Hace mucho que
esta retórica de la revolución debía haberse perdido, en los términos en que se
creó en el siglo XX latinoamericano. Vimos México engullido con sus muertos.
Carlos Fuentes supo ponerlo en ficción: la transformación del arado en el oro
de las finanzas, no para todos. Igual sucedió en Rusia donde hoy los nuevos
Romanov no son los príncipes de sangre que por ahí arañan ancianas “glorias”,
sino los descendientes de aquellos que sobrevivieron a Stalin, que crecieron a
su sombra, además. Así se fundó la nueva aristocracia rusa. China, ni qué
decirlo. El mar de sangre de las fatídicas guerra y revolución cultural se
redujo a Ferraris de cien mil dólares para los hijos de la nomenklatura
comunista. Aun así el pueblo cree, el que calza zapatos normales o no tiene
para comprarlos. Sueña, sueña con los líderes que iluminen el camino; hay algo
estúpidamente religioso en ello. La búsqueda del macho alfa, el eterno retorno
a la animalidad de cópula salvaje y dominio por la fuerza. En vano la poesía,
el arte, pinceles y tinta y música e imágenes. Pasto solo para irredentos,
individualistas, locos y criminales.
Hoy Donald
Trump es la imagen perfecta del “comunismo”,
líder de los trabajadores, pastor que guía el rebaño, flautista de Hamelin.
Comunista porque el vocablo carece ya de explicación coherente como para catalogarlo
de importante. Comunista es cualquiera, desde el orate de Corea del Norte a los
billonarios chinos, desde el voluminoso tonto Maduro hasta los narcos
bolivianos, y, claro, Putin y Marine Le Pen. Cómo se revolcarán en la tumba los
tontos útiles. Si hubiéramos sabido que el dolor serviría para encumbrar
riqueza personal y aristocracia, mejor nos quedábamos como estábamos. Los
pelados en México siguen siendo pelados y emigran al norte, y los pelones,
pelones, aunque en Zacatecas se vistieran por corto período de tiempo de
mujeres para escapar la ira popular.
Diosdado Cabello
es el heredero de Marx, miren hasta dónde hemos caído, y el sietemesino Ortega
el nuevo Emiliano. Hora del tango de Discépolo, del Cambalache que debiera ser himno universal. Si hasta el
verdugo-cornudo Perón, seguido de las crías kirchneristas, se convirtió en
rosario de la rebelión. Cuando en la masacre argentina asesinaron a Rucci, que
merecía morir igual que López Rega, no nos imaginábamos que se moldeaban en
yeso otros santos. Hasta la señora Hebe, de las Madres de Mayo que quisimos
muchos, le halló la vuelta al negocio de los mártires, sus hijos en este caso.
Que Nicolás
Maduro fuera chofer de bus no viene al caso, o que homosexual, tampoco.
Detalles que no interesan, ni si Chávez fue su amante, pero sí que eran socios
del más rentable negocio del mundo junto a la droga, el poder. Resulta que hoy
Caracas, llena de protestas, incluso desde los riscos de los barrios pobres,
clama porque se vaya, y algunos porque se lo cuelgue de un palo alto, muy alto,
sin pensar que su desaparición tampoco traerá bonanza sino un cambio de mando y
un traspaso del dinero. La recua engorda al amo, no cabe duda, y los pueblos
marchan como asnos coloreados ante el silbido capataz. Nada se puede hacer,
porque el individualismo ha perecido, es tan nimio que no cuenta. El alma
tribal se impone, lo gregario cuenta como lo único posible. Hasta en un país
llamado Estados Unidos que se preciaba de su individualidad, la gente marcha al
son de los pífanos de un orangután violento y vulgar.
Encender el
televisor trae un trillado novelón de encendida retórica y falsedades, perfecto
para la chusma, mísera o adinerada, que gusta seguir por detrás, pegado a la
cola, el olor almizclado de las esencias gástricas del profeta de turno. Animales.
24/04/17
__
Publicado en EL
DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 25/04/2017
Imagen: Saludem
el nou Líder Mundial del Proletariat! (Rumania)
Parece un espejo sin celaje ni orlas, excelente artículo.
ReplyDeleteLa sabiduría popular afirma que “el hombre necio, habla recio, para que todos se enteren que es necio”
¿Esto aplica a los cerriles gobernantes o a aquellos ignaros que les otorgan la membrecía de verdugos de su propia feligresía de miseria?
¿Quién refriega la espalda del mocho?
La gran tragedia latinoamericana es haber caído en las garras del populismo y sus variantes mesiánicas dizque “revolucionarias”. Particularmente desastroso es el caso de la Argentina, una nación otrora próspera y de primer mundo, se lee por ahí. Hace unos días una militante kirchnerista declaraba: Cristina robaba pero teníamos para comer, ahora tenemos que laburar día a día. Lo grave es que no es un sentimiento aislado sino que millones se creen lo mismo. Y por lo que cuentas, Estados Unidos, empieza a dar peligrosas señales de seguir el malsano ejemplo. Saludos.
ReplyDelete