Monday, August 29, 2016

Muertos útiles e inútiles/MIRANDO DE ABAJO

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Esto de los muertos durante el régimen de Evo Morales viene como oleadas que se pierden con la bajamar. En un país donde el api caliente y los buñuelos anteceden a la preocupación sobre el futuro, no es extraño que suceda, siempre será más importante la suavidad del azúcar impalpable, la consistencia del quesillo, que lo que trasciende. Si eso se debe a una alta filosofía de vida no sé. Habrá estudiosos que lo reclamen así. Finalmente, no hay que olvidar que habitamos el país del “vivir bien”, del “nunca jamás”, donde hasta la sexualidad del orbe entero se soluciona con un guiso de papalisa, de acuerdo al sabio, docto, en apariencia poco viril canciller. Entonces ¿cómo pedir que pesen los muertos si son parte de la condición surreal?

Al cacique no le hacen mella ni vivos ni muertos a no ser que su existencia/inexistencia aporte algo negativo o positivo a sus arcas ya bastante engordadas; en pocas palabras, que afecten al poder de donde saca los réditos. Tres mineros, o treinta, o trescientos, muestran números de una agenda comercial; lo mismo un viceministro, un ministro, diez diputados o veinte calabazas. El detalle de la muerte es nimio: descuartizados, ahorcados, enterrados vivos cabeza abajo según costumbre de los ayllus “guerreros” o como sea, como el “darle nomás”. Alguna alharaca mediática, alaridos por allá y acullá, amenazas, mentiras, el justo dolor de los familiares de las víctimas que es cosa fuera de discusión, y pare de contar. Luego la calma chicha, con chicha para el pobre y etiqueta azul para los poderosos.

El paisaje no cambia para bien, al contrario, pero parece que no nos damos cuenta. Vivimos excesivamente alimentados, qué paradoja en región tan mísera. Si observamos las ciudades, Cochabamba sobre todo, veremos que la gente come y come desde las cinco de la mañana, sin parar. Comer en exceso te hace estático, cómodo, insensible. Llenarse no condice con ningún espíritu de rebelión. Por eso, y no de ahora, desde los tiempos de Pachacutec Inca Yupanqui (según Juan de Betanzos), los gobernantes dan chicha y coca al pueblo, e instrucciones de fiesta, de comida, por diez a treinta días. En tiempos del Inca seguro que había poco por hacer y quizá lo justificaríamos pero no ahora.

Bolivia se sienta a media mañana para la sajra hora, tradición de un plato y una cerveza o refresco en medio de lo que debiese ser horario de trabajo. Hay gente que reivindica este uso, alegando que el tiempo corre de manera diferente para “nosotros”. Sería válido si ello no interfiriera con el normal desarrollo de un pueblo que no quiere quedarse atrás. O que fuésemos gente ajena al desarrollismo brutal, sin intenciones de crecer sin límites y menos de destruir el medioambiente. Nada menos cierto. Claro que en el país, y al contrario de lo que dicen los jerarcas del MAS, no hay trabajos fijos y para la informalidad general este intervalo no significa mucho. Sin embargo…

Morales ha capitalizado esta idiosincrasia con fervor, y no únicamente en lo que se describe como “plebe” sino en las clases pudientes también. Ideal, entonces, el cacique que vela por la fiesta, sin reparar en si la bonanza se nutre de dinero mal habido y demás. De ahí su popularidad, entre vendedores de sopa y ganaderos orientales por igual. Vivir bien, comer, cagar, dormir,  y “repete” mientras el fuego devasta el derredor.

Esta imagen no es sustentable: tendrá que caer el telón y cerrar el circo.

Hoy, ayer y mañana, seguirán los pocos analizando, discutiendo, criticando, culpando. De un lado y del contrario. Se agotarán muy pronto y todavía tendremos años de lo mismo. ¿Qué vale un linchado en Bolivia si se lincha a diario? Nada va a cambiar hasta que la sajra hora u ocasiones semejantes sean ya prohibitivas, cuando no haya agua ni cosecha. El tiempo va preparando tremendo castigo y no quieren saberlo, no es confortable, “déjenme tranquilo”. Entonces, tal vez, aunque tarde, pesen los muertos.
29/08/16

_____
Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 30/08/2016

Imagen: Alfred Kubin/El sueño



2 comments:

  1. Por ahí hay un meme circulando en Internet donde muestran a Goni y Evo Morales juntos, con sus cifras de muertos al lado, 67 y 83 respectivamente, si mal no recuerdo, da igual porque los del cacique seguirán aumentando y no le afectarán ni en el ánimo ni a la hora de aumentar la panza. Se repite el viejo libreto, los muertos seguirán abonando la “robolución” mientras al resto de la población se la mantenga masticando a todas horas (coca y comida), qué combinación más efectiva para tener adormilada a la gente, más preocupada en hacer la digestión que interesarse en asuntos que conciernen al país. El velorio de los mineros no interrumpió ningún almuerzo, eso seguro; al contrario, por el viceministro lloriquearon hasta el caudillo y sus infames ministros que no hicieron ningún esfuerzo por salvarlo. Ya tenían otro “héroe de los recursos naturales” para justificar sus fechorías. Nada viene al azar con un régimen tan corrompido. Saludos.

    ReplyDelete
    Replies
    1. Claro, seguro que no se interrumpió almuerzo alguno, ni fiesta. El Chivito sigue en su frenética carrera hacia la inmortalidad y la riqueza de Midas.

      Delete