Claudio Ferrufino-Coqueugniot
"Supongo que el fin de la vida nos llega a todos. A mí creo que me llegará pronto, liberándonos, a mí y a mis amigos, del encierro que me hace vivir en unas curiosas condiciones. Pero nunca importa demasiado... Debes saber que siempre te mandaré mi amor a través de las estrellas. Si llegas allí antes que yo, o después, dile a Jack Reed que lo amo".
Ella es Louise Bryant, la mujer de John Reed. Tú también, cuando me leas, sabe que el día en que vayas a morir y crezcas de nuevo en las estrellas, tendrás que decir por mí a Jack Reed que lo amo. Que todas las tardes de julio las pienso en él. Y si ves a Louise háblale lo mismo. Besa su fantasmal hermosura y adviértela que un hombre abajo la sueña. Ese hombre no tiene más que su ropa y su trabajo. Pero tiene un universo de infinitas puertas. Y en cada puerta, en su ingreso que es su salida, está dibujado el nombre de Jack Reed y de su esposa. Y el de ellos, entre muchos, está pintado en azul.
No te olvides, dile a Jack Reed que lo amo.
Recuerdo el tren de Bakú, las soledades escondidas detrás de persianas. El tren de Bakú que nos enferma, nos da tifus. Ese tren que asesina a John Reed, que le inventa los discursos. La máquina que le oculta la blanca piel de Louise, la única revolución posible.
En el cielo, diles a ellos dos que los amo.
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Publicado en Opinión (Cochabamba), 07/02/1990
Publicado en VIRGINIANOS (Los Amigos del Libro, Cochabamba, 1991)
Sunday, May 31, 2015
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Hermoso texto, querido Claudio.
ReplyDeleteUn texto que quiero mucho, Jorge, que recuerdo desde el instante en que lo comencé hasta terminarlo, en la primera Virginia.
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