Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
13 años que
vengo escribiendo contra el embaucador. Perdí “amigos” por eso. No valían nada.
Algunos ya murieron como para indicar que el reloj no es figurado, que el
tiempo pasa. Al menos, creo, que hasta ahora no le escribieron bellas
canciones, como aquella “si el poeta eres tú”, del gran negro cubano. Faltaría,
aunque entre los poetas también hay grandes lameculos; les gusta la sal de la
vida, el excremento. Viven como escarabajos de la caca, metidos en el bollo, y
hacen de la política la mayor escatología, el peor verso. ¿Quién podría decir
algo noble del tirano? Si representa la hez, Sodoma y Gomorra. Que la ira de
Dios caiga sobre su inmensa peluda cabeza de jabalí. “El jabalí alemán y la
hiena italiana”, cantaba Borges. El jabalí Morales y su hiena personal, la
camba senadora, diputada, ministro y hetaira. Sabemos quién.
Octubre se
acerca. Vuelvo a los amigos, una izquierda dispersa y diversa que se asocia a
Carlos Mesa, opuesta a sus otrora cercanos y grey del pastor empedernido hoy.
Creo que después de octubre habrá ya que declarar la indiscutible divinidad del
apu mallku; mentirosa por cierto, que la piel y las penínsulas se le arrugan
más y más. Y de ellas depende su reinado, del falo indiscutible en ley y dudoso
en acción. Necesario para la tiranía, por supuesto, el amo se tira todo lo que
camina, con dueño o sin él. Decía el payador del Martín Fierro: todo bicho que
camina va a parar al asador. Triste, gobierno de dos putos insufribles, donde
hasta lo mínimo es falso y lo real mentiroso. El tiempo pasa. Antes los relojes
tenían un martillo que tocaba. Tiempo del martillo y de la hoz. Mi hijo, le
decía la madre a Brezhnev, ¿qué haremos cuando llegue el comunismo? Los pasos
hacia el cadalso son siempre los mismos en la historia. Por allí donde envió Robespierre
a muchos, por allí transitó con la cabeza gacha. El Kenko de nuestra historia
es una presencia simbólica: todo poder tiene fin. Hasta Dios perece en este
mundo. Los ídolos de barro se hacen adobes. Hugo Chávez, el pequeño Bolívar de
plastilina, ya ni cuenta como muñeco de cera. Lo olvidaron. Dime tú qué haces y
te diré si perdurarás. Pocos lo hacen. Moralitos y Linerita se irán con el
papel higiénico, con la menstruación colectiva. Poco o mucho que les quede, es
mejor ya despedirse.
Desmedido, inclemente
se podría llamar a Evo Morales. Solo producto de un país desmedido, inclemente,
brutal y letal. Nada nuevo. No se inventó nada. Melgarejismo subyacente y
superficial. Angurria. El poder no tiene raíz, es un liquen aéreo. Se aferra al
cable, pero apenas se debilita vuela, se arrastra, se seca. Ni lo comen las
gallinas. Huguito Chávez quedó de plastilina para los macacos; si hasta al
mujik Lenin le comieron las piernas los insectos. Y a la Santa Evita ni qué
decir. Ni santos ni dioses, transeúntes, peatones con suerte. En algo tienen
razón los prácticos protestantes, que los ídolos, yeso son. No hay sustancia,
jugo. Toda la “teoría” linerista es simple paja de un cojudo. Los tuertos de
nuestra vida invidente, las flores del mal en amplio sentido. El sunchu que
arde con llama atroz, atroz y fugaz; no deja ni brasa, no se cuecen papas allí.
Hay que buscar la madera sólida, que no se ve hasta hoy, los árboles
petrificados inamovibles, inconmovibles, tal vez imposibles en la tierra alta
del Perú, de dónde venimos, veleidosos y traidores.
Ya ahogaron
el mar, ni hablan de eso, del tremendo fracaso. Vergonzoso. A inventar nuevos
mitos, la alcurnia aymara, el falso amor indígena por la naturaleza. Patrañas
de machos en celo, de hembras no asumidas.
28/07/19
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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 31/07/2019
Coincido en muchas cosas. Rescatar que eres de los pocos que fueron críticos desde el principio. Como decimos, el rijoso cacique ya apuntaba maneras, por eso nunca le voté ni le di el beneficio de la duda. Un individuo que se la pasa bloqueando carreteras e imponiendo su dictadura sindical no puede ser bueno para el país, me decía. La llamada clase pensante da grima y a veces asco, cómo pudo ser tan corta de miras, y algunos hasta se sumaron como niños encandilados. Que luego varios hayan renegado no los exime de ser cómplices morales del atroz saqueo y desmantelamiento de las instituciones. Menos mal no hay casi cantores de la supuesta revolución, salvo algunos infames folcloristas que todos conocemos.
ReplyDeletePor lo demás, buen retrato del "sunch'u luminaria" acepción que casa muy bien con su ridícula vanidad intelectualoide. Toda esas patrañas que anda publicando se las llevará el viento igual que las livianas cenizas de los sunch'us, que arden con estrépito pero efímero, sin siquiera dejar brasas. Saludos.
Saludos, José. Siempre gracias por tus comentarios. Y extrañando tus textos.
ReplyDeleteGenial!
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