La gran victoria
de ISIS, fuera de su destrucción inmediata o a largo plazo, es que ha
desestabilizado lo que creímos era la democracia representativa, la
participativa. En este sentido como en muchos otros le hace juego al poder, al
autoritarismo siempre yacente en cualquier sociedad y la posibilidad de, de
nuevo, regir destinos, acción y pensamiento de los habitantes de acuerdo a la
conveniencia de sus gobiernos.
El Califato no es
que sea una aberración de la historia sino su reavivamiento. El horror en la
región viene de muy antiguo, uno en el que Occidente también participó con
fervor. Ni siquiera cabe echar culpas; se reduce al género humano y a su
compresible pero no aceptable visión de presente y de futuro. Cierto que al
oeste, en la Europa que hace veinte años veía reanimarse el odio en los
Balcanes, parecía haberse superado por medio del entendimiento, la ciencia, la
“cultura”, la inteligencia. Pero no hay focos luminosos, menos ahora, en el
universo altamente tecnológico y globalizado. Lo que se haga en X repercute en
Y, y los intereses económicos, no los humanos, son los que priman a tiempo de
deglutir y procesar los acontecimientos. ISIS es detestable pero utilitario. Le
cae muy bien a Irán, a China, a Rusia, a Arabia Saudita; le cae de perillas a
la derecha racista y xenófoba de Europa y los Estados Unidos. De ahí su
triunfo, no el imposible de islamizar a todos pero hacerlos marchar según las
consignas reaccionarias de su tesis islámica.
El ataque de
Al-Qeda a las torres gemelas fue el punto de ruptura en la sociedad
norteamericana. Al simple placer de ir al aeropuerto a recibir familiares o
amigos, le siguió una repugnante, “necesaria” según el status quo, histeria
policial que convirtió aquel placer en disgusto. Al-Qeda irrumpió en nuestras
vidas privadas con resultados desastrosos. A ellos les debo haber perdido mucho
de mis libertades individuales, amén de la recesión económica, ausencia de
trabajo y más para tanta gente. Viéndolo como inmigrante, hubo un Estados
Unidos anterior al 2001 y otro, peor, luego de aquello. Como si el cometa que
se veía en el cielo poco antes, trajese de manera medieval el desastre.
Estos suicidas
con cinturones cargados de explosivos no representan la rebelión de los pueblos
de oriente ni el individualismo reaccionando ante el poder omnímodo. No, todo
lo opuesto, son engranajes de un mecanismo macabro que añora el tiempo de amos y
esclavos, de división absoluta de géneros, en detrimento de la mujer; de separación
de razas y clases. Si hay un enemigo del progreso, de las viejas Libertad,
Igualdad, Fraternidad, es este. Aunque sea demasiado tarde porque el daño está
hecho. A su desaparición física, parcial porque siempre estuvieron presentes,
el fundamentalismo ya habrá logrado su propósito, empujar al mundo hacia la
reacción, la ignorancia, la intransigencia y, sobre todo, hacia el
fortalecimiento del poder.
No por poco los
adora el populismo latinoamericano. Algunos al terrorismo suní, otros, como el
Duvalier boliviano, Morales, hacia el chiíta, si es que comprende la
diferencia. Nada mejor que el discurso horrendo del Estado Islámico para los
nuevos profetas, noveles dioses del dominio absoluto. ISIS encarna su anhelo de
gloria y eternidad.
Vasto su alcance.
Los congresales norteamericanos debaten el asunto refugiados con verbo
insensato. La policía me mira no porque tenga barba sino por ser el Otro.
Gracias al califa y sus sangrientos secuaces. Que hay que eliminarlos en número
e impiadosamente (solución temporal), claro, porque no hay peor enemigo del
futuro. Pero el mal ya está y tomará décadas remediarlo, o, como van las cosas,
tirará por el lado contrario y nos pondrán el bozal.
23/11/15
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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 24/11/2015
Bien dices, el daño ya está hecho. Independientemente de que se contenga o destruya al Estado Islamico, se viene una paulatina supresión de libertades civiles en Europa y en el resto del mundo a título de seguridad o blindaje contra el terrorismo. Francia, como principal afectada, ya está empezando a practicar en alguna medida esa histeria policial que se vio en EEUU despues de los atentados a las torres gemelas.Y luego vendrá la aprobación de leyes restrictivas destinadas a vigilar a la sociedad y otorgar poderes plenipotenciarios al Estado. Lo terrible es que siempre muere gente inocente en estos macabros juegos de poder.Ya alguien reclamaba que se hiciera un show patético a escala global de las víctimas de Paris y que casi nadie se acordaba de los muertos del atentado en Beirut apenas dos dias antes.Parece que estamos retornando a una nueva era de oscurantismo, que ni los avances tecnológicos pueden contener esa insaciable vocación de la especie humana por causarse daño a si misma.¿Será que se avecina la III Guerra Mundial, ya no entre paises, sino entre culturas o "civilizaciones" como anotaba Samuel Huntington?
ReplyDeleteParece que por ahí vamos. Muchos quieren culpar al imbécil de George Bush por esto, pero el asunto es mucho más antiguo, y Rusia, Inglaterra, aparte de los sátrapas locales tendrían su buena parte de culpa también. Sin embargo los orígenes vienen de mucho más atrás. Está el ejemplo de Averroes, en aquel otro califato que distaba un infinito de este pero que ya mostraba sus colmillos.
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