MAURIZIO BAGATIN
Texto leído
en ocasión del evento "En conversación con Claudio
Ferrufino-Coqueugniot" llevado a cabo en la UCB (Universidad Católica San
Pablo de Cochabamba) el 24 de abril 2024
Claudio
Ferrufino, además de ser un gran amigo, es el autor de una de las trilogías
literarias, compuesta por El Señor Don Rómulo, El exilio voluntario y Muerta
ciudad viva, que más han logrado retratar la esencia del ser boliviano, ser
emigrante y ser hijo de la generación que se obnubiló en la revolución marxista
de los años ochenta del siglo pasado. Una acuarela o un fresco de la
tragicomedia boliviana. Bolivia nace como un laboratorio. Desde Bolívar hasta
la tragedia del llamado “Proceso de cambio”, pasando por las mil y una
dictaduras que ha sufrido, siempre ha ofrecido escenas irrepetibles en otros
ambientes.
(…) Claudio
se adueñan de un lenguaje puro y sincero, quechuismos y contaminaciones
importadas o de paso -de la época que vive- sin conformismo y con pocas gracias
da a la luz una visceral joya literaria, que el tiempo -sabio conservador y
madurador- nos devolverá mañana con aún más luz y más poesía. Dejémosla
madurar, a cada cosa su tiempo, a cada uno su trabajo… y al lobo el rebaño.
Única en un
teatro único, Bolivia, a través de esta trilogía, desnuda muchas de sus
calidades y de sus falencias. Bolivia es un espacio adonde la ontológica
rebeldía se va mezclando con el retraso hacia una historia que al parecer nunca
supo acompañarla. Un camino para conocerla y para conocernos es nuestra
literatura, y Claudio con su obra y su lenguaje, nos introduce por un p’ujru
único, maravilloso y espeluznante, irónico y tremendamente poético. El invito
es a que lo lean.
En 2016,
Omar Salinas de la UMSA realiza un estudio: “Rupturas y continuidades: La
nación narrada desde la voz del niño patriota al joven marginal”. Dos novelas
tan distintas en el tiempo y en el estilo como Juan de la Rosa. Memorias del
último soldado de la independencia de Nataniel Aguirre (1885) y Muerta ciudad
viva de Claudio Ferrufino-Coqueugniot (2013) tendrían a primera vista muy poco
en común como para compartir líneas de análisis. Pero una lectura un poco más
atenta a los detalles revela el dialogo que se establece entre ambas obras. Más
allá de los lugares comunes y de las referencias directas e indirectas que la
obra de Ferrufino-Coqueugniot hace a la de Aguirre, ambas novelas se construyen
como narraciones en torno a conflictos de identidad de sus jóvenes
protagonistas como formas de pensar lo nacional. El análisis que proponemos se
centra en las formas de representación discursiva de lo joven y la estructura
temporal a ellas relacionada para poner en dialogo algunos rasgos del sentido
de nación propuesto en ambas novelas.
Carlos
Crespo Flores, investigador de la UMSS, compartió muchas de las experiencias
generacionales que vivió Claudio Ferrufino. Fruto de una profunda lectura de la
novela Muerta ciudad viva, son los textos que compartió en el blog Anarquía
Cochabamba: “La juventud universitaria de Cochabamba en los 80’s según la
novela Muerta ciudad viva”; “Los universitarios en la novela Muerta ciudad
viva: Revolución, alcohol y eros”; “Claudio Ferrufino y los aromas del
eucalipto”; “Algunos argumentos para leer Muerta ciudad viva”; “El Cruce
Taquiña cuando era de tierra”; “La chicha de “Las Garrafas” según Claudio
Ferrufino”; La UTCH, legendaria chichería de los universitarios en los 80’s”.
Abril 2024
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