“Invito al
lector a armar el rompecabezas latente en la novela”
Claudio Ferrufino-Coqueugniot, escritor
Claudio Ferrufino-Coqueugniot, escritor
El escritor
boliviano acaba de publicar en la editorial Limbo Errante de Zaragoza Muerta
ciudad viva, un recorrido alcohólico y lúbrico a través de la noche de
Cochabamba y sus chicherías; una novela, como es habitual en este autor,
arriesgada, y con una voz irreverente y caóticamente libre, reconocible
ya en obras anteriores como El exilio voluntario (Premio
Casa de las Américas), y que hay quien ha puesto a la altura de escritores como
Roberto Bolaño.
Claudio
Ferrufino-Coquegniot nació en Cochabamba en 1960, pero reside desde 1989 en
Colorado, Estados Unidos. Es, sin duda, uno de los escritores bolivianos
actuales más importantes. Su novela Diario secreto fue Premio
Nacional en 2011 y con El exilio voluntario (publicada entre
nosotros por Alberdania) logró en 2009 el Premio Casa de las Américas. Trabaja
en Denver conduciendo y cocinando en una food-truck, una camioneta
de comida rápida.
A muchos
lectores les sorprenderá saber que un autor como usted tenga que ganarse la
vida de ese modo
Bueno, la cocina
siempre ha sido una pasión para mí. Al terminar 25 años de trabajo en el
periódico local, The Denver Post, en una posición administrativa, decidí
encarar algo personal. La ciudad de Denver atraviesa un boom económico
relacionado con la llegada de empresas de tecnología, apertura de bodegas de
Amazon, la legalización de la marihuana, etc. Podía haber tomado otro
puesto de manejador en algún lado (el bilingüismo es un plus notable
acá), pero decidí probar esta aventura. Ya tuve en el pasado un restaurante y
un delicatesen y no me fue mal.
Tanto en este
libro como en otros, como El exilio voluntario, experiencias
propias o laborales como esta le sirven para transitar por escenarios y
lugares que la literatura suele evitar: los trabajos precarios, o
las chicherías y los mundos marginales de Cochabamba en Muerta ciudad
viva…
Sigo, en este
aspecto, un patrón existente en la literatura norteamericana de la experiencia
como punto de partida. No que el hecho de hacer cierta labor no relacionada con
literatura produzca obras per se, pero que sirve para situarse
dentro de posibles argumentos que suelen atraer a los lectores.
Ha comentado
en alguna ocasión que Muerta ciudad viva es un libro que
escribió con cierto ánimo experimental.
Como creo que la
mayoría de mis novelas: planos yuxtapuestos, saltos temporales y de espacio que
recuerdan el manejo de la cámara cinematográfica. Entremezclado de imágenes que
resultan claras en el cine y no tanto en la letra escrita. Un desafío, por
tanto, no siempre con feliz término. Una de los jurados de Casa de las Américas
que premió El exilio voluntario afirmaba que esa novela era
pura experimentación. Eso gustó a los jueces.
¿El tono
narrativo de la novela, en ese sentido, que resulta en ocasiones un tanto
alucinado y torrencial, es, como se señala en uno de los textos que lo
acompañan, un intento por transcribir la embriaguez?
También. A la vez
que invitar al lector a que se arriesgue a armar el rompecabezas latente allí.
Una novela que se puede leer saltando páginas si se quiere conseguir dentro de
las varias historias una lógica que visibilice mejor a cada una de las mujeres
retratadas. Sin ser obligatorio o necesario.
Las
chicherías, pequeños establecimientos de comida y bebida, están muy
presentes en la novela, que es casi una guía de la noche de Cochabamba
La chicha, bebida
muy antigua y cada vez más adulterada hasta hacerse letal en algunos casos, ha
sido la bebida popular a través de los siglos. En cierta manera fue un espacio
de supervivencia a España. Cada vez más, redundo, se ha ido asociando a las
clases populares, a la pobreza que no puede comprar otro alcohol más barato.
Embriagarse con mucho volumen de trago por un precio mínimo. Casi un sueño en
la dura existencia del pobre.
Tampoco elude
en las escenas sexuales un sexo que huele, que suda, en el que no se escamotea
su componente animal, algo poco corriente en esta época de hipercorrección
política…
Volvemos,
tristemente, a lo mismo, sin ser la novela un texto de denuncia social. Dentro
de lo marginal el sexo suele ser la única distracción. El placer asociado al
dolor y viceversa, con poco espacio para el erotismo y mucho para el hambre. De
alma y de cuerpo.
En algún sitio
le han comparado con Bolaño, ¿qué le parece?
Muy optimista
quien lo hizo. Me asocio a Bolaño, sin ninguna herencia estilística, en esta
verborrea caótica e irreverente. Nocturno de Chile es una obra
maestra, un fluir del verbo sin recato ni deuda.
Muchos lo imitan,
o lo intentan, pero carecen del fuego de aquel hombre dolido y atormentado por
sus fobias tan humanas.
Además de
compartir con Bolaño algunas cosas, como los trabajos más o menos precarios,
sus libros también se han publicado en el estado español. ¿Cómo ha sido ese
recorrido y como está siendo la experiencia?
Muy buena en la
satisfacción personal. Dudo que mis libros alcancen volumen de ventas ni que yo
reciba poco o nada de ellos. Creo arriesgados a quienes apostaron por
publicarlos y lo agradezco. No soy un escritor profesional y esto, como mucho
otro, son eventos de vida, satisfactorios en este caso.
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De GARA,
24/04/2018 y del blog del PATXI IRURZUN
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