Claudio Ferrufino-Coqueugniot
En un camino rural de Manassas, Virginia, bajo luna de luciérnagas y azufres de maríajuana, ebrios de medianoche, entramos a un bar, única luz de aquella oscuridad, para escuchar a un conjunto bluegrass de cowboys que interpretaban Blue Moon of Kentucky, vieja canción del sur que cantaran Elvis y Satchmo.
Fernando y
yo, Miller etiqueta negra, Milwaukee Best, Miller rubia, Michelob, Pabst Blue
Ribbon, baratas y tradicionales cervezas del pueblo. Colt 45 para matizar un
condado propenso a balaceras. En la barra, hermosa como se veía Debra Winger en
Urban Cowboy, ella, nombre
inconcluso, desmitificado y evadido en las penurias del alcohol. Fernando toma
su gran Cadillac clásico destapado y me deja en un albergue de carretera y
marcha hacia DC. Las dos lucecitas de stop se mezclan con ulular de búhos y
quedamos en la noche Debra Winger y yo. Camisa a cuadros, lencería rosa.
Me parece
aún escuchar el ritmo del bluegrass, o banjo o grillos este silencio. He
retornado a Norteamérica. Huí del camino de Sofía hacia el mar Egeo, me huyeron
espectros de muerte que cabalgaban sobre las sendas de los Balcanes. Pañuelo en
cabello llevaba la muerte, de colores imposibles de predecir, de vuelos sugestivos
que solían marear más que la rakia, stronger than the slivovitz. Pensé en los
escalones de la catedral de Betanzos. Ni sé por qué los pensé. Vasitos tras más
vienen en fila de boy scouts y solo se frenan en la garganta dolida, inflamada
de tanto beber.
Despierto y
el sombrero de Debra Winger enseña presencia de la mañana. Campos cultivados de
Manassas. Una camioneta campestre nos acerca a la ciudad y un beso sella el
adiós. Blue Moon of Kentucky. Ni azul
era la luna ni esto Kentucky. Ella, él, el estado, de colinas boscosas y rocas
de filo cruel. Virginia muy diferente, planicie con cereales y hortalizas.
Grandes aves que supongo gaviotas suben y bajan del suelo monótonas, tardías,
piando en letanía vaya uno a saber qué. Pasa la muerte montada en una Silverado
blanca. El conductor no sospecha siquiera que esta ida carece de vuelta. Sonríe
la señora, lo hace con ánimo de kusillo. Manassas ya está despierta, olor a
huevos revueltos con jamón, tocino y choricitos dulces. Me equivoqué, la luna
está celeste al menos sino índigo.
Puerta
rectangular de dos metros de alto. Da al jardín. De este al sol. Verde crecido
de treinta centímetros, necesita de hoz o de guadaña pero de esos ya no hay,
habría que robarlos de los museos de instrumentos musicales.
El pequeño
Mazda 3 me lleva de lugar a otro. En Belgrado, a cuadra y media del hotel,
compré un compacto de Goran Bregović,
el álbum P.S. Estoy casi seguro que
la mayoría del disco es en inglés con música serbia, de la región entera, de
fondo. Tiempo de los gitanos, Emir
Kusturica. Coros se alzan por encima de las aguas iluminadas de velas con
flores. Monedas en los ojos de los fallecidos, acordeón de múltiples voces
fúnebres, de movidas funambulescas. Los niños se esconden en cajas vacías de
productos de mercado y avanzan, agujeros para ver, por caminos de tierra chillan
como gallinas asustadas. Así corrían los malandras de la calle Uruguay con
canastas sobre las cabezas. Un loro africano de pelaje gris gritaba en la
puerta del mingitorio público: “Kusturica, Kusturica”. Se apaciguaba la
sombra de Caracota y los mareados cuerpos se derramaban en raras posiciones de
teatro pervertido. Con el filoso cuchillo limpio la mugre de las uñas, llenas
de pan molido de robadas milanesas. Blue
Moon of Kentucky. La gemela de la Winger baila botitas color piel con
ribetes indigenales. Soy en parte cherokee, alega, pero esa piel de nube desmiente
cualquier mácula. Sí, sí, claro, y los cuerpos recapacitan y ejercen lo
aprendido antes de que asomen las luciérnagas y Manassas apague los caros focos
citadinos. Neil Young, guitarra, sentidas letras del country y bourbon. Bourbon
y Neil Young, bourbon y tú, cuando recién llegamos, Fernando y yo, a la puerta
de la cantina gringa mientras la violinista de altas botas floreadas zapateaba
el pie izquierdo y jaleaba el resto del cuerpo en énfasis sensual.
No estoy
allí pero observo el brillo negro del Ponto Euxino. Leería el cartelón de Varna
y sabría que casi estoy en tierra de Ovidio. Aquello se ha evaporado igual al
rocío. De nuevo en Norteamérica, shrimps carmesíes en el mercado de productos
de mar de Nueva Inglaterra. El avión sobrevuela Duluth, Minnesota, borde de
lago, si es este en dónde se hundieron barcos no puedo asegurar. El nombre que
parece nativo viene de un explorador francés y está relacionado con el laúd. Cuando
los escandinavos de Thorfinn Karlsefni Thórdarson
desembarcaron bueyes en la tierra nueva su grito aterró tanto a los nativos que
crearon demonios de palo para contrarrestarlos. En este otro lado pareciera que
la dulzura del laúd matizó las florestas del norte, los grandes lagos que se
hielan de a poco y dejan correr el viento en carrera sin obstáculos. Nunca
sabremos.
Montera
tarabuqueña al lado del alebrije azul. La biblioteca que guarda mis libros
regalados a la hija junto a manuales de lengua española. El texto se arrastra
por tres días, la hermana y yo desde Denver a Miami. Apalachia, tierra de
montes. La dejo allí, a orillas del mar cálido y monto de regreso camino de
Kansas City. El llano, nombres propios de míticos poblados del Far West.
Amarillo, Texas. Abilene. Ese villorrio donde ahorcaron a Tom Horn. Arbustos
corredores se adelantan al bus y se pierden en horizonte, fuerzas vivas del
desierto. Un lince trepado en la punta de una cactácea gigante. Extraño la Cruz
del Sur, faro de nosotros, virgen de los desamparados, de los sicarios, ¡Salud!
El conjunto
de cowboys del field work se cae de ebrio. Alternaron de todo, hasta Stand By Me. Música de la guerra civil, The Yellow Rose of Texas, el vocalista
intentando imitar el bajo de Waylon Jennings. La cabeza de Debra Winger se
halla cubierta por halo, luz en el reflejo de la delgada cortina del motel.
Trajimos una botella de Jack Daniels y bebemos del gollete y de nuestras bocas
bebemos bourbon sabor de labios, ungüento de pechos, crema de muslos para
dolores de amor.
Azul luna
de Belgrado.
07/05/2025
_____
Imagen creada por Rachel Minton
No comments:
Post a Comment