Friday, December 8, 2017

3 MICROCUENTOS

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

AMSTERDAM…

Bordas. Tulipanes, otros como floripondios. En tenue rosa, crema. Las amarylis guardan jaspes de apagado carmesí. Te graduaste en los cursos especiales del Rijksmuseum, en textiles antiguos. Gobelinos. Pero no veo unicornios. Mataron los árabes al último, apenas bajaron de las naves. Fue el día en que degollaron a Theo. Cruzaron el Ponto, en sentido opuesto a los aqueos, en venganza de los aqueos. Pero, dices, esos eran persas, y lidios y paflagones. Hoy sirios y afganos que ni árabes son. Los mismos, le digo, mientras cierro el chaleco cargado de bombas y ajusto una bandana negra sobre la frente que reza a morir en contra de infieles.

¿No te veré otra vez, no? En el cielo, en el harén de las niñas. Ella agacha la cabeza y borda. Un tulipán de ébano esta vez, al lado de una estatuilla de gordo y pálido querubín. Para recordar.




AMSTERDAM 2…

Flora me llamo, y recojo con cucharilla los restos de mi amado. Ha desaparecido, como el unicornio, y creo que la pañoleta que cubría su frente ocultaba el marfil del cuerno que brilla. La policía me expulsa; estoy contaminando las pruebas… Guardo un pingajo apresurado en el bolsillo del jean. Apenas entra. Cuando retorno a casa una mancha señala lo poco que quedó de él. Lo nada que quedó de ti.

Lavo las manos. Beso tu sangre que se va disuelta. En un botellón de alcohol, demasiado amplio para tu poca carne, te dejo, al lado de la lámpara, cerca de la ventana. Así por la mañana te da el sol.




NEGRO TULIPÁN

Exhibo los tejidos, los vendo todos menos uno, el de metro y medio por tres cuartos, que es pálido como el querubín a pesar de ser gordo. En el llano claro resalta una flor negra, un tulipán de Holanda, de los Países Bajos que para mí se hundieron ya desde que no está. Imagino que rema con los otros, hermanos y primos, y desembarcan en Grecia, en Bulgaria, en Dalmacia y Nápoles. Vienen, suben, nortean. Aguardaré su llegada; sobre mi pecho, cortado ya el tapiz queda solo la flor de sombra. Por ella me reconocerás, por ese color airado que para todos implica muerte y besos, solo besos, para mí.
  

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Publicados en ANTOLOGÍA IBEROAMERICANA DE MICROCUENTO (Compilador: Homero Carvalho, TORRE DE PAPEL, 2017)

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