Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
No podía callarse. Cómo va a callarse, si se considera a sí mismo profeta universal, para delicia de los bolivianos que -en todas las clases sociales, valga aclararlo- ven en este individuo la suma de sus aspiraciones, aunque el mundo que se ha creado, y el aura luminosa que cree tener sean falsos. De ahí su popularidad y su en apariencia inamovible posición, del embeleso que ejerce en un país sin logros el mito como única posibilidad. Cierto que el asunto es más complejo, que hay temas como el narcotráfico, pivotal para el régimen, precios de materias primas, etc, que apuntalan la gran mentira de este discurseador de tres por cuatro, así chillen por lo que digo Stefanonis y otros invertebrados que reptan con holgura en el fango.
No se calló, ni
el nefasto día 22, enero, que parió el esperpento bajo el decoro y la esperanza
que tantos buscaban, ni en Santiago de Chile donde en pocas palabras, bajo
“seis puntos”, explicó a un mundo estúpido y en exceso benevolente, que se debe
seguir la senda boliviana para alcanzar bonanza y felicidad sin límites. No hay
espacio para los signos de admiración que debiesen multiplicarse en la página,
menos incluso cuando habló de la transparencia bancaria, de que a través de
cuentas se llegue a quienes incurren en delito de narcotráfico y más. Eso es
como tentar al diablo, no suceda que un día se les ocurra investigar las suyas
y/o las de sus palos blancos, y salga a luz cuánto del “ahorro” del jerarca es
salario y no.
Pero el mundo del
revés continúa alentándolo. La reina Cristina, con luto hasta en el abanico,
besa en la reunión de Chile a Morales; la Rousseff ríe con sus sandeces. Lo
pusieron entre mujeres para inspirarle las siguientes coplas de carnaval en las
que de seguro bajará los calzones hasta de la viuda, ahora que ya flor y
floripondio de sus ministras han sido arrasados por la testosterona del comedor
de papalisa.
Este Ícaro vuela
demasiado alto. A veces demasiado bajo con riesgo de que lo salpiquen las olas
del mar; figúrenlo ustedes. Y no hay registro, en los anales vacíos del pueblo
más antiguo del mundo: el aymara según Choquehuanca, de vuelos con alas o sin
alas, de laberintos, Dédalos, Minotauros e Ícaros. Habrá que prestarnos nomás
un héroe griego, ya que los locales permanecen escondidos, para ejemplificar el
riesgo de creerse por encima de la realidad e imaginar que nada ha de suceder
cuando se acerca el incauto imbécil a una fuente de calor que ha de quemarlo.
Dejémoslo hacer, que vuele más alto, que el destino es impetuoso e imprevisto.
Si no que lo cuente el coronelito que se asfixia en La Habana, ya ni bravucón
siquiera, a quien le habrán acomodado un crucifijo en algún lado porque ni
sostenerlo puede.
El Santo de
Caracas, el Niño de Orinoca, la viuda, el chofer que si manejaba tan bien como
miente habrá sido campeón de fórmula uno, el violador de Managua, Lulita, toda
una pléyade de nuevos monstruos que han hallado esta tierra sufrida e inerme
para plantar bandera y hacer la América mejor que la hicieron los
conquistadores. Con una recua intelectual que vocifera sus bondades para que le
tiren un hueso que bien sabe roer.
El tiempo no debe
desesperar. Porque el tiempo de los tiranos es más corto que el nuestro. Ellos
tienen afición a las horas, los días, los años, sufren con la mortalidad que no
saben cómo evadir o comprar. Son grandilocuentes. Hitler hablaba de mil años,
Chávez de decenas, Evo Morales que hasta el 2025 o por quinientos años. Le digo
a este último que con masticada de coca, alcohol, droga, el imperio
plurinacional caerá como nuez partida, por falta de recurso humano. Hay
límites, incluso para que la judicatura, la asamblea, el gobierno, sean refugio
de pervertidos, violadores, ladrones, analfabetos y asesinos, obnubilados por
el inmundo bolo que ensalivan y escupen, rumiando un poder que no tienen porque
les falta cabeza y porque no hay huacas, achachilas, dioses ni vainas
semejantes que los eternicen.
28/01/13
Publicado en El
Día (Santa Cruz de la Sierra), 29/01/2013
Imagen: Dédalo e
Icaro/Charles Paul Landon, 1799
Buenísimo, amigo Claudio. Literatura, historia, política y sensatez, la mejor mezcla.
ReplyDeleteSaludos cordiales
Sé que muchos no lo han de entender. El chauvinismo está muy arraigado. Pero vale el intento. Abrazos, Jorge.
ReplyDeleteDesconcierta la amabilidad d la diplomacia internacional para con el jumento orinoco, tan misteriosamente consentido en los atriles del mundo. Rebuzna siempre y solo disparates, frases y palabras inconexas..Y con motivo el mundo piensa q todo boliviano es un ignaro aún peor o al menos igual.
ReplyDeleteHasta el protocolo debiera tener estrictos límites. Así, aplaudiríamos d pie y con ovaciones la justa y protocolar patada en los fondos al jumento, para regresarlo a sus merecidos páramos por repetir estupideces, por ofender reiteradamente al lenguaje, por avergonzar a todo un pueblo. Tragedia d sufrir un nuevo Melgarejo. Que la historia repita su ciclo, final incluido.
Saludos cordiales estimado Claudio!
Como siempre, un placer leerte, amigo Achille. Tus textos atraen una risa franca e inesperada. Pero fuera del sarcasmo vive la tragedia no solo de un Melgarejo, sino de un pueblo que ama a su Melgarejo. Sabemos, sin embargo, lo febles que son esos lazos y cómo el supuesto amigo tórnase en linchador. Quizá esto se alargue, tal vez mucho, pero día que pasa en Bolivia es una tómbola que suele tener ribetes dramáticos. Saludos.
ReplyDeleteMuy honrado por sus palabras, Claudio. Y es q es el instinto d autoprotección: mejor buscar la risa en la sorna a caer en profunda amargura d tanta sandez idolatrada. Abrazo.
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