Monday, February 7, 2011

'EL ARTE DEBE SER CRÍTICO CON EL PODER'


Vive en EEUU desde 1989. En 2010 ganó el Premio Literario Casa de las Américas en Cuba. Es columnista y bloguero. Habló con Poder y Placer sobre Bolivia, su gobierno y el rol de los escritores ante la política.

Darwin Pinto Cascán

Cochabambino, boliviano, ciudadano del mundo, universal no sólo en su pensamiento sino también en la sangre de sus antepasados que le corre por el cuerpo y en las patrias de sus amores...

Claudio se sienta ante el computador con las manos heladas, mientras afuera la nieve sigue cayendo sobre la ciudad de Denver, aplastando con su peso al mercurio del termómetro que ya marca varios grados bajo cero en un fin de año típico de Colorado (EEUU).

Cuando me dice que ha nevado jodido, que el frío ha llegado hasta 20 grados bajo cero, me viene a la mente la película “El Resplandor”, dirigida por Stanley Kubrick y filmada justamente en las montañas Rocosas de Colorado (basada en una novela de Stephen King, que sitúa varias de sus historias en ese Estado en el corazón de EEUU). En la película, como en las palabras de Claudio, hay mucha, mucha nieve...

Antes de hablar con él, he entrado a su blog (http://lecoqenfer.blogspot.com/) y he leído: “Claudio Ferrufino-Coqueugniot fue columnista del diario Opinión de Cochabamba y ha colaborado en revistas y diarios de Bolivia, EE.UU, Argentina, Canadá, España y Alemania. Sus primeras publicaciones datan de 1984 en el suplemento Presencia Literaria. Ha publicado ‘Los virginianos’, colección de textos y cuentos breves (1991). Su novela ‘El señor Don Rómulo’ fue finalista del Premio Casa de las Américas (2002). En 1989 emigró a los EEUU donde fue traductor freelance, escritor de cuentos infantiles, estibador, repartidor de periódicos y especialista en frutas y verduras frescas, lo que le aportó vivencias de primera mano para adentrarse en la lucha y desesperanza de los inmigrantes ante un mundo no solo ajeno, sino cruel”...

Dejo de leer, siento que lo conozco un poco más, ya no sólo por el hecho de ser el ganador del Premio Casa de las Américas 2009, probablemente el segundo galardón más importante en lengua hispana después del Premio Cervantes de Literatura. Ya no es sólo un nombre, es una cara, una actitud.

Claudio me dice que está arreglando todo para su viaje a Cuba. Dejará atrás la opresión extrema de la nieve para entregarse a ese trópico de ensueño envuelto en el calor del bellísimo Caribe cubano. Irá a la patria de Martí para ser jurado del Premio Literario Casa de las Américas 2011, galardón que, como dije, él mismo ganó en 2009 para mayor orgullo de las letras bolivianas con su novela “El Exilio Voluntario”. Por eso le pregunto:

¿Por qué escribiste El Exilio Voluntario? ¿Cuánto de Bolivia hay ahí?
Mucho de Bolivia, y mucho de los Estados Unidos, pero en los ojos de un boliviano. Lo escribí para no olvidar una vida que me desbordó cuando llegué, lejana en su dimensión a lo vivido antes, y cercana también en los avatares del bajo fondo, el alcohol, la política y la miseria.

Desde tu percepción, a la distancia, ¿en qué cambió Bolivia desde que Morales asumió el poder?
A pesar de cierto recelo que tengo de las personas que hablan demasiado, creí que había grandes oportunidades de cambio en su asunción y así lo escribí. Dije incluso que de estar allí, en Bolivia, votaría por él. Lastimosamente mis sospechas no eran infundadas y luego lo combatí por escrito de entrada, con tanta vehemencia como combatí a George Bush, desde aquí, en sus dos gobiernos.

Me alegra ser archivista y conservar casi un 100% de mis escritos que muestran, y en su caso demuestran, en qué lado me ubico. Creo que una cosa que quedará como positiva es la final y necesaria aceptación del indígena como sujeto político en nuestra historia. Será un proceso largo y difícil que va a dar sus buenos frutos en el futuro.

Del desgobierno y la doblez de esta gente que gobierna en Bolivia hay todavía mucho que decir. Y a muchos los conozco, son de mi generación y de una “élite intelectual” en la que crecí y de la que me alejé.

¿A qué lado te ponés? ¿izquierda o derecha?
Ya que hay que dar denominaciones; izquierda, siempre. Aunque no acepto dogmatismo alguno, ni amo, ni Dios, para jugar al nihilista desterrado.

¿Rechazas esa forma de dividir el pensamiento político humano?
Diría que veíamos, y vemos, las cosas desde puntos de vista diferentes. Creo que no me estanqué en un proceso ideológico que las más de las veces es simple pretexto. Me considero incólume aún. Aunque la bifurcación de estas líneas se ha hecho obsoleta por la aparición, o destape, de realidades que no alcanzaron a tocar las ideologías, siempre me he considerado un hombre de izquierda. Mis amigos masistas me consideran ‘facho’ y yo me río ante su mixtura incomprensible que retoma a Marx, a Kropotkin o a la Pachamama con acercamientos peligrosos al fascio que critican. Evo Morales, para mí, ya que estamos entre derecha o izquierda, es la derecha acabada, igual que su sosías (persona con demasiado parecido o similitud a otra) blanco, el de terno.

En el pasado, especialmente durante la Guerra Fría, la Literatura fue militante... En el presente ¿cómo crees que debe ser la actitud del arte, de los escritores frente al poder?
Es trabajo del artista la crítica del poder y la defensa irrevocable de las libertades. Respeto el derecho de algunos escritores que se ubican en un intimismo que para algunos significa emboscarse; como también el de los otros, el de los que hacen proselitismo. Puedo leer a Barbusse como a Robbe-Grillet, y que me guste uno u otro más es asunto tanto personal como estético. Creo, sin embargo, en la opinión política. Lo hizo Monsiváis, lo hizo Hermann Hesse. Y hasta en la “derecha” leo con gusto ficción y opinión de autores como Brasillach, Drieu La Rochelle o el gran Céline. El compromiso del artista es con él, y, siendo su obra asunto colectivo, su compromiso se hace también colectivo.

¿Qué opinas de las posturas políticas de Vargas Llosa y García Márquez?
En teoría me gustan cosas que dice Vargas Llosa, aquello de la oposición a dictadores, al abuso del poder, etc. Pero soy suspicaz con él. Algo tal vez como una desconfianza de clase. Y, curioso, con García Márquez me sucede lo mismo. No comprendo su rodearse de gente que, también en teoría, debiera repeler: banqueros, etc. Uno mira y se sorprende de que tipos como Mick Jagger se arrodillen ante la reina, o que la rebelión del rock sea hoy uno de los mayores objetos de consumo.

Los leo, a pesar de eso, más a Gabriel García Márquez que a Mario Vargas Llosa y los prefiero de lejos a ambos en vez de los Fujimori y los Linera, o especímenes similares que se las dan de Cristos sin cruz y menos crucificados.

¿Qué opinas de Cuba y su gobierno? ¿Qué sentiste cuando recibiste el Casa de las Américas ahí?
El Casa de las Américas fue como alguna vez lo dije, emblemático para mí. Por ellos leí a Eduardo Galeano, Haroldo Conti, Jorge Enrique Addoum, Roque Dalton y otros. Entonces recibir el premio sobrepasó y sobrecogió mi imaginación. Viajar a La Habana implicó un viaje a una tierra de misterio obligatorio. Estaba el Che, nuestra visita hace muchos años –con amigos- a la embajada de Cuba en Lima con ánimo de ir a poner el hombro, o el gatillo a Nicaragua. Y tantos otros etcéteras que hacen de la “Casa” y Cuba un tema insoslayable de varias generaciones, la mía entre ellas.

¿El gobierno de Cuba? Mucho he hablado y escrito de un libro fundamental para conocer lo que pasó y pasa allí: “Escucha yanqui”, libro ya antiguo, pero que marca hitos aún válidos del proceso de la revolución cubana y de su estrecha relación, geográfica, histórica, con el monstruo de los Estados Unidos. Lo que siguió, la sovietización, las purgas, la unipersonalidad en el poder, tienen un origen que bien pudo haber sido diferente sin renunciar a los objetivos revolucionarios, urgentes en aquella Cuba llena de sangre y de la inmundicia de dictadores como Machado, o Batista.

Si tuvieras que escribir una novela sobre Bolivia ¿en qué género la clasificarías y qué personajes públicos bolivianos serían tu héroe y su adversario?
No sé. Mis personajes, en un síndrome que comparto con Máximo Gorki, vienen de mí. Trato de quitar ese egoísmo autoral -autoril- y fundamentar al menos unos en dimensiones ajenas a las mías. Es un trabajo. Y puede ser un estilo. Todavía no lo sé.

Me gustaría, y lo tengo de proyecto hace mucho, con gran anterioridad a la aparición de Evo Morales en el panorama, escribir sobre Belzu. Es un personaje en el que se pueden buscar respuestas a lo que sucede hoy, y sacar nuevas preguntas. Soy un apasionado de la historia y hay tantos personajes bolivianos sobre los que amaría crear novelas: Padilla, Camargo, Warnes, las rebeliones indigenales y los guerrilleros de Ayopaya. Y otras sobre la gente común, yo mismo, la infancia, la juventud, Cochabamba, la borrachera, los escritores malditos de Bolivia a los que nadie jamás leerá y menos publicará. Sí, sobre ellos quisiera escribir.

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Publicado en PODER Y PLACER (Santa Cruz de la Sierra), enero 2011

Imagen: Crapeau/Fotografía de Man Ray, circa 1932 

2 comments:

  1. Muy buena entrevista, respuestas certeras, concretas. Me situó también en la libertad e independencia, con desarrollado sentido crítico y humanista. Hedonista en los gustos y placeres. Como tú, voraz devorador de vidas escritas.
    Gracias por esta amistad que se desarrolla en breves lecturas y comentarios, siendo tan diferentes nuestras experiencias, tenemos mucho en común.

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    1. A ti, Fernando, por el placer de tener una lectura inteligente y comentarios semejantes de tu lado. Esperemos que siga, que la cultura se nos muere irremediablemente.

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