Wednesday, February 7, 2018

El milagro de lalangue

MAURIZIO BAGATIN

"La muerte es una quimera, pues cuando yo estoy, ella no está; y cuando ella está, yo no"   - Epicuro –

Los dichosos editores españoles de Muerta ciudad viva de Claudio Ferrufino-Coqueugniot lo saben: aceite nuevo y vino viejo, al paladar del lector y al de quien anda enamorado del deleite orgiástico de la literatura también, el picante, el amargo y el frutado del aceite de oliva se casa naturalmente con la madurez del buen vino; cuando leí por primera vez la novela de Claudio fue como el aceite recién exprimido, de la almazara a la prensa y de inmediato al pan, hoy que la leo nuevamente mis papilas gustativas me ofrecen la madurez de un vino - con toda su sabiduría - que el tiempo supo prudentemente mejorar y hoy servirnos en una copa aún más fine… esta es la magia del texto, esta es la grandeza de una penetración - ya lo dije varias veces - que a su tiempo logró el Juan de La Rosa de Nataniel Aguirre.

Hay una lalangue sostenía Lacan, y este es el milagro en la lectura de esta obra, esta es la primera lengua, es la lengua que habla con el cuerpo, es la lengua compuesta de sonidos confusos, de afectos, de estados emocionales, de letras inconexas, de mezclas de fonemas y espasmos del cuerpoes un lenguaje donde el significante no transmite el significado, pero está en el cuerpo del que habla. Ningún libro está escrito con lalangue pero lalangue son brasas silenciosas, por eso uno lee Bukowski en lugar de Benedetti, prefiere Majakóvskii a Prévert, nuestra relación con el lenguaje es filtrado por el misterio de lalangueel encuentro con un libro es de veras un encuentro solamente cuando en la lectura no somos nosotros los que leemos sino cuando el libro nos lee.

Esta ha sido mi lectura, mientras iba naciendo ya en Virginianos, madurando con El señor don Rómulo, confirmándose en El exilio voluntario e “inquietando” en Diario secreto el inquebrantable amor por la palabra de Claudio; en este valle fértil, de campiñas que bordeaban la desordenada ciudad, lo conservador se mezcla con lo pícaro, lo tradicional se enfrenta a todo cambio, manteniendo sólidas muchas estructuras coloniales, muchos vicios burgueses y muchas leyendas urbanas, Claudio se adueña de un lenguaje puro y sincero, quechuismos y contaminaciones importadas o de paso - de la época que vive - sin conformismo y con pocas gracias da a luz una visceral joya literaria, que el tiempo - sabio conservador y madurador - nos devolverá mañana con aún más luz y más poesía. Dejémosla madurar, a cada cosa su tiempo, a cada uno su trabajo… y al lobo el rebaño.

A quien tendrá la dicha de leer esta novela les invito un pellizco de otro poeta: dai diamanti non nasce niente, dal letame nascono i fiori.
Febrero 2018

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Imagen: Ben Nicholson, 1936


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