Tuesday, January 30, 2018

La normalización del abuso, la traición a los kurdos y otras destrezas “trumpistas”/MIRANDO DE ABAJO

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Resulta extraño, a pesar de todo lo leído, vivido y visto, lo que pasa hoy en los Estados Unidos. Sociedad que se preciaba de su “moralidad y rectitud”. Verdad, en cierta manera, frontera adentro, para ellos. La herencia puritana y las largas luchas por los derechos civiles, habían conformado un ente que, otra vez, hacia el interior, daba visos de corrección política. Existía una judicatura en la que incluso los indocumentados podían poner esperanzas, un legado que apuntaba a que nadie, por motivo alguno, fuesen raza, color, situación social o más, estaba por encima de otros ante la ley. Las cosas están cambiando; ya han cambiado.

La sexualidad de los líderes fue motivo de estrepitosas caídas: Gary Hart, por ejemplo, o el casi fin de un presidente muy popular, Bill Clinton. De pronto tenemos en la presidencia a un depredador sexual, putañero, “a horny pig”, lo ha llamado una columnista en el New York Times, y todo parece estar muy bien. La iglesia evangélica, republicana hasta el tuétano, bendice la herejía y el vicio. No solo de Trump, lo hizo en Alabama con el juez Moore. Allí las creyentes mujeres del Cristo renacido pusieron a Dios de su lado.

Quizá siguió siendo como en la Norteamérica racista que conocimos en el cine y los libros. El intervalo de Martin Luther King sirvió para esconderlo, pero no estaba muerto. Ha despertado y con furia. Trump quiere, lo afirma la primera representante demócrata en diputados, hacer de los Estados Unidos “blancos” de nuevo. Obvia esta gente en su feroz miseria humana, que quien hace el trabajo básico que sostiene el país, quien paga por los beneficios sociales de los jubilados blancos, son los inmigrantes, los sin papeles incluidos (y con mucho). A no ser que la idea sea volver a la esclavitud (genial y atractiva idea) y que los trabajadores continúen con lo suyo sin paga, agradecidos por la benevolencia de sus amos pálidos y analfabetos, con la Biblia en una mano y la pistola en la otra. Y, en la tele, la última película porno de la hoy de moda Stormy Daniels, quien amamantó al señor Trump en escabrosa historia que hubiese bastado para acabar con la carrera de cualquier otro político. En sesión privada, cuyos entretelones de infidelidad, deslealtad y prácticas pervertidas van saliendo.

Eso, sumado a la práctica indiscriminada del abuso, a la matonería, al machismo desenfrenado, van perfilando una pronta perversa geografía que solo puede terminar mal.

Van hacia el oriente, a la sacrificada Siria, los efluvios del mal que Donald Trump ha traído. Traicionó a los kurdos iraquíes, que soportaron el peso de la lucha contra ISIS cuando el ejército regular huía, cuando quisieron consolidar su dominio sobre posesiones de antiguo suyas que habían ganado en la guerra. Lo hará ahora que su aliado Turquía invade las tierras kurdas de Siria, para garantizar -dicen- la seguridad de su territorio. Ya Obama negó a estos infatigables guerreros, muchísimas mujeres incluidas, armas de grueso calibre para defenderse. Nominalmente son aliados de los Estados Unidos, los mayores y mejores, pero no tienen peso político y ese será su fin. Optará el comerciante Trump por los poderosos, Ankara en este caso, e inmolará a los kurdos apropiándose de sus dolorosas victorias en una batalla sin fin.

La cuenta es larga y sigue. La traición en relación a Rusia muestra lo sintomático de una sociedad que ha apostado por el dinero y el poder antes que la patria, un partido, el Republicano, que echó por tierra pequeñeces morales para enfrascarse en la rapiña y la destrucción de las instituciones. El autócrata sueña con un tipo de Corea del Norte calcado aquí, y los epígonos festejan asechando. El nuevo Calígula llegará a un congreso de republicanos desnudos, solícitos y dispuestos a otorgar cualquier favor que el vicio del mayoral demande: pedofilia, bestialismo, estupro, felación… Make America Great Again!
29/01/18

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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 30/01/2018

Fotografía: Combatiente kurda

Monday, January 29, 2018

Claudio Ferrufino sugiere leer

ROBERTO NAVIA GABRIEL

En el ciberespacio hay una página que vuela alto y que siempre hace una sugerencia, la sugerencia más hermosa que pueda existir en este mundo. El blog del escritor boliviano Claudio Ferrufino-Coqueugniot sugiere leer: leer crónicas y reportajes, ensayos, crítica literaria y muchas sorpresas artísticas que aparecen al borde del camino, que las recoge con paciencia de cazador o que estaban ocultos en el silencio del bosque por el que Claudio camina con sus dotes de explorador literario. Leer a los que están recorriendo el mundo con la mochila en la espalda o a quienes desde un escritorio viajan por el interior del ser humano para crear obras fascinantes que Claudio nos permite viajar con todos ellos a través de esa casa suya que ha creado allá arriba y que se llama http://sugieroleer.blogspot.com/.
 
“Es un lindo blog y sin propagandas. Me las ofrecen pero creo que arruinaría el sitio. En un par de semanas llego al millón de lecturas”, me ha dicho el otro día, desde Denver (Colorado), donde vive y escribe sus obras literarias que lo consolidan como un escritor universal, no solo porque dos de sus libros consiguieron galardones de renombre –en 2009 obtuvo el Premio de Novela Casa de las Américas por El exilio voluntario y el 2011 fue galardonado con el Premio Nacional de Novela por Diario secreto–, sino porque Claudio es un gran ser humano y amigo y, por si eso fuera poco, un maestro del oficio que enseña sin pretenderlo, que lo hace cada vez que habla o escribe, o analiza o pregunta o contesta sobre asuntos de la literatura y más allá de ella. 

Con Claudio tenemos un libro juntos, escrito a cuatro manos y lo hemos hecho sin conocernos personalmente. Fue la literatura y el periodismo lo que nos puso en el mismo camino y que dio vida a Crónicas de perro andante. En todo el tramo de este viaje de amigos hemos hablado de autores y de libros, de andanzas y de mares, de personajes y de historias emblemáticas, porque Claudio es de esos escritores que siempre sugieren leer, escribir y conversar al calor del fuego de la palabra. 

Así como Claudio sugiere leer a través de su blog, también leer a Claudio es una fiesta, porque en su obra literaria están sus andanzas de inmigrante insaciable por Estados Unidos, donde para subsistir y crecer tuvo que trabajar –lo dice su biografía– como traductor, escritor de cuentos infantiles, estibador, albañil, panadero, repartidor de periódicos, especialista en frutas y verduras frescas, pequeño empresario y otros oficios que empleaba mientras en su habitación le quitaba horas a su sueño para soñar despierto que quería ser escritor, sabiendo que existe una sola receta para ese propósito: escribir y leer como Dios manda. 

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De EL DEBER (Santa Cruz de la Sierra), 29/01/2018

Friday, January 26, 2018

Algo de tenis/MIRANDO DE ARRIBA

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Hoy comenzó el Abierto de Francia, el mítico torneo de Roland Garros, tenis sobre piso de arcilla, ideal para jugadores de origen latino. Dicen los que saben, que la cancha es más pesada en comparación a las rápidas canchas norteamericanas o al tenis sobre césped al estilo Wimbledon. Eso no implica, menos impide, que sea Francia una de las cuatro competencias mayores del mundo en este deporte; las otras son Australia, Gran Bretaña y los Estados Unidos.

Como todo en este mundo globalizado, pero no gracias a la globalización, el tenis se ha expandido tanto en geografía como en clase social. Deportes elitistas como este, y el golf, ven ahora entre sus mayores exponentes a descendientes de esclavos negros, cosa que en el fondo no debe gustar a los poderosos que, para ser "políticamente correctos", se obligan a callar al respecto. Incluso Pelé y el maravilloso grupo de jugadores de color que conformaron aquel Brasil tricampeón (hasta 1970) sintieron los efectos de un sordo racismo que no veía con buena cara que un juego "blanco" los coronara como sus mejores.

Patente fue en la copa mundial de 1966 el desprecio inglés hacia los sudamericanos, así fuesen blancos en este caso, cuando el técnico británico calificó de animals a los jugadores argentinos que protestaban porque el árbitro alemán les robaba el partido en favor de los dueños de casa.

Los tiempos han cambiado... aparentemente. Hoy leo un detalle de lo que puede ocurrir en Roland Garros este año; un artículo bastante extenso que debiese incluir un amplio panorama del acontecimiento y sus protagonistas. Sin embargo se limita a hablar de los consabidos jugadores norteamericanos, belgas, australianos, con una breve alusión a los españoles. Parece absurdo obviar a los talentosos tenistas argentinas que en los últimos años enriquecen no solo el Abierto francés sino también los demás. Importante hablar de ellos siendo que cuatro representantes de Argentina están entre los diez mejores del mundo, sin otro país que pueda parangonarse con semejante derroche: Gastón Gaudio es el 5; Guillermo Coria, 8; Guillermo Cañas, 9; David Nalbandian el 10. Un hecho que ha sido constante por años.

Mas no es extraño cuando los comentaristas profesionales de deporte en la televisión norteamericana olvidan la siquiera existencia de aquel maestro de tenistas que fue Guillermo Vilas, de cuya escuela crecieron los grandes de hoy. Algunas cosas cambiaron, otras no.

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Publicado en OPINIÓN (Cochabamba), 24/05/2005

Fotografía: Guillermo Vilas con la copa de Forest Hills

Wednesday, January 24, 2018

Venezuela y la sentencia de muerte/MIRANDO DE ABAJO

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Quien fuera Oscar Pérez poco importa. Un policía con veleidades de actor de cine de aventura, héroe o no. Agarró un helicóptero, meses atrás, y tiró granadas a un edificio gubernamental asegurándose de que no fuesen mortales. Pensó, al extender un mensaje desde la nave, que Venezuela explotaría en rebelión masiva contra el régimen. Hacía ya tanto que con cuentagotas los muertos de la oposición embriagaban a Nicolás Maduro de sangre, que creyó urgente desencadenar la debacle. No es tan fácil. El adivinar cómo se mueve el colectivo queda en arte casi secreto; no hay fórmula. O no total.

Pues la odisea terminó mal para los sublevados, un pequeño grupo que aguantó el asedio y se desangró en cámaras ante un público inerte hasta el fin. Los narcos: Reverol, Maduro, Cabello, las mujercitas que levantan puños como monstruitos de opereta, se frotaron las manos. Cada autócrata reclama que se deshizo de células terroristas, amplia definición para tal confusión, y la vida sigue.

Años van en que la esperanza de ver caer a los delincuentes en el poder se aleja. Uno piensa que esta vez sí, que la economía… y siguen, aferrados al oro, a la opulencia y, en realidad, a la única tabla de salvación de que disponen. Espero, creo a veces, que el pueblo venezolano ya sentenció a muerte a Maduro, su mujer, Diosdado, algunas decenas, o centenas, o miles de personajes encumbrados que tienen que ser ejecutados in situ. Dejémonos de corrección política. Cierto que lo que uno pregona, y he ahí el peligro, puede volcarse eventualmente y caer encima del inventor. Así y todo, la situación de Venezuela tocó límites en que no se puede ceder siquiera la mínima posibilidad de que los oligarcas eludan el castigo. Cuánto peso tuvo la ejecución del dictador rumano y de su esposa, quizá poco. Pero no es tiempo de tomar riesgos. Hay que barrer el registro de la dinastía Chávez: padre, madre, hijas y etcéteras. Aparte de distribuir sus posesiones. Siempre lo he dicho: utilizar la práctica iraní al derrocar al sha. Todos los generales al paredón. Lástima que se desvió y terminamos con otros peores, de sotana y sabiduría.  Que nos libremos, decía Bakunin, del gobierno de los hombres sabios y virtuosos. Y de estos otros también, los del opresor marxismo en ciernes, falso o real, de la izquierda marihuana o de la simple afición de mercaderes con títulos licenciados, o mesías de pelo en pecho, sin pelo en el caso andino, que opinan de sí mismos que no hay otro igual.

A esos, bala. Maduro, así el cofre, perdón ataúd, que lo encierre sea un poco grande y caro, no puede escapar vivo de la tragedia que produjo. Su destino, el único, el panteón.

La gente tiene miedo de decirlo; se aterran de hablar siquiera de castigo. Lo ideal sería que hubiera sana justicia y se confiara en las instituciones. Al no haber ni una ni otra, el pueblo francés guillotinó, muchas veces estúpida y trágicamente. Superado ese frenesí canibalesco de caiga quien caiga, se puede, con algo de organización y estadística, saber el nombre del que camina para el foso. Claro que el pueblo (en abstracto) suelto, juzga de otra manera y no siempre bien. Sea uno, sea el otro, hay que impedir que Maduro y sus congéneres escapen ilesos. Pese a quien pese y guste a quien guste. ¿Que quién nos convierte en jueces? La historia. Y que ella nos juzgue también. Mientras tanto a afilar la guadaña que es temporada de siega.
22/01/18

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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 24/01/2018

Imagen: Caricatura de El Comercio



Saturday, January 20, 2018

¿El nuevo Cristo? No hay problema

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Ninguno. Álvaro García Linera, muchacho amaestrado y tonto, berrea: Evo es como Cristo. Dudo que haya leído a Kazantzakis o mirado Scorsese. Es más bien lector de panfletos, lomos, citas, reseñas breves, todo lo minúsculo que sumado puede hacer montón. Se alimenta de mentira y excrementa lo mismo; es solo lógico.

El público de estupefacto pasa a gritón. Las beatas, si queda algo de aquellos especímenes chatos y oscuros de rosario y velo, chillan aun más agudas que él: hereje, prevaricador, marica, bicicletero, chofer; mezclan política, religión, prejuicio. Boludo, pelotudo, cojudo, además de convertirlo, a pesar del insulto, en un metro sexual de tremendas bolas, infladas como globos, inflamadas como toronjas. Qué decir, qué hacer, anotar con ímpetu de amanuense para el glosario de los libros por escribir, menos realistas en su existencia que el nazareno y tan pesados como él.

Mejor te quedabas en el desierto, Jesús, y te vendías al diablo. Se hubiera evitado tanto: un poco de bien, demasiado de mal. Fuiste privilegiado, no a todos se aparece Mefisto, que bien nos vendrían gangas y culos de los que ofrece el ekeko germánico. Ni hablar del resto.

¿Cristo redivivo, resucitado? Si parece que es mentira eso de la cripta donde se ve el piso donde nació. Además pasó tanto el tiempo (vuela dice Cerezal, cachondo poeta español). En términos prácticos, para la fe y los creyentes, que el llamero de Orinoca se vistiera de mesías no estaría mal, pero hay un hecho fundamental que lo impide: se supone que el de Galilea no era adicto a menores de edad y menos a los denarios que compraron hasta su suerte. Tampoco volaba, no en avión del Manchester United. Era, por decirlo poco, modesto el hombre. Modestos por ello los clavos que lo pusieron a secar como charque milenario en una colina de por allí, rodeado de rateros. Si fuese el de acá, el mandamás incásico-aymara (tremenda contradicción), no se podría definir, entre los tres crucificados, quién era el santo y quiénes los felones. Será que hay penumbra y no se puede ver halos con claridad.

Conciso tiene que presentarse el texto porque el asunto mesiánico se define en tres por cuatro. No veo, sin embargo, razón para la mortificación de los fieles. Hay infieles, como yo, que sin necesidad de estar del lado romano y fariseo, que por un justo jornal sacaríamos brillo a clavos, puliríamos maderos, y clavaríamos a cualquier Cristo en el tablón. Cuesta igual, o menos, que poner avisos de la llegada del circo (cuando llegaban hace mucho a Cochabamba precedidos de los gitanos).

Hay que decir que en términos propagandísticos no le vendría mal a Evo una crucificción, le subiría el alicaído rating actual. No le ha ido bien en eso de ofertarse como montón de locotos para la reelección eternal. Pocos ya le creen, tanto que vocifera por horas y adoctrina con el pequeño índice sin duda reflejo de pequeñeces mejor escondidas. Entre masculinos, machos, hombres, varones, sabemos que pies y manos según la sentencia popular muestran el estado anímico del cuerpo interior, el que está debajo del vestido, el desvestido. Por rey que sea, sentencia es sentencia y su gula por el poder muestra con exactitud el calibre de sus peores armas.

Saltamos de la beatitud del alma al jolgorio del cuerpo. No son incompatibles, ni siquiera en el que pereció en el Gólgota. Hice un desliz adrede para punzar por donde duele a los tiranos: su virilidad.

García, eunuco adiestrado y bailarín, está fuera de contexto aquí y por eso lo dejamos contando dinero. Retornamos al título y al tema inicial, brutal para algunos, de si Evo Morales es o no es el vuelto a nacer para la paz de las naciones. De comprobarse que sí, pues a ajustar las teclas digitales y marcar a los infinitos pilatos que pululan por ahí, a los caifases y barrabases, a carpinteros y herreros, decoradores de exteriores y plañideras, que viene fiesta.

La de la crucificción, por supuesto, que todo anverso tiene su reverso y es justo que Moralitos (no el de la música colombiana) tenga las de perder igual que tuvo las de ganar. De una u otra forma se llega al paraíso, y mejor hacerlo en gloria, con Gabriela Montaño, coyote selvático, aullando bajo la luna en el inicio de la nueva era.
19/01/18

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Publicado en INMEDIACIONES, 20/01/2018

Imagen: Otto Dix/Los Siete Pecados Capitales, 1933


Wednesday, January 17, 2018

La sandía de carne amarilla/VIRGINIANOS

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Maryland.

Tengo que recurrir a Cézanne para sentir sobrio este texto. A él porque de él tengo las imágenes más bellas de la fruta roja. Pero hoy, agosto de los Estados Unidos, encontré la sandía con interior amarillo. Raro cuartearla al mediodía en que decido contar.

Me he sentado. Mis manos cortan la carne dorada. En la soledad se manchan de jugo las hojas de mis poemas. Hay hierba. Mosquitos. Así me sumo, maravillado, en la sandía. 

Pienso en el inesperado mundo de Dios y deseo tanto a César Vallejo en casa, comiendo de mi amarilla sandía amarillo sueño, viendo juntos colgar las manzanas del árbol como amantes idas.

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Publicado en VIRGINIANOS (Los amigos del Libro, Cochabamba, 1991)
Publicado en OPINIÓN (Cochabamba), 17/02/2018

Tuesday, January 16, 2018

Inmensas cárceles bajo la luna/MIRANDO DE ABAJO

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Bernanos en Los grandes cementerios bajo la luna denunciaba los totalitarismos, de guerra entonces. En el diario traído a las tres de la mañana leo que el ejército de Estados Unidos está preparándose para una guerra que no quiere, pero que desea, como supremo legado, el troglodita hermafrodita Donald J. Trump, presidente por encargo de Rusia y líder de las hordas antropófagas blancas, armadas de biblias y metralletas.

Evo Morales pasea campeante una falsa sonrisa por el territorio boliviano. Esa dentadura -dichoso él si es natural- obviamente devora de lo mejor y selecto, y caro y exclusivo, porque cuando uno no tuvo, quiere, y lo que no fue, tiene que ser, a fuerza si es necesario. Mucho verbo de pobre y sollozos de mísero para embaucar ineptos y afianzarse entre zainos. Trump, Evo Morales, Franco, Stalin, tienen en común esa urticaria que llaman poder, que se les escurre como fina arena por las nalgas y les llega hasta el cerebro. Ay de ti, quién seas, que digas algo en contra del genio de los poderosos. La vanidad no va acorde con aceptar críticas y los peluquines de los dos primeros ni siquiera con la sencilla lógica de los peluqueros. Ambos, Donald y Evo, son fraudulentos comenzando en la pelambre, simulados como buen trago cuando son resaca. Pero se adoran así, idolatran el burdo esquema de sus personalidades adulteradas; se aseguran también de la recua que muja al unísono con ellos, de que sus hazañas se canten con mayor fanfarria que las de los héroes ante Ilión. Viven intensamente una década de gloria (algunos un poco más) para terminar de manera triste y hedionda con los pantalones cagados. Josef Yugachvili se creyó muy grande y resultó ser pequeño, insignificante, pañal desechado y sucio.

Evo, el Intocable, el caudillo milenario, el guerrero del sur, al que le cayó la luz del sol como tromba en la cabeza al abrirse las nubes, y obviamente enloquecerlo, jura y rejura que de allí –de él- hacia adelante o atrás no hay nada. He de verlo hecho un monigote y al observarlo pensaré que no era tan grande como se creía. Ni imponente ni glorioso. Su segundo no vale siquiera unas líneas. Ese anda en el asunto de dinero en efectivo porque al existir Morales a él se le cerró la silla como cilicio y sin mejora. Pues a lucrar, divina inteligencia, que para contar monedas no hacen falta títulos y menos veinte mil libros jamás abiertos; sobra con un abecedario muy mal aprendido y contoneos de cabaret.

Me preguntan en qué contribuyo yo al debate. Respondo que lo mío es destruir, que otros imaginen sociedades y repartan estadísticas. Construir nunca fue mi fuerte ni pequeño alojamiento. Envuelto en individualismo con halo de sueños de Stirner, me dedico a desacreditar a los innombrables, a pegar con combo en escalinatas de mármol y en áureas testas imitadoras de dioses. Este gremio, el de los que con paciencia y picota socavan cimientos y deslizan hacia el piso a tiranos, tiene importancia vital porque enfrentan de lleno a los déspotas donde más les duele. La burla es un arma de múltiples filos y detonaciones seguidas. La que quita a los dementes la infausta parafernalia de su circo, que les desdora los marcos y excrementa sus discursos. La que hace gala de imaginación ante lujurioso prosaísmo.

Si los dejamos sueltos, si no les arrojamos dardos envenenados sin pausa ni descanso, han de traer la muerte. Que ellos son los que levantan muros y ponen barrotes. No dudan en que semejante idolatría por hierro y mazo ha de comprarles paz. Aterroriza para reinar, planta emergencias ficticias de bombas coreanas sobre Hawaii, inventa leyes y crea castigos. El silencio de los cementerios, el de los inocentes, pero sobran tumbas, les diré, para cualquier medida y peso. No hay restricción. Cuidado.
15/01/18

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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 16/01/2018

Imagen: Edith Birkin/The Death Cart - Lodz Ghetto, 1980  

Tuesday, January 9, 2018

De ascos y otros/MIRANDO DE ABAJO

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Asco tuve desde el principio. Pensé, y lo dije, que había que dar la oportunidad al entonces candidato Morales. Razones de más había, no personales ni anecdóticas sino históricas. Lo dije a pesar de ya haber echado encima una andanada de peros por lo que se intuía venir. Asco tuve, desde el día uno y asco tengo.

Se escribe, hoy, sobre el asco y está bien. Alguien tiene que decirlo que mucho hemos callado, mucho apoyado, aceptado y festejado. El carnaval aparece casi siempre como la suma del festejo y la cachondera. Pasado eso a la política, pues ¿para qué esperar más? Felices y arrechos, así estaba Bolivia entonces, cuando se entronizó al Inca. Deseos y apetitos que se regó con alcohol, a la moda del Alto Perú, y con oro. El dinero compra más adeptos que Cristo. Y si se es buen ladrón, en el sentido de ducho, sobra por un tiempo para dominar conciencias, si las hay.

Entonces, 2006, la crítica no era ni bienvenida ni escuchada. Hay una revolución, la ignorante, que acepta con ojos cerrados propuestas de cambio. Es lógica, comprensible, pero ciega. Unos se aferran a ella por convicción, por estertores de náusea hacia nuestra indomable y corrupta historia. Otros, intelectuales dicen, asumen que la semilla de verbo que desperdigaron floreció. De estos, un puñado sobrevive al juicio de la historia. La mayoría pertenece a esas izquierdas marihuanas pletóricas de filosofía barata, de agua de colonia de burdel. Hay, por un lado, entre los notables del proceso que mantiene a Evo Morales, el bestia alcoholizado con machete en mano, chinos los ojos, vidriosos, y la baba verde: hijo sagrado de planta maldita y, por otro, el señorito de calzones blancos para quien la rebelión pasa por el poder y el latrocinio. Ambos, incapaces de razonamiento, tendrían que ser materia de paredón y no otra si en guerra estuviéramos ¿lo estamos?

Lúcidos comentarios hay de hace unos años acá. Se dieron tiempo, tantos de ellos, para hallar valor o desencantarse. Los que estuvimos escribiendo y publicando desde el día uno, los “fachos”, “reaccionarios” y epítetos afines, fuimos pocos y creo que pocos seguimos. Hablamos de una labor de casi doce años, de estrellar la cabeza contra el muro, aguantar insultos, verborreas tufosas de tartufos prostituidos y cornudos. El sexo, siempre presente en los autoritarismos, y el asco indecible de los que entregan hijas, novias y esposas al pandemonio plurinacional, ávido y promiscuo. Había uno, esposo de diputada, creo, gran ratero, que ostentaba la cresta de un alce con alegría inusual. He observado que sigue en las lides, insultando a otros hoy mayores, posibles candidatos a presidentes, probables rivales de su amo. Lo que perdió en la bragueta lo ganó en los bolsillos. Para los inmundos, hasta lo íntimo implica negocio. Que siga la juerga.

El asco obliga a vomitar. Existe el vómito común, apoyado en pared o con cabeza en urinario. De nada sirve; sucio tributo a Baco. El otro es beligerante, belicoso, desarreglado pero sobre todo iconoclasta. No teme destruir ídolos, en piedra o barro, ni levantar casas sobre las ruinas. Hoy que se agitan los ánimos y caldean los brazos, se debe actuar. Si escritores, con pluma. No hablamos de golpes de estado y menos de conjurar a la oprobiosa institución armada. A esos se compra o alquila. Se trata de resistir. Si el individuo Morales quiere una corona, que al menos le pese, le tuerza la cabeza con el tiempo, agache su cerviz y muestre el cuello por donde corta limpia la revolución. Organizar; ahí está la clave. Y ya lo decía William Blake, que los tigres de la ira (que han de desatarse) son más sabios que los caballos del placer. A la arrechera plurinacional, la furia de Savonarola.
08/01/18

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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 09/01/2018

Imagen: Peter Bruegel el Viejo/La caída de los ángeles rebeldes, 1562

Wednesday, January 3, 2018

Como se nos van los años…/MIRANDO DE ABAJO

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

… y ahora cuesta recordar, cantaba Piero. Aunque cada año es lo mismo, ponerse a hacer memoria, hablar de lo que fue hace poco, de lo que ya no será; siempre lo repetimos. Decidí, entonces, y circunstancias lo obligaron, esperar las horas de este último en completa soledad, a ver si hacía diferencia, si ante la ausencia de voces se conjuraban al olvido los fantasmas. No fue así. El cuerpo está condicionado a aguardar la medianoche de fin de año que esta vez vino gélida, gris, con la luna apenas brillando en un terciopelo opaco que cubría el cielo y eliminaba sus estrellas.

Me vestí. Una vez cada diez años o me regalan o compro alguna ropa nueva porque la necesidad obliga a que no parezcamos mendigos –y lo seamos- y disimulemos a pesar de que el público no vino o simplemente no existe. Pues zapatos, camisa, pantalón, nuevos. Afuera, del vano de la puerta abierta hacia la noche, oscuridad. El piso está duro, congelado; da siempre la nieve, o el hielo, sensación de suciedad, de desaliño, de tiempo abandonado.

Reviso la maqueta de un libro que se incuba en Zaragoza. Pienso, recuerdo, que la columna de Durruti podía ver desde el frente las torres de Zaragoza. Era, para mí, como un bloqueo mental, lo imposible, lo que nunca se encuentra ni cruzando el río. Es que la revolución, la “verdadera” en esta era de verdades y mentiras, no podía pasar de un sueño loco, de la visión en la distancia de una mujer que asoma al alféizar y apoya sus blancas tetas que no podremos tocar. Y sabemos que esa piel treintañera ha sido recalentada por el sol y que debe sentirse agradable, mullida, descanso para labios cortados de sed y sal. En la Zaragoza inalcanzable, crecen páginas mías, tejidas en muladares del sur, el kilómetro Cero, donde la vida nunca valió nada. Y menos la muerte. Cochabamba, jardín de la república. Flores negras.

En sesenta segundos el año se fue. Entre lo viejo y lo nuevo, un instante. Entre tú y yo, siendo tú ahora que estoy solo una muchedumbre de ellas, disformes, amalgamadas, conjuncionadas, confundidas. El desafío radica en que año que pasa, año en que las percepciones tienen que ser más agudas. ¿De qué sirve el aprendizaje si no? Observo. La vecina de la izquierda tiene el televisor prendido, sin volumen. En la sala, un foco ilumina un bastante buen cuadro abstracto. Los de arriba, los armenios huidos de Siria, guardan una oscuridad silenciosa y asustada. Ese es un año, el que marca distancias que pudieron haber sido fatales. Imagino que miran con sus inmensos ojos oscuros las figuras casi humanas que el frío forma entre las corrientes de aire, lo que en el medioevo eran espectros y no son y recuerdan las reales, humeantes y dolorosas, de hace un año. Hace pocos días me trajeron gran cantidad de nueces de regalo. Agarro tres a cuatro al mismo tiempo y las rompo bajo presión mientras tomo un café aromatizado. Cuánto podrá significar una nuez, muchas en este caso, para un sirio que escapó de la muerte… Feliz Año Nuevo.

Cuesta recordar, y cómo no si día que pasa día en que acumulamos. Recibo cartas, felicitaciones, buenos deseos y un gasto de optimismo. Un año atrás, otro balbuceando en fracción de segundos. Esto del tiempo es maldad divina, porque sin calendarios quizá ni cuenta daríamos que ayer difiere de hoy y que mañana quién sabe.

En la pantalla el hielo antártico atenaza al Endurance. Hay olores de fricasé por el encapotado cielo de Aurora. En algún lugar, no lejos, bolivianos han hecho campamento y cocinan.
01/01/18

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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 03/01/2018

Tuesday, January 2, 2018

Campanas de mediodía/EJERCICIOS DE MEMORIA

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Después de la derrota que le causara Timur (1402), el Imperio Otomano se levantó otra vez. Sus ojos recorrieron Europa. Las cuatro primeras décadas del siglo XV sucesivas invasiones penetraron en su territorio.

Hungría tenía un cordón defensivo en los Balcanes. Las tropas que enfrentaban a los turcos respondían al mando de Janos Hunyadi. Tras muchas victorias defensivas, los húngaros se lanzaron en ofensiva sin gran éxito.

En 1453 la cristiandad se vio conmovida por un hecho sin precedentes: la toma de Constantinopla por Mohammed II. La ambición de este hombre era llegar a Roma, pero el camino de Italia pasaba por Hungría.

En 1456, a tres años de la caída de Bizancio, Mohammed atacó las fronteras meridionales del reino. El baluarte más importante, la "Puerta de Hungría", era Belgrado. Se le puso sitio.

Un predicador, Juan Capristán, pidió una Cruzada contra la Media Luna. Las fuerzas reunidas, muy pocas en relación al inacabable ejército infiel, se sometieron a las órdenes de Hunyadi...

Un día "vaporoso" de 1456 entraron en combate con los sitiadores de Belgrado. Juan Capristán iba en vanguardia portando una cruz metálica de tres metros de alto. Los turcos fueron vencidos y el peligro se alejó de Europa por un tiempo.

El Papa, contento con el triunfo de Janos Hunyadi, determinó que en todo el mundo cristiano se tañesen las campanas a mediodía en recuerdo de la batalla. Por eso todavía hoy suenan a tal hora.

Cuando las oigan, piensen en los sables y la sangre de Belgrado, el Belgrado de los jenízaros muertos.

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Publicado en TEXTOS PARA NADA (OPINIÓN/Cochabamba), 29/01/1988

Imagen: Janos Hunyadi

Monday, January 1, 2018

La mañana fría/VIRGINIANOS

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Febrero, 25, 1990.

Cuando abrí las cortinas, un pájaro estaba en la enredadera, afuera. Quería protegerse del viento. Al moverme lo espanté. Ante mí, la ventana y las calles de domingo vacío. Miré la habitación, las postales y los discos nuevos, y supe que en Bolivia había el Carnaval ya comenzado. miro los años pasados, los febreros, las fotografías de Francine, Omar y Raúl. Camino otra vez Cochabamba y aun en el dolor del abandono, de las amantes asesinadas y del populacho, había sol y cerveza. Pero aquí, acabando de firmar las cuentas, preparando lo brazos de lunes, olvidado por mi chica que pasea a su madre, no tengo nada. Y cheques y semanas se van yendo, decolorándose mis ojos. No siento ganas de leer. Quiero dormir, abrazarme a mis piernas, poner la almohada muy cerca, cerrar todo (tapones en los oídos). Puede que así escuche sonar las bandas y vea alborotados los cabellos de mi amada y los amigos al amanecer.

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Publicado en VIRGINIANOS (LOS AMIGOS DEL LIBRO, Cochabamba, 1991)

Imagen: Carnaval de Bolivia (Cambio.bo)