MAURIZIO BAGATIN
“Sin darse uno cuenta,
sin poder creer,
insólita
como la adolescencia:
la entrada en la vejez” - Eduardo Mitre -
Según
Houellebecq, nos encontramos en la poesía
cuando la extrema intensidad de la percepción sensorial puede provocar una
subversión de la percepción filosófica del mundo. Poesía que es, el calor
que el sol regala a los ladrillos de adobe, el color de los higos maduros, es
el tamaño del durazno partido, el diseñado
culo de una imilla de Arani, la carnosa silueta de una chota de Punata o la
tristeza que puedes encontrar, sin
buscarla, en los ojos sin fondo del assum preto...
Así nos inebria
la novela de Claudio, de poesía violenta, como violenta es la historia de
Bolivia: todo lo que la muchísima sangre - y mucho esperma - ha moldeado en
castas señoriales hipócritas y fariseas, en burgueses que venderían hasta su
madre y en pueblos, indios, esclavos y campesinos sumidos y sinvergüenza al
mismo tiempo: desde siempre Anansaya
y Urinsaya.
“No soy yo en escribir, he hecho un trabajo de
memoria, me guía el olvido de los dioses y el recuerdo de los hombres: escribo
lo que voy a recordar, de las letras de quienes ya hicieron la historia: un
Steiner que nunca lee un libro, como buen judío, sin un lápiz y unas hojas a su
lado, así para reescribirlo mejor del que está leyendo…”
Generacionalmente, el señor don Rómulo es el último patriarca, lo
que no defiende su identidad, libre, como su gen dado por las cicatrices de la
historia, por las funambulescas aventuras del hombre: un viaje de Capitán
Fracaso, un Aureliano que funde pececitos de oro, el inmenso Don Fabrizio
Corbera, Príncipe de Salina o el incorruptible príncipe Nikolái
Andréievich…
En un hipotético
diccionario romanzesco, el señor don
Rómulo reconocería que la hipocresía es parte de la educación y que es mejor
manejar el burro que burrear…entre melancolía y nostalgia admitiría que los
hombres son inferiores a sus ideas: obnubilados, imperfectos y simples, por eso
y por todo lo demás vale la pena la aventura. La del hombre.
Los libros que se
escriben, y los que leemos, nos explican cosas, ya que escribir, y leer, nos
enseñan cómo vivir. Somos los críticos de nosotros mismos y también nuestros
propios legisladores: todo esto durará hasta la muerte y se dispersará con
nuestro ego… se escribe, y se lee, por necesidad de afecto, y nuestro amor por
los demás es la escritura. De este laberinto nos alejamos solamente desaficionados, por lo tanto vale la pena vivir en él. La belleza es una paz
feroz. Que existe: “En el pico amarillo
anaranjado de un mirlo/en cualquier flor/en el horizonte perdido y distante del
mar/la Belleza existe/es un misterio revelado/un secreto evidente/la vida/La
belleza existe/y no tiene miedo de nada/ni siquiera de nosotros/las personas”
(Gianmaria Testa).
Mayo 2018
No comments:
Post a Comment