Tuesday, May 1, 2018

Mathias Sindelar/EJERCICIOS DE MEMORIA

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

La década del treinta representó, para el fútbol europeo, la aparición de una pléyade de talentosos jugadores: Nejedly, en Checoslovaquia; Meazza, Orsi, Guaita, en Italia, etc. Pero, sin duda, el más grande fue Matthias Sindelar, de Austria. Jugador caballeroso y sutil, decoró los estadios convirtiendo al fútbol en una de las bellas artes.

Participante de campeonatos mundiales fue siempre ejemplo de decencia. Profundo amante de su país, consideraba un honor el vestir la camiseta de su selección nacional.

La Europa de los años 30 se agitaba en medio de cambios políticos de importancia: el auge del fascismo, las manifestaciones obreras, economías que intentaban recuperarse... Hitler ambicionaba anexionar Austria al Reich alemán...

Los mundiales de los años 34 y 38 fueron ganados por Italia. Intereses políticos entraron en ambos eventos. Mussolini quería la copa y la consiguió.

Austria intervino durante todos esos años con un nivel que superaba cualquier mediocridad. La figura de Sindelar en el campo daba señorío a cada encuentro. Respetado, era la imagen deportiva de su nación.

En 1938 se produjo la incorporación de Austria al dominio alemán (Anschluss). Se decidió que los mejores jugadores austriacos fuesen convocados para portar el uniforme de la selección germánica. Por supuesto Sindelar encabezaba la lista de las apetencias del Reich. Patriota, optó por el suicidio antes que por la infidelidad. Sindelar jamás vistió la svástica, como correspondía hacer a un caballero.

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Publicado en OPINIÓN (Cochabamba), 1988

Fotografía: Matthias Sindelar


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