Thursday, August 30, 2012

Procesos/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Seguimos con la misma historia. Y seguiremos mientras lo permitamos. Ya la triste cháchara de la democracia como pretexto cansa, porque la democracia supuestamente tiene recursos para terminar con el desastre que nos acosa. ¿O estamos presos sin remedio? ¿Del amo iletrado, de los movimientos sociales, del príncipe consorte?

Los procesos contra tres medios de prensa acumulan detalle, no resultan extraños. En algún momento del pasado uno de ellos alegó, para defenestrar a un colaborador, un “código de ética” que olía más a servilismo que a otra cosa. De poco le sirvió. Cuando un régimen acelera camino del fascismo se torna hambriento, glotón, y no repara en actitudes lambisconas; no necesita genuflexiones ya que en apariencia posee todo. Dado el antecedente, no será raro que algunos corran a postrarse a los pies del mandarín, cometiendo, otra vez, un error que nunca paga: cobardía.

Me pregunto qué será de los mastines, llamados columnistas, que entonces se lanzaron como perras en celo ante quien no podía defenderse. Lo lógico estaría en leer hoy sus mismos arrebatos en contra de quien puede literalmente acabarlos, insultar a los mandamases. El contexto es el mismo, racismos y vainas que en el jolgorio han perdido hasta su esencia semántica. No habrá tal. Quizá más intentos de congraciarse con el gobierno; llantos también; promesas y arrepentimientos. En lugar de plantarse y presentar batalla, como puedan, porque caso contrario serán deglutidos.

No hablo de todos. Otros han demostrado, desde siempre, un código real de defensa de la libre expresión, durante las dictaduras y ésta de nuevo cuño. Lástima que no tendrán la cobertura de Assange, al que defiendo pero reprocho haberse echado en brazos de la vedette que se hace llamar presidente de Ecuador. Ahí le hizo el juego a una diferente expresión de la derecha arriesgando la valía de su discurso.

Debemos ser el país con más procesos judiciales en el mundo. Y el más indisciplinado en aceptar y seguir las leyes. África en América, por ejemplificar la absoluta falta de civilidad de sus gobiernos e igual de su población. Todos quieren todo, a la fuerza, y nadie respeta nada. ¿Para qué tener semáforos si las recuas no saben distinguir colores? ¿Para qué constituciones que son cada día violentadas? ¿Para qué país?, sería la pregunta correcta. Una, que si continuamos como vamos puede darnos una abrupta respuesta.

Destrucción, reversión, tierra que se lincha a sí misma, que goza, como su gente, desnudando, golpeando, quemando al inerme. En Bolivia inocentes no hay, solo culpables en un colectivo de “jueces”. Terrible y peligroso. Asocien eso a la ignorancia, pobreza, a la prédica de cancilleres papalisas, presidentes copleros –por decirlo suave-, otros del círculo mágico de millonarios, por y para la “revolución”, rodeados de aura sabihonda cuando en realidad son especímenes de escaso cerebro. Mitos, mitos, mitos.

Los procesos a los medios de comunicación allí quedarán. El objetivo es amedrentar, asustar, y somos un pueblo de fácil cerviz, de cabeza gacha, de violencia impenitente y cobarde, de masa, de anonimato, de lo hago pero no fui. El gobierno ha de conseguir lo que desea: acallar, silenciar, suavizar la crítica. ¿Hasta cuándo? Hasta decir no. Año que pasa, año que vamos quedándonos atrás, hasta llegar al límite que nos haga inalcanzables, desahuciados.
25/08/12

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 30/08/12

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