“Por eso pasé de
largo, detenerme para qué, de poco vale un paisano sin caballo y en Montiel”,
dice la milonga de Atahualpa Yupanqui. Pasé por Montiel, en un caballo de
fierro, cuando el tiempo era de gastados pantalones de mezclilla, y tampoco
valía yo mucho, casi nada. Un paisano me dejó una bolsa con milanesas
preparadas: tome, amigo, para que le alcance el viaje. Luego amaneció Buenos
Aires, un puerto de bruma donde busqué, sin encontrarlos, los colores de Benito
Quinquela Martín. Europa era una obsesión, Marsella, y la intentamos en El
Callao como en el sur, al oriente en Santos de lengua extraña. Era una obsesión
y se convirtió en ruina. Retornamos a las ajadas calles de Cochabamba;
atravesamos la plaza 14 de Septiembre al amanecer. Estudiantes universitarios
caminan en círculos preparando los exámenes; un borracho orina en la columna de
los héroes; violáceos policías de civil contaban que en Bolivia la ley era para
quien podía; garrote para el resto.
Chino me dijo que
G. estaba tirando con Y. La pena se ahogó.
Después USA y las
casualidades. Judith y Jennifer, y Karen y Chris. Dos matrimonios, diez
abandonos. Bastaría para mandar a la muerte al solitario pero seguí por el
camino del coito que es la ruta más simple del amor.
En el lago
Balatón, de esa Hungría de poetas menores que amaba Borges, Daniela rema en
kayak. Desnuda en el sol y una botella de vino. Budapest es sobria y hasta
sombría. El lago, lo opuesto. Baja, descansa, se recuesta. El vino que queda se
calienta, hierve, y toma color más oscuro, casi de orín. Entre sus piernas pelos
de carmesí furioso, que contrastan con la blancura judeolituana que sabe tan
antigua como la primera Torá. Transpira. Gotas que si no fuesen cristalinas
llamaríamos perladas siguiendo el lugar común. Miro una en particular, que nace
en el bosque de corteza roja y desciende buscando la sombra de la caverna. No
llega porque la bebo. Tengo sed; la tristeza me produjo sed y la sed deseo y el
deseo arenas revolcadas y mi sexo entrelazado al suyo siamés. De nosotros no
nacen hijos. Esto viene a ser placer gratuito, pastel de colores sepias mi
sangre que llega de la montaña fría, y rojiblanca tú, Daniela, con aroma de
entre alerce y abedul. Eyaculo en ti, me muero, me duermo pensando en Esenin. Y
te dejo cayéndome por inercia igual a si se hubiese roto un puente colgante y
los escombros llenaran el río.
Guerra de dos
mundos. Encuentro. Unión y desfase. Remas en el Balatón y revuelves mi café con
crema entre las paredes de un cafetín ilusorio de tan hermoso, en Pest. No
pareces la misma y sin embargo esas pecas que te crecen justo arriba del
matorral en tu vientre abajo me dicen que sí, que no me engañas, que quien
cuenta de las desventuras de los rom y canta canciones que solloza la raza, y
aquella que pone una rosa ante su vulva, que no lleva calzón pero sí blusa
amarilla y corta falda negra, sentada en un hotel de Belgrado, también.
Escribo sobre ti,
te digo, y claro que he de cuidarme de un esposo celoso que quiere adueñarse
del pretérito y del futuro, lo entiendo. Otras me lo han dicho, me han escrito
cartas secretas que borre la memoria suya de mis manos, de mi boca y de mi
miembro. Y aunque los lavo, echo jabón, creolina, ácido, alcohol blanco y
demás, nada puedo hacer cuando cierro los ojos y recuerdo, y partes de mi
cuerpo se activan independientemente de las otras. No soy perfecto, lo sabes. Y
lo saben esas que creen que unas letras dibujadas en caligrafía bastan para
romper hechizos. Nunca lo nuestro fue objetivo, ni contigo ni con nadie. Rictus
de burla hacia el destino, careta de festejo chino, dragón de mil colas y que
venga lo que viniere que otra cosa aparte de morir no ha de quedarme ya pronto.
Pero, perdona, te
dejé en la silla de Belgrado y no regresé por ti. La rosa se puso mustia y tu
sexo rojo. Y me arrepiento de no haberme arrodillado y recitado un ora pro
nobis en el altar de la sangre.
13/07/17
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Publicado en PUÑO
Y LETRA (Correo del Sur/Sucre), 17/07/2017
Imagen: Egon
Schiele
VAYA POETA TAN LUJURIOSO Y EXQUISITO...!, escribes con tanto gusto que nos dejas sabor a leerte más..
ReplyDeletePues gracias, querido Fernando. Espero que guste también a la destinataria. Abrazos.
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