Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
La base de los
gobiernos bolivianos siempre ha sido considerar al “pueblo” como imbécil. Poco
se ha visto para desmerecer ese juicio: sublevaciones aquí, pobladas allá,
multitudes enfebrecidas, muertes, linchamientos, proclamas, discursos, nada
más. La ausencia de líderes linda la desesperación. Aquellos que parecieron
serlo: Paz Estensoro, Barrientos, Morales, no pasan de personajes que
utilizaron el espíritu de recua para seguir con planes que a la larga
resultaron personales, elitistas. Ningún legado. Lo obtenido, si bueno, en
algún momento, fue resultado de procesos históricos y no de mediocres
catalizadores como estos. Cualquier plataforma política de aparente sobriedad y
progresismo fue enterrada por la acción nefasta de la obsesión rosquera de este
país mediterráneo porque eligió serlo.
Mientras escribo,
los jueces de La Haya leen la sentencia sobre el diferendo marítimo entre Chile
y Perú, algo que a pesar de que en La Paz (La Habana) se diga que no afectará a
las aspiraciones bolivianas, va a hacerlo y a profundidad. Los caudillos
locales creían, y siguen creyendo, que sus habilidades de titiriteros han de
impactar al mundo y no solo a los borregos que los circundan. Triste para
ellos, pero no.
Con la asunción
del disfrazado individuo que hoy se sienta en la silla presidencial parecía
abrirse un espacio de participación de insospechables límites. Hay cambios, hay
que reconocerlo, en términos de maquillaje, el cuidado hoy de los grupos
humanos de tez más clara en el tratamiento de los “otros”. No basta, y se ha
estancado allí. El acceso masivo de un numeroso colectivo a las instituciones
otrora privativas del blanco y el blancoide es un paso, pero no la respuesta.
El asunto de importancia está en las aulas de estudio, y en la formación de
líderes a todo nivel, sobre todo de liderazgos medios, que son los que tratan
con los de arriba y con los de abajo y sirven de nexo imprescindible para el
funcionamiento de las naciones. Pero, luego de casi doscientos años, vemos que
no se han formado, apenas caudillos de corto e ignorante alcance. No hay
pensadores, se atisban algunos futbolistas (alguien decía que luego de los
deportistas vendrían los poetas y después los científicos y tenía razón). Así
no avanzamos, ni con satélites guiados por ekekos, ni con el estupro permanente
a la Pachamama que se decía defender. Los plurinacionales, cuya responsabilidad
era fundar liderazgos y reinventar instituciones, solo han creado feudos y
masificado delincuentes en espacios de poder. Durará una década, tal vez más,
¿y luego? Yermo, sequedad espantosa; orfandad de espíritu y medios materiales
exhaustos. ¿Cuántos caciques más puede soportar Bolivia antes de desaparecer?
El dinero en las calles, la incansable parafernalia que quiere hacer creer que
esta bonanza implica transformación, mienten. Debajo del brillo dorado no
existe un país, solo un conglomerado comerciante, febril, egoísta, depredador y
tonto. No nos da el seso para ir más allá de la fiesta del Gran Poder. ¿O me
equivoco?
La vanidad
entronizada jamás ha sido buena consejera. El dispendio no puede considerarse
como reflejo de riqueza. El tema de los gastos reservados, que debieran ser
limitados, y que llevó a la muerte en prisión de un par de antiguos jerarcas,
parece no ser siquiera considerado por el gobierno actual. Cabe, dentro de
democracia, que se reúnan pruebas para el futuro, y que se aplique la misma
dureza a los creadores-subvertores de hoy. Expropiar, recuperar lo robado no va
a mejorar la poco esperanzadora visión de la próxima Bolivia, pero servirá de ejemplo.
El derroche de los recursos públicos es obvio, incluso provocador. Amos,
patrones, dueños y testaferros tienen que ser cuidadosamente anotados para
dejar a quienes se apropian de lo ajeno primero en la cárcel, y luego sin
posesión material alguna que les posibilite soslayar la ley. Pero, volvemos al
inicio, ¿seremos capaces de hacerlo? La idoneidad no surge como por encanto: es
un proceso de aprendizaje.
27/01/14
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Publicado en El
Día (Santa Cruz de la Sierra), 28/01/2014
Imagen: Alfred
Kubin/Poder, 1903
Causa estupor saber que en estos ocho años de gobierno masista se ha dilapidado tanto dinero y de forma tan descarada. Los 120 mil millones de dólares que ingresaron a la economía (según reconoce el mismo ministerio de Economía) se han destinado a los dichosos bonos, los centenares de canchas sintéticas, satélite, Dakar, algunas carreteras, coliseos, aviones, helicópteros y coches lujosos para el disfrute de los jerarcas. ¿y el resto del dinero qué? …cumbres, cenas, fiestas multitudinarias, soborno de dirigentes obreros y campesinos, viáticos y pasajes a los movimientos sociales, y demás jaranas no son suficientes para justificar el dispendio millonario. Sólo queda aventurar que algunos privilegiados se han embolsillado el resto del dinero. Luego de la resaca plurinacional, solo quedará un erial institucional y arcas vacías. La ruina nos acechará en la próxima década. Pero sobre todo ruina moral, ante la carencia de líderes y nuevo pensamiento. Si la clase pensante está tan subyugada y fascinada con el cacique, qué podemos esperar de la inmensa masa domesticada. Saludos.
ReplyDeleteTriste y cierto, José. Y no solo un erial, un yermo que difícilmente se podrá cultivar de nuevo, sino también un serio problema hasta diría militar en la región chapareña. El amo está dehando una bomba de tiempo para quien venga después. El Chapare ya es un feudo narco que esconde cosas que ni sabemos. Incluso me animo a aventurar que será el refugio de muchos de estos para escapar prisión, un bastión de corruptos que no cederán sus "derechos" así por así. Nos aguarda una colombianización de la lucha contra las drogas, todo gracias al cacique que preferirá dejar tierra arrasada antes de rendir sus privilegios. Saludos.
Deletey la parrando sigue y se afirma...
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