Tuesday, April 29, 2014

El espejismo del narco/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

La televisión argentina visita a los “ocupas” de Villa Lugano. “Ocupa” es un término que define a los sin techo apoderándose de algún lugar público: plazas, por ejemplo, o edificaciones abandonadas que no cumplen ningún rol social. Fenómeno que no es extraño ni en la rica Europa, en Ámsterdam o París. 

El entrevistador se acerca a un hombre de no más de 40 años. Acento argentino, camiseta como suelen llevar los “negros” allí. “Negro” es término que asocia a la persona con grupos étnicos no blancos: mestizos, indios, y más. Lo mismo “chino”, y “coya”, toda una baraja de palabras despectivas para señalar al Otro.

El hombre afirma que allí se van a quedar. Los vecinos, indignados, piden su expulsión. Alegan que se rompen el lomo trabajando para arañar la existencia, y que no es justo que se conceda favores a quien no comparte el sacrificio. Unos y otros tienen razón. El gobierno que entrega, y el gobierno que reprime, tienen razón. Callejón sin salida, así consumamos la mediana inteligencia nuestra en tratar de resolverlos. El número de gente se ha ido de las manos; las desigualdades también. Ni hablar de los políticos, que habitan su propia estratósfera y cuya afición al robo en grande los ubica en gremio aparte.

Esto ya no lo resuelve ni Perón (uno que hizo mucho para que lo que sucede hoy se materializara). Otro que vivía en el limbo de los patriarcas millonarios y cornudos, en mundo paralelo. Menos Evita, que de santa no tenía nada, y cargaba más joyas que la virgen de la Merced.

Ahora a lo que voy. Ese entrevistado, el ocupa de la Lugano, tenía el carrillo hinchado por una bola de coca. Si bien el acullico guarda antigua tradición en el norte argentino, donde incluso en las fiestas de familias tradicionales se acostumbraba a presentar a los invitados con un plato de la hoja, para en sobremesa conversar o filosofar, este caso difería. El individuo podría venir de Bolivia, primera o segunda generación, explicando el asunto. Pero lo más probable es que sea resultado del bombardeo mediático, desde la retórica del todavía prestigioso entre los pobres Evo Morales. No tiene ya que ver con la coca como suplemento alimentario en medio del hambre de la esclavitud, sino con la rebelión contra un status quo que ha denigrado al trabajador en beneficio del patrón, al oscuro a favor del claro, al extranjero y no al nativo, siguiendo una lista interminable de contradicciones que se han convertido en confrontación por un discurso aguerrido, comprensible en principio, pero que no refleja la realidad. Discurso presto a levantar los ánimos de los desposeídos y a afianzarse con ellos, dizque representándolos, solidificando a sus espaldas una oligarquía peor y casi insalvable: la del narco, capitalismo salvaje en aguda expresión, que no admite peros en la construcción de su imperio, y que elimina al que se niega a la genuflexión como modo de vida.

Lo mostraba Matteo Garrone en Gomorra, filme sobre la mafia napolitana, basado en la publicación de Roberto Saviano, que hace poco denunciaba a la cocaína como el peor de los males y el mejor negocio posible. Droga que crea gobiernos, o los sostiene como en el caso boliviano, mientras hace añicos el futuro de los países y de los habitantes, incluidos los acullicadores como el de Buenos Aires que serán los primeros en hundirse.

La ambición suele ser hábil para conseguir sus fines. América Latina con la actual pléyade de insignes rateros lo ha demostrado. Explotaron, y explotan, una veta al parecer inagotable: la desigualdad social. Lo dramático está en la ostentación que el sin techo bonaerense hacía de su bolo. Cree en los símbolos pero no sabe que esos los manejan los de arriba, no importa su apariencia, y, por encima de ellos, los Amos, con mayúscula, contra quienes no se tiene opción.
27/04/14

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 29/04/2014

Imagen: Edvard Munch/Paisaje de invierno


2 comments:

  1. Tan rentable –política y económicamente-es el discurso de la desigualdad social para estos gobiernos populistas que hacen todo lo posible para que todo siga igual. Es muy importante seguir mamando de la desgracia de los más necesitados. Pero cuando los datos estadísticos se disparan en contra, hacen cualquier cosa para negar la evidencia como está ocurriendo actualmente en Argentina, donde el gobierno a través del instituto de estadística y por voz del pibe Kicillof se niega a admitir lo que todos saben: el aumento galopante del nivel de pobreza. Saludos.

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    1. Exacto. El caso más concreto es Venezuela, a pesar de los multimillonarios ingresos del petróleo, que sobre todo han servido para crear la boliburguesía, los boligrandes y los bolichicos, la escoria del hampa de terno y corbata (socialistas, dicen).

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