Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Leo acerca de brujas y brujerías en una compilación histórica, bastante exhaustiva: Witchcraft, de Roger Craft.
También escucho al presidente de los Estados Unidos presentar la nueva estrategia del país para "ganar" la guerra en Irak. Conflicto que ya perdieron y que día a día mina los cimientos de un país que se preciaba de democrático. ¿Y cuál la relación entre brujas y el poderoso individuo que desde hace años se repite como grabador? Que ambos temas tienen que ver con pensamiento libre, con intransigencia, con censura y presunción. Así como los frailes perseguían imaginarios enemigos en mujeres viejas y feas, pobres (indefensas) casi siempre, según escribía Reginald Scott en el siglo XVII, Bush anda tras quimeras de un mundo fundamentalista cristiano; claro que en su desidia errónea se topó con otros fundamentalistas, más fuertes y decididos que él, dispuestos a morir por su causa y sin temor de perder las comodidades de las que gozan los noveles santos de Norteamérica.
Países como España, Alemania, Inglaterra, superaron la ominosa tradición de cazar brujas. La tecnología y el aprendizaje, además del comercio (economía), configuraron naciones que sin ser perfectas dan ejemplo de apertura y liberalidad. El caso de Holanda, o el de Suecia, son aún más ejemplificadores. Estados Unidos, por el contrario, sufre un proceso de regresión, en desacuerdo con su avance científico y tecnológico, con su ultraliberal cinematografía. La media de la población camina segura, no sé cuán rápida, rumbo al oscurantismo. Busca tal vez una Edad Media de la que estuvo exenta. Dios es, probablemente, la palabra más usada en el léxico norteamericano. Republicanos y demócratas por igual hacen la venia servil ante la aún ignota presencia de la divinidad. Y basan su política en ello, con la salvedad de que los habitantes de esta tierra son cristianos sui géneris, muy hábiles a tiempo de juzgar al prójimo, y también muy duchos en la compra y manejo de armas mortales y su utilización indebida e indiscriminada contra personas y animales.
No es correcto, y sin duda sería penalizado, opinar en contra de la imperante teología. Los norteamericanos se vuelcan como recua pudiente y militante en las iglesias los domingos. La "church" es el elemento sustancial de la vida nacional, el conjugador y el conjurador al mismo tiempo. Donald Rumsfeld, criminal de guerra en Mesopotamia, es dulce jilguero de salmos bautistas. Enumerar la lista de ejemplos nos quitaría espacio para despotricar en papel el drama actual.
No está nada bien, es muy mal visto, criticado, castigado, reprimido, reaccionar con violencia ante, por ejemplo, alguna frustración de la vida cotidiana. Gritar y blasfemar acerca de la injusticia de vivir, de la mierda de no disponer de un mejor automóvil, del trabajo y el matrimonio son acciones injustificables. No es, sin embargo, injustificable el genocidio, la instauración de regímenes asesinos en ultramar.
Pero George Bush no está solo en esta galería de notables. Como se dijo, también hacen presencia los fundamentalistas islámicos. Los ayatollas iranios entre ellos, y su vástago, el incansable Ahmadinejad. Sin embargo también en Irán se puede hablar de un cine excelente, que si bien no toca -aún- los linderos de la crítica política, va camino de ello. Israel es otro caso donde la religión, ese antiguo opio de los pueblos, intenta, con poco éxito, regular la vida de un país muy liberal en algunos casos aunque con políticos como Netanyahu que no auguran un proceso de avanzada sino uno de retroceso.
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sin fecha o publicación
Thursday, July 12, 2012
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