Entre los muchos
amigos mexicanos en Colorado, la mayoría se ha “abierto” de la política de su
país. Pero algunos todavía guardan alguna fe en que el sufragio puede servir;
para qué es la pregunta.
El PRD debiera
ser la respuesta obvia, si vamos con la tradición contestataria y progresista
con que creció como partido. Y, sobre todo, en oposición a esquemas
antediluvianos y corruptos como el del PRI o los ineficientes y sectarios del
PAN. Pero ahí el panorama se amplía, crece, y se refleja en los ejemplos de lo
que la mal llamada “izquierda” ha hecho y hace en el resto de la América
Latina. Con semejantes muestras: Venezuela, Bolivia, Argentina, Ecuador… votar
por la izquierda es lo mismo a dispararse en un tobillo. Las expresiones
fascistas de la represión a indígenas (incluidos niños y ancianos) de tierras
bajas y activistas en La Paz solo lo confirma. Pareciera que la única razón que
tiene la izquierda al llegar al poder es la de perpetuarse. El mayor ejemplo
subsiste en el Caribe, donde de manera triste una población está obligada a
prostituirse de mil maneras para comer. Igual a tiempos antiguos, en ilusión
superados, donde el amo era otro y las abyecciones las mismas.
En Paraguay se
destituyó a un fornicario, y no lo digo con espíritu pueril y cuasi cristiano,
porque el sexo es lo que nos sobrevive y lo que nos da esperanza, pero
practicado a espaldas de un uniforme, así sea sotana, implica abuso,
utilización de un estado de poder para aprovecharse de otros. A nombre de
confesiones y palabra de Dios, el individuo en cuestión obtuvo lo que deseaba,
y que no culpe a Satán por el asunto, que el Maligno nada tiene que ver. Lugo
acá donde vivo estaría preso, no destituido, pero en nuestros países todavía la
dignidad de la mujer va detrás de la del perro, y poco se avanza. Que la
derecha lo haya “golpeado” ¿y qué?, si la derecha también era él. Se muerden
entre fraternos, siempre sobre el lomo de los que menos tienen. Aplicando de
estricta forma los mandamientos revolucionarios, tanto el cura como el payaso
de Venezuela y comitiva marcharían cabizbajos al paredón. Que se lo pregunten
al Che.
Por cierto, luego
de estas reflexiones sangrientas, me abstengo de aconsejar a mis amigos votar
por ninguno. Lo mismo que yo, que en el mío, tampoco elijo entre catervas de delincuentes
obvios y aquellos en ciernes. Converso con los amigos, compartimos por lo común
edades afines y luchamos por el desarrollo de nuestros hijos y les aseguro, sin
ánimo antipatriota o descastado, que me alegra infinitamente que mis hijas no
vivan y nunca vayan a vivir en el país de mi nacimiento. Que mi nostalgia sea personal,
y que mis recuerdos, falsificados o dorados por el tiempo, se queden en mí. Me
alegro que ellas nacieran en una sociedad con tremendos errores y falencias
también, pero donde todavía se tiene voz, y las cosas funcionan porque hay
separación de poderes y nadie, ni el presidente, puede ser omnipotente y
dictatorial. Un lugar donde se les permite crecer, vengan de donde vengan, a
pesar de extremos que han de superarse como el de no permitir a los hijos de
indocumentados estudiar carreras universitarias. Es la derecha norteamericana,
la misma que castiga a los indígenas del TIPNIS en Bolivia, la que aúlla en los
jolgorios caraqueños, la que pone impedimentos al respecto. No hay que dejar
que el poder se acumule en manos de uno o de pocos, aunque para ello se acepte
la falible e imperfecta faz del régimen democrático, que es con mucho mejor que
el esputo inmundo de los falsos profetas.
Entonces no hay
salida –conversamos-, solo la de aceptar que nos fuimos y no retornaremos, y
que la búsqueda de lo que fuere para salir de la tierra de cada uno aún
mantiene el profundo espíritu positivo del principio. Votar ¿para qué? Para más
de lo mismo. Que voten los vástagos en otro mundo mejor.
5/7/12
Publicado en Puntos de vista (Los Tiempos/Cochabamba), 06/07/2012
Imagen: Philip Guston/Summer, 1980
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