Saturday, May 15, 2021

Un año ya sin ti


Claudio Ferrufino-Coqueugniot
 

 

Dice el viejo jazz de St. James Infirmary: “Diecisiete muchachas fueron al cementerio; diecisiete muchachas a cantar una canción. Diecisiete muchachas fueron al cementerio; de ellas solo dieciséis retornaron a casa”. La muerte es un silencio.

 

Un año, digo, ya sin ti, hermana, pero yo me fui de casa hace treinta y dos. Hace mucho y fue mucho que no hablamos. Se acabaron los regaños a las tres de la mañana, consejos de volverme hombre, de aceptar las pérdidas y llorar lágrimas secas. Ni las tres, ni las cuatro de la mañana como son ahora. Ya no suena tu canción. Está la noche silenciosa y llueve. Manejo sin rumbo por las calles marcadas. No hay siquiera perros vagabundos en esta ciudad.

 

Escuchaba en casa de los padres St. James Infirmary a mis trece, en la cascada voz de Satchmo. Esta noche, a mis sesenta y uno, la he vuelto a escuchar, con apenas el siseo lacrimoso de un cielo encapotado. No supimos vivir y aprendemos a morir sin haber conseguido nada. Parece absurdo y no lo es, porque entre seis hermanos nos calentamos los pies en una inmensa cama, y ese inolvidable calor persiste. ¿Dónde?, no lo sé pero me sostiene.

 

Fuimos seis en el amanecer del desayuno. Quedan cinco panes. La muerte es como el hambre.

15/05/2021

 

 

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