Vive en EEUU
desde 1989. En 2010 ganó el Premio Literario Casa de las Américas en Cuba. Es
columnista y bloguero. Habló con Poder y Placer sobre Bolivia, su gobierno y el
rol de los escritores ante la política.
Darwin Pinto Cascán
Cochabambino, boliviano, ciudadano del mundo, universal no sólo en su pensamiento sino también en la sangre de sus antepasados que le corre por el cuerpo y en las patrias de sus amores...
Claudio se sienta
ante el computador con las manos heladas, mientras afuera la nieve sigue cayendo
sobre la ciudad de Denver, aplastando con su peso al mercurio del termómetro
que ya marca varios grados bajo cero en un fin de año típico de Colorado
(EEUU).
Cuando me dice
que ha nevado jodido, que el frío ha llegado hasta 20 grados bajo cero, me viene
a la mente la película “El Resplandor”, dirigida por Stanley Kubrick y filmada
justamente en las montañas Rocosas de Colorado (basada en una novela de Stephen
King, que sitúa varias de sus historias en ese Estado en el corazón de EEUU).
En la película, como en las palabras de Claudio, hay mucha, mucha nieve...
Antes de hablar
con él, he entrado a su blog (http://lecoqenfer.blogspot.com/) y he leído:
“Claudio Ferrufino-Coqueugniot fue columnista del diario Opinión de Cochabamba
y ha colaborado en revistas y diarios de Bolivia, EE.UU, Argentina, Canadá,
España y Alemania. Sus primeras publicaciones datan de 1984 en el suplemento
Presencia Literaria. Ha publicado ‘Los virginianos’, colección de textos y
cuentos breves (1991). Su novela ‘El señor Don Rómulo’ fue finalista del Premio
Casa de las Américas (2002). En 1989 emigró a los EEUU donde fue traductor
freelance, escritor de cuentos infantiles, estibador, repartidor de periódicos
y especialista en frutas y verduras frescas, lo que le aportó vivencias de primera
mano para adentrarse en la lucha y desesperanza de los inmigrantes ante un
mundo no solo ajeno, sino cruel”...
Dejo de leer,
siento que lo conozco un poco más, ya no sólo por el hecho de ser el ganador
del Premio Casa de las Américas 2009, probablemente el segundo galardón más
importante en lengua hispana después del Premio Cervantes de Literatura. Ya no
es sólo un nombre, es una cara, una actitud.
Claudio me dice
que está arreglando todo para su viaje a Cuba. Dejará atrás la opresión extrema
de la nieve para entregarse a ese trópico de ensueño envuelto en el calor del
bellísimo Caribe cubano. Irá a la patria de Martí para ser jurado del Premio
Literario Casa de las Américas 2011, galardón que, como dije, él mismo ganó en
2009 para mayor orgullo de las letras bolivianas con su novela “El Exilio
Voluntario”. Por eso le pregunto:
¿Por qué escribiste El Exilio Voluntario? ¿Cuánto de Bolivia hay ahí?
Mucho de Bolivia,
y mucho de los Estados Unidos, pero en los ojos de un boliviano. Lo escribí
para no olvidar una vida que me desbordó cuando llegué, lejana en su dimensión
a lo vivido antes, y cercana también en los avatares del bajo fondo, el
alcohol, la política y la miseria.
Desde tu percepción, a la distancia, ¿en qué
cambió Bolivia desde que Morales asumió el poder?
A pesar de cierto
recelo que tengo de las personas que hablan demasiado, creí que había grandes
oportunidades de cambio en su asunción y así lo escribí. Dije incluso que de
estar allí, en Bolivia, votaría por él. Lastimosamente mis sospechas no eran
infundadas y luego lo combatí por escrito de entrada, con tanta vehemencia como
combatí a George Bush, desde aquí, en sus dos gobiernos.
Me alegra ser
archivista y conservar casi un 100% de mis escritos que muestran, y en su caso
demuestran, en qué lado me ubico. Creo que una cosa que quedará como positiva
es la final y necesaria aceptación del indígena como sujeto político en nuestra
historia. Será un proceso largo y difícil que va a dar sus buenos frutos en el
futuro.
Del desgobierno y
la doblez de esta gente que gobierna en Bolivia hay todavía mucho que decir. Y
a muchos los conozco, son de mi generación y de una “élite intelectual” en la
que crecí y de la que me alejé.
¿A qué lado te ponés? ¿izquierda o derecha?
Ya que hay que
dar denominaciones; izquierda, siempre. Aunque no acepto dogmatismo alguno, ni
amo, ni Dios, para jugar al nihilista desterrado.
¿Rechazas esa forma de dividir el pensamiento político humano?
Diría que
veíamos, y vemos, las cosas desde puntos de vista diferentes. Creo que no me
estanqué en un proceso ideológico que las más de las veces es simple pretexto.
Me considero incólume aún. Aunque la bifurcación de estas líneas se ha hecho
obsoleta por la aparición, o destape, de realidades que no alcanzaron a tocar
las ideologías, siempre me he considerado un hombre de izquierda. Mis amigos
masistas me consideran ‘facho’ y yo me río ante su mixtura incomprensible que
retoma a Marx, a Kropotkin o a la Pachamama con acercamientos peligrosos al
fascio que critican. Evo Morales, para mí, ya que estamos entre derecha o
izquierda, es la derecha acabada, igual que su sosías (persona con demasiado
parecido o similitud a otra) blanco, el de terno.
En el pasado, especialmente durante la Guerra
Fría, la Literatura fue militante... En el presente ¿cómo crees
que debe ser la actitud del arte, de los escritores frente al poder?
Es trabajo del
artista la crítica del poder y la defensa irrevocable de las libertades.
Respeto el derecho de algunos escritores que se ubican en un intimismo que para
algunos significa emboscarse; como también el de los otros, el de los que hacen
proselitismo. Puedo leer a Barbusse como a Robbe-Grillet, y que me guste uno u
otro más es asunto tanto personal como estético. Creo, sin embargo, en la
opinión política. Lo hizo Monsiváis, lo hizo Hermann Hesse. Y hasta en la
“derecha” leo con gusto ficción y opinión de autores como Brasillach, Drieu La
Rochelle o el gran Céline. El compromiso del artista es con él, y, siendo su
obra asunto colectivo, su compromiso se hace también colectivo.
¿Qué opinas de las posturas políticas de Vargas Llosa y García Márquez?
En teoría me
gustan cosas que dice Vargas Llosa, aquello de la oposición a dictadores, al
abuso del poder, etc. Pero soy suspicaz con él. Algo tal vez como una
desconfianza de clase. Y, curioso, con García Márquez me sucede lo mismo. No
comprendo su rodearse de gente que, también en teoría, debiera repeler:
banqueros, etc. Uno mira y se sorprende de que tipos como Mick Jagger se
arrodillen ante la reina, o que la rebelión del rock sea hoy uno de los mayores
objetos de consumo.
Los leo, a pesar
de eso, más a Gabriel García Márquez que a Mario Vargas Llosa y los prefiero de
lejos a ambos en vez de los Fujimori y los Linera, o especímenes similares que
se las dan de Cristos sin cruz y menos crucificados.
¿Qué opinas de Cuba y su gobierno? ¿Qué sentiste cuando recibiste el Casa de las Américas ahí?
El Casa de las
Américas fue como alguna vez lo dije, emblemático para mí. Por ellos leí a
Eduardo Galeano, Haroldo Conti, Jorge Enrique Addoum, Roque Dalton y otros.
Entonces recibir el premio sobrepasó y sobrecogió mi imaginación. Viajar a La
Habana implicó un viaje a una tierra de misterio obligatorio. Estaba el Che,
nuestra visita hace muchos años –con amigos- a la embajada de Cuba en Lima con
ánimo de ir a poner el hombro, o el gatillo a Nicaragua. Y tantos otros etcéteras
que hacen de la “Casa” y Cuba un tema insoslayable de varias generaciones, la
mía entre ellas.
¿El gobierno de
Cuba? Mucho he hablado y escrito de un libro fundamental para conocer lo que
pasó y pasa allí: “Escucha yanqui”, libro ya antiguo, pero que marca hitos aún
válidos del proceso de la revolución cubana y de su estrecha relación,
geográfica, histórica, con el monstruo de los Estados Unidos. Lo que siguió, la
sovietización, las purgas, la unipersonalidad en el poder, tienen un origen que
bien pudo haber sido diferente sin renunciar a los objetivos revolucionarios,
urgentes en aquella Cuba llena de sangre y de la inmundicia de dictadores como
Machado, o Batista.
Si tuvieras que escribir una novela sobre Bolivia ¿en qué género la clasificarías y qué personajes públicos bolivianos serían tu héroe y su adversario?
No sé. Mis
personajes, en un síndrome que comparto con Máximo Gorki, vienen de mí. Trato
de quitar ese egoísmo autoral -autoril- y fundamentar al menos unos en
dimensiones ajenas a las mías. Es un trabajo. Y puede ser un estilo. Todavía no
lo sé.
Me gustaría, y lo
tengo de proyecto hace mucho, con gran anterioridad a la aparición de Evo
Morales en el panorama, escribir sobre Belzu. Es un personaje en el que se
pueden buscar respuestas a lo que sucede hoy, y sacar nuevas preguntas. Soy un
apasionado de la historia y hay tantos personajes bolivianos sobre los que
amaría crear novelas: Padilla, Camargo, Warnes, las rebeliones indigenales y
los guerrilleros de Ayopaya. Y otras sobre la gente común, yo mismo, la
infancia, la juventud, Cochabamba, la borrachera, los escritores malditos de
Bolivia a los que nadie jamás leerá y menos publicará. Sí, sobre ellos quisiera
escribir.
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Publicado en
PODER Y PLACER (Santa Cruz de la Sierra), enero 2011
Imagen: Crapeau/Fotografía de Man Ray, circa 1932
Muy buena entrevista, respuestas certeras, concretas. Me situó también en la libertad e independencia, con desarrollado sentido crítico y humanista. Hedonista en los gustos y placeres. Como tú, voraz devorador de vidas escritas.
ReplyDeleteGracias por esta amistad que se desarrolla en breves lecturas y comentarios, siendo tan diferentes nuestras experiencias, tenemos mucho en común.
A ti, Fernando, por el placer de tener una lectura inteligente y comentarios semejantes de tu lado. Esperemos que siga, que la cultura se nos muere irremediablemente.
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