Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
La respuesta
está en el viento. No hay viento. El aire está detenido como en el mar de los
sargazos. La nave no va a la deriva, la devoran, quieta, las algas.
Domingo por
la mañana. Otis Redding. I am the walrus. Vísperas de la beata virgen, Claudio Monteverdi.
Persianas bajas. Agua que suena del lado vecino. Dos voces que hablan desde muy
lejos. ¿Por qué yo? ¿Por qué tú? El sol se parece a aquel que me prestó Marcela
Filippi en Roma, en el alto balcón desde donde uno creía estar por encima del
mundo. Había viento entonces, posibles respuestas, naranjas como las paredes
del Trastevere. Rojas como salame de Parma. Giotto, dios, Giotto, ahí colgado
casi al alcance de la mano. El Giotto que veneraba yo de niño y que se perdió
entre piernas adolescentes y vasos de alcohol. ¿Perdimos, ganamos? Igual cuelga
por el fin de los tiempos, ajeno a la veleidad de un oscuro escritor, a la
impericia del mundo.
Naves inmigrantes
se ahogan en las costas. Gente lee en las catacumbas de Siria. ¿Dónde?,
pregunto. La respuesta está en el viento, en el que sopla.
No hay
viento.
El Duero,
Douro, corre debajo. Mariscos, un vino. Dólares que no compran voz. Silencio
entre multitudes. Silencio en la lluvia que suena. Soñé, me dijeron,
aseguraron, afirmaron. En la memoria se introdujo fantasía, una mujer pelirroja
húngara que atendía el bar. Zambra y Sábato hablan de las rumanas. Alisto un
viaje a Brasov. Braila, quizá, detrás de la muerte de Panait Istrati, del
convicto Codine que se esconde en el delta del Danubio. Pastos altos, de tamaño
humano, menos que cerca de los barrancos del Dniester, sin embargo. Tanto que
quise ver y a pesar de que hubo dinámica no vi. A nosotros nos cortaron los
pies recién nacidos. Debí ponerme unos de fierro y no perder el tiempo, buscar
los leopardos extintos de las orillas del Caspio. Sucede que olvidamos todo lo
que hubo antes; miramos a un futuro que además de incierto y frágil es no
confiable.
Cavernas de
anacoreta. Allí debía estar luego de trashumar los caminos. La música me acerca
a aquella perfección maltrecha. All you need is love, cantan. Esa frase,
construida con flores, adorna una pared del horrible aeropuerto de Miami, con
cubanos gritones y gente uniformada que cree que una identificación federal los
acercó a la sima del cielo. No a la cumbre. All you need is love. La
Marsellesa. Abel Gance. ¿Qué hacer con este bagaje? ¿Tirarlo al viento? All you
need is love. Dos Annas que todavía conversan. Una tiene el sexo rosado; la
otra marrón. Entre las dos hacen un cuadro delicado de Maurice Denis.
Vendrán
amigos. Merengue y cumbia, aunque Fernando Vallejo proteste ante la música
popular. Lo entiendo. Quiero a Vallejo y a la cumbia, a Toto la Momposina, a
Celina González, de esa Cuba a la que no he de volver. Recuerdo mucho. La
malanga frita que fue un plato delicioso, sabía a pollo, no podía parar de
comer. La caldosa, sopa de pueblo, de esclavos, seguro que sí. Comida
colectiva, así la de los communards en París.
Leo y voy
quedándome ciego. La mía no será la luminosa mirada de Homero, Milton y Borges.
Estaré ciego como el viento que no se mueve. Antes que ciego, muerto. El
suicidio de Pavese. El poema de Celan. Aquel poeta que olvidé en Auschwitz,
otro, no Celan.
Guajira.
Celina González, Santana. No one to depend on. 9:15, Las nueve y quince. Si he
de hacer el tuco del tallarín, mejor comienzo. Ron blanco que parece agua
cristalina. Vodkita agüita. Dame una respuesta.
No la
tengo. Búscala en el viento. ¿Qué viento?
2020
no entiendo tu vagar por el este de europa.te puedo aconsejar La Moldova, pais triste y destruido o vilnius, la Jerusalem del baltico. leo que vas a Brasov, conozco. he dormido en un antiguo hotel de super de luxe en la pedonal. hotel sin bar, sin agua caliente.pero extremamente chic. ahora son 2 anos que exploro bulgaria. te lo consiglio. abbiamo gli stessi gusti. ciao.vai in lituania ma forse è meglio chisinau. buen ano Escritor!
ReplyDeleteVilna, Lituania y el Báltico, siempre han estado entre los lugares que quiero ver. Bulgaria también y Moldavia, la región, por supuesto. Tomo buen vino moldavo en Denver, tinto. Debo tomarlo allí. A pesar de la tristeza y el desconsuelo del país.
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