JULIA ROIG WHITTLE
“¿Qué texto que no se respete no ha sido escrito por muñones?
Amor y dolor, placer y desgarro”.
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Dijo Kierkegaard
que escribir un prólogo es como afilar la hoz, pero este libro no necesita
afilador. La caricia de sus hojas arañará tus yemas y la honestidad del
contenido se amarrará a tu pecho de un modo dopamínico y brujo. Si lo acercas a
tu oído podrás escuchar la voz de cueva de Claudio, quien le escuchó lo sabe.
Esta suerte de diario, y digo suerte porque me sé afortunada como ante las
grandes obras, con hambre y extenuación, es un delirio de nieve, sangre,
piernas de mujer y poesía. Un mapa de rincones, un mapa del frío. De saltos a
la infancia, de saltos a los bosques, de saltos a los libros. Y a las guerras y
a los adioses lluviosos. Un tango ruso. Una cavalcata
sarda. Un vals peruano. Un itinerario alucinado de estaciones con nombres de
ríos, ciudades y mujeres. Y poesía, lo dije y lo repito: “voy a nutrirme de tus
sueños. De ellos necesito para arrasar campos y eriales”.
Claudio conversa
alquímico e inspirado hasta el dolor con Pedro Páramo y con Juan Rulfo, “Nos
devoramos, sabemos que en nuestras venas corre sangre de tierra”. Con Thomas De
Quincey, “Tiemblo. ¿Del frío, Thomas De Quincey? Del hambre. Se tiembla de
hambre más que de frío. De amor más que de hambre”. Es un exhibicionismo feroz
el de la mente de Claudio. Pornografía neuronal. Y narra y esculpe, como
exquisito picapedrero, los olores, el tacto, los sabores, las canciones, la
nostalgia, imita a la naturaleza con animalidad y delicadeza innata mientras
empaqueta toda una vida en cajas, porque tiene otro rumbo, otro espacio…porque
le esperan los cielos de El Greco de la alcohólica Cochabamba después de
treinta inviernos. “Mañana trashumaré de nuevo las sendas empolvadas, haré de
la memoria orgía con serpentinas de angustia”, dije poesía.
Es música. “Gotas
de sudor sobre el teclado. Este piano de textos va a fundirse así. Trato de
secarlo. Digo piano porque es mi manera de hacer música, ligar palabras”. Y
compone, Claudio, como el tercer movimiento del Septimino de Beethoven te
afecta, te noquea con sus puños voraces mientras vierten la tinta de toda una
vida. Mientras derrama recuerdos de un modo tan nítido que todo es hechizo. ¿De
dónde los extrae? ¿De la espesura de un bosque eslavo? ¿O aguardaban bajo un
manto de nieve denveriana? ¿O tal vez empapados de chicha cochabambina? Yo no
lo sé, pero los cocina a fuego lento y los sirve con sus manos y todo es
festín. Some days are diamonds, some days are rocks, pero Claudio es un
buscador y los trae de un mundo, de un mundo antiguo que no obsoleto,
que ya nadie podrá pisar. La exuberante memoria de este hombre,
melancolista desde antes de nacer, es un tesoro de vida, porque Claudio es
el viento del crepúsculo.
He encontrado el
poema perfecto para hablar de este libro. Un poema que habla de Claudio sin
haberle conocido. Un poema de su admirado Vitezslav Nezval.
CIUDAD DE
TORRES
Praga de las cien
torres
con los dedos de todos los santos
con los dedos de los perjuros
con los dedos de fuego y granizo
con los dedos de un músico
con los deslumbrantes dedos de mujeres tumbadas de espaldas
con dedos que tocan las estrellas
en el ábaco de la noche
con los dedos de donde mana la noche
con dedos estrechamente unidos
con dedos sin uñas
con los dedos de los niños más chicos y afiladas briznas de yerba
con los dedos de un cementerio en mayo
con los dedos de una pordiosera y de toda la clase
con los dedos del trueno y del rayo
con los dedos de los crocus de otoño
con los dedos del castillo y de las viejas arpistas
con dedos de oro
con dedos por donde silba el mirlo y la tormenta
con dedos de puertos de guerra y clases de baile
con los dedos de una momia
con los dedos de los últimos días de Herculano y de la Atlántida sumergiéndose
con dedos de espárrago
con dedos de cuarenta grados de temperatura
y helados bosques
con dedos sin guantes
con dedos en los que se ha posado una abeja
con dedos de alerce
con dedos que tocan el flautín de la orquesta de la noche
con dedos de jugadores tramposos y de acerico
con dedos deformados por el reumatismo
con dedos de fresas
con dedos de molinos de viento y ramos de lilas
con dedos de agua de la fuente y con dedos de bambú
con dedos de trébol de cuatro hojas y viejos claustros
con los dedos de creta diluida por el agua
con dedos de cucos y de árbol de Navidad
con dedos de médiums
con dedos cepillados por el vuelo de un pájaro
con los dedos del tañido de las campanas y del viejo palomar
con los dedos de la inquisición
con los dedos lamidos para probar el viento
con los dedos de enterradores
con los dedos de ladrones de anillos
de manos que tocan la ocarina
con los dedos de deshollinadores de Nuestra Señora de Loreto
con los dedos de los rododendros y las fuentes de la cabeza del pavo real
con los dedos curtidos de la cebada que madura en el mirador de Petrin
con los dedos de mañanas de coral
con dedos que señalan hacia arriba
con los dedos cortados por la lluvia y la iglesia de Tyn con el guante del
crepúsculo
con los dedos de la hostia profanada
con los dedos de la inspiración
con largos dedos sin falanges
con los dedos con que escribo este poema
Ibiza, 17 de febrero de 2025
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Prólogo a ARS SIMIA NATURAE (Editorial 3600, La Paz, 2025)

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