Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Los nuevos
césares no llevan olivo, llevan hojas de coca. Y Luis Almagro, que en su
momento pareció sobrio, ha perecido ante la baba verde del imperio cocalero.
Hay un vocablo
que la izquierda ha borrado de su léxico: vergüenza. Almagro viene de la
izquierda uruguaya, con su mística de valor y de tormento. Recuerdo, sin
embargo, mi desazón al leer ha mucho las Actas Tupamaras. En aquella gloria
había mucho de infancia y también de vanidad. Así es por lo general la
revolución de los niños bien. Y el santón Mujica, bonachón y no confiable,
indica a ese movimiento juvenil que envejeció, las pautas de los nuevos
paradigmas. Y señaló el profeta a Bolivia, y a la desastrosa figura del curaca
Morales, como el moderno camino de la rebelión de las masas, la Patria Grande
de pueblos indios… y de caciques. La verticalidad india, no la ilusión
volteriana o roussoniana del esplendor y el paraíso.
La
contradicción es que el secretario de la OEA ataca a Nicolás Maduro y ahora
impulsa a otra dictadura sui géneris pero dictadura igual. Ya no hay decencia
en la izquierda. La hubo, aunque es término casi siempre mal utilizado, cuando
se ponían los muertos, las violadas y los asesinados. Como si hubiera servido
de algo, para ver a un macaco dice que marxista encaramado en el urinario de
los Somoza y con el mismo prurito de poder y angurria. En Nicaragua.
No solo se
desvirtuó la revolución con esta maraña de malentretenidos sino también la palabra.
Vergonzante ponerse a rebuznar sobre ella a no ser que se la trate de manera
histórica. Esta es la feria de Alasitas, el ekeko y sus miniaturas. El
agigantarse de estas, el toque de Midas que convierte el yeso en oro, la
cerámica en diamantes. ¿Los muertos? Bien nomás se están descansándose,
gracias.
Mientras
tanto luces de naves espaciales, ovnis, sobrevuelan los cielos de Chimoré,
donde músicos de renombre y otros fabrican cocaína en criaderos de chanchos.
Claro que este es octubre, la gran marcha china, la revolución de los
guaraches, las bicicletas de Ho Chi Minh. Si el poeta eres tú, Evo Morales, y
lo que sigue de aquella preciosa canción que resultó también mentira. Como dijo
el profeta, si el que ha plantado estrellas eres tú. Ovnis salen y entran del
cielo empapado de Chimoré. Millonarios absorben cristal puro en Wall Street;
los pobres mueren con tóxicos de pasta base y detergente.
Si es de no
creer. Debieran redactarse escrituras sobre la propiedad de los países y
cederlas ya a los personajes mencionados. Que incluya heredad para los que les
siguen del núcleo de su singular orgía familiar. Si el poeta eres tú, por
supuesto y el segundo es el Bécquer de la nueva poética boliviana, con versos
apabullantes como un upper cut. Knock out técnico. Ganaron ellos y quedamos el
resto afuera. O desempolvamos las arcas donde duerme la mítica palabra que despertó
la Historia: Revolución, o nos morimos, que costumbre es, según Borges, que
suele tener la gente. Pero, ahí cabe la pregunta ¿o estamos ante una dinastía
de inmortales? ¿O la ciencia ficción se ha hecho real, concreta, presente, y
superhéroes atraviesan los cielos de Orinoca y Chimoré? ¿Es Superman? No, es
Evo Morales yendo al trabajo porque no descansa. Y su uno no descansa,
enflaquece. Y este engorda. Lo dicho, estamos ante la presencia palpable de
extraterrestres, ni se parecen a nosotros. El jefe máximo tiene algo de Sandro,
de Beethoven y un poco de Manco Inca, pero es solo un disfraz, un recurso
interplanetario para que no se descubra –todavía- lo que los seres estelares
han traído, de bien, para nosotros. En su momento será. Por ahora, el curaca ha
salido volando, disparado. ¿Superman? No, Evo Morales.
19/05/19
_____
Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 20/05/2019
No comments:
Post a Comment