Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Vestías de negro,
lo recuerdo, con un fuerte contraste hacia el guindo cremoso de la garapiña. Casa
de Abel, Villa Moderna, la más alta, o casi, del grupo. Mechón blanco, el resto
negro. Y el novio empedernido, que fue padre luego y luego olvido. Hablamos en
el rictus baboso de la borrachera, de Sanipaya y el río Sacambaya, de tu tierra
que alguna vez fue mía aunque apenas la pisé en sus bordes cordilleranos. Hará
un mes escribías en mi página de Facebook que teníamos que ir allá, al mundo
secreto detrás de los Andes. Ya no iremos.
Imagino a Ligia
desolada, porque fuiste su amiga cercana, cómplice, hermana. Sus lágrimas se
evaporan entre toda la tierra que hay entre nosotros hoy. Quería verte, como
todos cuando sabemos que la muerte ronda, que se sienta entre los seis bancos
vacíos a las dos de la mañana enfrente de un asilo de ancianos.
Me gusta que
hablamos, dos veces el último mes y prometiste mejorarte porque las maletas se
preparaban para emprender la subida. Julio me escribió temprano: “se nos murió
Magda, Claudinho”. Pues no te mueres mientras te recordemos. Después, ya, quién
sabe, cuando estemos de greda negra y zapatos de charol. Mientras tanto sonríes
traviesa saboreando la garapiña, venida de la chichera que hace milagros, opaca
como pastel de pintor.
Tu casa era la
casa, y de allí tiramos cohetes triples al cielo, apuntando a dios y a los
ángeles que caían maduros al asador. La casa donde bailamos tangos patéticos,
no importando la risa de los jóvenes ajenos al peso de la historia. Meu marido,
me llamabas, parafraseando a Ligia. En la entrada los amigos la emprendían a
golpes en esa peculiar manera fraterna de los cochabambinos. El mechón blanco
de tu cabello negro no se despintó, con los años iba mimetizándose para engañar
al público, que envejecer no lo hiciste para nada: seguías valiente, decidida,
criando a tres hijos sola y lidiando con las penas de los amigos que lloraban
en tu regazo.
No te merecieron
los hombres. Hay mujeres por encima de ellos, de sus minucias sollozantes y
culposas. De eso ni te arrepientas, que mejor viajar sola que pobremente
acompañada. Tuviste amigos, varios. Allí estuvimos Julio y yo, siempre, un poco
mareados de vida pero firmes.
Sin ti se
arrebata a Cochabamba de algo íntimo. Va convirtiéndose en la ciudad de los
ajenos, donde nosotros, hijos de la confusión de lo rural y lo urbano,
permanecimos como un hito que el viento borró. Conservo un manto de vicuña de
tu padre, don Eliseo Thames, escondido entre otros tejidos andinos y secretos
del universo insondable de Ayopaya. Y un pullu colorido, naranja sobre todo, y
pesado, bien pesado, que cubre nuestra cama cuando enfría los pies, el invierno.
Casi decir que estás; de todos modos no te vemos ya que la vista prefiere
nublarse para no contemplar la debacle.
Magda, Magda,
hiciste bien en no esperar las promesas de los que iban a verte, a despedirse.
Les dejaste la memoria y los buenos deseos; con eso basta. Ahora tu teléfono
calla y ese es triste sonido.
Caminas entre
molles, sauces y ceibos de tu lar. Sé que te hubiera gustado ver Palca de
nuevo, acalorarte en Cocapata y hablar la lengua secreta, el quechua, que
soltabas apenas en entornos muy privados. Mi padre te quería, y tú a él. Creo
que le representabas un mundo que se desvanecía y que perdió un retazo con su
ida. Otro con la tuya. Lo dicho, nos anuncias un nuevo panorama, con demasiado
de trivial y apenas con sustancia.
He de llamar a
tus hijos. Y el nexo pronto ha de diluirse como alcohol en agua. Ligia, yo, mis
hijas, sus hijas, Julio, Chino desaparecido, Jimmy, te repetimos quedo: duerme.
Y un hombre, al menos uno que sé, añadirá: duerme, amor…
11/06/18
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Publicado en EL
DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 12/06/2018
No conocí personalmente a tía Magda, pero en la familia se habla bastante de las hermanas Thames, mis tíos tienen una relación cercana. Hace pocos dias unas primas mayores fueron a una suerte de kermesse o velada para recaudar fondos, así me enteré de su situación terminal. Paz en su tumba.
ReplyDeleteFuimos amigos por varias décadas, desde cuando estudiaba Sociología. Paz para ella.
Deletea mi me hiso tremendo lio asi que em es indiferente
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