Sunday, January 6, 2013

Alepo


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Es a las páginas de De un antiguo país, de Julián Huxley, el más memorable libro de viajes que quizá haya leído, que debo el interés por el Oriente Medio, su antigüedad, su historia, el futuro. Dentro de ellas, comenzando con la brutal y fascinante historia de éxito y debacle de Palmyra, Siria ha ocupado un sitial preponderante, junto al Líbano. Claro que Huxley, hermano del novelista, escribió su obra en los años cincuenta cuando muchos de los fenómenos actuales no tenían el peso de hoy. Además su visión era la de un viajero inteligente y entusiasmado, un humanista buscando remanentes culturales del pasado común.

Hace poco, en El País, de Madrid, un periodista narraba la destrucción del legado histórico en Alepo, una de las diez ciudades habitadas más antiguas del mundo, en la guerra civil siria. Reminiscencia de lo ocurrido en Bagdad; allí no propiamente -o en menor grado- en las edificaciones centenarias sino en los tesoros que de antes se conservaban en el museo nacional de Irak. En Bagdad se saqueó una herencia invalorable, tal vez perdida para siempre, y en ello tuvieron que ver tanto las tropas leales a Saddam Hussein como las norteamericanas. El alegato de unas y otras intenta quitarse culpabilidad. Los soldados de Estados Unidos señalaron las loberas que los defensores cavaron en predios del museo para atacarlos como pretexto de destrucción. Pero al parecer el problema mayor radica en cuánto se robó antes de la llegada de las tropas invasoras. Un serio documental británico testifica, sin acusar, que la revisión exhaustiva de los diversos depósitos de antigüedades muestra que piezas fundamentales fueron extraídas con anterioridad por gente con obvio conocimiento del asunto, y que se intentó echar todo encima de las fuerzas extranjeras.

El Ejército Libre Sirio se ha incrustado en la ciudad vieja de Alepo, a veces en un juego macabro de gato y ratón, donde los francotiradores de Assad, militares y paramilitares, barren las estrechas callejas eliminando lo que se mueva, sin contar ataques aéreos y bombardeos que han dejado la memoria de la ciudad convertida en polvo. El ansia de perpetuidad, la molicie putrefacta y sangrienta del poder, así como la ambición en primera instancia válida de los rebeldes, pero sin ninguna seguridad de equidad y libre albedrío, confluyen indiferentes en la destrucción de los archivos arquitecturales de la humanidad. Parece que cada vez menos sobrevivir como especie, recordar y aprender de lo que fuimos, importa. Eso hablando fuera del contexto político, social, étnico y religioso que se disputa el país, de la extrema necesidad de terminar con un régimen asesino, que debiera culminar con la ejecución de Bashar Al-Assad y su entorno, y de al mismo tiempo a momento de reconstruir, salve los despojos de lo que fue una de las joyas arquitectónicas patrimonio del hombre.
01/01/13

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Publicado en El Deber (Santa Cruz de la Sierra), 06/01/2013

Foto: Rebelde en las ruinas de Alepo

2 comments:

  1. Que podemos decir ante lo bien expuesto, Claudio. La angurria d poder y la ignorancia, mal común q nos reduce como especie a la peor y más dañina d las pestes. Menos milicos, religiones, futboleros y cocaleros, sería buen principio d catarsis. Solo un sueño.
    Saludos!

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