Tuesday, November 15, 2016

Trump, los ricos, los banqueros… y los otros/MIRANDO DE ABAJO

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Me senté esta mañana en un Starbucks para tomar mocha caliente con crema. Casi cada lunes lo hago con un ex compañero de trabajo. Primero, luego de la devastadora elección que dejó a Trump con las riendas todas del poder.

El amigo confesó que tanto él como su pareja (afroamericana) votaron por el candidato republicano (un decir, ya que Trump se representa a sí mismo). Viniendo Rodney de Mississippi no resulta extraño. Es un bastión republicano desde siempre y un tradicional enclave racista también. Contó cómo su mujer decidió emigrar a Colorado por la insoportable situación de ser negra en tierra de blancos. Si iban a  un restaurante, los mozos ofrecían el menú pero evitaban el trato con ella. Hablamos de una época post Martin Luther King. A pesar de los inmensos logros que trajeron los años de lucha por los derechos civiles, poco cambió en la idiosincrasia de los lugareños en zonas rurales. Pareciera que Trump les dio voz, una que pronto será desoída de nuevo y a la que mantendrán en distracción  con minucias de chivos expiatorios y perenne imbecilidad.

Dadas las últimas noticias, concordó conmigo que la historia de desencanto terminaría como las anteriores. La Bolsa de valores descendió durante las primeras horas después del resultado electoral. Hoy los banqueros andan de sonrisa y los índices monetarios suben hasta alcanzar alzas récords. Gracias a que el presidente electo ha confirmado detalles de su política monetaria que favorecerá inmensamente a bancos, financieras y ricos. Y si los banqueros hacen Jauja significa que los pobres no; así de simple. Para disimularlo existe una parafernalia de muros, tez oscura, inmigrantes, razas e idiomas. Mientras los buitres de la economía engordan, a los miserables que creyeron en un cambio real se les dará circo, con muertos y semitas devorados por leones.

El odiado Obamacare, hablando de salud pública, parece que no será repelido en su totalidad. Ya los periodistas liberales comentan que quizá se lo mantenga en sus logros y que, cambiándole de nombre, tal vez Trumpcare, embobará a las huestes iletradas de sus votantes que esperan que el hierro se transforme en oro. Siglo XXI y ahí tenemos un gran porcentaje de habitantes del primer mundo que continúa con la mente en oscuridades que se podrían pensar en Papúa pero no aquí. Eso para los que no viven en los Estados Unidos, porque nosotros que para bien y para mal nos acurrucamos en este rincón, sabemos, al leer los mensajes de adultos con la secundaria terminada y a veces con estudios universitarios, que apenas pueden leer y escribir.

Pero es muy fácil embaucar a imbéciles fosilizados en ideas del siglo XIX, que siguen agitando las banderas de la Confederación y que sueñan con la miel color de leche. Demonios que el viento llevará algún día ya para siempre, no como simple historieta de cine clásico.

Pienso en los bolivianos de Virginia y me pregunto, habiéndolos oído en el pasado vilipendiar a la inmigración mexicana, cuántos de ellos votaron por el magnate. Hay una población hispana, latina, latinoamericana, cuya afición y deseo máximo radica en parecerse a los amos cuyas casas limpian, al igual que sus pares mexicanos, y desacreditar a sus hermanos de origen tratando de diferenciarse de ellos a ojos y vista del patronazgo gringo. Si lo sabré.

Gobernará la derecha; por supuesto. La supremacía blanca y los millonarios. Tardará la mersa incongruente e idiota del campo en darse cuenta. Va a ser tarde. La carnada del Otro no ha de eternizarse. Es, como en todo lado, un juego de poderes y riqueza, donde los de abajo, por rubios y pálidos que sean, cuentan como números no como personas. Y la Biblia brillará entre dos fusiles de guerra.

14/11/16

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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 15/11/20116

Imagen: MAD Magazine

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