MAURIZIO BAGATIN
“Todo lo interesante ocurre en la sombra, no cabe
duda. No se sabe nada de la historia auténtica de los hombres” - Louis-Ferdinand Céline -
Mientras el amigo
escritor viaja hacia un invierno napoleónico, para meterse en camisa de once varas - sostiene él mismo - en su Llajta
todo lo imaginario, todo lo fantástico y todo lo real que plasmó en letras en
su Muerta ciudad viva, se ha ido
metamorfoseando brutalmente. Masacrado por la tempestad del progreso. Hoy su
novela reaparece. Se fue de parranda no más… un voy y vuelvo a la Nicanor Parra. Y está aquí más viva que nunca.
La novela de
Claudio se parece a La Piedad de
Miguel Ángel, más por su ejecución que por su esencia, el escritor ha eliminado
solamente lo que no servía, lo que no era útil, lo demás todo ya estaba, todo
ya existía en este infierno de los vivos, en este paraíso de muertos… y él lo
extrae… de una ciudad invisible e invivible, adonde amor y odio se cortejan a
plena luz del día, para que luego baje la noche, la noche de Céline en el lenguaje, la noche de Miller en su filosofía, la noche de Bukowski en su moral…
Claudio está
persuadido que el amor y el odio se cortejan y van deslizándose sobre el hilo
de una navaja, a veces se juntan, se revuelcan y se sacuden, y aunque no se
reconozcan, van armando la trama… pluma ácida como la del Chueco Céspedes… en este
valle fértil, de campiñas que bordeaban la desordenada ciudad, lo conservador
se mezcla con lo pícaro, lo tradicional se enfrenta a todo cambio, manteniendo
sólidas muchas estructuras coloniales, muchos vicios burgueses y muchas
leyendas urbanas, Claudio se adueña de un lenguaje puro y sincero, quechuismos
y contaminaciones importadas o de paso - de la época que vive - sin conformismo
y con pocas gracias da a luz a una visceral joya literaria, que el tiempo -
sabio conservador y madurador - nos devolverá mañana con aún más luz y más
poesía. Dejémosla madurar, a cada cosa su tiempo, a cada uno su trabajo… y al
lobo el rebaño.
La flor nació
gracias al estiércol, a una tierra fértil y al cuidado del jardinero, ahora
muchas mariposas vuelan a su alrededor, embriagadas por el perfume, alucinadas
por el color, hipnotizadas por su belleza.
Esta es la magia del texto, esta es la grandeza de
una penetración - ya lo dije varias veces - que a su tiempo logró el Juan de La
Rosa de Nataniel Aguirre.
Hasta la
vanidad de la escritura literaria, de aquella mirada larga y profunda que va
recogiendo, inventando y mintiendo, parecía ya una calidad desaparecida, que ya
no frecuentaba este valle ya no tan fértil, ya no tan cuidado…pero esta novela
devuelve la imagen a una tierra, devuelve la palabra a su gente, en este
esquizofrénico andar diario, cuando la aún joven democracia ya demuestra sus
debilidades, sus mentiras y sus vulgaridades, ahí toda ilusión se va evaporando
entre sexo y alcoholes, en un rider on
the storm criollo, que no es nada más que un conflicto de identidad juvenil como forma de pensar lo nacional. Es
una manera de mirar los conflictos relacionados con lo generacional, lo
económico, el género, lo étnico, la sexualidad, las relaciones interétnicas…
Ahí estuvo
Claudio, mientras hoy va viajando, imaginándose ser un Mateo Alemán el cual
bien sabía que todos vivimos en asechanza
los unos de los otros, como el gato para el ratón y la araña para la culebra…
Octubre 2018
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