Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
No recuerdo
el contexto porque no es importante. García Linera hablando que él era hombre
de guerra; supongo que su hermanito también. Que no se sentía a gusto en la
paz, y así. No había tal. El pollo escapó. Mirando hacia atrás, nadie los
perseguía. Bien podían quedarse en el Chapare y combatir. Pero, claro, niños
ricos, para qué ensuciarse en algo que no era de ellos. Huevos allí, no hay.
¿El pollo
mayor? ¿El curaca? Ese no esperó para salir corriendo. Contaba con aeropuerto, territorio
amplio y quizá autosuficiente. Con miles de narcos, llamados cocaleros,
dispuestos por unos pesos, alcohol, pasta base, a asesinar, violar, robar. Esa
es la gente que torturó y mató a los esposos Andrade, la turba inmunda,
criminal. ¿Qué otra cosa necesitaba el niño travieso, y avieso, Evo Morales para
quedarse y combatir? No posee la crin de potro para hacerlo; este supuesto
indígena tiene los pruritos de un caniche hembra. Perra que no presidente; rata
que no estadista. Desde lejos rebuzna, como lo hacen los cobardes que me
insultan por lo que escribo, los que me amenazan con romperme “las caderas”
cuando vaya con “mis libritos”. Veríamos qué dirían con un caño en la boca
sucia. Al dispararse no balbucearían mucho ni perderíamos nada. Hay gente vegetal,
maleza que se arranca y punto. ¿No era momento para una lucha armada, para una
épica guerrillera? Pero no, había que huir con carga de cocaína y montón de
pañales, huir con dos amantes el comandante ambidextro. Para eso sirven,
personajes de letrina.
¿Y el otro?
¿El Quintana? Temí verlo aparecer vestido de negro, con el característico
sombrero redondo del vietcong. Que apareciera en bicicleta con bolsita de arroz,
ametralladora, y desatara la ofensiva del Tet. ¿Y qué pasó? El ratón carecía de
traje negro y había dudas sobre su virilidad. Una cosa es andar en puestos de
frontera con putas y guardaespaldas, otra es combatir. La guerra, guerrilla,
resistencia es una; el poder es otro. Macho bragado y comprobado, no; putañero
sí, y asesino de espalda ¿pero vietcong? Ni siquiera nuera del vietcong.
Culebra de arrozal que tampoco se enfrentó a los hechos. Se escondió debajo de
las faldas de la embajadora mexicana, tal vez para que lo disfrazara de
Adelita, como lo hicieran los federales en la toma de Zacatecas (o Torreón)
cuando se vistieron de viejas para escapar de la ira del Centauro del Norte, Pancho
Villa.
Si estamos
entre puro guerreros. Parecen sacados de Game of Thrones, de espada y hacha.
Tal vez la Montaño, hembra del caudillo, tenga más vigor y fortaleza que los
otros cuatro: las dos Linera, la Morales y la Quintana, el renombrado cuarteto
Las Jilguerillas para un público mexicano que adora el corrido. Y estos corren
bárbaro, más rápido que cualquier corrido popular. Conste que esto es insultar
injustamente a las mujeres. Lástima que en español no existe el “it” para
nombrarlos: el coso, el nabo…
Liebres,
galgos, jerbos, a ver cuál más rápido.
Río (es
bueno reír) porque un amigo me envía una nota de El Universal donde cuenta que
la recaudación pro-Evo de los representantes mexicanos en el congreso da un
monto bien redondo de 0 pesos. Otro amigo desde Santa Cruz me dice que habrá
que organizar una kermesse en su beneficio. Poner unos muñequitos cabezones con
las cerdas del Imprescindible y bajarlos a pedradas por un premio y un pago
destinado a que Gabrielita y él no perezcan de hambre en la urbe del fin del
mundo. Porque entre jale y jale, un choricito no viene mal…
01/12/19
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