Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Pensé que las épocas habían cambiado y que este llamémosle instrumento del pasado ya no se empleaba, que las aguas corrían libres ahora y nada rememoraba la fetidez y oscuridad de aquél.
En el sur de
Cochabamba, las nuevas generaciones ya ni recuerdan la Serpiente Negra, un
hilillo que formaba meandros entre las casas y orillaba chicherías infames que
si bien recordamos con incluso nostalgia, era tiempo que desapareciesen junto
al ambiente malsano del arroyo de marras.
Eso en términos
de desarrollo, urbanísticos, de salud pública. Durante la Revolución Francesa,
el Comité (de Salud Pública) cortó 18000 cabezas, incluidas las de sus notorios
dirigentes, en aras de “limpiar” de la sociedad los elementos perturbadores y contagiosos.
Sin entrar en detalles político-históricos del asunto a lo que vamos es a que
cualquier cosa referida a la salud colectiva, y eso incluye el ornato, tiende a
destruir remanentes de lo que se considera o se prueba ineficiente, dañino,
obsoleto. Ocurrió con los pozos ciegos, que al menos se han alejado de la
periferia de las grandes ciudades, aunque de seguro perviven más lejos dada la
insufrible miseria de un continente al cual no le han servido siquiera los
gigantescos ingresos que la coyuntura de materias primas ha traído hoy.
Cada tema tiene
un sinfín de ramas para desgajar o diversificar. Y no deseo alejarme por cauces
económicos cuando lo que trato es peligrosamente humano y omnipresente,
referido a personalidades y actitudes que afectan, claro, otros ámbitos. Me
refiero a los que gobiernan, los guerreros no solo del arco iris sino de la luz
blanca, el cambio, la nueva era, la transformación, en sus propias palabras.
Los que lograron lo innombrable, que gente de abajo se encumbrase arriba, que
la base social mayoritaria participase del todo, algo siempre preterido por una
historia plena de imbecilidad y también… ceguera.
No creí. Me hice
incrédulo desde muy joven, y los profetas de índole diversa rebotaron en una
coraza de tortuga ninja. Ajeno a vacunaciones y pandemias, que ocurren cuando
la masa sigue fiel y pedigüeña los caprichos de líderes nacidos en medio de la
química social de un momento preciso, tomé con calma la vocinglería dizque
revolucionaria de los que subieron al trono prometiendo limpieza. Siete años
han pasado, que son muchos más que los siete días que le tomó a Yavé crear el
mundo, y nada. Casi, sin ánimo peyorativo, me puse a pensar en los más de cinco
mil años que alegan tiene su aymarismo recalcitrante sin ni siquiera la
invención del lápiz. Chillarán por esto; difamar de racista a quien critica la
mascarada es sencillo. No, racismo es lo que ellos hacen, querer levantar por
encima de otros a un grupo étnico, inventándole un pasado sobredimensionado o
de mentira. Igual al nacionalsocialismo.
Volvamos a la
cloaca inmóvil: el pozo ciego, de capacidad no ilimitada, con volumen marcado y
tiempo perecedero. Figura que resalta en su comparación con la realidad actual,
con la inamovilidad de las jerarquías. Hubo gente que escaló, no hay duda, pero
con ambición de reyezuelos. Y cuando alguien de abajo trepa para convertirse en
lo mismo que aquello que denostaba, se transforma, pierde su esencia, es ya
parte de un status quo despreciable sea cual fuere su condición social, color o
tendencia que enarbole.
Estamos ante los
días más corruptos de nuestra historia. Se dore la píldora, se borren los
rastros, se distraiga o reparta limosnas, el “pueblo” ya comprendió de qué se
trata. El caso Oestreicher destapó la olla por donde intentan escapar los
renacuajos tanto como los sapos rugosos. Se arrojan a las negras aguas del pozo
ciego que reavivaron, porque allí no se los ve, se mimetizan. Pero hasta este
instrumento obsoleto del urbanismo anciano llega a su fin. Si no se lo alimenta
se seca. Y lo que habita en su interior se ahoga. Lecciones sencillas de simple
observación.
Preguntan sobre
ello a la ministra más transparente y su nauseabunda respuesta es: “lean la
carta de mi mamá”.
04/12/12
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Publicado en
Puntos de vista (Los Tiempos/Cochabamba), 04/01/2013
Siempre atento a tus palabras, estimado amigo, y valorando tu voz disidente a todo lo conocido.
ReplyDeleteSaludos cordiales
Saludos, Jorge. Gracias.
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