatura, sino también de nosotros mismos, de nuestros desvelos, nuestras pasiones, nuestras decepciones, nuestros traumas, nuestros itinerarios vitales… Y descubrimos que tenemos mucho en común. Y que lo que no tenemos en común, incluso nos fascina más. Y que lo que más nos une es la pasión por la vida a pie de calle, por la belleza que habita en el barro, por las pequeñas miserias que pueden llegar a ser gloriosas grandezas si se contemplan bajo el prisma adecuado. Todo muy Lou Reed, ya ves. Así que la idea de escribir algo juntos surge de manera natural, casi por ósmosis, podríamos decir, y al muy poco tiempo de iniciada la amistad. ¿Quién lo propone? Claudio se empeña en culparme a mí. Pero yo siempre le negaré, soy demasiado cobarde como para arrogarme tal osadía. Digamos que más que una propuesta fue una consecuencia. ¿Acaso un orgasmo lo provoca el cuerpo que devoramos, o es fruto de su unión con el propio? Porque este libro es eso: un orgasmo verbal fruto del coito feroz entre dos sensibilidades heridas. El resto sería puro onanismo.

  • A lo largo de todo el libro, y no sólo en el apartado “Músicas”, aparecen compositores e intérpretes de la talla de Neil Young, Bob Dylan, Tom Petty, el citado Lou Reed, Antonio Vega, etecé, etecé. ¿Hasta qué punto ha influido (creo que aquí puedes responder también por Claudio) en vuestra literatura la música pop?
Ya he explicado que fue la música lo que realmente nos unió, antes que la literatura. Yo vivía en Cochabamba, y me sorprendió conocer a un cochabambino que admirase a Lou Reed. Lamentablemente, la música que se escucha en Bolivia es, en el mejor de los casos, folclore desdibujado… y charcutería latina de radio fórmula mayormente. Por eso pensé que Claudio conocía a Lou Reed por vivir en EE.UU. Pero luego me explica que no es así, que a Reed, a Cohen, a Dylan, a Neil Young, etc. se los escuchaba en Cochabamba cuando él vivía allí, en su adolescencia. Eso ya me descubrió la primera conexión entre el pasado urbano de Claudio y el mío, en ese Madrid del que ya han quedado extirpadas para siempre las noches de música voraz y voracidad vital. Tanto Claudio como yo adolecemos de una insana curiosidad por los más diversos campos de la creación, y en la música coincidimos en gusto y, sobre todo, en pasión. En su literatura las referencias musicales son más transversales, pero son de manera ineludible. En mi caso la música marca cada uno de mis días y lo que de ellos hago o deshago, y siempre ha sido protagónica actriz de mis letras. Tal vez de ahí surja mi obsesión porque lo que escribo tenga cierta sonoridad o melodía. En el magnífico documental que ha dirigido José Ramón Da Cruz, inspirándose en Madrid-Cochabamba, queda más patente de lo que ahora pueda explicar la importancia de la música en nuestra literatura.

  • Viajaste a Cochabamba con tu mujer y con tu hijo para colaborar con una ONG cuyos verdaderos intereses pronto empiezas a poner en duda. Cuando confirmas tus malos augurios quieres salir de allá, pero el sistema te lo impide. En su blog y en sus colaboraciones en prensa Claudio no ceja en el empeño de desenmascarar a Evo Morales. ¿Qué le dirías a toda esa izquierda un tanto ingenua que desde la relativamente confortable Europa tiene a Evo y a sus próximos en un pedestal?
No estaría de más que los componentes de esa izquierda ingenua que mentas se dieran un paseo por Bolivia para conocer su realidad… sí, un paseo por el lado salvaje de la vida nunca está de más. Eso nos haría a todos menos infelices. Porque toda esa izquierda es la de las soflamas de fin de semana, la de las manifestaciones de cañas y tapas que ve la realidad por televisión, cómodamente instalada en el sofá del salón calefactado. A mí me duele Bolivia, no lo niego, pero no me dolerá jamás como pueda hacerlo a Claudio o cualquier otro boliviano. Yo sufrí un verdadero martirio allá, pero al fin y al cabo soy europeo y puedo salir, aunque sea expulsado. Puedo instalarme en otro lugar, tengo ese privilegio sin siquiera haberlo reclamado ni luchado por él. Pero ellos, los bolivianos, la mayoría no pueden salir, y los que lo hacen no son bien recibidos en casi ningún sitio. Así que es normal que a Claudio le duela más y se emplee a fondo en desenmascarar a este nuevo dictador que se disfraza de adalid de las libertades indígenas y el socialismo para mejor vivir la vida loca de prebendas y riquezas que antes de ser presidente le estaban negadas. Cualquiera con dos dedos de frente sabe que el principal activo de un sistema socialista ha de ser la educación. Pero, en Bolivia, la educación es ninguneada por el gobierno de Movimiento al Socialismo, de Evo Morales. Quizás, en inicio, sí, fue un movimiento al socialismo… pero se desviaron por el camino. Los textos de Claudio en el libro dan una visión de la realidad boliviana más veraz que la que nos llega por otros medios. Así que recomiendo su lectura a los integrantes de esa izquierda que comentamos. De esta manera se ahorran el viaje… y el trauma subsiguiente.

  • En tu parte del libro se vislumbra una profunda desazón por la deriva sociocultural de la que ha sido víctima Madrid en las dos últimas décadas. Desde que redactaste estos textos ha cambiado radicalmente de signo político el ayuntamiento, algo que seguramente no podías ni imaginar cuando estabas en ello. ¿Crees que hay visos de mejora al respecto? ¿Semejante estropicio es irreparable?
Ha cambiado radicalmente de signo vital. Al fin hay vida inteligente en el ayuntamiento de Madrid, y eso ya es mucho. Pero hace tiempo que la política dejó de ser maestría de inteligencias. A la política ya sólo se llega por mediocre, y sólo los más mediocres y serviles hacen carrera en política. Porque no son ellos quienes nos gobiernan, recuerda. Los mercados son los titiriteros de la sociedad moderna, y precisan títeres sumisos para mejor organizar la función. Lo de Madrid es especialmente doloroso, obsceno. Esta ciudad ha pasado de ser referente cultural y de apertura a lo ajeno, a mera punta de lanza de la España más rancia y casposa, hasta el punto de afectar a sus propios ciudadanos y convertirlos en autómatas programados para la individualidad y la indolencia. Antes, Madrid era una ciudad alegre. Hoy es una ciudad hostil. Lo único que alegra a sus ciudadanos es consumir en las miríadas de negocios sin alma que han transformado la misma arquitectura urbana hasta convertirla en una burla de lo que fue. Pero no seamos tan negativos. Aún quedan núcleos de resistencia ciudadana. En ellos se ha gestado este cambio de gobierno. Quién sabe si no se estará gestando en ellos, también, el cambio social que nos devuelva la alegría. Mientras tanto, por si acaso, espero haber podido rescatar, en el libro, ese Madrid de filo y nervio que tuvimos la suerte de vivir, algunos.

  • Al fin alguien reivindica sin cortapisas la literatura de Umbral. ¿Este país sabrá separar alguna vez el arte de la ideología, de la actitud…, incluso del aspecto físico del artista en cuestión?
La pregunta, creo, es si este país sabrá alguna vez admirar sin paliativos a alguien que triunfe por sus cualidades creativas, artísticas, científicas, intelectuales, y no sólo por el número de goles, poles y demás vacuidades. Caín nació en España, y la quijada de burro es el arma de destrucción masiva por excelencia de nuestro bendito país. Reivindico no sólo la literatura de Umbral, sino incluso su actitud de rock and roll star. Y es que un literato también tiene derecho a crearse su personaje. Porque si es excepcional debe serlo absolutamente, como proclamaba Rimbaud. Y Umbral era absolutamente excepcional. Lamentablemente, sigue siendo más recordado por su forma de estar en sociedad que por su literatura, que era su manera de estar en el mundo. A Umbral hay que leerlo para conocer a la persona detrás del personaje y, sobre todo, para descubrir que si la lengua española nació, fue para que genios como él pudiesen retorcerle el pescuezo hasta extirparle la última gota de sangre y esculpir con ella inmensos charcos de Belleza. El problema es que hablamos de literatura, y en España, más que leer, se consume, ya lo dije cuando hablaba de Madrid. Luego resulta que un tipo como Houellebecq, por ejemplo, es Dios, por muy papanatas que parezca, es un referente literario, ¡un genio! Será que viene de fuera. A Umbral se le respetará, en España, el día que alguien de afuera venga a decirnos que era un genio, como hubieron de hacer los franceses con Cervantes. Este año se cumplen 40 de la publicación de Mortal y Rosa, obra cumbre de la literatura, no ya nacional, sino mundial, y la noticia apenas ha ocupado las columnas de tres o cuatro literatos y periodistas sin miedo al desprestigio por proclamar la grandeza de un autor irrepetible… ¡con lo mucho que nos gustan las efemérides!

  • Por último, una curiosidad: ¿A qué tanta aversión por Pío Baroja?
Supongo que esta pregunta viene al hilo de la referencia que hago en un capítulo del libro en que decido transformar a Baroja en metáfora de lo cotidiano, para remarcar lo mucho que yo huía de ello en los tiempos que narro en dicho capítulo. Pero no me provoca ninguna aversión Baroja. Al contrario, la aversión me la provoca mi voluntario desconocimiento de su obra. Al fin y al cabo, yo también fui educado en este país, y cuando, en la escuela, me obligaron a leer a Baroja, yo andaba enredado con los surrealistas, Céline, Henry Miller, y sus largos párrafos de verbo sincopado y profuso. La economía expresiva de Baroja me supo a poco, supongo, en aquel tiempo, y luego la vida me llevó por otros derroteros, de manera que nunca presté a su obra la atención que merece. Asignatura pendiente.


SOBRE LOS AUTORES

Pablo Cerezal: Madrid, 1972. Los cuadernos del Hafa (Carena, 2012) está ya considerada una novela de culto. Mantiene activos los blogs Postales desde el Hafa Vislumbres de El Dorado. Ha colaborado en las antologíasErosionados (Origami, 2013) y El descrédito. Viajes literarios en torno a Louis-Ferdinand Céline (Ediciones Lupercalia, 2013). También escribe guiones (Mínimo Producciones) y colabora en medios escritos comoFrontera DRed Marruecos Esto no es una revista (España, Marruecos y Argentina, respectivamente).

Claudio Ferrufino-Coqueugniot: Cochabamba, 1960. Con El exilio voluntario (Alberdania, 2011) el osado escritor boliviano residente en Estados Unidos se hizo con el Premio Casa de las Américas en 2009 y con Diario secreto (Alfaguara, 2011) con el Premio Alfaguara Bolivia de Novela 2011. También es autor, entre otros tantos, del libro de prosa poética Virginianos y de la novela El señor don Rómulo, con la que obtuvo una mención especial en el Premio Casa de las Américas. Colabora periódicamente en prensa y mantiene activos los blogs Le Coq En Fer Sugiero Leer.

La edición española de Madrid-Cochabamba (Cartografía del desastre), de Pablo Cerezal y Claudio Ferrufino-Coqueugniot, ha sido editada por Ediciones Lupercalia (www.edicioneslupercalia.com)

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De ENTRETANTO Magazine, 23/12/2015

Tuesday, December 22, 2015

El suicidio español/MIRANDO DE ABAJO

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Rajoy no es el asunto. Alguien con quien se puede pulsear. Dentro de todo lo malo del PP, se enmarca en lo conocido y esperado. Nadie auguraba ilusiones cuando se hicieron gobierno. Sus medidas “austeras” y demás  estaban en la lógica de su retórica. Lo mismo los socialistas, desde un a ratos genial Felipe González hasta el pobre Zapatero que terminó como punta de lanza imperialista en el Oriente Medio.

La alerta de estas elecciones dominicales radica en la subida de PODEMOS. Quizá en España ni idea tengan de lo que estos asesores de Nicolás Maduro (Venezuela) son capaces de traer consigo. Cuídate, diría mi padre en un machista consejo, de los hombres con cabello en cola. Criados en una sociedad donde hasta los veinte llevamos corte de conscriptos, vimos con estupor la moda tal, traída como casi todo por los gringos, y desconfiamos. Pablo Iglesias aparece así, además de melifluo, con cola. Para peor, a pesar de que tal vez son nimiedades, actúa, cosa común en la “izquierda”, en un estrado donde ejercita poses que lo hacen parecer progresista, bueno, “nice”, sensible, “cool”. Intercalo palabras en inglés gracias a él, ya que viéndolo en una entrevista decía, a raíz de no recuerdo qué, que existía un “feeling”. Eso bastó, conozco a este gremio como si lo hubiese parido. Se erizaron los escasos vellos indios de mis brazos y sabía que estaba ante el fraile que tiene en una mano a Dios y en otra el látigo, ante el sujeto que acaricia tu espalda buscando el blando lugar por donde meterte a traición el cuchillo, el que te da baratijas a cambio de oro y para colmo se tira a tu mujer. “Feeling”… la palabra tiene su peso, pero jamás la usaría en una entrevista en español a no ser que el sujeto fuese anglosajón y no encontrara en mi lengua expresión semejante. No, claro que no, Iglesias es un shakesperiano barato, bueno para engatusar jovencitas e ignorantes que quieren oír lo que esperan y sueñan con pajas letales como la prédica populista. Pregunten; les contaremos.

Además de Maduro, los “pudientes” (miembros de PODEMOS) son amigos de Evo Morales y el resto de zánganos delincuentes que todavía pululan por América. A ellos asesoran y de ellos ven con alegría que esto de mentar al pobre, no usar corbata, ser feminoide, da beneficios. El negocio del siglo fue hasta ahora en la Patria Grande, la Patria Pobre, llenarse la boca de inditos, pobrecitos, mujercitas. Lo que no impidió, dado el caso, que se aplicaran bastones eléctricos a las sillas de rueda de los inválidos que protestaban, ni que se apaleara indígenas con saña y con fruición, entre muchas otras cosas de oprobio y deslealtad. Si España quiere suicidarse con los niñitos de buen verbo y “casual dressing”, allá ella, pero el sollozo que sobrevendrá luego que se lo apañen. La gente tiene disgusto en aprender, en informarse. Otros, no sé si por estulticia, buena voluntad o mala fe, creen en un discurso ya caduco y en políticas fracasadas. Para la mayoría, porque la elite siempre bien parada repetirá que gracias a la revolución al fin podemos robar, podemos hacernos ricos, podemos mamar a la caterva de cojudos y pare de enunciar. Déjenlos subir y pronto tendrán ya no a su incomprensible Borbón sino a Pablito I, emperatriz (porque hasta en el género engañan, esconden, los desgraciados).

21/12/15

Thursday, December 17, 2015

Lecturas de Pablo Mendieta Paz

PABLO MENDIETA PAZ

Releyendo Diario secreto, de Claudio Ferrufino-Coqueugniot, repito exactamente lo que escribí cuando ganó el Premio Nacional de Novela. Le puse estas líneas, y como digo, no cambio una sola coma.

Dudo que en lo que me quede de existencia, llegue a gustarme, o pueda asimilar en algún momento con cierto buen grado el lenguaje duro, incendiario y despiadado. Menos podría admitirlo si se lo explotara para simplemente recrear algo sin mayor contenido, o, peor aún, sin él. En mi experiencia como lector, es corriente tropezar en la actualidad con escritores especialmente jóvenes que ante la desesperante escasez de recursos exploten tal lenguaje para suplir un mínimo de repertorio léxico; y como bandera, además, para concebir tramas supuestamente muy creativas que, en rigor, y sin ánimo petulante ni destructivo –créase-, no pueden ser leídas más allá del título que llevan. En nuestro país, y en otros, infelizmente, hay varios de ellos, cuya identidad prefiero guardar para no caer en falta, ya que un auténtico ilusionista de las letras podría salir en su defensa exponiendo argumentos, tanto de semántica cuanto de enjundia literaria, que podrían echar por tierra todo comentario mío al respecto.
Pero lo bueno de todo es que todo es relativo, y a cada cual con sus gustos. Y ahí me ubico. Y por eso, si siempre estaré imbuido de rechazo hacia ese atrevido recurso lingüístico cuando se vea expresado en su forma sólo procaz , no puedo menos que admitir con entusiasmo y complacencia que ese expediente sí cobra fuerza, y vale, cuando va profundamente ligado a una no menos honda y cimera urdimbre literaria como la que se va tejiendo desde la primera hasta la última página de Diario secreto, en cuyo recorrido, a partir de ese tecnicismo desgarrado, uno se topa con todo suerte de vivencias: brutales, amables, sobrecogedoras, tristes, miserables, descarnadas (todas dramáticamente reales, incluso las amables). Y ellas, no importa cuántas (al final son innumerables), trascienden esencialmente incluso más allá de su propia sustancia, tal vez como una redundancia emparentada a la magia en su sentido más fabuloso; y entonces ya expuesto y definido el estilo, y de habérsele abierto las puertas, aquellas se unen estrechamente para configurar lazo a lazo, voz a voz, en sintaxis ni regular ni figurada, sino muy privativa a la vez que fértil, una gran tragedia existencial relatada con el pulcro arte de mano escogida.

12/2015


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Foto: Pablo Mendieta Paz

El campo de sangre/VIRGINIANOS

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Batalla de Celaya.

Villa y Obregón, los generales opuestos. México entre los dos, sólo un llano. Tiempo hermoso y atroz cuando las ideas eran jugos de tierra, granos de maíz.

Campo de Celaya que Obregón ha sembrado de alambradas. Al otro lado, Pancho Villa y sus jinetes, soberbios y bigotudos. Sudados ojos.

Obregón tiene la infantería india, los yaquis de impasible ferocidad. Ellos han excavado el llano, abierto agujeros (loberas) en los que se ocultan, con lanzas y bayonetas hacia el cielo. Y sin embargo no se los ve, el campo de Celaya parece un plano tranquilo, con algunos alambres sin importancia. Los villistas cargan, arrogantes de ser hábil caballería. Y cargan más veces que los diez dedos de las manos. Y cada embestida se clava en las picas indias; se rocía la tierra de vientres abiertos, vísceras. La muerte emerge con brillo desde el fondo del suelo.

La historia está en La región más transparente, de Carlos Fuentes.

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Publicado en VIRGINIANOS (Los Amigos del Libro, 1991)
Publicado en Opinión (Cochabamba), 13/09/1990
Publicado en PRESENCIA LITERARIA (Presencia/La Paz), 13/01/1991

Imagen: Villa inspeccionado su artillería antes de un combate

Tuesday, December 15, 2015

La "izquierda" patética/MIRANDO DE ABAJO

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Cristina Fernández de Kirchner se despide de “su” pueblo, horas antes de ser prácticamente echada del mando por creerse estrella rutilante. Tiene un invitado: Evo Morales, al que se dirige de cuando en cuando en medio de su quebrado discurso. Le dice: “Evo, no sé si vos te acordás”… la cámara se mueve hacia Morales y encuentra un rostro de piedra. No ve ni escucha ni analiza ni siente, greda andina. ¿Qué hace allí sin al menos una sonrisa? Cabe la pregunta de si lo invitaron o se invitó como suele hacerlo. Cámara que lo apunta, monolito que responde.

Beneficio de la duda. La Kirchner habla tonterías acerca del Mayo francés; de ahí salta al noviembre francés. Me cuesta interpretar que de la imaginación al poder se refiere ahora a los ataques fundamentalistas del mes pasado. Actriz de reparto que soñó con grandes papeles, intenta dramatizar su derrota. Unas lágrimas no caerían mal. Ella, cabaretera como la ancestral Duarte, encarna esa herencia nefasta italiana de multitudes aullando en pos de madonnas de carne y hueso con dudosa reputación y llantos de traje negro. Mussolinianas en esencia, fellinescas en su absurdo. La cámara gira hacia el plurinacional… el sexo de las piedras, mustio sexo…

Despierto al día siguiente y mi mujer me informa que Evito jugaba fútbol con Macri, el odiado rival sirviente del imperio. Horas después aplaude como novicia ante la posesión del enemigo. Imagino a Cristinita que en floreado estilo presidencial expresaría su opinión ante el traidor: “La puta que te parió, Evo, maricón.” Y, en eso, la justifico. El impenetrable aymara estaría en su mutismo calculando pros y contras, o, siguiendo la larga tradición indígena andina, preparando odas de alabanza a uno y otro lado para congraciarse con todos. No eran chichimecas, estos en los Andes…

Entonces, estuvo presente como quizá el último icono vivo de la Gran Mentira socialista. Se le hizo el honor. Mas el cobarde prefirió quedarse, decorar con fútbol su arribismo político y su poca hombría. Por poco no besa a Macri; gozaba más que la esposa del electo. Cierto que hay asuntos económicos de suma importancia que aconsejarían no enemistarse. El mayor de ellos, el tráfico de drogas por el norte argentino, las lluvias de cocaína que le han dado tono surreal al criminal asunto. La ausencia Kirchner en la zona muy posiblemente equivale a fuerte presencia de la DEA norteamericana. Esto, asociado con la futura debacle venezolana, cortarán por un buen período el soporte monetario del masismo. Y ellos que primero soñaban con el 2025, luego con el 2035, después canonización en manos de Bergoglio, divinización y extras. Ahora, cómo sobrevivir hasta el 2016, cuando le griten NO en la cara y la cámara lo enfoque. ¿Qué hará Linerita? Creo que los bienes raíces en Corea del Norte para convictos del mundo exterior no están tan mal. Compren, muchachas, mientras puedan, emigren a Corea porque Cuba ya no es, la momia será al fin enterrada y los otros se mimetizarán con los demás ricos que inunden la isla mártir. Compren, aconsejo, bien lejos.

La actitud “del Evo” lo descarta ante la historia. Es otro punto deficiente de los seculares del XXI. Anotamos: Argentina, Venezuela, pronto Brasil. ¿Bolivia? Claro que sí, se ha demostrado que no hay sustento ideológico: vanidad y lujuria. Robespierre es Robespierrot, y el profeta de Orinoca un pobre diablo ansioso de plata. Viene el tiempo del análisis, de la necesidad del cambio que ya asoma. De ese futuro hay que descartar nombres de los que fueron sirvientes de Morales: Mesa, Rodríguez Veltzé, el Rostro Asado y más. Y a no creer en los intelectuales que son tan malos como los de la izquierda y peor cobardes. Panorama de desasosiego, cierto, pero en algún momento habrá que comenzar.

14/12/15

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 15/12/2015 

Thursday, December 10, 2015

Notas acerca del autor

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Averanga, Daniel. Lo sigo viendo en la bruma del Tarkus, La Paz, imaginando el mundo que relata. El Alto no es solo una ciudad nueva, un promontorio de barro y de oro, joven pero con profundidades antiguas e insondables. La conocí borracho, de noche junto a un amigo muerto, uno que había perdido la pierna y desangrado en el camino de Oruro a Cochabamba. Gentil encuentro, entonces, en medio de la modestia helada y los amores ingleses. A veces parece que el tiempo no corre y sí. Ese Alto sin duda permanece escondido detrás de la fanfarria moderna; no dudo de que continúe el villorrio de barro por donde pasean los muertos; pero es cada vez más difícil recordarlo así.

Hasta que en agosto, mes que se lleva a los ancianos, Averanga, Daniel, me ilustra acerca de mis sospechas, del instinto de encontrarme ajeno e ignorante en el espacio de los asesinos, en una villa donde chocan, pero también se entremezclan, dos mundos bien definidos. Conquista y Reconquista. Razas, o una raza y resabios de la otra. Vilipendiadas ambas, de acuerdo al momento histórico.

Correo electrónico… Hace veinte años mamaba en el esbozo de algo que devendría increíble, impresionante. De  ahí, de esa nube de informaciones y sigilo apareció Daniel con sus letras, escribiéndome sobre su obra, amedrentando mi prurito occidental con lo espeluznante de un mundo desconocido y tan cercano. Pero, no hace mucho, en el Tarkus, con vasos de cerveza “genuina” y una fiebre que daba la pincelada  final a lo que escuchaba, creo que al fin lo presentí, cuando el autor hablaba de sorteos de niños en la noche de El Alto, en hoteles de lujo con suites secretas en la cima, para ser aprovechados sexualmente por comerciantes cargados de oro, en tómbola macabra. Luego, a la mejor manera del narco mexicano, luego del placer violento -añadiré- esos niños caían en el tronco del sacrificio y aparte de inmolados se disolvían en ácido. Schwob diría, en cuanto a los niños cruzados, que los huesecillos blancos brillaban… Tal vez brillan de igual modo sobre la pampa helada.

La Puerta, novela hoy premiada, no hace otra cosa que resucitar el sentido del horror. Lo hemos visto en Urrelo, en la hoyada, y lo presentimos, más que leemos, en Averanga. No estoy acá para entusiasmar, ni entusiasmarme, con falsedades de obras maestras. La Puerta es un libro que construye otras novelas, y de ahí su importancia. Siempre me ha admirado, en Bolivia en general pero en El Alto principalmente, de dónde sacan el valor estos hombres (quizá aquí “estas mujeres” también)para escribir en contra de todo, de su geografía, de su pobreza, de la mezquindad absurda de los de abajo y la soberbia de los de arriba. Bastaría eso para una medalla, porque sobrevivir en condiciones difíciles es ya heroico y crear dentro de ellas es, maldita sea, épico. Dejo algo de lado las páginas de la obra premiada porque, repito, tiene que ser antesala de mejores (o peores pero siempre en avance) por venir, y retorno al autor.

Como Kierkegaard aconseja, Daniel inventa su propio mito, y le cabe. Entonces, ya le hemos creído, qué puede salir de las manos de un escritor que de pronto está en un páramo de La Ceja acuchillado, con el cuello marcado por cogoteros y dejado por muerto o por víctima en demasía rebelde como para valer el estrangulamiento… Mucho.

Intento recordar otras cosas de su joven y escabrosa memoria. Aquello de las colitas de perro envueltas en papel periódico, resabios de la gastronomía local que materializa el gato por liebre, y que se encuentran diseminadas por los rincones escondiendo el doble pecado, el de robar y matar perros para luego hacérselos tragar a los hambrientos. Me lo contó también Nisttahuz, entre media docena de cervezas… En ocasiones, su relato linda con la ciencia ficción por lo inverosímil, mas luego retoca con una pizca de realidad que le confiere validez y trascendencia. Estamos ante un autor que trashuma rumbos que en apariencia Viscarra ya redujo a polvo, como si después de él nada quedara, o Sáenz (que para Viscarra era “un Tribilín”), cuyo trono de dios muerto cierra el paso de las generaciones. A diferencia que Daniel Averanga ha apostado por el horror y no por la apostasía, por el arte y no el escenario, sin quitarle mérito a los que prefieren ser actores en lugar de directores.

Hay un reto en él: encaramarse por esa empinada cuesta boliviana de la rosca. Creo que tiene mucho en contra, sino todo, pero el desafío tiene un premio, dulce como beber la sangre del enemigo en el cráneo hecho tutuma según la tradición. Vencer, cuando te dan por derrotado o ni siquiera te consideran rival, es un orgasmo.

Líneas apresuradas, escritas entre la presión editorial, la puta nieve y el peor hielo y el tiempo que cuando estás exhausto te amarga. Pero no podía dejar de balbucear en el silencio de los escritores nuestros, esos del montón, no “flores de invernadero” (Atahuallpa Yupanqui), porque lo suyo, asombra.


Invierno del 2015

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Fotografía: Daniel Averanga

Tuesday, December 8, 2015

Mazarino

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Los inicios de novela de El Quijote y Cien años de soledad se mencionan siempre como los más bellos de la literatura en español; también los más mentados. Pero, a pesar de gustarme ambos, me quedo (en español, no en francés) con el primer párrafo de Veinte años después, de Alejandro Dumas, con aquella sombra, la de Mazarino, metida dentro de otra sombra todavía mayor –en prestigio y en tiempo-, la del cardenal-duque: Richelieu.

Qué decir. A la obra de Cervantes llegué en la cuarentena, la de la edad no la otra, mientras que a García Márquez no quise, adrede, tocarlo en su obra magna hasta bien entrados los veintes. Discurrí en los lustros anteriores en muchos ambientes de letras, pero ninguno tan tenaz, numeroso, obvio, como los franceses del XIX y los rusos entre fines de siglo y la revolución. Diría que me formé entre esos dos espejos dispares, que corrí de un bando a otro, con pizcas de Inglaterra, de Alemania, de Polonia, Estados Unidos  y Hungría, y ya me pesa deshacerme de ellos; no lo deseo, en realidad.

Paseo por el Correo cochabambino, otrora edificio gloria de la comuna y hoy semienterrado entre vendedores ambulantes de chucherías, celulares, librecambistas y efluvios de chicharrones y hamburguesa con mostaza aguada. En la parte norte, en los ventanales que miran a la cordillera, todavía venden libros usados sobre la vereda. Amantes y amigos remataron allí parte de mi biblioteca invadida con entusiasmo y vendida con fruición. Alguna vez compré uno, con mi nombre bien firmado en letra chica: “claudio ferrufino coqueugniot, Valencia, 1986”. Extraño adquirir por un monto algo que fue tuyo y que sigue siendo tuyo porque no te deshiciste de él. Infortunio de viajeros y desgracia de enamorado, dirán. Aunque,  bien pensado, un gran culo bien valía un Cendrars.

… el Correo. Rebusco entre una cantidad de ejemplares de la Colección Austral, esa que compraba de niño y en la que leí La Ilíada, entre otros. El color naranja de la cubierta señalaba que se trataba de un libro de biografías, jamás abierto. Mazarino, de Auguste Bailly, edición de 1969. Lo primero que me vino a la mente fueron las líneas del segundo libro de la saga de Dumas, ya mencionado. A la magnificencia aventurera de Los tres mosqueteros le seguía este, no menos activo, pero que comenzaba con un dejo melancólico y hasta misterioso. Tal vez porque Francia no tenía ya la amenazadora y terrible figura de Armand Jean du Plessis y lo que significó. En su lugar se hallaba un cardenal italiano, ajeno y detestado igual al anterior pero extranjero. En sus manos jugaría el país su futuro como la luz del mundo europeo. Con él venían Rocroi, donde pelearon a muerte los últimos tercios españoles (ver Alatriste, con Viggo Mortensen), y el Rey Sol. Colbert, el ecónomo, y su escuela que trascendería la historia y a sus glamorosos como fracasados antecesores.

Las páginas biográficas de Bailly despiertan el impulso de recrearme de nuevo en historias similares. No es la figura de Mazarino en sí sino la magia del folletín, de la novela por entregas que impulsaba a los autores a hacer de cada una algo magistral. Dumas, por supuesto, pero también Michel Zévaco, Eugenio Sue y Paul Féval, en medio de otros menores. Quisiera, quiero, por un momento dejar la confusa contemporaneidad y dirigir la mirada a los espadachines y damas de honor con veneno en los anillos. Cómo no recordar, en cine, La Reine Margot (Patrice Chéreau, 1994) y su soberbia representación de la novela de Dumas, La reina Margarita. Esas eran historias y no las pajas de bonsáis que nos estorban.

Tomo un Scaramouche, me presto de la biblioteca un Cyrano en devedé y alisto el fin de semana que viene con nieve que obliga al sedentarismo y la calma. No hace mal incursionar en la literatura que nos alegró e hizo vibrar, en los textos del correo del zar, de Verne, o las Indias negras de Salgari, los cazadores burmeses de rubíes y los prisioneros de la isla de Zenda. Hasta Kipling cultivó el género y con él conocí Afganistán. Lo dicho: esas eran historias.

Cierro el Mazarino de Bailly y abro páginas de los monjes y bandidos de Jacques Soubrier que merecen escrito aparte. Recurro, en Bolivia, al argentino Pablo Cingolani, navegante de Río Abajo, en La Paz, que cada vez más se inclina por una literatura que recuerda las pesadillas de Melville, los sueños de Shackleton, y pienso que aquella gran letra de la épica romántica se ha refugiado en los libros de viajes, con sus recovecos que permiten todavía la elucubración mágica, la elucubración maligna y misteriosa. Vivat!

Comienza el martes. “Comienzo el día, aún alucinado”, decía una canción cubana, y me siento a analizar si hoy es día de escribir novelas o de leerlas y escojo lo último. Me hago de un cuchillo curvo y de uno largo y miro receloso por la ventana.
03/11/15

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Publicado en PUÑO Y LETRA (Correo del Sur/Chuquisaca), 30/11/2015

Imagen: Cuadro de Laumosnier, que muestra la entrevista entre Luis XIV de Francia y Felipe IV de España, en la Isla de los Faisanes en 1659. Detrás de los reyes sus máximos representantes ( validos o primeros ministros ), el Cardenal Mazarino entre ellos. 


La bufonada plurinacional/MIRANDO DE ABAJO

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Sieyes, de acuerdo con Voltaire, decía que la tiranía de muchos sería peor que la tiranía de uno, queriendo en su tiempo limitar tanto la monarquía como la democracia. En Bolivia hay un tirano: Morales, y la tiranía de un conglomerado amorfo y vil enmascarado detrás de la denominación de “movimientos sociales”. Uno tiraniza en favor de los otros, y los otros le retribuyen amenazando a quienes discrepen con el amo. Ya va para largo, pero no hay que temer la presunción de semejantes elegidos de eternizarse porque no va a suceder.

La fábula de que el indio por ser indio era bueno, defensor de la naturaleza, ambientalista de cuna y corazón, inocente, etcéteras, sirvió para engatusar a un pueblo cansado de los desmanes anteriores, de izquierda y derecha, y, afuera, a una cohorte europea para la cual es todavía muy difícil digerir un pasado colonial y esclavista. ¿Qué nos trajo? Un bufón de pacotilla que en un medio mísero como el nuestro pareciera actor de la talla de Marlon Brando (obviando por ahora la cáfila de segundos y terceros a cual más pedante y lombrosiano).

Visten al presidente como a maniquí. Estuvo bien por un tiempo el look del indito rico, de trajes de lujo con diseños autóctonos, no sé si arcaicos, pero ya cansa. Da la impresión de que desayuna, descansa, ¿se ducha?, y se levanta con el mismo traje cada día. Es un detalle que sin embargo refleja la escasez de imaginación de este nutrido grupo de arribistas. La imagen hace al individuo, es, quizá, el mensaje, pero este se desdibuja cuando el interfecto viaja en automóviles de lujo, se aloja en hoteles del jet-set, y le encanta codearse con los de arriba. ¿No era que amaba a los de abajo y viceversa? A dudar del amor del pobre, dice la historia, porque es idilio cubierto de traiciones. Explicación sociológica hay, claro, y lógica también: quien no tiene aspira a más a cualquier precio, incluso la entrega del que supuestamente lo representa. Y a dudar del pobre enriquecido…

Decorado así apareció en París, al lado de otro floripondio vanidoso: Correa. Resulta que Obama, presidente del odiado imperio, venía saludando en fila a los presentes. Llegando al lugar del dúo dinámico, el negro se hizo el ciego y pasó el brazo por encima de la cabeza del pequeño andino. Y siguió. Entonces mostraron al infalible Evo con una sonrisita que solo podría entender un boliviano, una que oculta rabia, soberbia, el infaltable pretexto de “si no hice nada”, o “¿Qué hice?”. El niño travieso que no acepta reconvenciones y peor reconoce que hay consecuencias para los actos y palabras. Su no muy varonil actitud fue festejada por un europeo que desconozco y que señala el permanente embelesamiento de los de allá con los bufones de acá. ¿O Evo olvida sus insultos a Estados Unidos? ¿O su supuesta presencia como control aéreo de los cargados aviones entre Chimoré y Maiquetía? Por supuesto que no lo iban a saludar.

Pero no le falta espacio para el llanto. Creo que a llorón solo le ganó el difunto Chávez, que primero con pistolón y luego con crucifijo quiso amedrentar a la muerte mientras hacía de plañidera en las pantallas de tevé. Morales lloró que no lo dejaron en París hablar más de cinco minutos, “que no valía la pena semejante viaje para hablar tan poco”. Es un mandatario, un hombre de estado el que profiere esta verborrea de novelón. Lloró que Obama lo había discriminado; pobrecito, habrá que regalarle un aeroplano.

Trajes, aviones, discursos. Mientras observo a las “hermanas”, de sombrero y pollera, camino de la cárcel porque dejaron rastros de millones robados al Fondo Indígena. Pobrecitas, si siempre han sido discriminadas y jamás tocaron algo de lo ajeno. Para semejante hermano, tales hermanas. Queda en familia.

07/12/15

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 08/12/2015

Imagen: Fotografía prestada del blog CRÓNICAS DE MR. HYDE

Tuesday, December 1, 2015

Se caen de Maduros/MIRANDO DE ABAJO

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Suena trivial juego de palabras hablando del cabecilla del chavismo venezolano, agrupación que encierra oprobio y ni pizca de ideología y menos de historia. El mayor deseo del comandantico Hugo era perdurar; hasta momia quiso ser, pero el tiempo es infiel y de su “bolivarianismo” no quedó nada. Mucho, sí, en términos monetarios para la fértil y repugnante izquierda. Hoy su hijastro político, Nicolás Maduro, es títere entre dos narcos: su mujer y Diosdado Cabello. Callejón sin salida.

¿Cómo se puede siquiera pensar que el PSUV cederá sus posiciones (posesiones) ante la irrefutable derrota ante las urnas? Para Cabello sería entregarse a los gringos a una cadena perpetua, no menos. Para la otra, que parece muñeca china, lo mismo. Ya lo dice el mandamás remedando al mandón: que si pierden se tirarán a las calles y gobernarán con la ayuda militar. Lo harán. Y posiblemente un temeroso Obama no levante la voz. Por ese lado, no hay que contar. Al menos parece.

El derecho a defenderse vale por cualquier medio. La protesta y la oposición pacífica tienen su mérito pero hay un aura de tragedia en esperar por turno con el carnicero. Las cosas se han dado de tal modo en Venezuela que no se puede salir sin muertos. Y en cuanto a entierros, siempre cae mejor el de rivales que el propio. Habrá, supongo, conversación profunda al respecto entre los opositores. No dudo de la desventaja en armamento estando el ejército cooptado por el crimen, pero las revoluciones no las hacen los soldados sino la masa escalofriante de los exhaustos. Con ella hay que contar, la misma que arrasó París en su tiempo, o Moscú, los desharrapados que no tienen miedo a perder porque carecen de todo. Semeja un exabrupto, la masa combatiendo por la derecha, sin serlo. De los resultados se verá. Viene el momento.

Quizá la gran lección que necesita América Latina es esta, tajante como lo fue la irania en su tiempo, al principio. El populismo tendría que sepultarse en este lustro, ya no década, y mejor cuanto antes. Los delirios de la chusma infame, de 2035, reelección indefinida, monarquías, dinastías, tienen que bañarse en fuego. Las venas abiertas se refieren a eso y no al tonto manual de Galeano que sucumbe ante un poco de rasguño. A Venezuela le tocó ser el cordero del sacrificio; no es la primera vez. Si viene, que venga, que para ello están los que se alzaron en el llano contra España.

Y hay que barrer, no decorar. Exterminar, no podar. Si bien el humano es reacio al aprendizaje, al menos se habrá dado un descanso. Los ladrones, corruptos, asesinos, los que se llenan la boca de pueblo y los bolsillos de oro merecen morir, así de simple. No tiene que haber perdón hasta cierto grado subalterno, donde parezca que los actores carecieron de poder de decisión. Pero, arriba, tabula rasa, sin distinción de género, de “hermanos” y “hermanas”. Quizá al fin lo comprendan los pueblos esclavos y se liberen del peor síndrome que nos dejó el poder: colonia, imperio, gobiernos, el síndrome del pongo, tan enraizado en los Andes.

Menos de una semana para la hecatombe del chavismo. El aire no trae responso sino cólera, pólvora más que esperanza. El blanco del poder y sus cañones está en la muchedumbre cansada y hambrienta. Tal vez, ya que no se cuenta con paridad de fuego, se debiera concentrar en blancos selectos. Pero son elucubraciones de alguien contento en contemplar cómo se hunden los peores. Habrá que esperar, con votos, por supuesto, de estar equivocados. Pero no tanto…
30/11/15

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 01/12/2015